Reconciliación
Milo suspiró esa mañana al levantarse, se sentía derrotado por su tonta convicción de no poder desertar del club, inevitablemente tendría que ir a acuario y hacerle frente a él, al motivo de sus enojos, pero también de sus suspiros, de sus desvelos y de tantas cosas más.
El griego recordaba exactamente el momento en que supo que estaba enamorándose de Camus, siempre le había parecido elegante, estilizado y de buen ver, pero nada más. Lo quería muchísimo pues desde niños habían sido los mejores amigos, pero no lo había visto con otros ojos hasta ese día.
Flashback
Ambos tenían alrededor de 16 años y se encontraban caminando en Rodorio sin sus armaduras, pues habían ido solamente a comprar un par de cosas para sus templos. En eso se encontraron con un puesto donde vendían rojas, regordetas y deliciosas manzanas, Milo sintió la saliva acumularse en su boca de solo verlas, Camus lo miró divertido y le dijo "¿Quieres una?" Sacó una moneda del bolso, compró una manzana y se la entregó a Milo, esbozando una leve sonrisa "¿Te gustan mucho las manzanas, verdad Milo?" le preguntó el francés. El griego asintió con la cabeza mientras le daba una mordida a la manzana"Esh mi fguta fagvogdita" dijo con la boca llena, los ojos brillantes y una franca cara de felicidad; entonces Camus sin poder evitarlo soltó tremenda carcajada, inmediatamente trató de reprimirla y se tapó la boca con ambas manos, pero no pudo y continuó riendo; el peli azul se le quedó viendo atónito, con las mejillas sonrojadas y los ojos como platos, tanto fue su asombro que incluso soltó la manzana.
"¡Milo! ¡Tu manzana!" el acuario se recuperó de inmediato y creó una capa de hielo para que la manzana no cayera en el piso, pero no calculó que esta resbalaría de cualquier modo y tuvo que seguir haciendo un camino de hielo hasta que el griego la pudo alcanzar.
"¡La tengo!" gritó triunfal el escorpio, quien se había tenido que barrer en el piso para alcanzar la fruta. Cuando ambos jóvenes alzaron la vista medio pueblo los estaba viendo aterrados, los caballeros intercambiaron miradas y desearon con toda su alma poseer la habilidad de teletransportarse lejos de ahí.
"Ergh...nosotros, nos tenemos que ir ¡nos vemos!" Atinó a decir Milo para después tomar la mano de Camus y salir corriendo a toda prisa.
Una vez a las faldas del santuario ambos caballeros se detuvieron un momento para recuperar un poco de aire
"¿La...*aire*...tienes?" preguntó Camus a duras penas mientras intentaba volver a insuflar sus pulmones.
El escorpio sonrió jadeando y le mostró su mano izquierda en la cual tenía la manzana.
"Gracias Camus" le dijo Milo quien de pronto se encontró con los hermosos ojos del francés; le pareció una mirada tan arrebatadora que se sonrojó de inmediato ¿Cómo no la había notado antes? Comprendió entonces que la risa de Camus había movido algo en su interior, quería verlo sonreír siempre, más bien, quería ser siempre el motivo de sus sonrisas.
Fin flash back
Milo reflexionó un momento sobre esa memoria, ese día había visto un lado de Camus que estaba oculto para todos. El francés se caracterizaba por manejar muy bien sus emociones, pues consideraba que un caballero dorado debía mantener siempre la compostura para poder combatir mejor y transmitirle esa misma serenidad a los demás, pero ese día Camus aprendió a separar su vida como caballero dorado y su vida como ser humano, por lo menos con Milo en quien confiaba plenamente.
Pero esos días habían quedado muy atrás, y a pesar de que el escorpio aun lo amaba, tenía su orgullo el cual estaba muy lastimado.
Aunque debia reconocer que extrañaba demasiado esa risa...
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por Dohko, quien se dirigía a la sala del patriarca.
"¿Me dejarías pasar por tu templo muchacho?" le dijo alegremente "¿O tendré que recibir alguna de tus agujas tan temprano?"
"Maestro, usted sabe que ni siquiera debe preguntar, es libre de pasar por mi templo cuando quiera" le dijo desinteresadamente el griego, quien aún se sentía apesadumbrado por sus pensamientos. El mayor notó esto y tomó asiento al lado de Milo y lo rodeó con uno de sus brazos por los hombros, a lo cual este último le lanzó una mirada de extrañeza.
