Alex Hampton

Una mudanza de casa podría ser lo más normal para una persona, para una familia, algo sin mucho que ver, pero la mudanza de la familia Kane al nuevo vecindario, sería la condena absoluta para Alexander Hampton.

Era mejor conocido como Alex, era un chico normal, asistía a la escuela como cualquier otro joven, sus padres le apoyaban en todo, tenía amigos, todo era absolutamente perfecto en su vida. Era un fanático del universo y le daba tanta curiosidad descubrir estrellas, constelaciones, o nuevos planetas. Así que ahorrando por mucho tiempo, pudo comprarse su telescopio. Y cuando eso pasó, su destino estaba dictado a una enfermedad sin salida, un abismo sin fondo.

—Alex—lo llamó su madre, Penny Hampton—, ¡Vamos a jugar!

—Ya voy mamá, estoy terminando de poner mi telescopio.

—Vale, te espero—dijo alegremente.

Alex estaba asegurándose de los últimos detalles para que su gran artefacto finalmente diera frutos. Lo logró, tomó su balón de basquetbol, pero... esa noche, ya no volvería a jugar ese deporte.

—Mmm... lindas las estrellas el día de hoy—dijo mientras observaba el cielo—, oh, la familia que compró la casa de los Helders ha llegado—se fijó en la casa de en frente—, voy a ver quiénes son.

Y aquello, representaría su más grande error, una adicción de la que no pudo salir.

Alex contempló como sus nuevos vecinos, la familia Kane, bajaba entretenidamente de su auto. Observó a la mamá, al papá, y a las dos hermanas. Una de ellas pasó desapercibida para él, pero la otra, fue un factor suficiente como para volverse loco.

—Oh, oh, nunca había visto a alguien tan linda—dijo al ver a la otra hermana—, es preciosa... tengo, tengo que verla.

Esa noche, olvidó la partida de juego con su mamá, y se dedicó toda la noche a espiar a la familia Kane por su telescopio.

Pero eso no sería todo hasta ese momento, no, para nada. Al día siguiente, se despertó a observa en su telescopio todo lo que dicha familia hacía, más bien, todo lo que la señorita Kane hacía, se enteró por medio de su papá que se llamaba Arielle, pero claro, no le había dicho a ninguno de sus progenitores que se dedicaba a espiarla todas las noches.

Pero eso se volvió una obsesión, algo tan grande que ya no pudo controlar, necesitaba observar por su ventana, estar al pendiente de Arielle, sabía cada cosa de ella, se dedicó a investigar toda su información por redes sociales, la siguió en todo lo que pudo encontrar: YouTube, Twitter, Facebook, su correo, Instagram, todo lo que tuviera su rostro, todo lo que pudiese localizar, se volvió un acosador de primera.

Ya no salía de su cuarto, necesitaba saber qué hacía Arielle en esos momentos, obtuvo su vieja cámara y decidió tomarle una fotografía diaria, además de imprimir todas las que encontró en sus vínculos sociales, la vigilaba sin perder ningún sólo detalle. Sabía mucho de su vida, gracias a que la señorita Kane se dedicaba a responder preguntas anónimas en Ask. Fm, así que supo todo de ella, sabía el momento justo en donde podía verla, tenía binoculares, cámaras, su telescopio y un sinfín de cosas para poder estar al pendiente de ella.

Cada fotografía nueva que tenía, la pegaba en su pared, en demostración de que necesitaba conocer a esa chica tan bella. Fueron tantos los días que pasó encerrado en su cuarto, que logró llenar toda la pared.

Alex dejó de ir a la escuela, olvidó mantener contacto con sus padres, con sus amigos, olvidó de que él ya tenía una vida, dejó todo por la borda para estar en frente de su ventana nada más, mirando, observando, detallando y espiando a la señorita Arielle Kane, no perdiendo ninguno solo de sus pasos. Cuando ella ya se iba a dormir, Alex esperaba en el frío de la madrugada, por si ella se despertaba o no, la tenía extremadamente bien checada, así que sabía el momento justo en donde su gran amor ya se iba a dormir. Y esperaba dos o tres horas, hasta que ella se despertaba, se arreglaba y partía rumbo a la escuela.

Cuando Arielle estaba en su instituto, Alex dormía las primeras horas, comía o leía, pero siempre a lado de su ventana, por si algún día había un imprevisto. Y por su parte, ella no tenía ni la más ligera idea de lo que estaba pasando, ella vivía sus días con tranquilidad, nunca creyó que alguien estuviera siguiendo sus pasos. Eso sería algo perturbador, que nadie debería vivir.

