Capitulo XXIV: Churchileando

 A primera hora del lunes, se convocó a una conferencia. En otros tiempos, no tan lejanos, pero que lucían ya más distantes de lo que en realidad eran, era el momento de disfrutar de las excentricidades y comentarios sin sentido del director LaFontaine.

Pero él ya no estaba a cargo, y nunca como en ese momento se extrañaban los desvarios sobre mutantes o si el partido de hockey de la noche anterior estaba arreglado. Y es que, bajo la dirección del profesor Weinbach cada reunión había traído una nueva medida más que no provocaba más que desesperación en los estudiantes.

Y sin embargo, a pesar de haber visto el anuncio de medidas fuertes como los uniformes, la mayor vigilancia, la prohibición de grupos y reuniones, nada se podía comparar con la siguiente medida de la administración de Weinbach.

—Queridos alumnos —Comenzó su discurso a una multitud en un terror silencioso, esperando que más podían soportar—, quisiera comenzar con un saludo afectuoso de mi parte, deseando desde ya que la presente semana que comienza sea de enorme provecho. Ahora, como ustedes ya han de suponer, me gusta convocar a estas conferencias para anunciar alguna nueva medida drástica, y en esta ocasión, no es la excepción.

Los estudiantes temblaban de pies y manos, apenas pudiendo controlar sus reflejos. Algunos incluso, sin haber demostrado religiosidad en el pasado, se podían ver cruzando sus palmas en señal de oración; un rosario se vio por ahí en las manos de más de un joven católico (y uno que otro no tan católico), implorando que aquello que fuera anunciado no trajera más desgracias y represión.

Sus rezos fueron inútiles.

—...también es de conocimiento común ya para estas alturas, que en general, los indices de Hopewell High en lo académico se han ido para arriba en todas las materias: lenguaje, ciencias, matemáticas, historia...se han esforzado, y lo reconozco. Pero siempre hay espacio para mejorar, y si existe tal, siempre se puede tomar la decisión de hacer aquello que se requiera para mejorar.

Tras pronunciadas tales palabras, uno de los agentes de las SS se acercó al fondo del escenario y bajo el proyector; el director, con el control remoto de tal aparato en mano, lo encendió.

—Les quiero mostrar algo —Retomó su discurso mientras aparecían gráficos y datos en la pantalla—; verán, a su edad es normal ciertos...cambios en como perciben tanto a sus propias personas, como al os demás, en especial a sus compañeros del sexo opuesto. El deseo de romance y contacto con sus pares es una distracción común en estudiantes que los aleja de un buen rendimiento escolar, y es que, analizando distintos estudios y listas de escuelas destacadas a lo largo del país, se puede ver un claro patron: las escuelas de un solo género dominan en los rankings, siendo el 81% de los centros educativos en los conteos de los mejores colegios de Canadá. Por lo tanto, y en una decisión aprobada por el consejo estudiantil y los distintos supervisores del distrito escolar, anunció que de manera inmediata comenzaran los primeros pasos para convertir a Hopewell High en una escuela segregada: será un colegio doble, una parte sólo para varones y otra para señoritas.

—¿Q-qué fue lo qué dijo? —Allyson, esperando haber escuchado mal, preguntó susurrando a sus compañeros.

—Que la escuela...será dividida —Jake replicó, sólo pudiendo completar su respuesta tras tragar saliva y aliento para aplastar el nudo en su garganta.

—¿Es en serio? —Sarah, en un tono que bien podría pertenecer a una infante conteniendo el llanto cuestionó.

Sabían que las cosas siempre podían ponerse peor, pero inclusive con lo que esperaban, con su preparación para la próxima ocurrencia del nuevo director, el miedo, frío, directo, recorría su piel, y no en exclusiva a Allyson y compañía, sino para todo joven presente en el auditorio.

Ninguno de los tres dijo una palabra; parecía inapropiado: ni el escepticismo de la pelirroja, ni el sarcasmo de Jake, ni el sentido del humor y el positivismo de Sarah...ninguna reacción podía reflejar la incertidumbre y miedo que llenaba sus almas. Lo único que podía servir para indicar la verdadera profundidad de sus temores, era el hecho que silentes, los tres buscaron las manos del otro a lado; con Allyson en el medio, Jake a la diestra, y Sarah a la izquierda: manos estrechadas, en necesidad de un consuelo que no parecía llegar pronto.

Y tras la conferencia, el maestro de ciencias por su parte guiando a los chicos y la maestra de artes haciendo lo propio con las chicas, condujeron a cada grupo a las distintas secciones de Hopewell High.

