Capitulo XXV: Viva La Hopewellución
Para derrotar a un enemigo, en muchas ocasiones lo que se requiere no es confrontarlo, sino actuar a escondidas, infiltrarse si es posible, y ahora, para la pequeña pero entusiasta resistencia contra las medidas del director Weinbach, tal acto era posible.
Pero una posibilidad, y nada más: no un vale que aseguraba el triunfo.
—¿Entonces, qué exactamente necesitamos? —Carly envió en un mensaje de texto, la mañana del día siguiente, a punto de ingresar, junto con sus ahora cómplices y conspiradores, al colegio.
—Por última vez: una imagen, una grabación, quizá un archivo...no sé, cualquier cosa que no se vea bien frente un jurado —La joven pelirroja le contestó.
Y es que Carly sabía bien qué era lo que se requería...pero eso era fácil de mencionar y discutir, ¿llevar a cabo una acción? Ahí yacía la parte complicada.
—¿Crees que pueda hacerlo? —Jake preguntó, notando que Allyson ya estaba nerviosa de la critica cuando la función todavía ni comenzaba.
—Sólo diré que si esto no funciona, mi plan es cruzar la frontera...
—¡Súper! —Sarah exclamó—. ¡Yo quiero ir a California! ¡Quizá me puedan descubrir!
—Les advierto que en América mi nombre es Jake Milovic...por cuestiones de seguridad, ya saben.
—¿No has jodido ya mucho el apellido de tu padre, ahora también vas a joder el de tu madre? —Allyson aseveró.
—Rojilla, los Zabrocki ya estaban jodidos durante generaciones antes que yo naciera. Nada mas me gusta tomar mis precauciones.
Pero poco tiempo había para discutir sobre reputaciones familiares y posibles rutas de escape al sur; el nervio y la constante presión los acompañaba y no le permitía a sus mentes ni sus corazones dejar que otra cosa ocupara su atención.
—Bueno, Jake, amigo, aquí nos separamos —Allyson comentó en el instante en que el trió se posó frente a su escuela.
—Nunca he entendido el punto de las escuelas separadas por género —Jake notó —. O sea, ¿es ilegal segregar por raza o por religión, pero está bien si es por quien o no tiene un pito?
—Hay maneras más sofisticadas de expresar tal idea...pero entiendo a donde quieres llegar.
—Además, ¡la mitad del gusto de ir a la escuela es ver muchachas! ¡Como las del equipo de animadoras! ¡O las del equipo de hockey sobre pasto! Esas son medio rudas, pero no lucen mal cuerpo en esas falditas...
—Tenías un punto sociológico muy importante y lo arruinaste expresando lujuria...no cabe duda: todos los hombres son igua...
—¡Y no olvides ver niños! —interrumpió Sarah—. ¡Como los del club de gimnasia con esos leotarditos ! ¡O los del club de luchas! Dos muchachos de cuerpos dignos de estatuas griegas usando mallas en el piso revolcándose uno sobre otro... ¡Es como si alguien hubiera leído mis fanfics!
—Vale, lo entiendo...hombres y mujeres son igual de calenturientos, ahora me queda claro —La chica pelirroja murmuró.
—Y no sé porque pero tengo la sensación que es Sarah la que grita “¡Bésense!” cada viernes de torneo —señaló Jake.
Allyson entonces notó la hora en su celular; se estaba haciendo un poco tarde, y lo que menos quería alguien bajo el nuevo régimen del director Weinbach, era hacerlo enfadar con impuntualidades.
—Chicos, es hora de entrar —indicó.
—Vale, niñas...nos vemos más tarde, ¿sí?
Mas en lugar de una respuesta verbal, Allye y Sarah abrazaron a Jake; aunque era una expresión un tanto melosa para...bueno, cualquiera de ellos, aún sin estar acostumbrados a no verse durante las horas de clases, era algo que al menos los hacía sentir un poco más juntos, un poco más cerca.
Una vez entrados cada uno a sus respectivas áreas, el nombre del juego era “no llamar la atención ni bajar la cabeza”; cualquiera, ya asiduo a ver las acciones disciplinarias del nuevo director, sabía que si Weinbach tenía algo contra tu persona, buscaría cualquier razón, por más insignificante que pudiera lucir, para poder ejercer su mano dura libremente contra ti.
Y mientras algunos intentaban sobrevivir, otros buscaban infiltrarse...y bueno, sobrevivir también.