"Eres tan joven y te queda tanto por aprender todavía Milo" comenzó a decirle el viejo maestro, que ya de viejo solo le quedaba el apodo "La vida es tan solo un parpadeo, un instante precioso que no debes desaprovechar en sentimientos mezquinos. Nosotros ya conocemos la amargura de la muerte y por ello debemos ser mas agradecidos con cada día que se nos da y aprovecharlo al máximo ¿No crees?"
El escorpio alzó una ceja y volteó a ver a Dohko con signos de interrogación en su cara, quien tan solo le sonrió. El semblante del caballero de libra había cambiado por completo, ese aspecto burlón y coqueto había desaparecido dejando en su lugar una faz de calma y sabiduría. Milo no se explicaba de donde había sacado Dohko la idea de decirle todas esas palabras, el peli azul tuvo la misma sensación de quien lee su horóscopo en el periódico: no sabías cómo esa persona había hecho para justamente atinar tu suerte, pero era así.
El caballero de libra se levantó y le dijo "Bueno, me voy, debo encontrarme con Shion"
"Gracias por sus palabras, antiguo maestro"
"¡Te he dicho cientos de veces que me llames Dohko cabeza hueca!" Con eso le dio un golpe en la cabeza, ahí estaba de nuevo, el rostro burlón y coqueto del caballero de la séptima casa, quien dicho esto se dirigió a pasos largos fuera de escorpio.
"Sera mejor que yo me vaya también" pensó Milo en lo que se levantó de su asiento y caminó hacia acuario.
...O...
Mientras tanto en la casa de virgo un desconsolado Aioria trataba de controlarse frente a un irritado Shaka.
"¡¿Qué le pasa a este libro!?" se quejaba el griego "¡Llevamos tan solo un capitulo y el esposo ya está muerto!"
Shaka se froto el puente de la nariz con los dedos y respiró hondo "Aioria, eso venia en la contra portada ¡por los budas! básicamente en eso se desarrolla la historia..."
"Eso no quita que sea sumamente triste" dijo derrotado el leo.
"Este libro va a ser muuuy largo" pensó Shaka.
....O...
En la casa de Tauro Deathmask se había sentado (dejado caer al sillón) en la sala de estar del tauro, suspirando con enfado.
"No entiendo por qué teníamos que venir a leer aquí y no en mi casa" Se quejó.
"No lo sé, ¿será por todas las cabezas que decoran tus paredes?" le replicó Aldebarán
"Me dan un tanto de escalofríos" admitió apenado.
"Aldebarán... ¿ya viste la portada del libro?" DM extendió el libro y se lo puso casi en la cara para que viera al tenebroso payaso que ilustraba la obra "Este es un libro de terror" sonrió maliciosamente el guardián de cáncer "¿Y sabes cuál es la mejor parte?"
El tauro negó con la cabeza y los ojos como platos.
"¡Que tiene una película! así que la podremos ver y saltarnos toda esta tontería de leer el libro jajaja" dicho esto el italiano le mostró a Aldebarán la película, la cual rentó inmediatamente al enterarse de que existía.
Aldebarán lo miró furioso y le dijo alzando la voz "¡Deathmask no podemos hacer trampa! ¡Debemos leer el libro y comentárselo a los demás!"
"Tsk, maldición olvidaba con quien estaba hablando, ¿dónde se encuentra Afrodita cuando se le ocupa?" se quejó el moreno para después cruzarse de brazos "Está bien, lo leeremos, pero si está muy aburrido mejor veremos la película y nos quitaremos de cosas"
Minutos después
"¡Por Athena! ¡Por Athena! ¡Georgie tonto olvídate del barco tu hermano te hará otro!"
"¡POR TODOS LOS DIOSES! ¡ESA COSA! ¡ESA COSA LO MATÓ!" Gritaba Aldebarán fuera de sí, DM había estado leyendo la historia y se había encargado de darle el toque más terrorífico posible tan solo para reírse del pobre tauro.
