Colton Dreisser
Colton Dreisser era hijo único.
Pero no porque sus padres hayan decidido tener solo un hijo, no, al contrario.
Colton tenía tres hermanas, y todas murieron por circunstancias "misteriosas"
La mayor; Kenna Dreisser, de pronto, un día le dieron ganas de clavarse un cuchillo en el corazón, escribió una nota de suicidio, bastante turbulenta.
La mediana; Celestine Dreisser, le dieron ganas de prender todas las llaves de la cocina de su casa, por fortuna no hubo una explosión, pero obviamente... ella murió por todo ese gas que inhaló.
Luego de ellas, venía Colton. Él seguía vivo, pero su alma estaba más muerta y podrida que nada.
Finalmente, la menor, Deirdre "Didi" Dreisser, de siete años, murió ahogada en la tina de su baño.
Estás tres muertes tienen algo en común, antes de su deceso, las tres hermanas habían cruzado una discusión, un encuentro o una pelea con Colton.
Kenna había peleado con él, el día de su muerte, él fue el único que contemplo su suicidio e inminente muerte.
Celestine también había discutido con su hermano, pero a diferencia del anterior, Colton no presenció su muerte, Celestine prendió las llaves de la cocina después de que este salió de la casa.
La pequeña Didi estaba en la bañera, pero a su hermano le dieron ganas de seguirla bañando, luego, este fue gritando que se ahogaba sin parar, su madre intervino rápido, pero ya era demasiado tarde.
Todos estos acontecimientos atormentaban día tras noche a Maetilly, "Tilly" Anderson-Dreisser, la madre de familia y principal mujer. Le convencían y decían que su hijo había sido el principal líder de estos tristes hechos, pero no tenía el valorvalor para creerlo, o asimilarlo.
Pero, ¿Por qué Maetilly fingía tanto? Quiero decir, la relación con su hijo Colton era desastrosa, sin comunicación y carente de cariño, con decirles que... ¡Ella no tenía el valor de mirarlo a los ojos! Cada vez que hablaban o estaban en la mesa los dos solos, ella bajaba súbitamente la mirada o de plano ni le miraba, no hablaban mucho y Colton se la pasaba encerrado en su habitación.
Su matrimonio con Ryan Dreisser tampoco iba de lo mejor, él se iba durante largos periodos de tiempo y a veces ni siquiera llegaba a casa, asuntos de trabajo. Pero cuando lo hacía, los dos se acostaban y nada más, el sexo se había apagado, el amor se había extinguido. Ryan era rico y ganaba buen dinero, pero no pensó en gastar tanto sepulcros y funerales.
Ni siquiera por Colton pudieron ser capaz de unirse, la familia Dreisser ya estaba tan jodida y demacrada que pasaron las tres muertes con total normalidad y sencillez, como si fuera algo más, Colton se mostraba inexpresivo, ni siquiera ir con la psicóloga fue motor suficiente para que él pudiera confesar:
>>Yo asesiné a todas<<.
No, nadie sabía cuál era el motor para las muertes de todas y cada una de las chicas Dreisser, a nadie le importaba. Ryan solo suspiraba y se enojaba, Tilly lloró las primeras semanas, pero los ojos de Colton permanecían intactos. La policía intentó juzgarlo, pero nada se logró, nada pudo asegurarse, no hubo pruebas ni siquiera para arrestar a Colton.
La casa se vivía en total gris y soledad. Tilly se distraía con muchas cosas, bordaba, iba al gimnasio, inauguró un club de lectura, jardinería y todo para tener muchas actividades en su lista. Incluso, corrió a su sirvienta para que ella pudiera hacer todas las tareas del hogar.
En su lista venían muchas cosas; arreglar el pasto, leer el libro, preparar la comida, bordar el suéter, gimnasio a las siete y mirar la novela de las nueve. Pero nunca agregó a su lista...
Pasar tiempo con Colton
Ver que hace tanto en Internet.
Preocuparme por su salud mental y sus sentimientos.
Todas sus actividades se realizaban en solitario o con otras mujeres, otras amas de casa particulares, pero ninguna de ellas contemplaba a su hijo. Aunque claro, un buen día le propuso que fueran al parque, él aceptó de mala gana.
—Es bonito pasar tiempo juntos—dijo con una sonrisa hipócrita y bebió de su jugo de uva.
— ¿Qué esperabas?—respondió Colton, él si la miraba de frente y a los ojos, pero no tenía la respuesta igual— Si a penas me hablas, supongo que ahora le dices a tus amigas que has perdido a tus hijas.
—Colton, claro que no... y no te hablo porque estás todo el bendito día encerrado en tu cuarto.
No hubo respuesta, el chico solamente jugaba con su celular, hasta que la batería del aparato fue agotada totalmente. Tilly pudo suspirar.