—¡Ah, señorita McKinley, joven Stipe! —El director exclamó al ver a sus agentes entrar en su oficina, bajo su previo pedido—. ¡Pasen, pasen por favor! ¿Está usted mejor, señor Stipe?
—Sí director —Fingiendo un poco de tos, Clark respondió mientras él y su colega tomaban asiento—. Agradezco su preocupación...
—No hay de que muchacho, pero vamos a trabajar un poco antes de enviarlos a sus clases. Así que, ¿tienen sus informes, no es así?
—Técnicamente sí, director —Carly contestó, mostrando una tarjeta USB a su superior—, pero tuvimos problemas con la impresora y el tiempo se nos estaba agotando, ¿cree que podríamos imprimirlos aquí?
—¿No los imprimieron ya? Chicos...saben bien que no me gusta nada de retrasos en la logística: podían ir a otra computadora, podían ir a un café Internet...
—¡Lo sabemos director! Lo lamentamos mucho...no volverá a ocurrir, se lo juramos.
—Eso espero...se los aceptaré está vez, pero no quiero que vuelva a pasar, ¿está bien? Estar enfermo es una cosa, pero no cumplir sus responsabilidades es otra, y no toleró muy bien ese tipo de comportamientos poco disciplinados.
—Le damos nuestra palabra, director —Clark intervino—. Es la última vez que pasará.
—¡Eso se los aseguró! ¡Ahora vamos, impriman sus informes!
El director se levantó de su escritorio y se hizo a un lado para dejar que los chicos imprimieran sus informes semanales de actividad.
—Listo, director —Carly anunció tan pronto como la última pagina saliera impresa.
—Bien, bien, ahora vuelvan a sus clases, y recuerden continuar, ¡y esta vez sin más retrasos ni excusas! ¿Entendieron?
—Entendido —Los dos jóvenes contestaron a la vez antes de retirarse.
A pesar de la intimidación y del riesgo, la primera parte del plan ya había sido puesta a prueba, y tanto Carly como Clark esperarían la oportunidad más cercana para revelar su avance.
A la hora del receso, Allyson se dirigió al tocador de señoritas, un lugar ideal para el intercambio de información, y es que los baños, dado por protestas del propio consejo del distrito para evitar demandas, eran las únicas zonas libres de cámaras o micrófonos de cualquier tipo.
—¡Lo hicimos! —Carly anunció al ver a Allyson acomodarse sus flecos frente a los espejos del lavabo.
—Disimula por favor —Allye advirtió en un susurro, sin apartar su mirada de su reflejo.
—¿Qué pasa?
—Sólo acercate, y finge que te arreglas el peinado o algo...
Y aunque tarde, Carly finalmente cayó en cuenta la intención de discreción que la pelirroja buscaba: si bien era ilegal la presencia de dispositivos de grabación en los baños, no había garantía que el inescrupuloso del director no las hubiera colocado de todos modos en secreto.
—Lo siento —Carly dijo, ahora a lado de Allyson, fingiendo también interés en su apariencia, ahora en voz baja—. Pero quería decir que ya nos acercamos a su ordenador.
—¿De verdad?
—No fue fácil...de haber encontrado al director de mal humor, quizá no estaría aquí.
—Tranquila, lo importante fue que el programa entrara a su computadora...ahora debemos esperar un poco.
—Pero...es que no entendí muy bien lo que va a seguir.
—No pasa nada, francamente apenas pude entenderlo yo; el plan fue en gran parte diseñado por Jake...
—¿Y funcionará?
—Tengo plena confianza en él...casi siempre...algunas veces...digo, una que otra le atina al blanco...
—N-no me estás dando mucha seguridad.
—Bienvenida a mi mundo...
—¿Al menos...sabes algo? ¿Algo qué me pueda ayudar a entender?
—Vale, lo intentaré: verás, si es que Weinbach es en realidad “El Profeta”, debe usar un ordenador para sus operaciones.
—Sí, sí, eso lo comprendo...
—El caso es que es probable que el use la computadora de la dirección quizá no para hacer los mensajes en si, pero al menos para revisar sus cuentas y comentarios. La USB que insertaron tú y Clark tenía un virus, un “logging” que registra las teclas que el directo usé, incluyendo claves, passwords y paginas...
—¡Oh, ya comprendo! —Carly exclamó.
—¡Silencio! —Allyson ordenó, tapando la boca de la joven—. ¡Recuerda! ¡En voz baja!
