Littzy Forcé
19 fiestas de cumpleaños horribles.
Ese era el único récord personal que tenía Littzy Forcé.
Y cada año nuevo, rompía la expectativa del anterior.
En pocas palabras, uno era peor que el otro, y así sucesivamente se repetía un parecido de bucle infinito.
Pero ¿Por qué?
Fácil y sencillamente, nadie se acordaba de que cumplía años.
Sus padres sólo se concentraban en una cosa; Priscila Forcé.
La última era hermana de Littzy, la mayor, tenía 21 años y ya había hecho de todo en este mundo. Priscila era modelo, cantante, bailarina, actriz, artista, personaje de la TV, era perfecta. Así que Cristopher y Alexa Forcé la amaban, era su saco de dinero al cuál podían explotar con plena gratitud, además de que ella así lo deseara.
Littzy no tenía ningún defecto, era una buena chica de cabello lacio y abultado, cara de ángel y cuerpo perfecto. Incluso, yo me atrevo a aseverar que era mucho más hermosa que su hermana la súper modelo.
Era inteligente, de buen corazón, amable, cariñosa e incomprendida. Claramente tenía un grado de paciencia sorprendente, soportaba los olvidos continuos de sus padres, obedecía sin pedir nada a cambio, iba muy bien en la escuela, pero odiaba su cumpleaños, detestaba tanto saber que esa fecha infortunada se acercaba rápidamente, le encantaba el mes de septiembre, ya que había muchos otros eventos para conmemorarse, así como puentes y días feriados. Pero odiaba despertar y que su calendario tuviera la fecha...
22 de septiembre.
Eran celos, rencor y envidia lo que inundaba su mente al ver ese día. Veía a las personas conmemorar otros cumpleaños, hacer fiestas sorpresas y de más. Pero que mejor ejemplo para describir aquel horror, es ese en donde no deja compararse con las fiestas de Priscila
Cuando su hermana cumplía aniversarios de vida, su madre preparaba todo un mes antes, contrataba músicos, ahorraba para una gran fiesta, llamaba a sus tíos, parientes y todos los amigos de la familia. Siempre sus fiestas acababan en las mejores de las experiencias, pero no solo eso, los amigos de Priscila también le preparaban grandes cosas, como idas a la playa, grandes carteles y claro; regalos hermosos y ridículamente caros.
¿Qué pasaba el 22 de septiembre de cada año? Nada, literalmente, nada.
Littzy procuraba estar lo más solitaria, aunque se viera con amigos o compañeros, nadie la felicitaba o no pasaban de desearle un buen día, eso y de mala manera. Había años en donde hasta sus mismos padres olvidaban por completo esa fecha, además de que siempre caía en día semanal. Consideraba eso un pretexto y una manera de querer justificar a sus padres, pero sabía que aquello no tenía sentido de pensar. Los días de Priscila también caían en jueves o martes, eso no era ningún impedimento para sus padres, porque se lo celebraban el fin de semana.
Absolutamente todos los parientes, vecinos y conocidos de los Forcé felicitaban a Priscila, (incluso desde antes de ser famosa). Pero ninguno de ellos hacia lo mismo con Littzy. Había ocasiones en donde ella estaba totalmente sola.
Ese jueves, no sería la excepción.
Se despertó a las nueve de la mañana, como siempre preparó sus cosas para ir a la escuela, no encontró a nadie en casa, ni una sola alma. Lo cual se le hizo absolutamente normal, desayunó, hasta que escuchó unos pequeños susurros.
—Shh...—se oyó en voz baja — Creo que ya se levantó.
Su corazón empezó a latir a mil por hora, rápidamente dejo su pan tostado en el plato y subió las escaleras tan rápido como sus piernas atolondradas se lo permitieron, corrió a acostarse en su cama, hasta cubrió su cara, hasta fingir que estaba durmiendo.
Sintió unos pasos discretos moverse por toda la sala de estar, como si alguien estuviera preparando algo. También se hicieron presentes varios sonidos, como el de bolsas abriéndose y un gran movimiento al alrededor. No podía más con las ganas, se sentía tan feliz, como si su emoción fuera una bomba que pronto explotaría en su pecho. No aguanto más la presión y bajo a toda prisa, para contemplar la sorpresa en su living.
