Capítulo 22-3: Una peculiar llamada

En la oscuridad de mi habitación la pantalla del celular se iluminó indicando tenía un nuevo mensaje. Encendí la luz y acomodé mis cosas mientras escuchaba de fondo el sonido de las notificaciones luchando por robar mi atención. El club había estado silenciado toda la mañana, pero parecía que la noche había despertador su lado parlanchín. No me quejaba, después de un día duro de trabajo un momento de ocio me venía de perlas.

Tía Rosy
¿Cómo andan? ¿Qué tal su día?

Rayo_McQueen
A mí me fue muy bien. A un cliente casi le explotó su celular.

Alba
¿Y eso qué tiene de bueno? 🤔

Rayo_McQueen
Vivo de eso. Para mi es una buena noticia. Es un poco cruel, pero si lo piensas a fondo muchas tragedias son bendiciones para otros.

El_Extranjero
Me quedé en es un poco cruel... Trabajar todo el día bajo el sol con esta temperatura hace que mi cerebro no funcione a la misma velocidad que de costumbre.

Rayo_McQueen

¿Eres albañil?

El_Extranjero

Ingeniero civil. Actualmente estamos construyendo una carretera.

Alba

Mi hijo quiere dedicarse a eso.

El_Extranjero

¿Ingeniería Civil?

Alba

No, correr autos en la carretera.

El_Extranjero

Bueno, al menos mi trabajo servirá de algo en el futuro. 

Tía Rosy

Uy, no quieren que los dejemos solos un rato.

Alba

🙄

Tía Rosy

Quéjense cuando un niño al que su mamá le dijo quince veces que dejara de jugar vomite enfrente de la asamblea y tengas que limpiarlo.

Pao
Si lo sabré yo, pasa una o dos veces por semana en la cafetería 😷😖.

Mimi
A mí tampoco me fue tan bien, pero pensemos lo positivo. En dos horas se acaba este día.

El_Extranjero
Empieza otro lleno de penas y tristezas. Suena prometedor.

Tía Rosy
¿Por qué dices que te fue mal? A ver, cielo, cuéntale a tía Rosy que le pasó. No salgas con una estupidez como los de arriba.

«¿Cielo?». Dudé antes de contarlo, pero con lo poco que los conocía me hacía una idea de su insistencia, solo atrasaba lo inevitable. Además, daba igual si me sinceraba con ellos, no tenían ni sospecha de mi nombre verdadero.

Mimi
Una compañera tuvo problemas con su marido. Él le hizo algo malo.

Tía Rosy
¿Y planearon todo ir a golpear al tipo?😈💪👊

Mimi
No, querían despedirla. Una injusticia total. Siempre ha sido muy responsable. Tuvo el valor de denunciar, sus hijos están sufriendo, ella superando el momento. ¿Cómo van a aprovecharse de eso para dejarla fuera? ¿Eso es legal?

Tía Rosy
¿Algún abogado aquí?

Alba
Yo quería ser abogada.

Tía Rosy
Dije quien es, no quién quiere. Eso no sirve. Esta no es la caja de sueños.

Pao
Mi hermano está estudiando leyes. Quizás podría preguntarle 😃🤗❤️.

El_Extranjero
Yo tengo un amigo que es abogado. O al menos era mi amigo hace un mes que lo vi, así que si no me odia por una razón que desconozco puedo preguntarle. Le llamaría por la mañana, si gustas puedo enviarte la información por aquí apenas la tenga.

Rayo_McQueen
Yo no tengo ningún conocido que pueda ayudarte, pero estuve investigando en internet y encontré un artículo que puede serte útil. Sé que nunca será igual que una asesoría personal, pero te dará una base.

Me quedé viendo la pantalla sin creer lo que leía. Tomé un segundo para procesarlo. Un montón de extraños se estaban preocupando para ayudarme cada uno a su manera. No les debía nada, ni siquiera me habían visto la cara, pero en cinco minutos habían mostrado más solidaridad que muchas personas que me conocían de años. Resultó extraño su apoyo, tanto que me limité a observar las nuevas respuestas, incluso la manifestación vestidos de gallinas que planeaba Tía Rosy, hasta que me atreví a contestar.

Mimi
Muchas gracias por la ayuda, chicos.
El problema ya está resuelto.
Hoy he hablado con el gerente. Me había sentido tan pequeña y nerviosa que ustedes mejoraron mi día al cien por ciento.

Venado
Hiciste lo correcto.

Cuando uno enfrenta sus miedo por los que quiere no solo es valiente sino también generoso.

Mimi

Algo así me ha dicho Arturo cuando se lo conté: que no debía preocuparme porque había hecho lo correcto.

Tía Rosy
¿Arturo es tu jefe?

Mimi
No. No. 😂Es mi compañero de trabajo. Es la persona más buena que conozco. Ya saben, de los que te saben hacerte sentir bien en todo momento. Mi jefe está de vacaciones, sé poco de él.

Tía Rosy
Mejor deberías quedarte con él. A menos que esté casado. Ya sabes que esos están prohibidos 👎.

Mimi
No está casado, pero no pasará. Es mi amigo 😊.

Alba
Así empiezan todos 🎶. Cuidado en esos, cariño, son los peores. Cuando te descuidas ya te tienen en su cama. Ojo ahí 👀🧐.

Tía Rosy

No nos cuentes tus traumas.

Pao

Al menos tienes amigos. 