—Vale, lo siento.
—¿Ahora entiendes? Dejaremos que el programa registre por unos tres días la actividad de esa computadora.
—Sí, pero, ¿después de eso?
—Es ahí la parte difícil, verás...usualmente un programa así envía la información de manera automática a una computadora externa; si así fuera, sería sencillo, podríamos ver lo que el director hace en todo momento...pero con los servidores de la escuela con protección, un programa que envié una señal a un ordenador externo sería sospechoso...lamentablemente, para recoger el registro de lo que Weinbach ha estado haciendo...hay que usar su computadora una vez más.
—¿¡Qué!? ¡Tienes que estar jugando!
—No tenemos otra opción, algo tendrás que inventar.
—¡Inventalo tú! ¡Es posible medio engañar al director una vez! pero dos veces...es mucho riesgo.
—Sé bien que es mucho riesgo, pero es hasta ahora nuestra mejor posibilidad de terminar con su reinado. Si tienes otra idea, ¡se escuchan sugerencias!
Y Allyson tenía la razón de su lado: un plan arriesgado con una posibilidad pequeña de funcionar es mejor qué ningún plan y ninguna esperanza.
—¿Qué...debemos hacer? —Carly preguntó.
—Por lo pronto, usar estos días para pensar como usar esa computadora otra vez...algo se nos tendrá que ocurrir.
Y ese fue el caso: lo cual no era nada sencillo porque con cada día que el trió pasaba separado, sentían una mayor debilidad, y una, si se puede decirle así, perdida de voluntad.
—Lo dije una vez y lo diré de nuevo —Jake comentó, ya tras clases, de regreso a su hogar mientras batalla para quitarse la corbata—, estar tanto tiempo con ustedes, niñas, me ha afectado.
—¿Por qué lo dices? —Allyson preguntó.
—Estar con un montón de chicos encerrados en un aula...bueno, tengo la teoría que hay uno que en realidad es una chica disfrazada de hombre porque lo vio en una de esas revistas que le gustan a Sarah, pero el caso es que se me hace un poco... “gay”.
—¿Tienes algo en contra de las personas gay?
—Nada: me gusta su sentido del estilo y hacen buena comida, pero dime con toda sinceridad que no se ve extraño en estos tiempos una escuela solo de varones y/o de chicas.
—Bueno...ahora que lo dices: un par de chicas del último grado dijeron que querían “adoptar” a Sarah...
—¿Qué coñetes significa eso?
—No tengo idea, pero entre menos sepa, mejor.
Antes de que revelaran más comportamientos apropiados para una cárcel de mujeres pero quizá no para un colegio, el celular de Allyson sonó.
—Debe ser LaFontaine —La pelirroja mencionó antes de contestar—. ¿Alo?
—¿Señorita Martin? Soy yo, LaFontaine.
—Sí, lo sé. ¿Sucede algo?
—¿El plan está en marcha?
—Claro que sí, director, y Carly ya sabe...
—¿Entonces, ahora qué sigue?
—Esperar director LaFontaine...sólo esperar.
—¿El día de mañana?
—Sí, sí director...mañana...
Esperar es a menudo la tarea más difícil de todas: uno, en especial en su juventud, puede lidiar con los obstaculos, pero ser paciente, actuar con discreción, observar...ahí estaba el verdadero reto. Y claro, también estaba el hecho que Weinbach, de algún modo, no supiera que es lo que pasa. Pero es difícil que alguien en quien nadie confía se confié a su vez como para bajar la guardia por un momento.
Esa noche, ya en su nuevo apartamento, de lujos discretos pero considerables, el director Weinbach se volcó a su tarea típica de esas horas: escuchar las grabaciones de sus micrófonos colocados en cada rincón posible del colegio.
—Vamos a ver...esta es del gimnasio de la sección de señoritas —pensó mientras analizaba las pistas de audio en un reproductor portátil.
La gran mayoría de lo registrado eran cosas sin importancia, superficiales y mundanas: tareas, chismes, los intentos de un par de chicas del último grado para “adoptar” a una compañera menor (lo que sea que eso signifique) pero Weinbach insistía en seguir escuchando cada archivo de audio registrado, temiendo (o más bien, esperando) encontrar oposición a su manera de llevar las cosas.
En especial, de tres ciertos jóvenes problemáticos...
