Milly Von Muhlenbrock
Millandge "Milly" Von Muhlenbrock era una señorita normal, feliz y común como todas. Pero una de sus principales características es que era muy curiosa.
¿Es literal que la curiosidad mató al gato?
Veámoslo.
Milly no recordaba muchas cosas de su infancia, pero a veces, ella solía buscar entre los cajones de sus padres, cualquier cosa, fuera la que fuera, ella siempre la veía e intentaba examinar un porqué. Desde esa tierna edad, ella ya era alguien sumamente inteligente. Una vez, vería un rostro que se quedaría pegado en su mente, por siempre.
—Mamá. ¿Quién es este chico?
—Milly, dame la foto—su madre se la arrebató bruscamente.
Eso ocurrió cuando ella tenía 10 años, al instante, decidió preguntarle a su padre sobre aquel chico tan lindo que había visto en la fotografía, pero él nunca le respondió.
Y ahora, ella tiene 25 años, ha pasado, ha vivido, ha estado en las mejores escuelas, ha tenido las experiencias típicas de cualquier persona normal, pero cuando llega a su cama, lo único que pasa por su mente, es intentar resolver el misterio del chico de la fotografía.
Pero nunca le dijo a sus padres que ese era su objetivo principal.
Durante su infancia, Milly no podía hacer nada. Se distraía y vivía como si fuera cualquier otra chica de su edad, sin problemas ni distracciones. Pero llegaba la noche y el rostro de esa imagen venía a su mente.
Fue hasta su adolescencia que se fijó como objetivo permanente, descubrir quién era la persona que tanto veía en sus sueños y aquel que contempló en la fotografía. Pero mantuvo el secreto total y plenamente resguardado, sin ganas de decirle a nadie. Su familia era millonaria, pero ella todavía no podía disponer del dinero que quería. Así que desde los 15, empezó a ahorrar súbitamente, para poderse conseguir a un espía personal. A los 20 pudo hacer eso.
Pero el trabajo no era fácil. Milly no sabía nada de él, no sabía porque su madre tenía aquella foto, se demoraron otros cinco años para finalmente, darle respuestas.
Milly ya era alguien independiente y vivía su vida libremente, pero de vez en cuando caía ante las redes y el trabajo sobre protector de sus padres. No temía ante eso, sabía que estaba bien.
Ella ya había perdido la esperanza de encontrar a la persona de la foto, pero el día menos inesperado, su detective privado: Terry Douglas, le daría la noticia que tanto estuvo esperando.
—Hospital Matchbox, Michael Von Muhlenbrock.
—Espera ¿Qué?—cuestionó Milly con terror— ¿M-mí apellido?
—Sí señorita Millandge, su apellido.
—Eso qui...quiere decir que es...
—Su hermano.
Efectivamente, al día siguiente que le dieron el paradero de su hermano, ella no dudó ni un solo segundo en ir al Hospital Matchbox, pero no la atendieron rápidamente. Milly tuvo que hacer un largo proceso para demostrar que era hermana del recluso Michael Von Muhlenbrock, pero al final, lo logró.
En aquella tarde, ella se dirigía acompañada del doctor. El hospital psiquiátrico Matchbox era uno de los más peligrosos del país. Milly escuchaba desinteresadamente las precauciones del doctor:
—El paciente no ha salido desde hace 20 años, fue ingresado cuando tenía dieciséis.
"Yo tenía cinco. ¿Por qué no me acordaré de él?" pensó ella.
—Así que va a entrar. Pero por su seguridad, los dos guardias se encontrarán a fuera y él tendrá camisa de fuerza todo el tiempo, no más de cinco minutos, por favor.
—Claro—aceptó Milly con miedo.
—Señorita Von Muhlenbrock—dijo el psiquiatra—, por favor, firme esto.
Aquellos papeles quitaban de toda y plena responsabilidad al hospital Matchbox por todo el daño físico o psicológico que podía tener Milly en ese momento. Ella tragó en seco, pero estaba dispuesta a todo.