—Wow—dijo impresionada — ¡Es increíble!
— ¿Verdad qué lo es?— aseveró su madre, y seguía inflando globos— ¡Estoy segura de que a ella le encantará!
— ¡No hables más! Claro que sí. ¡Gracias mamá!
— ¿Gracias de qué?
Y en ese momento, su corazón se quebró.
Su nivel máximo de paciencia había llegado al punto bruto, a lo más alto e imprescindible, tan jodidamente estresante, ya no tenía nada de reserva en su máquina de paciencia.
Su actitud fue variada, primero la sonrisa se le decayó hasta más abajo de las mejillas, luego apretó sus puños y sus ojos se enchinaron, procurando ocultar sus lágrimas. Después, su cara se le hizo tan roja que parecía volcán. Estaba a punto de tener una sorprendente trasformación, y ni siquiera sus padres podían notarlo
— ¿Qué haces ahí parada?— preguntó su padre cuando movía los regalos — ¿Dónde está tu obsequio para Priscila?
—Me pueden...decir...—dijo en un tono petrificado — ¿Qué carajos le van a celebrar a Priscila?
—Obtuvo un nuevo papel para una película. ¿No es sorprendente?, ¡Habrá una gran fiesta por su logro!
— ¿Una fiesta en jueves? — Littzy preguntó esto con ironía, haciendo referencia de que en su fiesta número 16, no le celebraron nada, excusándose de que como el día cayó en jueves, nadie iba a poder asistir y no valía la pena hacer nada.
— ¡Claro! Para celebrar a Priscila, nunca hay impedimentos.
— ¿Pero para mí sí?
—No digas tonterías, todavía no es tu cumpleaños.
Entonces, gritó con todas sus fuerzas:
— ¡¡Es hoy!! Y lo olvidaron... Como siempre.
Padre y madre se quedaron viendo a sí mismos con una culpabilidad fingida, pero sus ojos denotaban una responsabilidad encubierta. Alexa intentó arreglar las cosas.
—Ah... ¿En serio es hoy?
— ¡Sí!—exclamó con furia — ¡¡Es hoy, maldita sea!!
—Amm...—su padre intervino — Bueno, podemos celebrar las dos cosas.
— ¡No, no, NO!— Littzy estaba teniendo un primer y único ataque de nervios crónicos— ¡NO! Ustedes sólo celebrarán a Priscila, un éxito más, pero a mí nunca me hacen caso, me ignoran. He hecho cosas más importantes que las que una actriz de cuarta podría hacer, soy una de las más inteligentes de mi clase, tengo excelentes notas, hay muchas más cualidades que ser un artista hueca.
Alexa y Cristopher no respondieron. Miraron al suelo con una culpabilidad que ellos no querían aceptar. Pero la primera, dijo:
—Ay ya. No exageres. Tendrás más fiestas.
Littzy tenía sus sentimientos revueltos, sentía valentía, pues había sido la primera vez que se armó de valor como para no quedarse callada y expresarse ante a sus padres. La segunda era odio, no esperaba aquella respuesta. Lo que ella quería era ser amada y aceptada como cualquier otra persona. Querida y amada por sus padres. Cerró los ojos, esos "sentimientos revueltos" parecían ser más bien, ganas tremendas de vomitar.
Sintió como la rabia subió a su cabeza mientras sus padres seguían arreglando la fiesta para Priscila. Ni siquiera porque sabían y estaba conscientes de que era el cumpleaños de su segunda hija, fueron capaces de darle un abrazo o una felicitación. Aquello era el colmo, sin duda alguna. Littzy soportaba demasiado, pero está vez no.
Ella había cerrado los ojos, apretó sus dientes uno al otro para no gritar y hacer un coraje grande. Abrió los ojos, estaban rojos de la ira y de tanto llorar. Quería subir a su habitación a refugiarse a su cama y destrozar su almohada. Pero ese deseo fue instantáneamente nulo cuando siguió viendo a sus padres, estaban preocupados por la fiesta de Priscila, de su hija Priscila. NO DE ELLA.