Después de ese archivo, siguió uno registrado en los baños de señoritas alrededor de las 10 AM...
—“¡Lo hicimos!”
—“Disimula por favor”
Esas voces...sonaban familiares, y sobre todo, sospechosas; y esas sospechas sólo se incrementaron conforme Weinbach oía más y más de esas conversación.
—“El caso es que es probable que el use la computadora de la dirección quizá no para hacer los mensajes en si, pero al menos para revisar sus cuentas y comentarios. La USB que insertaron tú y Clark tenía un virus, un “logging” que registra las teclas que el directo usé, incluyendo claves, passwords y paginas...”
—¿Qué...cosa? —Weinbach tartamudeó, sin poder creer el nivel de sofisticación del susodicho plan conspiratorio contra suya.
Y entonces, reconoció finalmente ambas voces: por un lado, una de ellas era esa chica pelirroja...Allyson, según pudo recordar. Su organización había sido infiltrado por ese trío. Y la otra voz, para su sorpresa, y un poco de decepción, era la de la agente McKinley. Ahora ella estaba del bando enemigo.
—Hija de...
La idea y el hecho de la traición le hicieron rabiar y llevar su sangre al punto de ebullición tan pronto como su mente unió las piezas del rompecabezas. Claro, no tenía poder real fuera de horas de clase; debía esperar, y vaya que estaría listo mañana, a primera hora, para hacer sentir su furia sobre esos traidores, pero sobre cualquier otra persona, por esos chicos. No sabía aún de qué exactamente los acusaría, mas algo se le ocurriría.
Por lo pronto, había una cosa que sí podía hacer...o en realidad, mas que él, cierta voz chismosa de la red que podría tener información vital (y vergonzosa) sobre esos jóvenes...
Y a primera hora, tras prepararse en sus uniformes y sus libros para ir a la escuela, mientras Allyson revisaba en su ordenador sus mensajes, notó una actualización en la cuenta del “Profeta” en Youtube.
—Un nuevo video —La pelirroja pensó, con su respiración empezando a sentirse agitada, casi sabiendo que fuera lo que fuera a decir ahora, no sería nada bueno.
Pero la curiosidad morbosa era más fuere que su sentido de la vergüenza, y no tardó en picar el enlace, temerosa del contenido del video.
Y sus temores eran muy justificados.
—Hace tiempo que no hacía acto de presencia, pero no crean que los he olvidado: es imposible hacerlo, en especial con tantos detalles jugosos del alumnado; y es que todos son personajes interesantes, pero creo que me he ido por las ramas últimamente, porque entre tanta porrista de figura engañosa y niños góticos que presumen parentescos inexistentes con Tim Burton, hay tres chicos que sobresalen por los demás, y por mucho: hablo de los alumnos del segundo año, Allyson Martin, Jake Zabrocki, y Sarah Greenberg.
—Bueno...nunca me gustó eso de la vida social de todos modos —Allyson pensó brevemente, ante lo que prometía ser una revelación humillante ante sus compañeros de colegio.
—Empecemos con la señorita Martin. Allyson Sigrid Martin...buena estudiante, o al menos, parece haber aprendido a sumar y restar...no obstante, la joven siempre ha tenido interés en las artes y sobre todo, en la música. ¿No me creen? ¿Qué tal si ven esta niña pelirroja a sus cinco años cantando en un concurso de talentos de su escuela primaria?
—Oh no...esa jodida canción...la había olvidado...¡No era suficiente anunciar mi estupidamente escandinavo segundo nombre! ¿¡También vas a mostrar...eso!?
Pero a pesar del olvido, pronto se grabaría no sólo en su mente, sino en la de cualquiera presenciando el video: un fragmento de una antigua actuación en la que ella, con lo que parecía una mezcla de vestuario entre una escuela de payasos, un prostíbulo para niñas menores de edad y un concurso de “Pequeña Señorita Toronto” (que, siendo honestos, ninguno de esos tres factores es mutuamente excluyente) “cantando” “Lady Marmalade” (noten las comillas tanto en el titulo de la canción como en el verbo “cantando”); contoneando una figura que no tenía e incomodando a más de uno (y quizá excitando uno que otro pedófilo) con su voulez vous couche avec moi, ce soir?
—Oh God, why? —meme-pensó Allyson mientras veía esas imágenes.
Y apenas era el primer golpe.
—¡Chicos, chicos! —Una Allye afligida, por no decir molesta, gritó mientras se acercaba a sus compañeros ya a la vista en camino al liceo.