—Ahora ya entiendo a Constance Langdon.
— ¿Quieres tener a un hijo asesino serial?—Colton preguntó y frunció el ceño.
— ¡No!—respondió horrorizada— Ella perdió a sus hijos, pero tiene siempre a su chico, claro que...—acariciaba lentamente su hombro— desea unas altas expectativas para él.
Colton se hizo a un lado, obviamente sabía lo que su madre había dado a entender.
—Supéralo, nunca voy a ser tu hijo perfecto.
Después de aquel día de picnic improvisado, la relación entre Colton y Tilly fue todavía más negra y oscura. Llegó un punto en donde ni siquiera se hablaban, o solamente equivalía a la pregunta — respuesta de... ¿Qué hay para desayunar?
Como obra de caridad, Tilly decidió "adoptar" o hacerle de niñera a una chica llamada Olga Talón, con quién más convivía. Olga era una niña inmigrante, de calidad bastante pobre y por lo tanto su madre no le importaba que una americana burguesa se la llevará, ya sea para hacer el quehacer o algo por el estilo, lo importante es que su hija comiera y nada más.
Tilly consideró a Olga como su hija propia, salían, le compraba ropa, iban al cine, le ayudaba en sus tareas, la peinaba. Colton las miraba con envidia, la principal razón por la que había decidido asesinar a sus hermanas y planificar una muerte tan perfecta era para que su madre finalmente le hiciera caso, pero... ¿¿Ella salía con semejante estupidez?? Era el colmo.
Primeramente, lo contemplaban para sus salidas, a veces iban al teatro, pero Tilly ignoraba a su hijo por platicar con Olga, él se llenó de rencor con esto, luego desistió sus invitaciones, se refugió en los videojuegos, el internet y un montón de cosas más. Pero ese vacío solo se podría cubrir con una cosa.
Un día.
—Tilly, ¿Hola?—Colton salió de su "cueva" y bajo a la sala de su casa.
Todo el lugar estaba como siempre, vacío y solitario. Pero pronto, encontró una nota en el refrigerador de su casa, que decía:
Colton.
Olga y yo fuimos al zoológico.
Te deje comida congelada, caliéntala en el horno, tu padre llega a las siete.
-Tilly.
"Hija de perra". Pensaba mientras apretaba la notita con todas sus fuerzas.
De pronto, sonó un ruido bastante fuerte. Colton volteó de inmediato, preparado para inundar de insultos a su madre, pero fue su sorpresa al ver que era su padre...
—Aquí estás, que bien, ¿Tu madre?
—Con Olga.
—Perfecto—Ryan se quitó la corbata y dejó su maletín en la silla—. Vamos, no hay tiempo que perder.
— ¿A dónde?—preguntó Colton con el ceño fruncido.
—A mi empresa, ya tienes... eh... ¿19?
—18...
—Como sea, el punto es que vas a ir aprendiendo como se administra el dinero, necesito un heredero, tú eres el único que no ha muerto, es tu turno.
—Un momento—dijo con enojo—, yo no quiero ser administrador de empresas.
—Pues tendrás que hacerlo—ordenó Ryan con prepotencia—. Toma una chamarra y vámonos.
—No.
Ese "No", colmó a Ryan, quién ya estaba sacando las llaves del coche.
— ¿Cómo de que no?, dime... nosotros no te vamos a mantener toda la vida, ¿Qué quieres hacer con tu vida?, ¿Qué pretendes ser?
—Ser camper—dijo en broma, pero a la vez se escuchaba serio.
—Déjate de estupideces. Es lo único que puedes ser, mi heredero. Anda, vamos ya.
—Ya te dije que no—reafirmó su posición.
Ryan lo miró con los ojos pesados, caminó rumbo a su hijo y le dio un fuerte bofetón, que le tiro sus lentes al piso.
—Recógelos y vámonos.
Colton hizo eso, pero también tomo un sartén con cuál le pegó en la nuca a su padre, y este cayó al piso, adolorido, confundido y probablemente dopado.
—No quiero ir, ya te dije una y mil veces.
—Ah...—Ryan deliraba— ¿Qué pasa?, Ayúdame... la cabeza va a estallarme, ya no...—dio un largo suspiro— puedo...
— ¿No has muerto? Bien.
Colton puso sus rodillas en el estómago de su padre, apretó bien sus manos y acarició con delicadeza su cuello. Pronto, empezó a ahorcarlo, estrangularlo con sus propias manos, sus ojos destellaban furia y cada vez lo hacían más fuerte, él no creía en su poder de fuerza, pero cada vez lo iba apretando, más y más. Ryan no podía hacer nada, sus manos eran débiles, ni siquiera tenía conciencia de lo que estaba pasando, su cara se puso morada como una uva, intentaba respirar o recuperarse, pero fue imposible.
