Eric Tenesse


Él debería ser llamado 'Eric Egypt', ya que su madre, Matilde Brooks, fue violada por este asesino serial de alto rango de nombre Jason Egypt, pero eso no influyo para nada en la vida de Eric Tenesse, ya que a simple vista, parecía una persona normal, claro, en el sentido singular de la palabra. Era como si su rostro apareciera en el diccionario cuándo buscabas la palabra 'Milennial',

Se dejó llevar por las tecnologías emergentes, justamente, cuando él era un chico inocente y pequeño, fue el momento culminen que la internet iba en su auge. Entonces, como no tenía nada más importante que hacer...¡Bueno! Sus ojos vivieron lo que sería el nacimiento de la cosa que mejoró y empeoró la vida de los humanos.

Eric estaba consciente de eso. Incluso, él mismo llegó a admitir:

La única cosa con la que puedo sobrevivir es gracias a Internet.

Aquella herramienta que llego desde hace mucho tiempo a facilitar nuestras vidas o en dado caso a darle algo de sentido.

En mi caso fue destruirla por completo, desde los 10 años fui un completo viciado y quería saber el mundo que nos traía a nuestra disposición.

Básicamente la arruinó, pero le dio algo de importancia y menos aburrimiento.

Pero ¿De qué manera había beneficiado el internet a Eric Tenesse?

Bueno, veamos un poco más de su vida. Eric no era muy social, no era atractivo, era apático, era mal estudiante, pésimo amigo. Pero ¿Por qué estaba seguro de que había sido "bendecido" gracias a Internet?

Porque como dijo al final, le dio algo de importancia, y menos aburrimiento.

Era un viciado de primera, como dijo, desde los 10 años tuvo acceso a una computadora, eso fue en el 2010. Ahora, en el 2027, todavía seguía teniendo esa computadora.

Casi 17 años de la misma rutina. Mientras se quedaba solo en casa, disfrutaba de prender su computador y conocer ese mundo nuevo que antes no conocía. Era algo que jamás había visto, y fue entendiéndolo al paso de los años. Pero claro que, cuando tenía 17, se sorprendió mucho. Ya no era un niño, su etapa adolescente casi se iba agotando para dar inicio a la aberración de la adultez. Así que le sirvió de reflexión para preguntarse: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Él solía decir que no era un viciado, que solamente pasaba poco tiempo en internet. Pero eso era mentira, necesitaba de la sociedad anónima virtual para poder sobrevivir, necesitaba comentar, ver videos, pensar que los amigos que tenía agregados a su Facebook eran 'reales' y 'verdaderas amistades'. Llegó a tal grado su hipocresía, que, cuando salió de la escuela secundaria, escribió un ensayo totalmente hipócrita.

Decía algo así:

"No sé cómo era la vida antes del internet. Soy tan joven que obviamente no alcancé a vivir eso, pero supongo que las personas eran normales, hacían cosas normales, vivían su vida con normalidad. Conquistaban, tenían amigos, eran más pensantes. Creo que hemos tenido un gran retroceso social y personal. También de que algunos se han olvidado de la familia, es lo único importante. Ahora, todos llegan, se sientan y tienen su mirada pegada en el celular, se olvidan de que antes podían vivir sin sus aparatos.

No sé cómo haya sido la vida sin el internet, pero estoy seguro de que fue buena, porque con o sin tecnología avanzada, las personas vivían plenas y felices".

Era como si 'el burro hablara de orejas'.

Pues era cierto y a la vez no. Eric en realidad odiaba el internet, era su inminente droga, odiaba tener que revisar su celular y perder tiempo en ver vídeos insignificantes de personas mediocres que sobrevivían en base a hacer reír a ignorantes. Odiaba tener que prender su consola de videojuegos para perder el atardecer completo en misiones estúpidas que claramente no eran reales, odiaba sentirse tan presionado, frustrado y censurado en la vida real que tenía que expresarse a través de un 'Tweet' o un 'Estadazo' del otro lado del computador. Odiaba escuchar los murmullos de las personas en el transporte público, le ponían de tan mal humor, que debía ponerse los audífonos para poder ignorarlo.