—¿Lo escuchaste también, supongo? —Jake le preguntó.
—¡Es espantoso!
—¿Espantoso? ¿Crees que lo tuyo es “espantoso”? ¡Ahora todos saben de mi alergia a la vainilla francesa! ¿Te das cuenta qué si los chicos del primer año a los que extorsiono y cobro territorios se dan cuenta de eso se me acaba el negocio?
—¡Sin mencionar lo afeminado y ñoño que suena eso de ser alérgico a la “vainilla francesa”! —Sarah agregó.
—Sí, sí...casi había olvidado ese detalle.
—¿Cómo te das cuenta de esa alergia de todos modos? —Allyson preguntó.
—Para mi que nuestro niño aquí era muy dulzón con eso de los helados —sugirió Sarah—. ¿No es verdad?
—¿Acaso hay una regla escrita que dice que a un chico no le puede gustar un postre de vez en vez? —Jake reclamó, defendiendo su caso y sus gustos con lo qué podía —. ¡Además! ¿Qué rayos me reclamas, Sarah? ¡También te puso algo en evidencia! ¿Recuerdas?
—En primera: no era sobre mi, era sobre mi madre —La joven en cuestión respondió—. En segunda, ¿acaso te parece una gran sorpresa? ¡Ya sabía que mi “padre” no es en realidad mi “padre”! ¡Ni siquiera me parezco a él! ¿Alguien quiere adivinar? ¡Tarde o temprano lo sabremos!
—Conociendo a tu madre, y...bueno, viendo tu fenotipo...voy a decir a que era un refugiado cubano o un trabajador griego de un puesto de “giros” que puede o no apellidarse “Stavros”.
—A mamá le gusta mucho su carne “acaramelada” —Sarah expresó, con una inesperada verguenza que denotaba que, a pesar de mostrar una aparente indiferencia, el hecho que esencialmente llamaran a su madre una puta que vuela más que un cometa y que la mitad de su propio origen genético es indeterminado,
—Eso es...asqueroso —Allyson comentó—. Y ojala nunca hubiera tenido que haberlo escuchado.
Y no sólo las revelaciones de Sarah, sino las de Jake, y claro, la propia: habían sido blanco de un ataque que potencialmente los aislaría más de lo que ya estaban. Y no es que asuntos como la vida social o ser queridos por otros les importara mucho de todas formas, pero hay una diferencia entre ser aislado por ser temido, y ser aislado porque nadie puede hablar contigo ya que están demasiado ocupados riéndose de ti en tu cara (y a tus espaldas también).
—Entonces...mi plan de huir al sur sigue en pie —Jake murmuró.
—N-no, no será necesario —Allye contestó, apenas controlando sus nervios y su tartamudeo—. Miren, sabíamos que esto era un riesgo...no nos queda más que afrontar los hechos, y seguir. Si dejamos que nos espante, tendrá control sobre nosotros, ¡y lo sabrá!
Ahora los tres estaban en una de esas situaciones en las que para ganar, hay que hacer un pequeño sacrificio, y si la recompensa era sacar a Weinbach del poder, cualquier sacrificio era uno que valía la pena.
—¿Entonces, qué hacemos? —preguntó Sarah.
—Ustedes lo saben bien —Allyson, con más obligación de consciencia qué ánimos sinceros, respondió—: Ir al colegio.
No era agradable, pero si querían continuar y proseguir con sus esfuerzos para triunfar, era justo lo que debían hacer.
Cada uno estaba temeroso, a punto de ahogarse en sudor y pensando que carretera es la más despejada a esta hora para cruzar a EEUU, pero en lugar de escuchar las burlas, risas y sobrenombres a los que ellos ya se estaban haciendo a la idea...sólo encontraron silencio, algunas miradas, pero más que nada, silencio. Y fue así durante gran parte de las clases.
Casi parecía como si no hubieran visto el video, o de hacerlo, que no les importo. Habían salido los tres libres, al menos a primera vista. Pero una cosa era evitar las burlas de sus compañeros, y otra era soportar la furia liberada del director Weinbach.
—Atención, alumnos —Se escuchó entre dos clases desde los altoparlantes del colegio—. El director Weinbach solicita la presencia de los siguientes alumnos en su oficina: Greenberg, Sarah. Martin, Allyson Sigrid...