El colegio tenía tres grandes edificios, "A", "B" y "C", diseñados bajo la lógica que uno serviría para las aulas de los estudiantes de nuevo ingreso, el siguiente para los del segundo año y el último para los alumnos en sus últimos cursos. Pero ahora, bajo el nuevo plan, el edificio A se designaría a las señoritas, el B para los varones, y el C se dividiría en dos para cada género a su vez.

Demasiado complicado, o al menos contra-intuitivo, pero en nombre de la nueva política, toda lógica se dejaba de lado.

—¿Allye? —Sarah susurró, inclinándose hacia su amiga, mientras ambas marchaban en la fila de las jovencitas.

—¿Sí?

—¿Tienes tanto miedo como yo?

—Creo que de hecho, más...

Y es que fríamente analizado, no era el fin del mundo, pero todo cambio siempre verá una reacción opositora, y la separación de su grupo por cuestiones ajenas a su control hacía sentir a esos chicos expuestos, vulnerables, frágiles; y por supuesto, un ya de por si cambio imponente multiplicaba los temores si el responsable de tal acto era una persona como el profesor Weinbach.

En lo que se tomaban más decisiones sobre la nueva organización de los grupos, todas las chicas y chicos estarían con sus respectivos compañeros de clase que ya conocían, con la diferencia de que la mitad de los que conocían ya no estarían con ellos; los grupos provisionales no durarían demasiado, eso era seguro: todo volvería a cambiar tan pronto como a Weinbach se le ocurriera un nuevo capricho, y la logistica también ejercía presión, pues en lo que se re-organizaban los alumnos, el número de grupos se había doblado.

La situación no mantenerse, y toda acción ejercía prontitud.

—¿Qué vamos a hacer, Allye? —De brazos cruzados, Sarah, esperando en el aula que ocupó su grupo durante el primer año, preguntó.

—Mira, en primera, hay que mantener la calma —Allyson declaró—. No ganamos nada siendo presas del pánico. Además, piensa que la podríamos ver peor.

—¿Cómo? ¡¿Cómo diablos podría ser peor?!

—Sarah...

Allyson, como si no tuviera ya bastante que temer por los propios hechos y acontecimientos sucediéndose rápidamente, ahora debía agregar el hecho de ver a su mejor amiga, quien siempre parecía recibir al mundo con una sonrisa a pesar de todo, con miedos dominando su expresión, su actuar y su sentir.

Y es que cuando es Allyson la del optimismo, es que el mundo se ha tornado el revés.

—Mira, Sarah —Allye, sin más opción que tomarla de hombros para detener su desesperante paso de un lado a otro, dijo—, tu misma lo dijiste: hemos visto cosas peores, mucho peores, y triunfamos. No hay razón para que no pueda volver a suceder.

—Lo sé...p-pero...

—Piénsalo de este modo: hay que aguantar, porque nos pueden separar en la escuela, pero nunca nos separarán fuera de ella.

Y era cierto, pero para Sarah iba su temor a un punto más lejano qué al de cualquier estudiante ordinario: la separación, el abandono, la división...tales sensaciones despertaban algo que pocas personas comprendían, con todo y a pesar que Allyson deseaba entenderlo. ¿Qué decir?

¿Decir? Nada en realidad: sólo actuar, y abrazó a su amiga.

—L-lo siento, Allye —Sarah comentó—. ¿Creo que exageré de nuevo, no es así?

—No, no...todos tenemos miedos, y está bien: el mio es aparecer en público con las piernas descubiertas y...bueno, mírame.

—¡Te dije que para eso hay ejercicios!

—Vale, creo que el momento sentimental terminó —Allyson comentó terminando el abrazo.

Pero el insulto no se sentía como tal en ese momento: era algo que, en un instante en que el aire se sentía tan pesado como el acero daba liviandad, ligereza, y un pequeño motivo para reir.

El sentimentalismo, por supuesto, no estaba tan presente del lado de los chicos.

Los varones no sentían menos temor qué sus contra-partes femeninas, pero por una vez, el atrevimiento, el descaro y voz de amenaza autoritaria tendría un uso negativo.

—¡Chicos! ¡Chicos! —Jake gritó, tomando lugar al frente del aula—. ¡Por favor, todos guarden silencio! —ordenó a un grupo de jóvenes hablando y susurrando sobre lo próximo qué tendrían que enfrentar.

Dada la nula capacidad de atención que parecían mostrar, Jake tumbó el escritorio de lado; el gran azote fue suficiente para por fin silenciarlos.

—Gracias por su "amabilidad" —El joven señaló—. Bien, ya escuchamos todo eso. ¿Estamos en problemas? Sí, y grandes, pero antes de que vuelvan a su cacareo de gallinas y sus chismes de comadres, les pido una cosa por favor.