Odiaba que en sus recesos debía tener datos móviles en su celular para no aburrirse, no era capaz de hablarle a nadie, nadie le agradaba ni viceversa. Odiaba su asocialidad, pero también odiaba a las personas.

Y lo que más odiaba, es que tuvo que recurrir a objetos de luz, pantalla, táctiles, móviles, videojuegos y toda esa porquería, fue su última opción, para poder ignorar y sobrellevar la falta paterna y materna que tuvo a lo largo de sus 27 años.

Pero de tanto que lo odió, finalmente admitió su amor por ello. Porque mientras las personas lo abandonaban, el internet nunca lo dejó solo, al contrario, era la única cosa que siempre estaba ahí para él.

Matilde Brooks no era una mujer mala, al contrario, hizo de todo para poder tener una buena estabilidad. Más bien, ella buscaba dinero para sí misma, no para su hijo, aunque claro que debía cargarlo con ella. Así que el destino la condujo con Irving Tenesse, un multimillonario divorciado, que quería un aspecto maternal para su nueva hija, Melody.

Irving sabía el pasado repentino y doloroso de Matilde, el cuál no le sorprendió casi en lo absoluto. Al contrario, se enamoró pura y repentinamente de la señorita Brooks. Aunque claro, le importaba más la reputación que pudiera darle, pero ella demostró ser una buena madre para Melody y también una gran esposa de negocios.

Matilde rápidamente se cambió su apellido a 'Tenesse' y el de su hijo también (claro, con el consentimiento de Irving). Y así, formaron una bella familia.

Irving trataba muy bien a Eric, pero no excelente, no era un padre para él. Melody lo tuvo todo en bandeja de plata desde que nació, pero Eric sabía lo que era mendigar, pasar hambres y pobrezas. Por lo tanto, no era un niño normal.

Era una etapa en dónde el pequeño Eric necesitaba a su madre más que nunca, pero Matilde estaba tan concentrada en ser la 'nueva señora Tenesse' que olvidó por completo que ya era madre desde antes. Hizo de todo para pasar como la gran esposa del comerciante Tenesse, incluso, dijo que Eric era hijo de él, que ella era madre de Melody. Todo para que la familia luciera lo mejor posible.

Al fin, su deseo se hizo realidad, pudo embarazarse de Irving, esperaba al niño con ansías. Este bebé nació, y una semana después del acontecimiento, Eric ya empezaba a denotar la falta maternal que tenía. Él solo tenía seis años, pero su madre no dudó en decirle:

—Nunca serás como tu hermano. Tú viste cuando él nació, y te consta que es mi hijo. Pero tú... nadie te asegura que eres mío.

Y le cerró la puerta en la cara. Desgraciadamente para Matilde, su precioso bebé murió por fallos en el corazón.

Pero ese no sería el único incidente entre madre e hijo.

Cierta vez, ella le hizo una broma. Eric estaba jugando, en ese entonces tenía 15 años, así que las consolas de videojuegos era su pan de cada día. Su madre interrumpió su importante partida para decirle:

—Hijo querido. Hijo adorado. Eres el más feo y eres adoptado.

Era una de sus bromas que decía para entablar una conversación pero Eric había reaccionado triste, dejó a lado el control del videojuego y dijo con sarcasmo:

—Me hiciste llorar.

—Jajaja—entendió y sonrió patéticamente.

—Estaba jugando—respondió seco.

—Sí claro—rodó los ojos y expresó enojada—. Tu juego es más importante.

Retuvo las lágrimas en sus ojos, no lloró ni nada por el estilo, no la miró de frente porque ya iba a re iniciar la partida, pero antes de eso, por fin pudo decirle algo que quería hacer desde hace mucho.

— ¿Y de cuando acá yo soy importante para ti?

Su relación era corta y brusca. A veces, Eric hacía cosas sin el consentimiento de su madre. Pero no le importaba, era mejor de esa manera. No quería interrumpirla, se sentía libre en Internet, se sentía aliviado y como si nada pudiera detenerlo. Era lo mejor que podía pasarle.