—¿Por qué chingados insisten en decir mi segundo nombre? —Allye pensó tras escuchar el llamado.
—...y Zabrocki, Jake. Es todo.
Y justamente esas palabras cruzaron por sus mentes: “es todo”. Era la hora de la verdad y no había espacio para echarse para atrás.
Los jóvenes fueron llevados desde sus respectivas áreas por un contingente de al menos cinco agentes de las SS, cubriendo cualquier agujero a su alrededor que los muchachos podrían usar para escapar. Y con cada paso, pesadez, desesperanza, y sin embargo, simultáneamente un sentido de euforia que aunque el exterior de esos chicos se mostraba calmo, estaban a punto de reventar.
—Aquí los jóvenes, director —Una de las agentes informó tras llegar finalmente a la oficina de Weinbach.
—Muchas gracias —El docente respondió mientras veía al exterior de su ventana desde su escritorio—. Pueden retirarse, yo me encargaré ahora.
Los agentes siguieron las ordenes, y en la brevedad, eran solo tres muchachos y el director.
—Tomen asiento —Weinbach ordenó tras dar la vuelta a su silla.
—G-gracias... —Allyson contestó, tratando de no desmayarse en los seis metros de camino hacía los asientos.
—Ustedes deben saber más que bien porque están aquí.
—¿Podría...refrescarnos la memoria?
—¡No sé hagan los idiotas! —Weinbach gritó, azotando de paso con su palma abierta su escritorio—. Por otro lado...puede ser simplemente que ustedes sean idiotas.
—Director...ayudaría mucho si al menos supiéramos de qué se nos acusa.
—Cierto —Weinbach tomó un pañuelo y limpió su frente conforme trataba de controlar su carácter —. Bien, seguiré con la burocracia y el proceso: ustedes tres están acusados de conspiración e infiltración dentro del sistema de la escuela.
—¿Qué quiere decir? —Sarah preguntó.
—Tengo una perfecta y clara grabación de una de ustedes, la señorita Martin, según creo, hablando de un posible “plan” que involucra dañar equipo computacional del colegio con programas ajenos y peligrosos. Técnicamente, no hay pruebas de “qué” exactamente querían lograr por eso, pero no necesito saber más: cometieron un acto de vandalismo criminal, y uno grave...ya no me arriesgaré a tenerlos por aquí, sabiendo que son peligrosos. Haré lo mismo que con esa agente traidora: quedan de modo inmediato expulsados de Hopewell High.
Ninguno de los tres reclamó...en cierto modo, ya era de esperarse; sólo siguieron con el procedimiento usual para estos casos: recibieron su papelería, y tan pronto como toda forma había sido firmada y sellada, los tres fueron sacados del colegio.
Era un momento solemne, triste, el fin de una era...excepto, claro, que no era así en realidad.
—¡El idiota cayó! —Sarah exclamó con gran animosidad, casi dando saltos.
—¡Silencio! —Allyson ordenó—. ¡Ahora tenemos que ir con LaFontaine! ¡Rápido!
El destino de esos jóvenes ya no era una preocupación para el director Weinbach; claro, sentía una breve satisfacción de por fin haberse desechó de esos chicos, pensando que ahora su administración se las vería más fácil, pero pronto su atención y su mente fueron ocupadas por las labores del día: había mucho en que trabajar.
Pero, a eso de la última hora de las clases del día, su labor se vio interrumpida.
—¡Director Weinbach! —La supervisora del distrito escolar, la Señorita Foster, abrió la llamada con un grito ensordecedor.
—¿Pasa algo, señorita Foster?
—Tengo mucho que hablar con usted: ¡Los miembros del distrito están furiosos!
—¿Qué? ¿P-por qué?
—¡Ya lo verá! ¡Ábrame de inmediato que ya estoy cerca de usted!
—¿Qué le abra? ¿Se refiere al estacionamiento?
—¡No! ¡Me refiero a la puerta de su oficina que ya estoy aquí!
Y tal aseveración no tardo mucho en ser comprobada: la señorita Foster abrió con violencia la puerta de la oficina del director, y no estaba sola: de un lado, estaba el anterior director, LaFontaine, y del otro...
—¿¡Qué hacen ellos aquí!? —Weinbach exclamó tan pronto como vio a esos muchachos —. ¡Los acabo de expulsar justo hoy!
—¡Me temo que eso no será más! —Foster respondió.