Tía Rosy

¿Y una está pintado o qué? 🤡

Sonreí en medio de la discusión. No estaba segura de que en el futuro pudiéramos ser amigos, pero había una verdad que brilló en esa alcoba: ya no me sentía sola en el mundo. Pensé en Arturo y en Dulce, en esa batalla que se libraba entre esos seis. Tal vez tenía más suerte de la que creía.

Había días que la oficina era una mar en calma y otros donde el intenso trabajo no te daba tiempo ni para respirar. Estábamos en el segundo. Tenía que contestar unos correos, atender unas llamadas, corregir facturas, notificarlo a otro departamento. Entre tanto lío no podía hacer nada porque parecía que las plumas en el planeta habían desaparecido.

Fracasé en mi frenética búsqueda porque sonó el teléfono. Haciendo gala de mi poca flexibilidad lo alcancé y lo coloqué entre mi hombro y oreja intentando no se viniera abajo.

—Departamento de ventas. Se comunica con Miriam Núñez, ¿en qué puedo ayudarlo? —pregunté con monotonía, conociendo mi guión de memoria.

Una risa se coló en mi agitado día calmando el ritmo veloz de mi corazón.

—¿Sebastián? —dudé ante la sorpresa—. Digo, jefe. Lo siento, no sabía que era usted, no revisé el número.

—No pasa nada, Miriam. ¿Todo bien por allá?

—Sí, sí —respondí deprisa. Conocía que cuando recibía una llamada con esa oración era que estaba atascada de deberes—. Con mucho trabajo, pero Jiménez y yo estamos sacándolo todo a tiempo. ¿Verdad, Jiménez? —Arturo levantó la vista de su computador y asintió con una sonrisa divertida—. Usted no puede verlo, pero dice que sí. Le manda saludos.

—Igualmente. ¿Ningún problema en puerta?

—No. Aunque nos hemos citado con un proveedor para la próxima semana, aún estamos acordando los por menores. Pensé que podíamos ir nosotros en su representación —comenté esperando su aprobación.

—Es una buena idea —aceptó—. Cualquier cambio puedes llamarme, sabes que tengo el celular disponible las veinticuatro horas.

—Eso haré.

—¿Algo más que quieras contarme?

Guardé silencio sin entender a qué se refería. Él sabía la respuesta mucho antes de que yo pudiera tan siquiera pensarla. Mis dedos golpetearon la madera, impaciente por acabar con el misterio. Intenté imaginar su expresión, pero no tenía nada en qué basarme.

—José Luis me habló del problema de Nora.

—Oh, eso. Dijo que él se encargaría del asunto. ¿Sigue dentro de la nómina, no?

—Sí. Claro. Ni siquiera había un justificante para lo que pensaban hacer. De hecho hoy hablará con Joel informándole el procedimiento a tomar —me informó. «Lo que me faltaba, ganarme más el odio del detestable gerente de recursos humanos»—. También me enteré de que discutiste con él y Carlota defendiéndola.

Sentí el calor concentrarse en mis mejillas. Agradecí que no pudiera ser testigo de mi vergüenza. Lo último que deseaba es que se esparciera el rumor del espectáculo que había dado ayer, pero ahí los chismes corrían como el viento.

—No peleé con ellos, solo intercambiamos argumentos —intenté hacerlo sonar mejor—. Después sí discutimos un poco.

—Un poco. Sí, eso supuse —concedió divertido—. De igual manera eso no cambia lo que quería decirte. Me sentí muy orgulloso de ti cuando me enteré de que no permitiste que la despidieran injustamente. Creo que fue muy valiente de tu parte, aunque mentiría si te dijera que no lo esperaba, sabía perfectamente que eso harías.

—¿Cómo van sus vacaciones? —cambié de tema porque no sabía cómo contestar. Orgulloso no era la palabra que yo usaría para una insubordinada, pero qué más daba. Sebastián había usado ese tono que lograba enternecerme y no quería despertar ilusiones por ello.

—Bien. Hermosillo ha cambiado mucho, mucho más de lo que imaginé. Parezco un turista. Apenas reconozco los barrios de mi niñez —me contó. Sonreí con nostalgia, conocía su historia.

—Tome muchas fotografías para poder ver de lo que habla, así sentiré que lo conozco también —le pedí porque mi imaginación para los detalles nunca se desarrolló.

—Lo prometo. Aunque te confieso que por momentos deseo regresar pronto a la oficina —me platicó en complicidad. Lo entendía, yo tampoco podía hallarme fuera de esas cuatro paredes—. Quiero verte, te he extrañado.

Un silencio que no me atreví a romper taladró mis oídos. El tiempo transcurrió más lento, tuve la corazonada que era la única capaz de volverlo a la normalidad. Hice un esfuerzo por encontrar mi voz.

—Aquí también todos lo echamos de menos. Todos —remarqué aunque Arturo no sabía ni siquiera de qué hablaba—. Pero pásela bien, tómese el tiempo que necesite para descansar, disfrute el cambio de aire —contesté nerviosa, enredándome con mi propia lengua por la prisa—. Ahora debo colgar, está entrando otra llamada. Hasta pronto.

Colgué sin aguardar por su despedida. No quité los ojos de encima del teléfono, como si de forma mágica fueran aparecer las respuestas. Quizás era una de mis fantasía, pero dentro de mí no podía dejar de pensar que por el tono que había usado Sebastián algo había cambiado.


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