En fin, ¿Saben cuánto pasó nuestro amiguito con esta rutina? ¿Saben cuánto tiempo permaneció en su habitación no saliendo para nada? ¡Siete meses con 29 días! Todo ese tiempo de vida perdió, por una loca obsesión. Pero... ¿Algún día se le haría el milagro de conocer a Arielle Kane en vivo y a todo color?

—No, no—se decía a si mismo mientras ponía su telescopio de siempre—, eso jamás pasará, no podré conocer a Arielle nunca, no puedo, así que mejor me quedó aquí, tranquilo, checando cada uno de sus pasos. Soy algo así como su ángel guardián.

Alex ni siquiera tenía el valor de hablarle en redes sociales, y ya no quería hacerlo en persona. Tan sólo piensen que clase de apariencia podría tener un acosador que no salía de su cuarto durante los últimos seis meses, ¿Terrible? ¡Lo que le sigue! Tenía el cabello por debajo de los hombros, una enorme y frondosa barba, pelos en las axilas, estaba tan horroroso, mugroso, que... el olor en todo su cuarto era detestable. Lo único que permanecía limpio, era la pared, ya que limpiaba y cuidaba detalladamente todo ese collage de fotografías que tenía de Arielle, de ahí en fuera, todo era un chiquero en cada expresión de la palabra, la cama sucia, su ropa intacta, ya que no se cambiaba, restos de comida, animalillos sucios eran su única compañía, el foco se había fundido, pero no había hecho nada para arreglarlo. Sólo tenía unos libros, su telescopio y su computadora, como sus únicos compañeros.

Un día "normal" en su clandestina y sucia rutina, observaba como Arielle había adquirido unos patines nuevos, así que en el parque "The Triangle" que dividía la casa de los Kane y los Hampton, se dedicaba a practicar tranquilamente. Alex se regocijaba al verla, sentía que su mundo se equilibraba y era muy feliz. Pero eso no dudaría, ya que Arielle se cayó al intentar patinar bien. Gritó por auxilio, y Alex olvidó su agorafobia, pateó toda la basura que tenía y corrió a fuera de su casa, para salvar a Arielle, pero llegó demasiado tarde, los Kane ya habían ido por auxilio.

El accidente de Arielle representó algo muy malo para ella, pero lo que Alex necesitaba para seguir con su morbo, fue perfecto, ya no descansaba, la espiaba en cada momento. Y... ¿Por qué no? Fue lo que necesitaba para hablarle.

Alex Hampton:

Hola

Eso apareció en el inbox del perfil de Facebook de Arielle Kane un día como cualquier otro. ¿Saben cuánto tiempo tardó Alex en ponerle un simple "Hola"?

Dos horas.

Arielle Kane:

¡Hola! J

Y ella respondió en dos minutos.

Este último saludo, constituiría uno de los eventos más felices en la miserable vida del joven Hampton, ambos pudieron hablar y se dieron cuenta que congeniaban perfectamente, tenían muchas cosas en común, y lo mejor, eran vecinos.

Alex Hampton:

Mi casa pasa desapercibida para más de una persona, pero vivo justo en frente de la tuya.

Arielle Kane:

¿En serio? ¿Y por qué no te he visto?

Alex Hampton:

Puede ser por varias cosas, la principal es que soy reservado. Además, sólo te encontré de casualidad por Facebook.

Que gran mentiroso.

Arielle Kane:

¡Oye! ¿Y si nos vemos? En serio, me gustaría mucho conocerte.

Alex Hampton:

E-en ¿En serio? P-pero... soy muy tímido.

Arielle Kane:

Oh vamos... yo también soy muy tímida, no perdemos nada. Por favor, eres muy lindo Alex, vamos...

Alex Hampton:

Diablos, tomas mi corazón y lo partes en mil pedazos. De acuerdo Arielle, vamos a vernos. ¿Pero en dónde?

Arielle Kane:

Voy a pasar por la sala de videojuegos, así que me queda cerca la panadería local, ¿Te parece bien ahí?

Alex Hampton:

¡Sí, sí! Claro que sí... ¿A qué hora?

Arielle Kane:

Mañana a las 7:00 pm, ¿Ok?

Alex Hampton:

Okey...

Pero... ¿Podría ser posible que Alex pudiera vivir eso? Claro, al fin, su sueño de toda la vida, su meta más deseada, era conocer a Arielle Kane, la chica que logró conquistar su corazón. ¿Lo haría?

No durmió de la tensión, no pudo hacer nada durante todo el día, no dejaba de pensar en eso... ¿Acaso sería excelente?

Incluso, salió desde las cinco de la tarde de su casa, se quitó todos esos pelos que rondaron en su cuerpo durante tanto tiempo, se afeitó, se cortó el cabello, se bañó y ya parecía un adolescente normal, alguien que nunca había hecho cosas fétidas, como acosar a alguien, por ejemplo.

