Un carraspeo la hizo abrir los ojos y dar un salto por la sorpresa.

Antonio la había visto desde que llego hace un rato pero había decidido esperar para acercase, supo con exactitud el rumbo de sus pensamientos, el también había soñado un día con llevarla al altar y vivir con ella para siempre, lástima que ella no le había amado con la misma fuerza, ese pensamiento lo ensombreció y decidió interrumpir el momento acercándose y tosiendo de manera brusca, ella salto de la sorpresa pero se recupero rápidamente al verlo.

—¡Hola! —dijo ella sonriendo, como si nada, como si no lo hubiera hundido en la inmundicia dejándolo solo hace unos años.

Antonio asintió sin poder emitir palabra y se dedico a ver al frente a esperar la señal que le diría que tenía que avanzar, ahora se arrepentía de no asistir a los ensayos, pero lo había preferido de esa manera para no tener que lidiar con la indiferencia de esa mujer que parecía que no se arrepentía de todo el daño que le había hecho, había dejado su dignidad rogándole que volviera, el simple hecho de volver a verla le dolía como miles de dagas atravesando su interior.   

Ellie intento tomar su mano al momento en que debían de empezar a caminar, pero él sumergido en sus pensamientos había rechazado su contacto en un acto reflejo, vio dolor en la mirada de ella por lo que intento reparar su acto tan descortés colocando su mano en la espalda baja de la chica para animarla a continuar, le había visto con arrepentimiento y ella sonrió en respuesta tratando de olvidar el malentendido, pero había sentido un puñetazo en el estomago que casi la hace vomitar en el momento.

Antonio tomo suavemente la mano de  Ellie nuevamente y la coloco en su brazo, caminando así juntamente hasta el altar, las miradas de las personas iban desde el asombro y la alegría de unos hasta la negación y el enfado de otros, murmullos se escucharon pero ambos chicos iban domando sus propios demonios internos no había tiempo de prestar atención a los demás.

Ellie podía sentir la tensión en el brazo de Antonio, y le dolía, le dolía el hecho de saber que ese hombre estaba haciendo un esfuerzo para no rechazar su contacto, que la odiaba, no había otra razón, claro que debía odiarla, que otra cosa podría sentir él por ella.

Antonio sintió el vacio en todo su ser cuando llegaron hasta al altar y debieron separarse cada uno por su lado,  su cuerpo traidor había reconocido el toque de Ellie y se le había calentado el alma como a un pobre sediento de amor, incluso se había planteado la idea de rogarle una vez más, de conformarse con las sobras que ella quisiera darle, pero se obligo a mantener la cordura, no volvería a humillarse, no volvería a cometer ese error con ella, había aprendido de la peor manera que el que ama mas siempre pierde, y por eso había permanecido soltero todo ese tiempo, no podía darse el lujo de que lo rompieran una vez más, había intentado con todas sus fuerzas hacer que sus relaciones funcionaran, pero no había podido, su cuerpo y su cerebro parecían no querer dar tregua a los sentimientos que había tenido por Ellie, sentimientos que el juraba habían sido enterrados en lo profundo del mar, pero que con un simple toque habían renacido más fuertes que nunca.

Durante la ceremonia, las miradas intensas que Antonio le dedico a Ellie la dejo sin saber cómo reaccionar, había esperado el momento de volverse a ver, había incluso practicado un discurso frente al espejo por días, pero por mas que se esforzó por recordar todo lo que había planeado detalladamente, con una sola mirada de Antonio su cerebro colapso, y es que al momento en que los novios dijesen sus votos y sellaran su amor con un beso, Antonio le había dedicado una mirada cargada de sentimientos, de añoranza, de deseos.

Se había imaginado diciéndole frente al altar cuanto deseaba pasar toda una vida viéndola despertar cada mañana, sintiendo su respiración pausada abrazada a su pecho, disfrutando de su existencia.

Si tan solo ella lo amara, si tan solo ella no hubiera encontrado en alguien más esa felicidad que buscaba cuando se fue.

Cuando lo dejo.

Cuando lo rompio.