—¿De qué hablas? —Uno de los chicos, un miembro del equipo de luchas, preguntó.

—Les pido dos cosas: calma y paciencia.

El grupo estaba desconcertado: Jake ya tenía una fama ganada, y si se le pedía a un alumno cualquier describir al chico por sus virtudes, "calma y paciencia" difícilmente aparecerían en la lista. ¿Qué podían esperar de él? ¿Rebeldía? ¿Impertinencia? ¿Vandalismo? Sí, sí y sí: pero eso era justo aquello que volvía sus palabras más sorpresivas, y en consecuencia, de ser tomadas más en serio.

—Escuchen...si fuera por mi, lo que pediría sería que le rompiéramos la cara al primer imbécil que entrara a esta aula con la intención de controlarlos; yo mismo trato de controlarme para no soltar un puñetazo a quien se le ocurra sacarme de quicio en este día. Tú, el de la pregunta, Lamar...eres un tipo grande, ¡pobre del maestro jodido que se tope contigo en un mal día! Pero usar la fuerza de manera impulsiva no arreglará esto porque, esta es una de esas situaciones que no se pueden solucionar con fuerza bruta...les pido calma porque con la calma llega la inteligencia. Con la calma pueden escuchar lo que su cabeza les dice, en lugar de aquellas voces gritando a todo pulmón del miedo y de la ira. No...no les voy a mentir: no tengo idea si esto tiene de hecho una solución, pero de haberla, hay que pensarla bien.

—¿Quién te nombró a tu a cargo? —Otro joven, un chico del equipo de baloncesto interrumpió—. ¡Vamos a destrozar el lugar de una buena vez!

—Mira...pregono calma, y si para mantenerla tengo que ponerme en el camino de un larguirucho retrasado sin sentido del auto-control, estoy dispuesto a hacerlo. ¿Estás dispuesto a hacerlo tú, flaco?

El tono de Jake, calmado, pero con fuerza, fue suficiente para hacer retroceder a aquel chico en sus intenciones de desafió. Y de paso, de cualquier otro muchacho que dudara o cuestionara del joven Zabrocki.

—Mirenme, ¿yo, hablando del auto-control? Es como si estuviéramos en un mundo bizarro, y no crean que me gusta. Pero vamos a calmarnos, a pensar antes de actuar, a acumular nuestra ira y frustración para el momento correcto, porque llegará tal momento, y necesitaremos cuanta fuerza podamos...

Era amenazador, pero al mismo tiempo...otorgaba una tranquilidad inesperada, y especialmente, necesaria: todo chico ahí presente, de pronto, sentía nacer en él algo de esperanza y certeza. Probablemente no de todo justificadas, pero un gramo de algo era mejor de nada.

Y es que en momentos extraños, el impulsivo se vuelve calmo, y el cobarde se vuelve valiente; cosa que se veía también del otro lado de la escuela...

—...es por eso, chicas...que les pido su paciencia: tenemos muchos problemas ya de por si como para perder el control por cosas pequeñas y asuntos sin importancia —Allyson, frente al aula, frente a sus compañeras de clase, exponía su tesis—. Podemos resolver esto, podemos salir de este laberinto sin salida obvia, pero sólo si mantenemos nuestras mentes y nuestros corazones calmos, porque ellos, los maestros, el director esperan que perdamos la esperanza y el control...vamos a demostrarles que están jo-di-dos.

Era lo necesario, y aunque la presión y el nerviosismo aún se encontraban dentro de cada chico y chica, de algún modo encontraron el poder para hacer frente al resto del día con la tranquilidad y calma pedidas.

Los grupos fueron en efecto, re-estructurados: para ahorrar espacio, dos mitades de cada uno ahora se volvieron una única clase; en lo que chicos y chicas escuchaban las instrucciones de sus profesores, algunos veían, desde la ventana de sus salones, la instalación de una malla de puas atravesando el colegio, separando los edificios A y B.

—No quería decir nada —Allyson susurró a Sarah, a su diestra—, pero las semejantes alegóricas a la Alemania Nazi son cada vez más difíciles de ignorar.

—¿Eso te parece? ¿No crees que es demasiado?

—¡Inspección de las SS! —gritaron en ese instante dos jóvenes de mirada severa, inexpresiva, viendo brevemente a las estudiantes del nuevo grupo de Allye y Sarah

Entonces, una de las chicas del aula estornudó.

—¡Gesundheit! —expresó uno de los agentes.

—¿Eh...acaba de decir "salud" en alemán? —Sarah preguntó a su compañera.

