Kirlya Dugan

¿Una hermana menor? Es algo que Michelle y Ashley Dugan no podían entender ni comprender, ¿Cómo eso podía ser posible? Se sintieron sumamente traicionadas y timadas cuando su madre les dijo aquella terrible noticia. Tantos años habían pasado ellas y ni siquiera así se atrevió a decirles absolutamente nada. Y un día, de la nada, llegó y confesó tal noticia, la dejó caer como una verdadera bomba que nadie podía asimilar. De las dos, las más afectada fue Ashley, quién no creyó ni un instante todo eso. Y la manera en que se lo dijo, fue sencillamente peor. Cierto día, como cualquier otro, su madre Ivette llegó normalmente... pero las noticias que traía con ella, no eran nada satisfactorias para ninguna persona.

—Hijas—las reunió a ambas—, tengo que decirles algo que... tal vez, no pueda ser de utilidad para ustedes, que... puede dejarlas en un terrible shock, pero es necesario que lo sepan, yo no tengo otra alternativa.

— ¿Qué es? —cuestionó Michelle.

—Ustedes... tienen una hermana menor. He escondido la existencia de esta tercera hija mía durante un largo, largo tiempo.

—P...pero...—Ashley no podía digerirlo ni entenderlo— ¿Cómo, por qué? ¡Ay! Explica.

La señora Ivette Hudson no dijo nada ante las preguntas con tono traumatizante que su hija Ashley le hacía. No había nada nuevo, siempre fue muy indiferente hacía ella en cada aspecto. Es más, hasta parecía que hablaba más con Michelle que con Ashley.

—Fue algo súbito, pero que sin duda tuve que hacer—confesó Ivette—. Verán, ella no es una chica normal.

— ¿Cómo que no es normal? —cuestionó Michelle.

—Durante los últimos 15 años... ella, ha estado en un hogar para niños superdotados, así que... su hermana, es una chica muy inteligente. Una superdotada, muy diferente a ustedes en ese aspecto. Además, por tragedias de la genética y de Dios mismo, ella... ha resultado albina.

— ¿¿Albina?? —preguntaron Michelle y Ashley al unísono.

—Albina, sí... todavía no me explico el porqué. Pero ahora, ella vendrá a vivir con nosotras, y por favor, no digan tonterías como siempre. Me refiero a ti, Ashley.

Para Ashley Dugan ya era normal y muy cotidiano que su madre se expresara o insinuara que era muy tonta. No hacía esto con Michelle, ya que siempre se había dedicado a apoyarla de todas las maneras posibles y existentes, fue algo que ella no toleraba, pero tenía que aceptar sin duda alguna. Ella suspiró y dijo con conformismo:

—De acuerdo.

— ¿Cuándo vendrá? —preguntó Michelle emocionada.

—Mañana mismo.

—Puedo preguntar... ¿Por qué la súbita decisión de traerla a estas alturas de la vida? ¿Cuál era tu propósito al tenerla en un hogar para niños superdotados? Y luego... ¿Por qué vendrá así sin más, súbitamente? —cuestionó Ashley desesperadamente.

Pero era obvio que su madre no respondió. Simplemente, la miró con indiferencia y dio la media vuelta. Michelle, que estaba acostumbrada a hacerse la imponente y decir lo que quisiera, no dudo en intentar responder las dudas de su confundida hermana.

—Supongo que mamá quiere incorporarla a la familia, ser superdotada o súper inteligente no es un pecado. De hecho, yo apruebo las razones por las que mamá, decidió integrar a nuestra hermana menor a dicho lugar. Es algo aplaudible, y tú solamente juzgas. Tiene derecho a venir así, y nosotras... solamente podemos brindar nuestro apoyo absoluto.

—Bien dicho, Michelle. Has respondido como yo lo hubiera hecho—dijo Ivette cariñosamente y besó a su hija en la mejilla—, así que eso mismo quiero que hagan. Que reciban y acepten a Kirlya como un miembro más de la familia. Ah, y que sean pacientes, personas con ese síndrome de Asperger tan desesperante, suelen ser muy... conflictivas, así que, mientras sean buenas con su hermana, todo estará bien.

— ¿Se llama Kirlya? ¿Por qué?

—No lo recuerdo, mi ex mejor amigo de la secundaria dijo ese nombre alguna vez, y supongo que se me quedó pegado. Ya no sigan preguntando nada, y mejor prepárense.

Michelle lucía bastante bien y despreocupada de la acción tan inesperada de su madre, así que siguió con su día a día: Sus acciones eran muy fáciles de cumplir, tocaba la guitarra, era la artista de la familia, contaba con el apoyo integro de su madre para cualquier cosa que ella deseara hacer, pero, por otro lado, Ashley no podía contar con esas mismas ayudas que su madre le brindaba a su otra hermana. Sencillamente, para ella las cosas no eran así. Ella tenía que estudiar todas las tardes, durante largas horas para hacer algo que ella no deseaba hacer. A nadie le podía entusiasmar la idea de ser física nuclear. Pero ni por toda su inteligencia era suficiente para su madre, ninguno de sus éxitos eran suficientes para demostrarle a Ivette Hudson que ella no era una estúpida como siempre se le había creído, pero ya era demasiado tarde para ella, por alguna razón, su madre nunca la comprendería.