—Dígame doctor, ¿Por qué ingresaron a mí hermano a este lugar? Y ¿Cuánto tiempo estará?
—El jurado me prohíbe decirlo, pero dictaron cadena perpetua.
Milly sintió un terrible dolor en su corazón que no pudo asimilar completamente.
— ¿Lista?—preguntó el doctor antes de abrir la puerta.
No estaba lista, ni segura, ni confiada ni valerosa. Durante mucho tiempo, Milly se estuvo "preparando" psicológicamente para poder ver a la persona de la fotografía, no pudo creer que fuera su propio hermano, no se parecían en nada. Creyó que sería fácil y tendrían una conversación cualquiera y normal. Pero jamás se imaginó que fuera un interno psiquiátrico y mucho menos que jamás fuera a salir de ese lugar. ¿Qué tan malo habrá sido para que ni sus padres quisieran recordarlo?
Aun así, decidió tomar el riesgo.
—Abra la puerta, Doc—dijo en un derroche de valor.
El doctor Swanson le tomó la palabra. La puerta se abrió lentamente, el cuarto destello una luz sorprendente que iluminó todo el rostro de Milly.
Sus pasos eran lentos, casi ni se veían. Entró muy despacio a la habitación, era totalmente blanca, limpia, había una ventana con las cortinas cerradas, la cama era extensa y lo demás era un espacio totalmente vacío y blanco. Frente a la ventana, se hallaba alguien, arrodillado y como si quisiera mirar al exterior.
El corazón de Milly latió a mil por segundo cuándo la puerta se cerró rápidamente y el ruido hizo que el interno volteara sin pensarlo.
Milly no se movió, ver el rostro destruido y apacible de su hermano la hizo mantenerse congelada por varios segundos. Él la examinó, caminó a sus lados mientras daba pequeños saltos alrededor, la olía y emulaba pequeñas risas. Milly no iba a dejar perder su oportunidad.
—Michael—dijo con valentía.
El interno se quedó pasmado cuando ella dijo su nombre, se talló los ojos muchas veces, hasta que dijo:
—. ¿M...Milly?
—Sí—ella sonrió, todavía la reconocía— ¡Soy yo!
—Cuando...cuando... yo...
Michael solamente dijo esa expresión y no volvió a repetir palabra más por unos segundos, hasta que recuperó la noción.
—Tú... tenías...cuatro años... yo... ¿16?
— ¡Sí! Tal parece que sí.
—Entonces... ¿Cuánto tiempo que no me da la luz del sol?
Milly sintió un dolor en su pecho que se lo comprimió durante unos momentos, no podía imaginarse el dolor tan inmenso que debió haber sufrido su hermano.
—Tengo... ¿20?
—36—corrigió Milly con dolor.
—Bueno... ¡Solo 20 años! Dime...Milly—pensó con lentitud— ¿Cuánto es 180 menos 20?
—160—dijo ella.
— ¡Solo 160 años para salir!—Michael exclamó con una inocencia perdida y fingida— ¡Muy bien!
La apariencia de Michael fue algo que aterró profundamente a Milly, él tenía el cabello hasta los hombros, unas ojeras bastante pronunciadas y su rostro estaba muy demacrado. No dejaba de arrastrase en el suelo y su uniforme era blanco y limpió. Milly se dio cuenta de que ya había recuperado la conciencia, así que decidió platicar con él.
— ¿Por qué tanto tiempo, hermano? ¿Qué hiciste?
—Nada... yo no hice nada... él me encerró aquí.
— ¿Qué? ¿Por qué?
Y cuando Milly iba a tener la respuesta tan deseada, el guardia de seguridad llegó para interrumpir todo:
—Señorita Von Muhlenbrock, tiene que retirarse.
—Espere... solo cinco minutos.
—Ya ha pasado el tiempo, por favor, salga.