"No es esa cosa" dijo DM lúgubremente "Es...Eso" el italiano verdaderamente comenzaba a disfrutar del libro, muy al contrario de su compañero quien cuando dijo "Eso" pegó un pequeño brinco, que ocasiono que el italiano soltara una carcajada.
....O....
En la tercera casa los caballeros de aries y géminis iban muy avanzados en la lectura, aunque este último caballero sentía que estaba entendiendo la mitad.
"Mu, lees demasiado rápido ¿puedes ir más despacio por favor?" comentó Saga, quien estaba sentado hombro con hombro en el sillón con el lemuriano. Era curioso como Mu siempre hablaba pausadamente y con calma pero al leer parecía que había que ponerle un freno.
"¡Discúlpame Saga!" dijo con un tono un poco más alto de lo usual por la pena de estar dejando atrás a su compañero "Es que el libro me está gustando mucho" le sonrió con timidez.
"A mí también" el géminis se giró para voltear a ver al lemuriano a los ojos "Y pasar este tiempo contigo también me está gustando demasiado" le sonrió.
El lemuriano hizo su mayor esfuerzo por no turbarse ante las palabras de Saga y mejor posó sus ojos sobre el libro retomando la lectura.
....O...
En la casa de Acuario
Milo llegó a Acuario con los brazos cruzados y una expresión entre desinterés y angustia, como quien esta acudiendo a una cita médica o está a punto de entrar a una evaluación.
"Pasa por favor, Milo" la voz serena de Camus no le ayudo ni un poco a bajar la guardia, entró y se sentó pesadamente en el sillón doble de la sala de estar, en la cual había además una pequeña mesa y delante de él un mueble para televisión con algunos libros en sus peldaños.
"¿Esos son todos los sobrevivientes de la guerra santa?" Pregunto Milo con cierta ironía, a lo que Camus asintió con la cabeza "Ni siquiera son una tercera parte de los que había antes...Degel debe estarse retorciendo en su tumba" le dijo Milo, mientras ponía ambos brazos cuan largos son en los bordes del sillón y cruzaba una pierna sobre la otra "Y bien ¿Cuándo comenzamos? Mientras más rápido terminemos con esto mejor" dijo cortantemente.
Camus tan solo suspiró y se sentó a un lado de él, volteó para encontrarse con los ojos del griego pero Milo prefería ver un punto muerto en dirección al televisor.
"¿Vas a seguir tratándome así por mucho tiempo Milo?" A pesar de la tristeza que lo invadía la voz del francés seguía manteniendo su usual frialdad.
"El que sea necesario" le contesto rápidamente.
"Ya veo" Camus se levantó del sillón y se paró frente al escorpio "Milo, ya estoy cansado de todo esto, quiero a mi viejo amigo de vuelta, yo..." el peli agua marina bajó la vista, sintiéndose vulnerable al exponer sus sentimientos de esa manera, pero sabía que no tenía otra alternativa si quería que Milo lo perdonase de una buena vez "...Te extraño" dijo finalmente con un hilo de voz.
Milo alzó la vista sorprendido y se le quedó viendo a Camus, quien aún posaba su mirada en el suelo, incapaz de ver a su amigo a los ojos.
"Es por eso qué..." El peli azul de pronto sintió la temperatura de la habitación descender y volteó a ver sus pies, estaban comenzando a congelarse
"¡Camus! ¡¿Pero qué demo...?!"
"Sé que no vas a perdonarme tan sencillamente" lo interrumpió el galo "Por más palabras que te diga y aunque entiendas mis razones no lo harás hasta que sientas que no soy una amenaza ¿O me equivoco?"
Milo abrió los ojos como platos ante esa aseveración, no cabía duda que el francés lo conocía mejor que nadie.
"Es por eso que te demostraré mi convicción, luchando contra ti Milo"
El escorpio se paró de un brinco, rompiendo la débil capa de hielo que aprisionaba sus pies "¡No puedo luchar contra ti Camus!" Le gritó viéndolo con frialdad "Sería una batalla personal, Dime ¡¿Acaso ya no te importa nada de tu honor como caballero?! ¡¿Ni de los mandatos de Athena?!" Milo estaba apretando los dientes y los puños en ira "¡A ti todo lo que representa ser un caballero dorado te importa una mierda! ¡No mereces portar la armadura de Acuario, ni ninguna otra!" el griego lo señaló acusadoramente con el dedo índice mientras sus ojos bailaban por el enojo del que era preso. Camus permaneció sereno ante sus palabras sin decir nada, tan solo viendo al escorpio a los ojos, cuando este terminó de hablar le contestó:
Si no soy digno de portar esta armadura, si me consideras una amenaza para Athena ¡¿Qué esperas para quitarme la vida?! ¡¿No son esas también reglas del santuario?!"