Así que se dirigió a la sala de videojuegos, solamente para poder ver si Arielle si iría a la cita o no. Observó desde muy lejos a su gran amor, a esa gran chica que lo volvía loco. Y también rectificó que después de irse, se fue a la panadería, que curiosamente, se llama "The Bakery".

Ya eran las siete, ya estaban los dos chicos ahí, pero sin verse. Alex observaba desde un rincón, y Arielle estaba en frente, no pudo acercarse, algo lo evitó totalmente, sus pies se congelaron, no pudieron avanzar más. Así que Arielle esperó dos horas, hasta las 9:30 se fue a su casa. Alex la siguió detrás, y se arrepintió tanto por no poderle hablar a la chica que estaba frente a él. Llegando a casa, tuvo que disculparse por haber faltado a su cita.

Pero ¡Eso sólo fue un sueño! La realidad, es que ese mismo día de la cita, Alex se despertó, se arregló y fue a la cita con Arielle, platicaron, fue una maravilla completa, ya no tenía dudas, amaba a esa mujer más de lo que podía amarse a sí mismo. Fue perfecto, y aunque salió muy bien la cita, solamente siguieron hablándose por medio de Whatsapp.

Un día, como siempre, exactamente el 21 de Enero, Arielle y Alex platicaban por medio de este servicio de mensajería. Él la espiaba desde su ventana y observaba como su luz seguía prendida, hasta que incontablemente... vio un cuerpo que tambaleaba, que parecía estar flotando. Alex se talló los ojos:

Alex Hampton:

Oye... oye... ¿Qué pasa? ¿Estás bien? Estoy viendo algo muy aterrador en tu ventana.

Arielle Kane:

No es nada, yo estoy bien. ¿Estás seguro? Mi luz está apagada.

Alex Hampton:

Te lo juro, estoy viendo algo por tu ventana.

Arielle Kane:

No, en serio, no hay nada malo. Yo estoy bien.

Pero... ¿Cómo podía creer eso? Cuando claramente se veía por la ventana de Arielle que había una piñata, un cuerpo flotando por una extraña razón... como si alguien se hubiera suicidado.

Pero debió ser una de nuestras paranoias de nuestro querido Alex, ya que, a la mañana siguiente, se despertó, abrió la puerta de su balcón y lo primero que vio fue a Arielle, quién saludaba gratamente.

Las cosas para Alex y Arielle mejoraron repentinamente, se vieron más seguidamente, platicaban sin parar y finalmente... decidieron ser novios. Fueron una pareja muy estable, amorosa, se querían demasiado. Alex nunca le dijo que la espió durante casi ocho meses, así que escondió todo y prefirió adaptarse a las reglas de Arielle. Eran tan felices, era una alegría inconmensurable. Sus padres estaban felices y orgullosos de Alex pero... algo no cuadraba, nadie sabía que era.

Alex logró detectar que su novia, estaba pasando por un cambio que nadie había percatado, ya no era una niña tierna y dulce de la cual se enamoró, no, ahora era muy distinta. A veces hablaba con tal fiereza y manipulación que a cualquiera pudiera aterrar. Se volvió violenta y se fue a vivir a la casa de Alex, en serio, ya no era la chica que antes era. Penny Hampton notaría lo mismo.

—Alex, creo que... tienes que saber algo muy importante, no sabía cómo decírtelo, pero las cosas han ido peor, no podía asimilarlo, es terrible.

"Shh" le decía Arielle en su oído. "No la escuches, ella está loca".

— ¿Qué pasa, mamá?

—Sobre el asunto de Arielle...—suspiró— Tu... supuesta novia.

"Ese supuesta, es una perra" volvió a decirle.

—Mamá, más respeto... ¿No ves que ella está aquí?

—No, no Alex—suspiró—, lo que pasa es que...

"No, no le des oportunidad para hablar, ¡Sólo quiere perjudicarnos!". Gritó Arielle con odio. "¡No se lo permitas! Tienes que matarla, tienes que matarla... ¡Mátala, mátala!"

—Ella dio sus palabras, mamá... pero... ¿Por qué debería hacerlo?

—. ¿Eh? —cuestionó Penny, confundida.

"Porque sí... y luego, le sacas el corazón".

—. ¿Por qué? —decía Alex.

"Porque el corazón de una madre es lo más bello que puede existir".

—Alex, Alex, por favor... déjame decirte una cosa. Según lo que me dijo la psiquiatra Wyman... lo que tienes es, es muy grave.

—Cierto, pero... ¿Tengo que hacerlo? —Alex no respondía a su madre, él lo hacía por Arielle.

"Por supuesto, no debe esperar más".