Ella le tomó la palabra y dio media vuelta, pero escuchó una petición bastante forzada:
—. ¡Milly! Por favor, dime que regresarás, dime que no me abandonarás... ¡Te espero mañana!
—Vendré mañana, todos los días que pueda, ¿Puedo, cierto?
—Sí—asintió el doctor.
— ¡Te espero!—gritó Michael cuando ella ya estaba lejos.
Milly y el Doctor caminaron hasta la salida del pabellón de condenados, durante el camino, surgió la siguiente conversación:
—Por favor, no le diga nada a mi padre o a mi madre.
—Claro que no lo haré.
—Doctor Swanson—dijo ella apenada—, dígame... ¿Hace cuánto vino a visitarlo mi padre?
—Desde hace 20 años que no lo hace.
—Un momento—Milly se paralizó— ¿Nunca ha venido a visitarlo?
—No, nadie ha venido a visitar a su hermano desde que fue ingresado aquí. Eres la primera, Millandge.
No podía creerlo, Milly se sentía tan mal, ¿Por qué abandonaron de semejante manera a su hijo?
—Terrible...
—El señor Von Muhlenbrock lo vio la última vez, aquel día del 2015 que el juez dictó "180 años" —el doctor explicó—. Michael es el más joven en ser internado, en la historia del hospital.
—Entonces... lo que hizo fue terrible—dijo Milly, pensativa.
—Bueno... algo así, yo no lo consideraría de tal manera. El punto es que—el doctor Swanson tocó el hombro de Milly—, no lo abandone, señorita. No ahora, Michael era el más terrible del hospital, pero cuando cumplió 26 entendió que nunca iba a salir, ahora no sabe qué hacer, perdió la locura completamente. No lo abandone, por favor.
—No lo haré, lo estuve buscando desde hace tiempo. No lo abandonaré, se lo prometo.
—Bien, la espero mañana.
Era víspera de fiestas decembrinas, por lo tanto, los padres de Milly; Lisette y Raphael, ponían los adornos navideños, en compañía de su hija. Pero ella no iba con ganas de entablar un buen momento familiar.
—Hija querida—dijo Raphael, su padre—, me alegro que hayas venido.
—Gracias—dijo vacía.
Empezó a mirar como sus padres adornaban y descombraban perfectamente cada rincón de la casa, pero ella no se sentía de humor. Consideró que sería buena idea si ella los confrontaba:
—Papá, mamá. ¿Me han escondido cosas?
—No hija, claro que no—negó rápidamente Lisette—, ¿Por qué la pregunta?
—No sé... dudas,
—Por supuesto que no—dijo Raphael.
—. ¿No tengo un hermano o algo así?—siguió.
Raphael y Lisette se quedaron viendo uno al otro, como si no supieran que decir, estaban impresionados y parecían esconder algo. Sin embargo, el primero dijo:
—Claro que no, tu madre es mi Eva, mi primera y única mujer. Tú eres mi única hija y eso es todo que decir.
"Malditos mentirosos" pensó Milly con frustración.
— ¿Saben qué? Mejor me voy a mi habitación, no me siento bien como para poner adornitos.
Diciendo esto, Milly subió a su antigua habitación, ella ya no vivía con sus padres, pero podía ir a la habitación que ella deseara. Entró y encontró a Miriam, su nana y sirvienta que ya llevaba muchos años con la familia.
—Miriam, que bueno que te encuentro. ¿Puedo confiar en ti, cierto?
—Claro, niña Milly—asintió la mujer de la tercera edad.
—Dime, ¿Dónde esta Michael? —ella no iba a confesar que ya sabía el paradero de su hermano, no era estúpida.
Miriam dejó de tender la cama y miró a Milly con cierto desapruebo, sus labios temblaron por varios minutos, hasta que dijo:
—No sé, no tengo idea de quién sea él.
—. ¡Joder!—Milly gritó— ¿Por qué me esconden las cosas? ¡Ya no soy una niña!