Así pasaron los largos 17 años. La mala madre que era Matilde nunca iba a admitir que no tenía ni conocía en lo más mínimo a su hijo, que en ese entonces ya tenía 27 años.

Intentó persuadirlo para que finalmente se fuera de casa, para que consiguiera un buen trabajo y desapareciera de su vida, pero eso no pasó. Ni siquiera Irving sabía lo tan mala madre que era la señora Tenesse.

Llegó el cumpleaños número 17 de Melody, ella si era la hija querida, la añorada y consentida, por todas las razones del mundo. Había una regla específica para los cumpleaños de Melody, Matilde no solía hablarle a su hijo por nada del mundo, era lo correcto para ambos, ya que ella no quería enojarse. Pero a esa edad, Eric ya no quería tener pendientes con su madre, quería olvidar totalmente esa pelea insignificante que al parecer tenían desde tiempo mucho antes.

—Madre—dijo y tocó levemente la puerta de su habitación.

La relación entre Eric e Irving no era la más adecuada, el primero no tenía la confianza suficiente para decirle a su padrastro sobre la inevitable pelea maternal.

—No molestes—respondió la señora de 47 años—. Me estoy arreglando para la fiesta de tu hermana.

—Es que...—tenía 27 años, pero Eric sonaba más indefenso que un niño de diez—. Necesitamos hablar.

— ¿Olvidas nuestra regla? ¡No quiero enojarme, por favor! No me hables, tan solo si llegan invitados. Tengo que cuidar mi imagen pública.

—Nunca fuiste la madre excelente, pero extraño a mi mamá, la conserje Matilde Brooks, lástima que la perdí por la gran señora Tenesse.

Matilde no dijo nada, simplemente se limitó a hacer una falsa sonrisa, mientras sonreía con sarcasmo.

—Mira, mejor ya vete de aquí. Me desconcentras, tengo que maquillarme.

—Pero... ¡Ya no puedo seguir así!—Eric entró violentamente y azotó la puerta— No sabes nada de mí, no sé porque me odias, no tengo la más ligera idea de porque lo haces. Me abandonaste a muy temprana edad, ¡Creo que Internet ha resuelto más dudas que tú!

— ¿Y? Eres un 'Milennial', naciste con computadora en la mano. Deberías aprovechar eso.

—Madre, lo único que quiero es terminar esta pelea subliminal, ¿Comprendes? Por favor.

—No hay ninguna pelea, pero lo habrá SI NO TE LARGAS DE AQUÍ—ordenó Matilde sin rodeos.

Eric volvió a salir y caminó bruscamente hasta la sala de su casa. Él no podía creerlo, era como un horror completo, se sentía tan mal. No tenía datos en su celular, no podía entrar a Internet, no tenía manera para esquivar su realidad.

Él debía y solía dormirse tarde, necesitaba que el sueño agotará todas sus fuerzas por completo, que se quedara dormido en frente al computador, pero no por maldad, si no estaba concentrado en algo, sin duda, iban a venir todos esos recuerdos vacíos, cosas que pudo haber evitado, arrepentimientos por no haber aprovechado su adolescencia al máximo y las cosas que pudo haber hecho para ser el hijo perfecto, para ser un buen 'Tenesse', para ser una buena persona, no un loco, enfermo, maníaco y depresivo que se excitaba con cualquier tipo de porno, fuera de mujeres, hombres, cadáveres, ponis, caricaturas u otra cosa que tuviera senos de por medio.

Aquello lo hacía llorar sin duda, esa vez, no tenía batería, no tenía datos, no tenía nada para tranquilizarse, ni siquiera un buen cigarro. Intentó respirar varias veces al azar, pero nada de eso lo hizo sentirse mejor. Observo con odio el retrato de su familia.

Era del año 2016, en ese entonces, él tenía 16 años, su hermana Melody tenía seis. Se veían tan felices, el joven Eric sonreía por hacerlo, pero en su mirada denotaba un vacio sorprendente, algo similar a lo que era ahora.