Camus extendió ambos brazos y piernas mientras veía a Milo a los ojos, presentándose ante él como un blanco fácil y dispuesto "¡Anda Milo hazlo!"
A Milo se le hizo un nudo en la garganta, pero Camus tenía razón, así que decidido le lanzó las primeras tres agujas. Tan pronto el francés las sintió su semblante sereno cambio a uno de agonía, el corrosivo veneno recorría sus venas quemándolas, pero debía resistir, debía hacerlo si así conseguía el perdón del griego.
"La rendición o la muerte Camus, es lo único a lo que puede aspirar quien es atacado por la aguja escarlata, tu decide" Otras tres agujas fueron lanzadas por un titubeante Milo, quien estaba sufriendo al ver el rostro de aquel a quien amaba descompuesto por su causa " ¡Camus! ¿Qué vas a elegir? ¡Dímelo!" El escorpio, quien jamás había titubeado al lanzar sus ataques, se detuvo a pensar que si lo que estaba haciendo era lo correcto, simplemente había algo que no se sentía bien en todo esto.
Mientras tanto el resto de sus compañeros dorados sintió ambos cosmos combatir, Shura y Aioros que se encontraban en la casa de Capricornio se vieron tentados a acudir a Acuario para ver que estaba ocurriendo, pero fueron advertidos vía cosmos por Mu de que lo mejor era dejar a esos dos arreglar sus diferencias, mientras el patriarca y Dohko no se encontraban en el santuario.
En acuario Camus se dobló por el dolor al sentir el segundo ataque, sin embargo, hizo su mayor esfuerzo por mantener la compostura y permanecer en pie, las piernas le temblaban al igual que el labio inferior y su mirada estaba perdida, y aun así, le exigió a Milo que continuara lanzándole sus agujas. Entonces finalmente, el escorpio comprendió el por qué de sus dudas "¡Dijiste que ibas a luchar contra mi, pero lo único que has hecho es recibir todos mis ataques Camus!" le gritó furioso. Ambos caballeros se miraron a los ojos por unos instantes, mientras Camus jadeaba por el dolor Milo tenía un brillo de ira en los ojos, aunque su tez se mostraba serena.
"Dime ¿Acaso pretendes imitar a Kanon, Camus...?"
El francés le sostuvo la mirada a pesar de que esta comenzaba a tornarse borrosa y le respondió con dificultad "Yo también quiero redimir mis culpas, esto no es solo por Athena, sino también por nosotros Milo. Quiero probarle a los dos que estoy verdaderamente arrepentido de mis actos y que esta nueva vida es enteramente de ustedes, ¡Así que si para ello debo recibir tus 15 agujas lo hare sin titubear!"
Milo sintió lagrimas resbalar por sus mejillas, cosa que jamás le había ocurrido en una batalla, él que se enorgullecía de ser inquebrantable en los combates, había sucumbido a sus sentimientos por Camus.
"¡Imbécil!" le gritó mientras las lágrimas saltaban de las comisuras de sus ojos, decidido le lanzó las agujas restantes, la sangre brotaba a chorros del cuerpo de Camus, quien cayó de rodillas al suelo mientras se sostenía temblorosamente con un solo brazo para no caer de cara.
Milo corrió inmediatamente hacia él y lo tomó en brazos, las lágrimas aún resbalaban por sus mejillas y un par de las mismas cayó en el rostro de Camus, quien se encontraba consciente a duras penas.
"Milo... no me has lanzado Antares ¿Por qué?" le preguntó con el poco aliento que tenía, el cual sintió que se le acababa cuando el griego le colocó una de sus manos en la mejilla como respuesta. El caballero de la octava casa se limpió las lágrimas con el dorso de su mano y paró la hemorragia de su amigo, quien sonrió e inmediatamente después cayó inconsciente en los brazos del escorpio.