—¡Pero señorita! ¡Esos niños se infiltraron con programas dañinos al sistema de la escuela! ¡Dañar equipo escolar de ese modo ahora se castiga de manera grave!
—¿No me diga? —Foster preguntó, acercándose al escritorio del director—. Señorita Martin, ¿puede por favor pasarme su hoja de expulsión?
—Claro que sí —Allyson contestó, pasando la papelería a manos de la señorita Foster.
—Veamos en el apartado de “motivo de expulsión”: usted puso “infiltración en sistemas y equipos de la escuela”, pero eso no fue lo que me llamó la atención, sino del modo en que obtuvo tal información...
—¿Qué quiere decir?
—Esta muchacha me dijo que en efecto, ella declaró que planeaba eso, pero sólo fue en broma, y el único lugar donde hablo de eso fue en el baño de señoritas...
—Bueno...sí...
—Director Weinbach, ¿sabe acaso que por medida general está completamente prohibido poner cámaras, micrófonos y cualquier otro dispositivo de grabación de audio y/o video en los sanitarios y espacios similares como baños y duchas?
—Pues...e-es que yo.
—¡¿Puso o no micrófonos en los baños de señoritas, director?!
—Es que l-la verdad y-yo...
—¿Sabe lo horrible que se va a ver esto en la audiencia con el distrito y la asociación de padres de familia? ¿Sabe acaso cuántos casos de pedofília y relaciones maestro-alumno han hecho ruido por esta misma escuela?
—¡Señorita Foster! ¡Sólo hice lo que funcionaba! ¡Detuve una posible conspiración contra mi administración y expulse a los responsables!
—¡Lo sé director! ¡Entiendo que esta no es una escuela sencilla de manejar! ¡Pero hay modos! ¡Una grabación de esa naturaleza sería...sería un problema que resonaría en todos los medios! ¡Sólo imagine los titulares! “Director espía estudiantes en los baños”.
—¿Cómo le cree tan rápido a esos chicos? ¿Confía en ellos si es cierto lo de la grabac...?
—Señorita Foster, las encontré —Un trabajador del distrito con un pequeño micrófono en mano declaró al entrar en la oficina—. Una grabadora de audio en uno de los baños de señoritas
—Mierda...
—Está en graves problemas director —aseveró la señorita Foster— . O bueno, EX director Weinbach
—¡No puede ser! ¡Pero revise mi computadora! ¡Ellos la debieron haber dañado! ¡Eso sigue siendo un delito!
Foster dio la orden a su trabajador para que analice el ordenador del director; desde una memoria USB descargó a la maquina un antivirus especializado para revisar si había presencia de software dañino en la maquina. Tras esperar varios minutos, había una conclusión.
—Señorita Foster; la maquina no tiene presencia de programas extraños, loggins o virus alguno.
—¿Cómo qué no? ¡Escuché su plan!
—Señor Weinbach, no quiero escuchar nada más de usted —La señorita Foster señaló—. Está usted despedido; señor LaFontaine, queda usted a cargo de modo interino hasta encontrar un reemplazo...
—Señorita Foster —Su asistente se acercó, murmurando al oído—. Nadie quiere esta escuela.
—¡Sí, sí! ¡Lo sé bien!
Y antes de que terminaran las clases, los ex agentes de las SS se encontraban dando la noticia por los pasillos y por los altoparlantes.
—¡Weinbach ha caído! ¡El director LaFontaine ha regresado! —Se escuchaba resonantes en cada rincón del colegio.
Y al aparecer caminado tanto el director LaFontaine, como los tres chicos que hicieron esto posible, Allyson, Jake y Sarah, se escuchaban aplausos y vitoreos por parte de otros alumnos, desahogando por fin su desesperación y al mismo tiempo su felicidad desbordante por el fin de la administración de un director al que le cedieron mucho poder en poco tiempo.
—¡Muchachos! —Carly, acompañada de Clark, exclamó, corriendo al abrazo de esos chicos recorriendo los pasillos dando la gran noticia.
—¡Carly! ¡Regresaste! —señaló Allye.
—No me fui muy lejos...pero, ¿cómo lo lograron? ¿Creí que iban a esperar tres días?
—Sobre eso...hay mucho que explicar...
Y más tarde, esa noche, por una invitación única en la vida, Carly y Clark recibieron el más grande honor que Allyson y pandilla podían otorgar: un espacio en la azotea de Sarah, viendo las estrellas, aprovechando la tranquilidad de la noche para explicar con más detalle el plan.