(...)

El gran día llegó, Michelle y Ashley esperaban entusiasmadas la llegada de su hermana menor. No creían que fuera a ser tan incómodo como se presentó en aquella ocasión. Se dieron cuenta, que en realidad, su hermana si era como la habían figurado. Era una niña muy delgada, con las ojeras visibles en su rostro blanco y conciso como la leche, y sus brazos parecían ser una hoja blanca de papel. Sus ojos eran violetas, casi llegando a morado, su expresión era nula y parecía no tener sentimientos. Ni siquiera comprendía muy bien el hecho de al fin tener familia.

La estancia y convivencia con Kirlya se volvió muy difícil de lidiar. Se dieron cuenta que mantener unos días con una súper dotada era muy complicado. Ella hizo acto de lo inteligente que era y que no se mantendría en silencio o callada. Pronto, Kirlya se volvió una persona muy distante, no tenía interés de llevarse bien con su familia y era el centro de atención de todos los chismes de la escuela. Su inteligencia, astucia, notoriedad y forma de lidiar con las burlas fueron factores de admiración por muchos y pocos. En la escuela, la más popular era Michelle Dugan, pero cuando llegó su nueva hermana, toda la atención pasó hacía la linda albina que jugaba excelentemente todos los juegos y derrotaba a todos, además, su nombre siempre figuraba en las listas de más inteligentes y los cuadros de honor se llenaban con su fotografía. Eso provocó el odio de Michelle y de otra compañera, Minerva Calderón, quién hasta la llegada de Kirlya, figuraba como la más lista de la escuela.

La única de las Dugan que parecía alegre o satisfecha con la llegada de su nueva hermana, era Ashley, y más que nada, porque se sentía intrigada por la apariencia de Kirlya, por toda su inteligencia y todo lo que podía dar y denotar. Aunque... no se daría cuenta que... esa figura espectral, blanca y extraña... le traería los pensamientos más grandes y mórbidos de todos:

—La señora Hudson no te trata bien, eso es fácil de ver—le dijo Kirlya con esa vocecilla dulce y malvada.

—No, al parecer no... no me quiere, y yo no sé qué le hice para que me tratara así—confesó Ashley.

— ¿Sabes que deberíamos hacer? Matarla.

Ashley quedó sorprendida y con muchísimo miedo a todo lo que su hermana había dicho, la miró con terror y pensaba que se trataba de un juego o una prueba para su inteligencia.

— ¿Estás loca?

—Eres muy buena para la química, podrías fabricar un químico para destrozarle la cara—incitó—, tengo la receta.

—No, no, esto está mal... ¿Qué pretendes, Kirlya? ¿Por qué me dices esto? Es imposible hacerle eso a tu madre, a pesar de todo, ¡Ella nos da y dio todo!

— ¿Y? tú la odias y lo puedo ver en tus ojos, yo también. Por lo menos, convivió y estuvo contigo un largo... muy largo tiempo. Pero... ¿A mí? Me botó en ese internado desde hace muchos años. Luego, me saca como si nada y cree que las cosas estarán bien así sin más. No Ashley, es hora de tomar el control y asesinarla. Claro que es posible matar a tu madre, muchas personas ya lo han hecho.

— ¡Pero no nos podemos reducir ante eso! No... No Kirlya, no digas esas locuras... ¡Son locuras!

—Bien, era sólo una broma—se justificó.

Kirlya se marchó dignamente, pero en toda la noche, Ashley no hizo más que pensar en la singular propuesta que su hermana le había hecho. Pensó en muchas cosas, en todo el maltrato que había sufrido a lo largo de los años, en toda la vida miserable que llevaba, ¿En realidad quería seguir así? ¿Estaba dispuesta a continuar con más humillación? No, no más, ya no quería eso.

Sin pedirlo, diseñó la receta de ese veneno mortal que Kirlya le dijo unos días anteriormente. Ya lo tenía, pero no quería usarlo, podría causar terribles daños faciales a cualquier persona. No aguantaba su vida tan terrible pero... ¿Sería capaz de tirárselo en la cara a su madre? ¿A la mujer que tanto quiso e intentó apreciar? No, no lo podía admitir, así que fue a su baño, se lavó la cara y cuando volteó... ¡Su veneno ya no estaba!

—No... no, ¡Kirlya! —gritó y fue hacía la puerta.

Ashley abrió rápidamente la puerta y encontró a la culpable, pero no era a su hermana albina a quién vio. Si no que era...

—Michelle—tartamudeó desconcertada.

—Oh... que incómodo—respondió su hermana.

—Nada de incómodo, ¿Qué haces con eso? Suéltalo, es uno de los venenos tóxicos más poderosos que he podido hacer.