Milo lo contempló un par de segundos y lo cargó colocándolo en el sillón, atendió sus heridas y permaneció a su lado observando que se encontrara bien. Camus se había arriesgado demasiado, pero ambos caballeros sabían que esa era la única manera en la que Milo lo hubiese perdonado sinceramente. Lo había llevado al límite para disipar todas sus dudas sobre su lealtad hacia el santuario, que Milo indirectamente relacionaba con su capacidad de comprometerse con él.
Pasaron algunos días después de eso y la relación de Camus y Milo había vuelto a la normalidad. El griego se había encargado de acudir diario a su casa a ver el estado de salud de su amigo, quien quizá exageró un poquito sus dolencias para obtener la atención del peli azul.
Milo le leía el libro a Camus y se encontraba fascinado por la historia, aunque le parecía un tanto predecible, pero se identificó de inmediato con el curioso niño que no le tenía miedo a nada, que con toda la inocencia del mundo se había hecho amigo de otro a quien su estirpe consideraba indigno e inferior. Milo estaba leyéndole una de las conversaciones que los niños tienen a través de la cerca y de pronto se giró para ver a los ojos a Camus, quien se encontraba recostado en el sillón mientras el permanecía sentado en el suelo con la espalda recargada en el mismo.
"Camus, estos niños me recuerdan a nosotros, ¿a ti no?"
El francés le sonrió levemente y asintió con la cabeza, Milo entonces bajó la mirada de vuelta al libro y sintió de pronto como la cabeza del acuario se recargaba sobre su hombro, a lo que se sobresaltó un poco, pues Camus no solía tener ese tipo de cercanía con él, sin embargo no dijo nada y continuó leyendo, levemente sonrojado por tener el aliento de su amigo y callado amor tan cerca. Se le comenzó a hacer toda una hazaña poder leer el libro en esas condiciones, pues cada minuto que pasaba se ponía más nervioso y trataba de controlar el impulso de girar su cabeza y robar un beso de esos fríos pero dulces labios.
Camus notó que estaba poniendo nervioso a Milo y sintió algo tibio en su interior, el galo se había callado tanto tiempo sus sentimientos por él. Estaba enamorado de su amigo desde la tierna infancia, lo había deslumbrado su carácter desenvuelto, su alegría, nobleza, inteligencia y perspicacia, pero jamás se había atrevido a confesarle sus sentimientos pues aunque fuesen correspondidos, él pensaba que les estorbarían a la hora de enfrentarse con algún adversario, creía fielmente en mantenerse estoico ante cualquier situación y si existía un sentimiento que él sabía sobrepasaba cualquier raciocinio, era el de amar a alguien.
Pero ahora, ahora que no había amenaza alguna, que había tenido que pasar por el dolor de perder a su amigo y amor no solo por la muerte sino por sus malas decisiones, pensaba que todas esas ideas eran obsoletas, por lo que su convicción dio un giro de 180 grados.
El galo entonces le susurró al oído "¿Quieres una taza de café, Milo?"
El escorpio sintió un potente escalofrió recorrer su cuerpo al escuchar al francés susurrarle al oído, a pesar de que lo que había dicho era una frase tan ordinaria lo hizo con tal sensualidad que Milo no pudo mas que balbucear para responderle que sí.
Camus se levantó entonces no sin antes asegurarse de que sus labios rozaran, casi por accidente, el lóbulo de la oreja del griego y se dirigió a la cocina tranquilamente.
Milo se quedo ahí sentado sin mover un solo musculo y fijando su vista en el hermoso acuariano que le daba la espalda mientras se adentraba en otra habitación, la sensación cálida de los labios de Camus sobre su oreja aun lo acompañaba como un fantasma y sus mejillas ardían por la cantidad de sangre depositada en ellas ¿Se lo había imaginado todo a caso? ¿O Camus verdaderamente lo estaba seduciendo?