—Me jode, me jode, me jode—repitió incontables veces— ¡Al carajo! —Tomó el portarretratos— ¡Qué se joda la puta familia de mierda!

Diciendo esto, sus dedos tocaron infaliblemente la fotografía, la azotó contra el mueble, haciendo que todos los vidrios se cayeran, no solo eso, la tiró, la escupió y piso con todas sus fuerzas. La imagen quedó totalmente destrozada.

—Eric—se escuchó una voz de atrás, era Irving—. ¿Qué hiciste?

—Rompí el portarretratos. ¿Algún problema?

—Era la fotografía familiar—dijo sorprendido— ¿Por qué lo hiciste?

—No, no, no Irving—dijo en un tono de locura—. No era la fotografía familiar, era la puta foto de Matilde, Irving y Melody Tenesse, a lado de un maldito intruso llamado Eric.

—Por Dios, querido—tocó su hombro— ¿Por qué has pensado eso? Tú no serás mi hijo, pero te quiero como uno, tienes mi apellido. No tendrás mi sangre, pero es como si lo fuera.

—. ¡Cállate!—gritó y dio pasos hacia atrás— No lo soy, ¡Deja de fingir como un maldito hipócrita!

Esto, se le hizo ver como algo totalmente nuevo e inesperado para Irving, él tenía una visión bastante ligera y no brusca de su hijastro, él no podía pensar que fuera malo. Es que, esa era la imagen que Eric le daba a todo el mundo, como si fuera una persona normal, inocente y tímida. Pero nadie lo conocía bien, ni siquiera él mismo.

—Tranquilo, hijo—dijo Irving, intentando esconder su evidente miedo—. Mira, hablemos con tu madre.

—. ¿¿HABLAR CON ELLA?? ¿LO DICES EN SERIO? —se burló histriónico—. JAJAJA, Irving, no digas tonterías. La señora Tenesse se está maquillando, digo... ¿Cómo seré capaz de interrumpirla? Por favor, no sería capaz, ella es perfecta, ella es tu gran esposa, la gran diva del mundo de la farándula. Dime Irving, ¿Cómo una gran mujer como ella va a reducirse a hablar con una escoria como yo?

—Eric, no digas eso. Ella es tu madre y te ama, por favor, cálmate.

— ¿QUÉ ME CALME?—estalló— ¡NO! No, no Irving. Yo no tengo que calmarme, ¡Es el mundo el que tiene que calmarse!

Diciendo esto, Eric dio pequeños pasos hacia atrás, sus manos estaban traseras, y por eso, pudo sentir como una de ellas, tocaba un vidrio sin querer.

—Si te pones en ese estado, no vamos a poder arreglar nada—condicionó Irving— ¿No tienes otra solución?

—Sí, sí, sí, sí—repitió constantemente la palabra— ¡Sí que la tengo!

Y la tenía, tomó el pequeño pedazo de vidrio y lo pasó directamente ante la mirada de Irving, provocando que le atravesará sus ojos y le dejara una línea de sangre de parpado a parpado.

—. ¡AY! ¡DIOS SANTO!—gritó horrorizado, y obviamente no podía ver— ¿Qué has hecho?

—Me quitaste a mí madre, ¡Me quitaste a mí puta madre!—gritó desesperado.

Irving dio pasos atrás, no podía ver nada, sus manos cubrían sus ojos ensangrentados y cayó al piso de inmediato. Eric no desaprovechó la oportunidad. Le quitó sus pantalones e hizo un pequeño masaje en el muslo de su padrastro. Irving no tenía idea de que pasaba, gritaba como desquiciado.

—. ¡¡MATILDE!! ¡¡MATILDE, CARAJO!! ¡AYUDAME, AYUDAME!

—No te hará caso, no hay nadie más que tú y yo—dijo Eric al momento de seguir tocando la parte del cuerpo, mencionada anteriormente.

E irónicamente, tenía razón.