—Lo sé, sabía que lo harías—dijo Michelle con una gran sonrisa.

—No... no sabes lo que eso se puede significar, ¡Puedes herir a alguien!

—Quiero tirárselo a mamá en el rostro—dijo ella.

A Ashley le fue completamente inesperado que su hermana Michelle dijera eso, pero... ¿Por qué? Su madre siempre había tratado bien a Michelle, ¿Por qué ella quería asesinarla?

—La ironía me invade en estos momentos—confesó Ashley intrigada.

—La odio a pesar de todo, me consiente y todo eso... pero... se acerca el día de las madres y no sé qué regalarle. Quiero darle algo bueno, pero voy a gastar a lo estúpido como siempre. ¿Por qué? ¡Porqué ella nunca usa nada de lo que doy! Todos mis malditos regalos los deja botados en la esquina polvorienta de su cuarto. Así que... la opción que nos da Kirlya es sumamente adecuada y factible para mí. Morirá, y gastaré en rosas para su funeral a partir de ahora.

—Es tétrico y cruel lo que piensas... no lo hagas, por favor... matarla no es la salida—dijo Ashley muy alterada.

Pero alguien salió del cuarto, era Kirlya, quien rectificaría que Michelle hubiese cumplido su cometido principal.

— ¿Lo tienes?

—Sí Kirlya, lo tengo.

—Creí que se odiaban—confesó Ashley.

—Así era, pero no puedes negar que fue una gran idea. Sin duda... tiene tantas ideas—dijo Michelle.

—Y así espero que te unas a esto, tenemos que cargar un piano hasta las escaleras, y no podemos hacerlo solas. Así que... si gustas huir, te mataremos primero, pero si quieres vivir, tendrás que ayudarnos—dijo la polémica hermana albina.

Ashley no tuvo otra alternativa más que obedecer, las tres hermanas llevaron el piano gigante hasta las escaleras, este tenía la particularidad de que era sumamente pesado y era el que su madre usaba para ensayar. Eso era Ivette Hudson, una gran tecladista y pianista de alto nivel profesional, entonces... que su piano estuviera esperando en la escalera... era algo sumamente negativo para ella:

—Este es el plan—dijo Kirlya a sus dos hermanas.

(...)

Llegó la noche, nadie de la intendencia se quedaba en la gran mansión de las Dugan Hudson, así que Ivette entró por su sala, todo estaba completamente oscuro. No sabía que pensar o decir, prendió la luz y sólo se encontró a Kirlya frente a las escaleras, mientras tenía ambas manos en la espalda.

— ¿Qué haces despierta y a estas horas? Vete a dormir. —ordenó Ivette.

—No lo haré—respondió rebeldemente.

—Mira niña... desde un principio, tú no me agradaste. La única razón por la que te dejé salir de ese internado, fue porque tu tía Diana me amenazó para hacerlo. Si fuera por mí, seguirías en tu pequeño y blanco cuarto. ¡Eres un esperpento y castigo de Dios!

Kirlya era algo así como un súper humano sin sentimientos, así que no le preocupó para nada las palabras que su mamá había dicho. Sonrió trémulamente y dijo:

—Bien, ¡No debiste hacerlo entonces! —diciendo esto, le lanzó el veneno fabricado a su cara.

El grito de desesperación completa de Ivette sería señal para Ashley y Michelle, quienes dejaron caer toda la fuerza del piano en su madre. Kirlya estaba lejos de ella, así que fácilmente pudo ver cómo estás dos cosas le provocaron la muerte. Michelle bajó muy orgullosa, mientras que Ashley no dejaba de llorar.

—No puedo creerlo, ¡¿Qué hemos hecho?! ¡Qué clase de cosa horrorosa hemos hecho!

—No lo sé, tú misma puedes explicarlo—dijo Kirlya.

Lo que sucedió, es que la malvada albina no le lanzó todo el veneno a la cara de Ivette, sino que, dejó un poco para alguien más. El veneno sobrante fue lanzado sobre la cara de Ashley, quién lo aspiró rápidamente y su rostro quedó deshecho en segundos. Michelle reía enloquecida y se regocijaba entre el dolor de su hermana, se había quedado viéndola que... no se pudo dar cuenta que el piano ya iba hacía ella.

Aquel instrumento musical que había asesinado a su madre, ahora aplastó a Michelle y, como la fuerza era tan grande y pesada, logró llevarla hasta la pared y estampar a la pobre chica. Los tres cuerpos de sus familiares quedaron ahí, destrozados y hechos trizas. La pared quedó destruida y el cuerpo de Michelle quedó entre la pared y el piano.

Eso fue lo que contaron los sirvientes una vez que la primera mucama había llegado en su día laboral. Creyeron que se pudo tratar de un secuestro hacía Kirlya, pero nunca se les pasó la idea de que ella había asesinado a sus hermanas y madre, ¿Cómo podían pensar en eso, si ella ya no se encontraba? Un nuevo caso a la lista, ya eran demasiados y... como los demás, nadie tenía respuesta de lo que estaba pasando.

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