Una vez en la cocina Camus sirvió en una vasija la cantidad suficiente para dos tazas, sus movimientos eran tan estilizados e involuntariamente insinuantes para Milo, que se paró y dirigió sus pasos con la prisa suficiente para no verse desesperado a la cocina, ya ahí Camus estaba dándole la espalda, tratando de alcanzar algo de la parte más alta de la alacena cuando el griego lo tomó por la cintura, lo giró hacia él y finalmente lo besó sin darle al francés tiempo de nada, este último abrió tanto los ojos que pensó que se saldrían de sus orbitas y recargó sus manos sobre la barra de la cocina para no perder el equilibrio por la fuerza y pasión de la cual era prisionero, pero el gusto le duró poco pues de pronto Milo lo cargó sentándolo en la barra aun devorando sus labios, el acuariano separó levemente sus piernas para que Milo se pudiera colar entre ellas y rodeó el cuello de su captor con sus brazos. El guardián de la octava casa hizo lo mismo con la fina cintura de su ahora amante y rompió el beso para después depositar unos tantos mas en sus mejillas y mentón, finalmente ocultó su cara en el pecho de Camus, apenado por haberlo tomado tan impulsivamente, aun que no se arrepentía de nada.
"Camus...yo..." susurró con el rostro aun oculto "No me pude contener perdóname"
El mencionado caballero recargó su cabeza sobre la de Milo "¿Te parece que me molestó lo que hiciste? Si es así soy mejor para ocultar mis emociones de lo que creí, o tu eres muy tonto...sinceramente pienso que es lo segundo"
"¡Hey!" levantó la vista Milo, quien vio al francés sonreírle levemente "Solo tu pides perdón después de lo que hicimos Milo, en mi país lo hacemos un tanto diferente" y con ello le dio un pequeño beso en los labios.
El griego no lo podía creer, después de tantos años al fin tenía a Camus entre sus brazos, lo abrazó como si de pronto todo se fuera a hacer polvo ante sus ojos y finalmente le dijo "No sabes cuánto tiempo tenía deseando esto...en realidad jamás creí que mis sentimientos por ti serian correspondidos, siempre te mostrabas tan frio e indiferente a todo, pero hace un momento..."
Camus se sonrojó al recordar las sutiles pero efectivas acciones de coquetería que había tenido minutos atrás, en verdad no pensó que el peli azul reaccionaria tan rápido ante ellas.
"Hace un momento decidí que ya no quería perder más tiempo" le interrumpió el galo "Siempre he creído que debo mantenerme sereno ante todo, pues calculo mejor mis decisiones si dejo las emociones de lado, pero Milo...no quiero llevar esa filosofía a todos los planos de mi vida, junto a ti puedo dejarme llevar y ser yo mismo, no hay necesidad de calcular nada" le sonrió "Confío en que tu nunca me dañarías"
A Milo todas esas palabras lo llenaron de una inmensa dicha, había deseado escucharlas por tanto tiempo, sintió que su amor por el francés era desmedido, que no cabía dentro de él, que si no lo sacaba estallaría en su pecho..."Te amo" soltó finalmente, casi de manera inconsciente, lo que ocasionó que Camus se sonrojara ampliamente y lo mirara entre asombrado y enternecido "También te amo, Milo"
Ambos caballeros se quedaron abrazados en la cocina por un par de minutos más, disfrutando solamente del calor y la compañía del otro.
....O.....
Mientras tanto en la casa de virgo Shaka había invitado ese día a Mu para tomar el té, argumentando que quería que estrenaran el juego de tetera que le regalo juntos, el lemuriano había llegado puntual con unos momos y su usual sonrisa. Shaka salió a su encuentro y lo acompaño para que se sentara a la mesa, una vez ahí le sirvió el té y notó que Mu se le quedo viendo largamente a la taza
"¿Pasa algo Mu? Te notó algo serio"
El lemuriano alzó la vista y dio un pequeño brinco, pues Shaka lo había sacado de sus pensamientos de pronto, entonces le sonrió tímidamente por la pena y le dijo "No es nada, es solo que..." suspiró pesadamente mientras volvía a posar su mirada en la taza "¿Puedo confiarte algo, Shaka?"
El virgo se sentó al lado de Mu y le dijo "Sabes que si, puedes contarme cualquier cosa, no en vano somos mejores amigos ¿Qué ocurre?"
Mu tomó su taza con ambas manos y le dio un sorbo, dejó la pieza de porcelana en el plato y murmuró "Saga me dijo que se estaba enamorado de mí"
Se escuchó entonces la porcelana romperse, Shaka en un arranque de celos había hecho estallar su taza con su cosmos, inconscientemente claro está. Mu abrió los ojos como platos al ver la sangre correr de las manos de Shaka y se apuró a tomarlas con las propias para curarlas.