—Bonitos celacantos —Clark señaló.
—¿Verdad que sí? —Sarah contestó emocionada.
—Vale, ¿pueden por fin explicar cómo...pasó lo qué pasó? —Carly pidió.
—Es sencillo —Allye respondió—. ¿Recuerdan el plan que les habíamos contado? ¿El del virus?
—Sí.
—Eran puras patrañas: no había tal virus ni programa.
—¿Qué? —Carly y Clark preguntaron anonadados por tal revelación.
—Si, eran puras mentiras: no teníamos tal programa, la USB que insertaron estaba limpia.
—¿P-pero...entonces qué fue lo que hicieron?
—Carly...era parte de un engaño, y para eso, necesitábamos que ustedes de verdad creyeran lo que estaban haciendo.
—¿Pero si no había virus, entonces en qué consistía el plan?
—Sencillo: sabíamos que a los jefes del distrito les vale cacahuete en realidad el bienestar de los alumnos siempre y cuando dieran resultados. Es decir, por eso aprobaron lo de los uniformes, la segregación, un grupo de agentes con fuertes alegorías a la Alemania Nazi: si funcionaba, lo demás no importaba. PERO sabemos que si hay algo a lo que responden es a la posibilidad de escándalo.
—¿Pero cómo supiste que Weinbach tendría micrófonos en el baño?
—¿Hay que ser un genio para adivinarlo? —Jake intervino—. ¡El sujeto es un paranoico! Si pudiera mataría su propia sombra porque se la pasa siguiéndolo.
—El caso es que—Allyson prosiguió—, hablé contigo sobre el “plan” en el baño esperando ser descubierta, porque si lo era, el tonto iba a revelar su propio sistema al expulsarnos. ¿Cómo nos escuchó? Sólo pudo oírnos en los sanitarios, y el “virus” nunca iba a aparecer en su ordenador porque nunca hubo tal...
—En pocas palabras: siendo capturados, lo terminaron capturando a él.
—Exacto.
El plan era tan brillante como chapucero y tramposo: la inteligencia y picarda de este casi provocaba en Carly y Clark risas, pero también una profunda admiración
—Momento —Clark intervino—. ¿Entonces fuimos un señuelo?
—¿Funciono o no? ¿De qué se quejan? —cuestionó Jake.
—No obstante, hay algo que me confunde a mi, y quizá también a ustedes, chicos —Allyson declaró—. Y es que, el mensaje del Profeta...digo, con eso queda confirmado que era Weinbach, por eso nos puso como blanco.
—¿Sí? ¿Y?
—Jake...se revelaron cosas muy humillantes de nosotros, ¿por qué nadie se...bueno, burló? ¿No lo vieron o qué?
—Porque muchachos, pasó algo que difícilmente se ve: al estar ustedes en constante lucha contra lo que todos estaban disconformes pero nadie levantaba la voz, se ganaron el corazón de todos sus compañeros. Probablemente muchos vieron en efecto el video, pero sabiendo el gran esfuerzo de ustedes por derribar aquello que sentían que estaba mal, lo dejaron de lado. Los adolescentes pueden ser muy crueles, eso lo sé porque he trabajado con ellos por años ya, pero también sé que son muy idealistas, y al final del día, lo que ustedes hicieron fue el triunfo de una idea contra una maquinaría maligna que todos temían. Se ganaron su respeto.
—¿Director LaFontaine? —Sarah preguntó—. ¿Qué hace aquí?
—Yo quería...ya saben...estar con ustedes un momento, digo...por ustedes recuperé mi empleo y toda la cosa.
Tener un adulto en su punto de reunión era algo inusual...pero era una ocasión especial, y después de todo: fue el conocimiento del reglamento lo que los ayudó también, y sin el director de su parte, jamás hubieran sabido la ley que prohibía grabaciones de todo tipo en el baño.
—De acuerdo, director...hoy se la merece, pero también le toca cooperar para las pizzas —Allyson informó.
Todos se ganaron el triunfo, y a pesar que había mucho que reparar, derribe de muros y de la estatua de oro gigante del profesor Weinbach en el centro del colegio, la noche tenía un sabor a victoria.
N/A: Saga finalizada. Espero que les haya gustado. No olviden comentar lo que les parezca, y lo que no...¡pues también! XD
Mil gracias por leer. Nos vemos la siguiente entrega.
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