Y como cualquier perro obediente, Alex miró de reojo a su madre, le dio un puñetazo en su cara que la hizo golpearse contra la pared, ya en el suelo, siguió pegándole a su mamá. Arielle gritaba con una voz aterradora, parecía emocionada al ver como su novio le pegaba a la pobre Penny. Le susurraba muchas cosas que él no podía entender, se movía de atrás para delante mientras Alex no podía detenerse, Penny pedía compasión, exclamaba con sangre en su boca. Hasta que...

"Ya falta el toque final, dame, ¡Dame su corazón!".

Aquella frase que decía Arielle, se repitió como un torbellino ante Alex, como una voz que tenía completamente en su mente, la voz tierna y dulce de Arielle se deformaba en otros tonos, uno más distorsionado que el otro. Hasta que... ella misma, la novia psicótica, le dio el cuchillo que tanto quiso, y todavía Penny seguía con vida, pero tuvo que contemplar como su hijo le clavaba aquel cuchillo en su pecho, pero no sólo eso. A partir de ese momento, las risas, voces distorsionadas e imágenes terroríficas que Arielle Kane provocaba en Alex Hampton, desaparecieron. Así que lo único que se escuchaba, era la risa de locura que provocaba el joven en todo alrededor. Destrozó el seno de su mamá, y le costó mucho para obtener su corazón. Una vez que ya lo tenía en su mano sangrante, exclamó:

— ¡EL CORAZÓN DE UNA MADRE ES LO MÁS BELLO QUE PUEDE EXISTIR!

Luego, cerró los ojos por minutos, mientras sentía la satisfacción en todo su esplendor. Cuando lo abrió, contempló todo el desastre humano, el corazón de su madre seguía latiendo, y todavía tenía parte del cartílago a su alrededor. Alex contempló todo, su mano todavía tenía ese órgano humano, la sangre predominó en todos lados. Era un espectáculo horroroso.

—Arielle, ya le quité el corazón—presumió su hazaña— ¿Ahora qué?

Pero ella ya no le dio respuesta, observó en todos lados, Arielle ya no estaba, no se encontraba con él, corrió por toda la casa a buscarla, fue hasta la residencia Kane, no le importó en lo absoluto el hecho de haber tenido que asesinar a su madre de semejante manera, todavía tenía el corazón en su mano. Tocó la puerta de la casa de los Kane, para ver si obtenía respuesta:

—Hola—llamó— ¿Está Arielle?

—Oh, ella ha estado en el mismo lugar de siempre, desde Enero, no debería serte sorpresa—dijo Alexa Kane, hermana de Arielle.

—. ¿En dónde?

—Ella murió ese mismo día... ¿No lo sabías? —cerró la ventana.

Pero... ¿Morir? Entonces, si ella murió... ¿Quién fue la persona con la que estuve todo este tiempo? Eran uno de los pensamientos que Alex Hampton tenía. Luego, siguió la negación:

—No, no... ¡No es cierto! —exclamó— ¡Ella no está muerta! ¡Es imposible! ¡Me estás mintiendo!

Al no recibir respuesta, se fue corriendo a todos lados, para rectificar que fuera eso cierto, pero no, según sus hipótesis, teorías y lógica atolondrada, Arielle seguía completamente viva.

—Nada más me mienten—se decía a sí mismo— ¡Me están mintiendo! Ella está viva, p-pero... ¿Por qué se escapó? ¿Le dio miedo? Aquí tengo lo que quería... el corazón de mi madre... no, no...

Y gritaba exasperadamente el nombre de su gran amor, cruzó carreteras, grandes bosques y ciudades, todas con tal de poder encontrar a su única novia. Parecía que algún día la encontraría, él no perdería la esperanza.

Luego de tantos días de deambular a lo estúpido, vio a lo lejos, a una chica que era igual a Arielle Kane, corrió rumbo a ella, pensando que al fin era la persona que buscaba. Pero una parte de él, murió cuando la vio con otro chico. Obviamente gritó y reclamó furiosamente:

—. ¡Arielle! ¡Arielle! ¿Qué haces ahí? ¡Aléjate de ese bastardo!

Empezó una pelea, la pareja estaba sentada frente a un árbol, que estaba a un costado de esa cabaña a la que todos iban y nadie sabía porque.

—Oye... ¡Tranquilo! —el novio de la chica lo ahuyentó— ¡No nos toques!

— ¡Ella es mi novia! ¡Ella es Arielle! ¡Es mía! —exclamó Alex.

—No, yo no me llamo así. Yo soy Sherlyn.

—Entonces...—dijo Alex decaído— ¿Dónde está ella? Tengo que seguir buscando.

—Me temo que eso no será posible—dijo la chica—, si no la encontraste ahora... nunca la encontrarás.

Y Alex no pudo aceptar, que en realidad, Arielle había muerto.

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