"¡Shaka! ¿Qué ocurrió? ¿Cómo fue que se rompió tu taza? ¿Acaso no mediste tu fuerza al tomarla?" Mu estaba muy inquieto por ver a Shaka sangrar tan profusamente pero en un par de segundos había conseguido cerrar sus heridas.
El caballero de Virgo se sonrojó por las atenciones del lemuriano y le dijo apenado "Gracias Mu, perdona, he roto la taza que me regalaste" el tibetano le sonrió y negó con la cabeza "Yo soy el que debe disculparse, sobre reaccione al verte sangrar tanto, a veces olvido que eres el poderoso caballero de Virgo y no solo mi querido amigo Shaka"
Shaka desvió la mirada para evitar que Mu notara la emoción por sus palabras y retomó la conversación "Entonces, ¿me decías...?"
La mirada de Mu cambio de inmediato, la ternura con la que había visto a Shaka hacia un momento había desaparecido, dejando en su lugar algo ambiguo.
Flashback
"Veamos...en el santuario hay 11 caballeros, más el patriarca...tendría 12 notas para hacer mi perfume, tan solo me faltaría uno" le sonrió el caballero de géminis al de aries "Y tu Mu, con tu belleza y ese olor natural a lavanda que desprendes serias sin dudarlo la nota principal"
Mu se quedó frío, sintió como inmediatamente sus mejillas comenzaban a inyectarse de sangre y solo atinó a balbucear con una sonrisa nerviosa "No sé si sentirme alagado o salir corriendo Saga"
El géminis rió afablemente "Eres tan adorable cuando te pones nervioso" le dijo a la par que pellizcaba su mejilla y Mu tragó duro ¿Qué rayos estaba pasando con Saga? Acaso... ¿Estaba coqueteando con él? Nooo no podía ser posible, si Saga había sido como su hermano mayor, el sería incapaz...
"Em... ¿quieres que continúe leyendo o lo dejamos hasta aquí por hoy?" le preguntó Mu, Saga se quedó pensativo un momento y le dijo "Dejémoslo así por hoy, si continuas leyendo terminarás el libro antes del mes y ya no podre verte..."
"¡Hermano mayor sus tikas!" Pensó el lemuriano, Saga definitivamente le estaba coqueteando ¿Qué haría? ¿Salir corriendo? ¿Gritarle que se detuviera? ¿Corresponderle...? Eso último le dio escalofríos, inmediatamente pensó en Shaka, de quien llevaba enamorado desde que volvió al santuario y jamás había tenido el coraje suficiente para decirle lo que sentía. El tibetano bajó la mirada y de pronto sintió la mano de Saga posarse sobre su mentón.
"Mu ¿Todo bien?"
El lemuriano negó con la cabeza "No Saga, dime, ¿A qué viene esa actitud?"
El géminis abrió grandes los ojos y vio al lemuriano con extrañeza "¿Cuál actitud?"
Mu lo miró fijo "¿Vas a decirme que sueles ir por la vida pellizcando mejillas junto con-eres tan adorable cuando te pones nervioso?-No lo creo"
Saga sonrió con picardía, le agradaba mucho que Mu supiera darse su lugar. Podía tener una apariencia de cordero tranquilo y sumiso pero en realidad no se dejaba de nadie y tenía una voz que le gustaba fuese escuchada "Bueno, me atrapaste Mu" el peli azul le tomó la mano con delicadeza a lo que Mu se sobresaltó, pero no rompió el contacto "Creo que me estoy enamorando de ti"
El aries abrió los ojos tanto como sus parpados se lo permitieron, guardaba la vaga esperanza de que Saga tan solo estuviera coqueteando con él por pura diversión pero nunca pensó que realmente fuera amor lo que sentía.
Fin del flashback
Shaka se quedó helado y de pronto comenzó a apretar los dientes "¡Saga me va a escuchar!" dijo de pronto, perdiendo su usual templanza a lo que Mu lo miró asombrado, y aun mas cuando el virgo se paró y comenzó a caminar apresuradamente escaleras abajo dejando atrás a un confundido Mu, quien en cuanto reaccionó se levantó como resorte y fue tras él.
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