La señora Tenesse estaba en frente de su encaprichado espejo, se ponía más rubor sobre sus delicadas mejillas con arrugas y procuraba que sus aretes quedaran lo mejor posible.

—Ay—dijo enojada— ¡En un momento voy!

Después de examinar toda la pierna gorda y ancha de su padrastro, Eric soltó el primer mordisco, lo hizo tan fuerte, necesitaba hacerlo de esa manera, sus dientes no eran tan fuertes como para morder piel humana.

—Oh,¡Dios Mío! ¿Qué estás haciendo? ¡MATILDE! ¡MATILDE, AYÚDAME POR EL AMOR DE DE DIOS!

—Ya voy—decía la mujer, pero seguía probándose más collares.

Irving no podía darse por vencido, tuvo que usar sus sentidos para huir del asesino serial que tenía en frente, intentó quitárselo de encima, pero Eric atravesó su vidrio por las venas de su padrastro, la de las ambas manos. Le hizo varias cortadas mortales en su cuello, piernas, tórax, y finalizó por clavarle el vidrio en el ojo.

¿Matilde Tenesse era sorda? Tal parecía que sí, porque su esposo gritó tan fuerte que hasta dejo a Eric sordo, pero el señor dejo de quejarse y pelear por su vida, simplemente seguía respirando, pero ya no podía hacer nada por salvarse.

—No soy vampiro. Pero sin duda, ¡Me encanta comer tu carne!

Esa sería la última frase que Irving escucharía jamás.

La empolvada señora Tenesse bajó y tenía su mirada concentrada en su espejo, pero rápidamente lo tiró al suelo, cuando contempló que su hijo comía desesperadamente la pierna de su marido.

—. ¿Q-qué carajos?—apenas pudo emular.

Eric alzó su cara, sus labios, boca y garganta estaban llenos de sangre, de restos de carne humana y apenas empezaba en el pie derecho.

—Lo siento, pero la única manera en que podía deshacerme de su cuerpo, es si me lo comía.

Matilde no dijo nada, retrocedió dos peldaños de las escaleras, llevó su mano izquierda a su pecho, comenzó a temblar tanto que su sudor se encargó de quitar su elaborado y tardado maquillaje.

No dudó en subir rápidamente las escaleras, pero sus intentos fueron pésimos, porque no podía correr con tacones.

Eric subió tras de ella y la cargó por la espalda, Matilde pataleaba y no quería bajar con él, pero no pudo contra esa fuerza superior. Su hijo la tiró en el suelo, ella estaba horrorizada.

—No quisiste hablar por las buenas, ¡Lo harás por las malas!

—Lo siento—no tardó en rogar—, perdóname, en serio, por favor, no fue mi intención hacerte sentir mal...¡Hijo!

—Yo soy poca cosa para ser tu hijo—dijo con dolor en su garganta—. ¡No puedo ser tu hijo!

Eric amenazó con otro vidrio roto, e ideó una propuesta particular.

—Si jugamos, te juro que saldrás viva.

—Bien...—aceptó Matilde— P-pero... no me hagas daño.

—No ma', no podría herirte jamás.

Madre e hijo se fueron a la cocina, Eric dio la orden a su madre de que debía sentarse, ella accedió sin problema.

—Si es que tengo nietos—habló—. No sé qué les pueda decir, la mayoría de los abuelos, cuentan historias sorprendentes y locas de su adolescencia, yo no he vivido nada de eso, ni siquiera un poco. ¿Qué les contaré? ¿De los "ciberataques" de los 'Seguidores de la Grasa'? No, no puedo ser tan patético.

Matilde no entendió nada, tenía el alma en la garganta, pero confiaba seriamente de que su hijo no le haría daño.

—Así que—Eric volvió con ella y trajo un cuchillo—. Vamos a jugar, hay uno muy antiguo, bastante atrasado, incluso diría que el 2013 nos lo pide de regreso.

—. ¿Qué es?—cuestionó preocupada.

—La canción del juego del cuchillo.

—. ¿Eh? —claramente, no entendió.

—No te preocupes ma'—dijo con una sonrisa falsa—. Esto no dolerá, préstame tu mano.