Littzy, llena de rabia, tomó la decisión más alocada de su vida.
Decidió que ella misma se iba a dar un regalo... ese sería... asesinar a sus padres.
— ¡NO ME ESCUCHAN, CIERTO! ¡NUNCA ESCUCHAN! JODER... PRISCILA PUEDE SER TAN PUTA, TODO LO QUE QUIERAN PERO... ¿Saben que soy yo? ¡CINTA NEGRA EN KARATE!
Diciendo lo último, Littzy aventó con todas sus fuerzas a su madre e hizo que cayera en la mesa de los aperitivos, ella estaba pasmada. Enfrentó a su padre, cara a cara, él quería detenerla y para ello, corría rumbo a las habitaciones. Pero Littzy lo aventó tan fuerte a la pared que hacía que su cuerpo se pegara. Su padre quería detenerla, quitársela de encima, pero no podía. La fuerza natural de Littzy se había sumado a la rabia y rencor que había tenido hace muchos años antes. Tomó la cabeza de su progenitor y empezó a golpearla contra la pared. Los sonidos que emulaba este acto eran tan fuertes y horrorosos que desde el suelo, Alexa Forcé lloraba terriblemente, pero estaba incapacitada para detener aquello.
El golpe final que Littzy provocó sobre su padre fue el que le dio fin a su vida. Se escuchó como si un ropero hubiera caído al suelo. Alexa gritaba sin césar, Littzy dejó el cuerpo ahí, la cabeza estaba apachurrada, horrible, aplastada. Regresó a ver a su madre, tenía en su bata de dormir un montón de sangre, al igual que en sus manos, rostro y piernas. Alexa ya hacía arrastrándose para la salida de la puerta, pero Littzy la regresó, cargó sus pies hasta el centro de la mesa.
Fue una muerte ¿Fiestera? Podría clasificarse así, ya que primero, le untó el pastel por toda la boca, hizo lo mismo con el jugo de naranja que tenían. Pero rompió la jarra y cargó uno de sus vidrios, le clavó esto en los senos de su madre repetidas veces. Ella estaba invalida de sus piernas, solo gritaba y pedía clemencia.
—Por favor, por favor... ¡Nunca olvidaremos tu fiesta!
—22 de septiembre... No, no, ni tú, ni papá o Priscila volverán a olvidar esa fecha. Hace años atrás, nací yo, pero ahora está es una nueva yo... ¡Alguien que definitivamente no dejará que la vuelvan a pisotear más!
Y diciendo lo último, clavó el fuerte pedazo de vidrio en el pecho de su madre, provocando su muerte minutos después.
Littzy miró a su alrededor, todo estaba hecho un desastre. La comida tirada en el piso, el tapiz remojado y con un olor que abarcaba entre dulce y pegajoso. La gran manta que decía "Felicidades Priscila" estaba tirada. En fin, la sala de su casa pasó a ser un estadio de guerra, totalmente perturbador.
Ella lloró por instantes, no podía reconocer que había sido capaz de matar a sus padres. Pero ella estaba consciente de que no había sido su culpa, no, definitivamente no fue su culpa. Fue culpa de Priscila, por ser tan hermosa y sobre saliente, tan perfecta para el mundo real. Era tan bella que opacaba la imagen de Littzy y no le permitía seguir adelante. El problema no eran sus padres, el problema era Priscila.
Y bien, si ya había hecho eso con sus progenitores, ¿Por qué no hacerlo a su hermana? Pero no podía ser una muerte cualquiera o anti digna para ella. No, la muerte de su hermana debía ser tan gigante que las personas debían ver su imagen y dijeran "Esto fue hecha en los años 2010s".
Descombró todo, los cadáveres de sus padres fueron aventados al sótano. Tiró toda la comida a la basura, limpió, barrió, se bañó y se puso un vestido hermoso y negro, unos tacones del mismo color y se maquilló. Tomó un par de fotos, su sonrisa ocultaba su preocupación y se sentó en el sofá de su casa, mientras esperaba pacientemente a su hermana.