Fue cuestión de minutos hasta que Ryan murió, su cara quedó de lado y sus ojos abiertos.
Colton lo arrastró hasta el jardín y lo dejo ahí, la oscuridad de la noche cubrió su acto. Se limpió las manos miles de veces, pero no tenía remedio, sus huellas quedaron impregnadas en el cuello de su padre, en su garganta, no tenía escapatoria, iban a apresarlo.
Pero pensaba que si eso pasaría, por lo menos debía valer la pena.
Tilly llegó hasta las nueve de la noche, prendió la luz, su hijo la esperaba en la oscuridad, sentado pacientemente y jugaba con algo detrás de sus manos.
—Ah, aquí estás. ¿Dónde está tu padre?
—No sé, no ha llegado.
—Bueno, voy a hablarle.
Mientras Tilly caminaba rumbo al teléfono, Colton aprovechó rápidamente para ponerle seguro a la puerta, y de esta manera, madre e hijo quedaron totalmente solos y encerrados.
—Vaya—dijo ella después de varios intentos—, no contesta.
—No creo que lo haga—dijo con presunción—, los muertos no tienen celulares.
Tilly volteó con miedo, para ese instante, su hijo ya había vuelto a tomar su asiento en el sillón central. Pensaba que era una simple broma.
—Déjate de pavadas, ¿Por qué él no ha vuelto?
—Ya le he dicho, señora Dreisser—estableció con una inocencia macabra—. Él ha muerto, hace una hora acabo de estrangularlo, y probablemente los mosquitos ya estén teniendo un festín.
Tilly corrió de inmediato hasta la puerta, pero no pudo salir, sus manos torpes querían quitar el seguro, pero sin más, alguien empezó a atarla con las manos en la espalda, ella luchaba y combatía sin podérselo quitar, hasta que eventualmente, quedó arrodillada.
—No me hagas daño, te lo ruego... ¡¡Por favor!!—pidió entre lágrimas.
—Yo no hiero a las personas, yo simplemente pago moneda con moneda. Tú, con tu indiferencia me has herido más de lo que yo pretendo hacer contigo.
—No, no, no, ¡No es cierto!
Mientras Tilly rogaba, Colton la amarraba de las piernas, la pobre mujer estaba arrodillada, él cubrió su boca, pero no sus ojos. Apagó de nuevo las luces, prendió solo dos velas, miró a su madre con unos ojos psicópatas, bien abiertos, con un brillo resplandeciente y lleno de terror.
—Nunca tuve la oportunidad de decirte que eres tan bella, mamá—por primera vez en toda su vida, Colton le dijo "mamá" —. Tienes unos ojos maravillosos, un cabello suave y exquisito...
Ella pataleaba, gemía e intentaba gritar, pestañeaba y volteaba a ver en otras direcciones, solamente para no mirar a los ojos a su hijo.
— ¡Perra!—Colton la sujetó fuertemente con sus dos manos— ¡Mírame a los ojos! ¡Ya no tienes escapatoria!, ¡Míralos!, ¡¡¡MÍRALOS!!! ¿Qué observas, Maetilly Anderson?, ¿QUÉ OBSERVAS? ¿EH? Yo miro odio, desesperación, tristeza, destrozos, un alma podrida, eso siempre veo en mis ojos cada mañana que me levantó y cepillo mi cabello, tú dime... ¿QUÉ VES?, ¿QUÉ? Los ojos son el reflejo del alma, de lo que somos en realidad.
Tilly lloraba y quería cerrar sus ojos, bajaba su cuello, quería moverse, decir algo, quitarse a ese asesino de encima, pero no podía, cada esfuerzo era más patético que el anterior.
—Nada, nunca pudiste ver eso. Siempre te preocupabas por ti misma, por tus hijas, cuando las asesine creí... ¡CREÍ!—remarcó estás palabras— ¡Qué al fin ibas a hacerme caso! Que por fin ibas a tener espacio para mí, pero... ¡¡NO!! Ni siquiera así pudiste preocuparte por mí,
Colton caminó al buró y sacó la agenda de actividades de Tilly, empezó a leerlas con un tono irónico:
—Ir por detergente, terminar de leer La Madre, cortar los tulipanes, hacer galletas de queso para mis amigas, ir al súper mercado con Olga... Okay, Olga, amigas, las vecinas, Ryan, Finck el gato... sí, bien pero... ¿Dónde viene mi nombre, eh?—aventó la libreta y dio zapatazos con sus botines gigantes de cuero negro— ¿DÓNDE? No viene, nunca viene, ¡¡No soy nada para ti!!
Tilly seguía sollozando, bajaba su cabeza con dolor y arrepentimiento.