—Hijo... hijito, será mejor que no lo hagas.

—. ¡¡QUÉ ME LA PRESTES!!—ordenó con odio.

Ella extendió su mano y separó sus dedos. Eric sostuvo su mano izquierda y le aconsejó no moverla, que era por su propia seguridad, y que extendiera bien sus dedos. Y sin más, empezó a cantar:

Oh, tengo todos mis dedos, y el cuchillo hace "chop, chop, chop"

Y si fallo los espacios entremedio, mis dedos se desprenderán

Y si golpeo mis dedos, la sangre pronto saldrá

Pero de todos modos juego, porque de eso se trata

No, no puedes usar un lápiz, no puedes usar un bolígrafo

La única forma es con un cuchillo cuando el peligro es tu amigo

Algunos lo llamaran estúpido, algunos lo llamaran tonto

Pero todos jugamos igual porque es malditamente entretenido

Oh, tengo todos mis dedos, y el cuchillo hace "chop chop chop"

Y si fallo los espacios entremedio, mis dedos se desprenderán

Y si golpeo mis dedos, la sangre pronto saldrá

Pero de todos modos juego 'porque de eso se trata

Oh, chop, chop, chop, chop, chop, chop, chop,

Estoy agarrando velocidad

Y si golpeo mis dedos

Entonces mi mano empezara a sangrar

Matilde desprendió su mano, su dedo índice y pulgar habían sido un poco cortados, empezó a llorar, quería librarse de ese infierno, que alguien viniera a su socorro, pero sabía que eso no pasaría.

—Es mi juego favorito—dijo Eric y limpió el cuchillo—. Solía jugarlo cuando tenía trece, no me explico aún como no te diste cuenta.

—Basta—sollozó disimuladamente.

—Empecé a fumar desde los 14, pero nunca te diste cuenta. Tuve mi primer viaje de marihuana a los 16 y tú ni en puta cuenta.

—Eric...—no podía dejar de llorar.

—Veía porquerías en Internet y... ¡Jamás lo notaste! No, porque yo no existí para ti estos últimos 17 años, ¿O me equivocó?

—Perdóname—volvió a pedir.

Eric la cargó otra vez hasta la sala, ahí ya se hacía el cuerpo de Irving, pudriéndose lentamente y la sangre no dejaba de salir de sus ojos. Acostó a su madre levemente en el suelo, y oprimió un botón.

—A puesto a que no lo sabías, pero en el 2020 instalé un sistema nuevo, te pone grilletes en tus manos y piernas.

Y eso paso, Matilde estaba totalmente atrapada, los grilletes le dolían y no dejaba de gritar.

—¿Qué me vas a hacer?—preguntó al borde de la locura.

—Una práctica, siempre quise ser dentista.

Eric sacó una llave de tuercas. Se arrodilló frente a su madre y la obligó a abrir la boca, empezó a arrancarle (básicamente) sus dientes, uno por uno, de una manera dura y violenta. Matilde intentaba moverse, pero sus intentos eran inútiles, solamente tuvo que esperar hasta que su boca desangrara por completo. Cerró los ojos para ya no contemplar una muerte dolorosa y terrible.

Su cuello, collar, brazos y todo el piso quedaron llenos de sangre, al igual que el rostro de Eric. Acabando su acto, limpió detalladamente los dientes y los unió en un bello collar que se puso al instante.

Había pasado una hora. Pero ¿Qué no había nadie en la residencia de los Tenesse? Lo que pasa, es que los abuelos de Melody decidieron llevar a la pequeña niña a un parque de diversiones, y volverían a la casa para la comida, evidente, iban a tardarse. Los empleados entrarían hasta las cinco de la tarde, apenas eran las dos.

Eric contempló los cadáveres de sus padres, Matilde había muerto con los ojos abiertos y la sangre de la pierna de Irving no dejaba de esparcirse como si fuera una especie de lago.

Miró a su madre, llena de sangre, aquello llamaba tanto su atención, era algo increíble. Se sintió excitado al ver su cadavérico cuerpo.