Eso pasó a las tres de la tarde. Priscila venía sola, entró con una copa en sus manos, evidentemente, ella estaba ebria. Aunque sospechó de algo malo al momento de ver a su hermana.
—Hola, ¿Dónde están papá y mamá?
—Ah... no lo sé, fueron a comprarte regalos.
—Littzy, yo quería felicitarte. Así que quiero llevarte a una fiesta...
—Priscila—Littzy la miró con odio— Métete tu fiesta y tu pseudo vida Hollywoodense por el culo.
Priscila se extrañó por la respuesta de su hermana, ella no respondía de esa manera. No podía creer que Littzy hablara de esa manera. Solamente dijo:
—Uy, solo decía.
—Oye, espera—Littzy se levantó y fue por dos copas de champagne—. Antes de que te vayas a tus fiestas locas, ¿Por qué no brindas conmigo?
—Gracias hermana—sonrió aliviada.
—Por ti, Priscila—alzó la copa—, porque eres la hermana perfecta que una jodida y condenada como yo tiene.
—No digas eso, tú también eres muy buena—Priscila repitió su acción—. Por tu cumpleaños.
—No, no. No debemos celebrar este día, debemos celebrarte a ti. La perfecta mujer de la familia Forcé, anda, toma de tu bebida.
Priscila miró con extrañez su copa, pero igual, no estaba en disposición para ponerse a debatir. Acabó con el contenido de la copa en un par de segundos, talló sus ojos, veía algo diferente en sus ojos.
—Y también quiero brindar por tu muerte, una muerte tan perfecta que tus seguidores verán en todas sus cuentas.
Priscila se desmayó y cayó totalmente rendida ante los pies de Littzy.
Ella no dudó en cargarla, amarrarla de los pies y manos en su colchón. Tomó una fotografía al momento de hacerlo. Su plan original era transmitir un directo desde YouNow o YouTube, pero desistió, no quería ir a la cárcel.
Así que apagó el aparato tecnológico. Sacó su cuchillo, hizo un pequeño corte en el dedo del pie de Priscila, repitió los cortes, profundizo el cuchillo, los hizo más largos, los hizo en todas las zonas de su cuerpo. Pies, estómago, rodillas, brazos, pecho, senos. El cuerpo de Priscila se quedó totalmente cortado, hasta los labios y zona del cuero cabelludo. Era excelente.
Volvió a tomar otra foto cuando su obra estaba perfectamente hecha. Hizo un famoso "meme" que subió a todas las cuentas de Priscila, que decía
"Tú antes de la fiesta/ Después de la fiesta".
Programó la publicación en Facebook y momentos después, sería publicada en Twitter. Hizo esto y huyo corriendo de su casa, tomó un par de sus casas y no volteó atrás. Como la muerte fue silenciosa y nadie se había percatado de que algo malo pasó, Littzy no tuvo problemas al descender lentamente al autobús y pedir:
—Hasta el final de su recorrido.
Y ese autobús iba rumbo a la frontera montañosa de Canadá.
El mundo se paralizó cuando vieron las publicaciones, la policía no tardó en ir a la casa, pero fue demasiado tarde. Encontraron a Priscila gritando y llorando desesperadamente, ya no tenía remedio, tan solo agonizaba sus últimos momentos de vida. El peritaje demostró que Alexa Forcé murió de una hemorragia al momento en que cayó al ático, no por las graves heridas que había sufrido.
Pero ¿Quién pudo haber hecho semejante atrocidad? Pues Littzy Forcé Clarke, quién ya estaba felizmente descansando en un pastizal de las montañas más alejadas del mundo. A su lado, se había encontrado a un nuevo amigo, a nuevos amigos también, un hogar nuevo.
—No sé cómo haya sido tu hermana. Pero creo que tú eres más hermosa—le dijo él.
Y todo esto antes de las 12 de la noche. No había duda, fue el mejor cumpleaños que había tenido nunca.
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