—No sé, le juro que no sé—dijo Miriam, con lágrimas en los ojos.
—Púdrete.
Esa noche, Milly ni siquiera quiso quedarse en casa, volvió a su pequeño departamento para pasar la noche.
Y como prometió, a la mañana siguiente, se presentó nuevamente al hospital Matchbox.
—Está vez—dijo el doctor, cuando la recibió—. No está con la camisa de fuerza, lo que pasa es que salió de la terapia de electrochoque, por lo tanto no está consciente. Pero igualmente, si te hace algo, no dudes en gritar y llamarnos.
—Así lo haré—dijo Milly.
Abrió la puerta y en la cama se encontraba su hermano. Caminó lentamente hasta él y lo miró por completo, el pobre Michael estaba con los ojos entre cerrados y balbuceaba cosas sin sentido, hasta que vio que Milly había ido nuevamente.
—Hola...—dijo con cansancio.
—Hola hermano, te dije que vendría.
—Gracias—sonrió débilmente.
—Ahora, dime—fue directo al grano— ¿Por qué mis padres te abandonaron aquí?
—Él... nuestro padre...
Michael sacó una pequeña nota de debajo de su colchón, se la leyó exactamente así a Milly:
—Papá malo, me incriminó injustamente. Mamá Jocelyn Eastman, no Lisette.
— ¿Mi madre no es tu madre?—preguntó Milly sorprendida.
—Jocelyn primera esposa, familia paterna odio a mí.
—Quieres decir que...
Michael tomó la conciencia rápidamente:
—Nuestro padre... me culpó de algo que no hice, lo hizo porque se casó con mi madre y su familia no la aceptaba, no nos aceptaba, le importó más eso.
—Espera un momento—lo interrumpió Milly— ¿Estás seguro?
—Esto lo escribí cuando me internaron, todavía estaba cuerdo y consciente. Y es verdad, él me enjuició inesperadamente, no merecía aquello, no merezco esto. Ahora me ha olvidado y te ha erradicado de mi vida, ¿Cierto?
Milly asintió sin palabras.
—Querida, no sé cómo convencerte—Michael lo miró con esos ojos castaños, tan delatores e impuros—, pero es cierto. Papá me odia por mi procedencia, él hizo de todo para deshacerse de mí, mandó a mi madre a matar, a mí a este lugar. Quiere erradicarnos de su historia, pero no puedes permitírselo.
—No puedo—repitió Milly.
—Soy tu hermano, soy un Von Muhlenbrock a pesar de todo.
—Lo eres.
—Así que haz cualquier cosa para que piense eso y lo tenga muy en mente. Recuérdale de mí, de mi existencia, no lo dejes dormir. Y sobre todo, sígueme visitando... lo necesito...
Michael tomaba ambas manos de su hermana y la miraba pálidamente, ella lo sabía, estaba nerviosa, pero no quería decir nada.
—Cierto... vendré mañana.
Y así pasaron dos largos años. Durante ese tiempo, Milly nunca tuvo el valor de enfrentarse a sus padres de la manera en que ella hubiera querido, siempre les lanzaba indirectas o se comportaba peor. Pero siempre fue puntual al momento de visitar a su hermano, observó cómo su cambió se hizo radical y ya no era ese desalineado que había visto años antes. Ahora, Michael y ella podían conocerse y él siempre estaba enterado de todo lo que hacía su padre.
—Y me quería obligar ver su boda con su única "mujer", por eso vine aquí.
—Es un estúpido—dijo Michael—, pero bueno... nunca serás libre si sigues visitándolos.
—Lo soy, soy una amplia e independiente mujer de 27. No los necesito para nada.
—Entonces... ¿Por qué no lo confrontas todavía? No me siento feliz olvidado en este rincón del mundo.
—Debería hacerlo, lo lamento, no sé qué hacer. Perdóname.
Michael miró con depresión a su hermana, se quería hacer el digno.
