ELLIE PARTE 2
—¿Algo más que quieras compartir con nosotros, cariño?
Cata la mayor de todas las señoras en la sala, la miraba con ternura y admiración, era la primera vez que Ellie participaba desde que su madre la empujo a ir con ella al club de las divorciadas como les llamaba, pero en realidad era un divertido grupo de lectura, donde también habían chicas jóvenes.
—No, bueno, no lo sé —respondió con timidez, había comenzado a alisar la falda de su vestido algo nerviosa.
—Vamos, prometo que te sentirás mejor —le empujo suavemente el hombro su madre.
—El vendrá —dijo casi en un susurro—. Para la boda de nuestros mejores amigos, y tendré que verlo con otra persona, y… no sé si podre.
—Eso no lo sabemos aun —riño su madre —El ha aceptado venir y ser el padrino de esa boda por ella, díganselo por el amor de Cristo. — Ellie negó con tristeza.
—Bueno, bueno, calmemos los nervios y demos nuestros consejos a Ellie— Zanjeo la mayor de todas.
Ellie intento convencer a su cerebro por casi dos semanas de que solamente era un dia mas, que se presentaría en la boda, y con una sonrisa triunfadora saludaría a todos aquellos que sabia la mirarían con lastima al ver a su ex pareja llegar con otra persona, y es que ella había dejado de revisar sus redes sociales porque le dolía en demasía la cantidad de cosas divertidas que él compartía con otra persona, al menos sabia que él estaba bien, la había superado hace tiempo, había hecho borrón y cuenta nueva y eso a ella le provocaba sentimientos encontrados, por un lado se sentía feliz de verlo bien, y por otro el otro se sentía morir.
El vestido que Angela su mejor amiga había elegido para ella era por muy poco el más lindo que había visto en su vida, y solamente porque el vestido de novia le ganaba el primer lugar.
Su vestido de dama de honor era largo y ajustado a su figura con una abertura en la pierna que le daba la soltura para poder caminar, unas mangas de encaje y un escote pronunciado en su espalda, lo habían elegido amarillo porque era el color favorito de Antonio, su ex, y Angela le había asegurado que sería una buena idea, aunque ahora que se veía en el espejo había empezado a dudar de aquella teoría, sentía sus palmas sudar y el nerviosismo crecía a medida que se acercaba la hora de verse.
Antonio había decidido faltar a la cena de ensayo y se excuso diciendo que estaba lleno de trabajo pero estaría puntal para la ceremonia, a Angela aquello le pareció una excusa barata para no verla, y sintió como su pecho se oprimía y el vacio de su ausencia aumentaba, se regaño mentalmente por haber guardado una esperanza aun después de tres años, que tonta se había sentido.
La mujer en el espejo se veía radiante a pesar del nerviosismo y el desplante de la noche anterior al tener que participar sola de la cena de ensayo rodeada de preguntas indiscretas por parte de algunos familiares.
Se prometió disfrutar de aquel día, que era el más feliz para su amiga y sería la mejor dama de honor que hubiera existido en todos los tiempos.
La habían maquillado como a una muñequita de porcelana y peinado con un recogido que hacía ver más elegante su porte en ese vestido, a pesar de todo el remolino de sensaciones y sentimientos mezclados que llevaba por dentro se sentía hermosa y poderosa, el reflejo del espejo reflejaba aquella mujer que había descubierto hace unos años, una mujer segura, capaz de amarse a sí misma, y capaz de luchar por lo que amaba.
Salió al final del pasillo y espero paciente que llegara su turno de caminar hasta el altar, se permitió soñar con que algún día ella y su mejor amiga invirtieran los papeles, cerró los ojos y sonrió al imaginarse vestida de blanco caminando hasta el altar para encontrarse con el amor de su vida.
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