—Pero no te preocupes, a pesar de todo, te quiero y voy a darte un gran favor—se paró detrás de ella—. Ya están allá arriba tus hijas preciosas, tu esposo querido. Te reunirás con ellas, me dejarás finalmente, podrás deshacerte de mí sin remordimiento.
Colton jaló del flequillo a su madre, procurando que quedará bien despejado su cuello, así que con su cuchillo gigante de 25 cm, empezó a pasarlo ligeramente por la garganta, repitió está acción por varias veces, hasta que en un golpe de dolor, ¡Fue más fuerte!. De izquierda a derecha, cada cortada era peor que la anterior, hizo monótonamente la acción, su madre lloraba con dolor inmenso. Colton jalaba su cabello como si fuera un cerdo en una fábrica, sus manos ya estaban llenas de sangre, le costó mucho, pero solo fue un último jalón para que la cabeza de su madre estuviera despegada de su cuerpo y estuviera en la mano derecha de Colton.
—Al fin—dijo él, con una satisfacción en sus labios.
Prendió la luz, miró el rostro, Tilly murió con la boca abierta, petrificada, sus ojos iban hundiéndose, su maquillaje seguía casi intacto, el cuerpo sin cabeza cayó lentamente hasta el piso y la sangre chorreó por todo el alrededor.
Colton miró la cabeza de su madre, con admiración y hasta cierto grado... amor, entonces empezó a besarla repetidas veces, acariciaba su cabello, incluso hasta lamía la lengua, probaba el maquillaje.
Luego de un encuentro "amoroso" con esa parte del cuerpo, Colton guardó con enfadó dicho objeto en una bolsa negra, preparó su arma, la guardo en un saco negro, se puso su gorro de la sudadera y partió de casa.
Miró como los gusanos ya tenían un festín con el cuerpo de su padre, así que escaló por el muro de la otra calle, embarcándose así a una nueva aventura, antes de que los vecinos empezarán a cuestionarse por el mal olor.
Fueron días, horas y segundos que se la pasó así, caminando sin rumbo, tenía bien cuidada la cabeza de su madre, y nadie se atrevía a cuestionarlo. Pedía limosnas frecuentemente, pero solo se detenía cuando estaba seguro de estar lejos de la civilización, o de su estado mismo.
Pasó aventuras enormes durante dos semanas, una vez se quedó en el rancho de una vieja decrépita, no planeaba asesinarla, pero tuvo que hacerlo cuando está le cuestionó sobre el mal olor de su bolsa. Una semana se quedó en la granja de un pobre anciano ciego y sin sentidos, a este no le hizo nada, más que abusar de su bondad.
Al día quince de embarcarse como proscrito, decidió ayudar a un granjero adulto a pasear a sus animales de carga, iba normalmente, con su bolsa negra en mano, cuando de pronto, encontró una casa en medio de la gran montaña.
Hizo una breve pausa y dejo al rebaño comiendo del pasto. Caminó rumbo a la casa, estaba maravillado por ver todo aquello, pero fue asustado cuando...
— ¡Deténgase en nombre de la ley!—gritó un jovencito con una espada de bronce en mano.
Colton de inmediato saco su pistola, pero fue detenido.
—Alto—salió una señorita de la cabaña— ¿Qué pasa?
—Reina—dijo el espadachín—, este intruso... quería acercarse al reino.
Colton reaccionó con sorpresa y agravió al escuchar la palabra, "reino".
— ¿Esto es un reino?
—Kensington II.
—Vaya, pensé que solo era una cabaña.
— ¿Qué se le ofrece?—preguntó la chica con las manos cruzadas.
—Oh nada, solamente quería ver... que pasaba y así... es todo.
—. ¿Es granjero?
—No, yo no. Le estoy ayudando a un pastor con su rebaño.
—No regrese, vamos a comer a los terneros y trasquilar a las ovejas. No se preocupe, vamos a desaparecer a todos, nadie sabe que este lugar se encuentra aquí. Le daremos todo, casa, protección y lo que desee.
—Tentador, claro que acepto.
—Genial.
—Pero solo una cosa—dijo Colton con nerviosismo—, vengo con mi madre. ¿Puede quedarse?
—Oh no, claro que no. Nada de adultos, padres ni madres aquí—rechazó de inmediato.
—Pero no hará ni una molestia...
Diciendo esto, Colton soltó su bolsa y la cabeza deshecha de Tilly cayó al pasto. El espadachín corrió por el asco provocado y Linda cubrió su nariz.
— ¿Lo ve? Le quité lo único que me importa, su belleza. Ya no habla, es una madre, pero una madre perfecta, porque no te regaña, ni te reclama. ¿Se puede quedar?
—Claro—Linda aceptó con conmoción—. Por supuesto que los dos pueden quedarse.
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