—Mátalo—pidió.
—. ¿Q-qué? ¿Cómo?
—Él me juzgó Milly, ¡Pagó a un montón de jueces y abogados corruptos con tal de tener aquí! Encerrado, sin libertad... completamente jodido, ¿No crees que me duele?
—Puedo convencerlo de que venga a visitarte.
—. ¡No quiero verlo! Milly, con todo respeto, él no ama a tu madre, él ama a mí madre. Lo único que ama de la tuya es el poder y la buena imagen que le da, no por nada, soy el primer hijo.
—Que deducción tan estúpida. Mi padre ama a mi madre e hizo lo mismo con la tuya.
—NO ES CIERTO—gritó Michael con furia—. Lo mejor que puedes hacer, es hacer que mi padre regresé con mi pobre madre muerta, ¡Mándalo con ella! Dale la muerte, ¿No entiendes?
Milly reflexionó por un rato, se retiró lentamente sin decir nada. Durante el camino regreso a casa, pensó que era lo mejor confrontar de una vez y por todas a su padre.
Ahí se hallaban ambos, su padre leía un libro mientras fumaba de su pipa y su madre se pintaba las uñas. Entró sin avisar.
—Hija, me alegro que hayas venido aquí—dijo Lisette, al verla pasar.
—Haz estado extraña este tiempo, ¿Puedo saber qué pasa?—cuestionó su padre preocupado.
—Papá, ¿Por qué abandonaste a Michael?—se atrevió a preguntar.
Raphael se quedó helado, no sabía qué hacer, su rostro se volvió rojo y luego bajo el dolor de su nariz, no dijo nada. Lisette solo bajó la cabeza, intentando ignorar lo que había escuchado.
—No sé de qué hablas—negó.
—CARAJO—Milly estalló frente a ambos— ¡Michael! ¡Michael Von Muhlenbrock! Tu primer hijo, producto de tu matrimonio con Jocelyn Eastman, ¡Lo incriminaste y ahora vive en el Hospital Matchbox! Lo abandonaste solo porque te daba mala imagen con tu familia.
—Ese hijo de perra—Raphael se levantó frente a su hija y también la confrontó— ¿Cómo sabes eso?
— ¡Lo he ido a ver desde hace dos años y no lo sabes!
—Estúpido doctor Swanson, le pagué muy bien para...
—Le pagué el doble—admitió.
—Mira, Milly—Raphael intentó calmarse y respiró muchas veces para contenerse— Eso no es cierto, él está loco, es o era un psicópata en potencia. Él intentó matar a tu madre... ¡Y a ti! Por eso lo condenaron.
Milly estaba escéptica, no podía creerlo, pero por su mente, solo pasaban las palabras de Michael:
"Papá me odia por mi procedencia, él hizo de todo para deshacerse de mí, mandó a mi madre a matar, a mí a este lugar.
Quiere erradicarnos de su historia, pero no puedes permitírselo.
Él me juzgó Milly, ¡Pagó a un montón de jueces y abogados corruptos con tal de tener aquí!
Lo mejor que puedes hacer, es hacer que mi padre regresé con mi pobre madre muerta, ¡Mándalo con ella! Dale la muerte, ¿No entiendes?"
—Mientes.
—No es cierto... ¡Claro que no!
Milly tenía algo detrás, en sus manos portaba algo peligroso como pequeño. Una singular y peculiar pistola eléctrica.
—Papá... quiero que saques a Michael de ese lugar y admitas que lo encarcelaste injustamente.
— ¿QUÉ? ¿Estás loca? ¡No permitiré que ese vástago salga de ahí!
—Hazlo... ¡HAZLO!