Así que sin más, le quitó el vestido, y empezó a violar el cuerpo. Esto lo hizo con epifanía, algo novedoso, sintió el cuerpo frío, pero sería cuestión de tiempo para volverlo a calentar.

Duró varias horas ahí, pero necesitaba deshacerse del cuerpo de ambos. Se subió el pantalón y sacó su pene del cadáver. Observo como la piel de su madre ya se hacía blanca, y por ende, más suave. Así que sin más, empezó a morder sus brazos, compartió la comida con las cucarachas que ya se hacían presente, igual se comió varias.

Pero no se acabó ninguno de los dos cadáveres. Los dejó hasta la mitad de la rodilla, limpió su boca, se cambió de ropa y salió normalmente, ningún vecino lo cuestionó, nadie parecía haber visto nada.

Eran las cinco, los abuelos Tenesse ya regresaban con Melody y cargaban un pastel, malteadas de fresa y una pizza en sus manos.

—Ve a avisarles a tus padres que ya estamos aquí—dijo el abuelo Tenesse y abrió la puerta.

Melody corrió instantáneamente hasta la sala de la casa. Abrió la puerta. Los abuelos Tenesse dejaron las cosas en la cocina, pero lo que les diría Melody fue algo horrible.

—Abuela—dijo con su voz tierna de seis años—. Papá y mamá tienen pintura roja.

— ¿Pintura roja?—cuestionó impresionada.

—Debieron de haber pintado la pared o algo así—dijo el abuelo, con miedo discreto.

Los tres caminaron hasta la sala, y obviamente, se dieron cuenta de que no era pintura roja. La abuela Tenesse abrió la boca y puso su mano sobre su pecho, le faltaba el aire, su marido hizo algo similar, pero él lloró casi al instante, su mujer dio un severo gritó que rompió los vasos y cerró los ojos, intentando respirar y creyendo que era una terrible pesadilla.

—Abuelo, ¿Dónde están las piernas de papá y mamá?

No pudieron explicarle nada, no tenían el valor.

Mientras tanto, Eric llegó insospechadamente a "Kensington II", la famosa cabaña. Fue aceptado, pero también fue amenazado.

—No te conviene comernos, somos asesinos como tú—le dijo Mía Quiroz.

Pero Eric no tenía ningún interés de hacerlo. Al contrario, se sintió como en casa, siempre soñó con algo así, una cabaña lejos del mundo, con amigos comprensivos y un contacto con la naturaleza, lo que era una simple idea, ahora era su más pura y entera realidad.

Pero nunca creyó que la abstinencia sería tan dura, no había luz (más que natural), no había internet, ni corrientes, ni videojuegos. Él no quería ser malo, pero aquello le puso de peor humor.

Se pegaba en las paredes, se arrastraba cual lombriz, tosía y quería estar muy ocupado. No soportaba la abstinencia, no le importaba su conciencia ni el hecho de haber acabado terriblemente con sus padres, él quería su vida con tecnología. No aguantó aquello, se suicidaría en cualquier instante.

—No lo hagas—le interrumpió una voz.

Volteó, era Cinthya Ravensdale, con ella no solía tener contacto, con nadie, a decir verdad. Eric ya iba a colgarse desde una cuerda en el árbol más grande del bosque.

—. ¿Qué haces aquí?—cuestionó.

—No sé cómo haya sido la vida sin el internet, pero supongo que fue buena, porque había personas felices y completas.

—Es lo que yo creo, pero no puedo vivir sin memes—dijo con dolor.

—No sé cómo haya sido la vida sin la luz eléctrica, ni televisión, ni máquinas industriales. Pero nosotros hemos podido vivir perfectamente bien sin nada de eso, ¿Qué te hace creer que tú no lo harás?

—No puedo, es mi droga, es parte de mí.

—Contacta con la naturaleza—Cinthya le ofreció un hongo alucinógeno—. Y estoy segura, que olvidarás toda esa mierda.

Y basto solo un hongo para que Eric olvidara que existió algo llamado "Internet". 

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