Diciendo esto, Milly le dio muchos electrochoques a su padre, hizo que todo su cuerpo temblara y cada uno era peor que el anterior, lo tiro en el piso y seguía dándole estas fuertes dosis de electricidad a su pobre padre. Su madre gritaba, pero no hacía nada para detenerla. Fue tantos los volteos que descargó en su progenitor, que no era una buena combinación con su edad, por lo tanto, el décimo de ellos lo hizo propenso a un paro cardiaco, que le quitó la vida de inmediato.
Unos minutos después, Milly se dio cuenta lo que había hecho, y las consecuencias fatales que aquello traería. Miró a su madre con culpabilidad, se le hizo extraño que ella no demostrara lágrimas o preocupación. Al contrario, le dijo:
—Huye.
—P-pero ¿Qué?
— ¡Huye ahora mismo!
Milly no desaprovechó la oportunidad y salió corriendo de su casa, pero lo que no sabía es que...
— ¿Alo?¿Policía?
La policía local no tardó mucho en llegar y en capturar a Millandge Von Muhlenbrock.
El juicio no existió. Lisette dijo exactamente la manera en que su hija había asesinado a su padre y que ella había hecho de todo para detenerla. Incluso, le dijo que jamás había recibido ningún ataque por parte de Michael Von Muhlenbrock.
Pasado ese tiempo, ella volvía a su vida normal de siempre.
—Hola Lisette—la saludó su cuñada.
—Hola Janie, me alegró que hayas venido.
—Bueno, es el velorio de mi hermano, no podía faltar.
—Gracias.
—Liss, dime una cosa—dijo Janiebeth— ¿No te sientes mal? Tu hija e hijastro terminaron siendo unos asesinos seriales de primera.
—Jane, por Dios, es cierto pero... ¿Qué puedo hacer yo? Nada, cuide a Milly hasta donde pude, intenté detenerla, pero no pude. Lo de Michael... bueno, él no era malo. Jamás intentó atacarme, todo fue una mentira inventada por su padre para deshacerse de él, ya es tarde para decir nuevas declaraciones.
—Una pena...—dijo Janie confundida.
—Ahora, ¿Puedes retirarte? Perdí a mi esposo y a mi hija, no me siento muy bien...
—Claro Liss, lo siento.
Y ahí quedó la viuda de Von Muhlenbrock, emulaba unas risas que fueron cambiando de volumen, desde bajo a alto. Sus ojos estaban totalmente abiertos y miraba la luz de su cuarto, mientras pensaba:
"Veintisiete, veintisiete años me tardé... pero ahora ¡Yo soy la heredera infinita de la fortuna de los Von Muhlenbrock. Me deshice de Jocelyn, de Michael, de Raphael... hasta de mi propia hija, pero no me arrepiento. ¡Todo es mío ahora!"
Y ¿Por qué Milly no podía tener su parte de la herencia. El juzgado no se lo dio.
¿Por qué? ¿De qué le iba a servir si iba a estar eternamente en el hospital Matchbox?
Porque sí, esa fue su condena. El doctor Swanson se sintió terriblemente mal al ver a los dos hermanos. Pero Milly reaccionaba bien, realmente había tomado un gran cariño a su hermano, cuando entró con su nuevo uniforme blanco a la sala principal, corrió con él y le dijo:
—Lo hice, lo devolví con tu madre.
—. ¿Lo mataste? Perfecto...
—Tenías razón, esa perra de Lisette... fingió todo.
—. ¿En serio? Porque yo mentí, quería asfixiarla...
Diciendo esto, Michael tiró y montó a su hermana en el sillón del hospital, cogió una almohada antes de que alguien pudiera detenerlo, mientras dijo:
—Debí haberlas matado a las dos cuando tuve la oportunidad, pero lo bueno es que me puedo desquitar contigo. Tú eres la razón por la cual mi padre acabó con mi madre y destruyó mi familia.
La asfixió fuertemente con sus ambas manos y puso sus anchos brazos sobre toda la almohada. Nadie pudo pararlo, ocasionó la muerte de Milly muy rápido.
Y ahora queda respondida la pregunta. La curiosidad sí mató al gato.
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