—Se acabo: si empiezo a ver chimeneas y hornos en la escuela, ¡me largo de aquí!

Pero semejanzas a ciertos periodos históricos más, semejanzas a ciertos periodos históricos menos, a pesar de lo eterno que les pareció en su momento, las actividades escolares por fin concluyeron.

No obstante, hasta salir de la escuela se volvía algo diferente a lo que previamente habían experimentado: ya no se veían esas estampidas de alumnos desesperados por salir del liceo, sino que ahora se habían señalado distintas rutas de evacuación, una para la parte de los varones y otra para la de las señoritas, convenientemente en lados opuestos del colegio.

—Allye, dime una cosa —Sarah dijo mientras ambas caminaban hacía el lado contrario del colegio, en búsqueda de Jake.

—¿Qué cosa?

—¿Cómo...cómo pudiste decir lo qué dijiste a todas esas chicas?

—¿Se te hace raro?

—Es sólo que eso requirió cojones...y la verdad...

—Sé que tengo mi fama de ser nerviosa y cobarde, Sarah...pero en tiempos extraños, extraño también es el comportamiento...además, ayer me quedé dormida viendo una película sobre la vida de Winston Churchill...no sé que tan bien haya funcionado.

—¡Oye, pelirroja! —Ambas amigas escucharon desde sus espaldas; era la voz de una de sus compañeras, sonriendo (algo visto con cada vez menos frecuencia en esos días) frente a un grupo de estudiantes, todas con el mismo semblante.

—¿Qué sucede? —Allyson preguntó.

—Gracias...

Y fue todo lo que dijeron antes de ellas tomar sus propios caminos de regreso a su vez; un breve y corto agradecimiento que sin embargo, pesaba y contaba más de lo que la joven Martin podía entender.

—Está funcionando —Sarah declaró.

—¡Santo cielo, gracias a Dios! ¡Francamente sólo vomité cuantas palabras se me iban ocurriendo en el momento! ¡Eso de la oratoria no es nada sencillo! ¿Cómo Churchill podía hacerlo? ¡Y con labio leporino o...lo que se que tuviera de malo su boca!

—Eso explica porque empezaste el discurso con un ejemplo de la película "Sucker Punch".

—Ahora en retrospectiva empiezo a pensar que el director LaFontaine no está loco realmente, sólo tiene mucho pánico escénico.

—Sigue sin explicar lo del "cuerpo"...

—Nos ocuparemos de un posible asesinato más tarde Sarah; por ahora, vamos por partes.

—¿Qué tal su día, señoritas? —Jake las saludó, encontrándolas doblando la primera esquina.

—¡Jake! —Las dos jóvenes exclamaron con alegría al mismo tiempo, corriendo en su búsqueda, abrazandolo.

—Yo, siendo abrazado por dos chicas en uniformes escolares...he tenido sueños así...MUY buenos sueños.

—¡Oh Jake! —Allye, aún sujeta de su compañero, exclamó—. ¡Me alegra tanto verte que extrañaba tus vulgaridades e insinuaciones de doble sentido!

Y aunque bromeaba, y a pesar de que él mismo no le gustaban los sentimentalismos, Jake se sentía igual: había sido poco tiempo, pero el trauma de estar separados en clases por primera vez era demasiado. Jake devolvió el gesto, abrazándolas con el mismo cariño.

Y tras cursílerías varias que hacían cuestionar a Jake si tanto tiempo juntándose sólo con dos chicas le estaba, la tercia de vándalos emprendió camino lejos de la escuela, esperando dos cosas de vital importancia: cambiarse de esas ropas ridículas, y poder proseguir con su investigación.

—...y básicamente sólo escupí lo que se me ocurrió —Jake explicó en su caminar la proeza de ganarse a todos sus compañeros estudiantes presentes —. ¡De buenas y había visto una peli de la vida de Winston Churchill la noche anterior! ¡Ese hijo de puta si que sabía hablar!

Pero antes de dividir sus rutas, los tres notaron la presencia de un hombre en gabardina y fedora.

—¿Podemos ayudarlo? —Allye le comentó una vez que su cercanía era la suficiente.

—¿No es un exhibicionista, verdad? —preguntó Sarah.

—¿Q-qué cosa? —El hombre balbuceó.

—¡Sí! ¡Ya sabe! Por eso de que trae la gabardina...me da la sensación de que se la va a abrir y veremos más de lo que tres menores deberían ver.

—¡No cabeza hueca! —exclamó el sujeto quitándose el sombrero, revelando su identidad—. ¡Soy yo!

—¿Director LaFontaine?

—Así es.

—¿Entonces...no va a exhibir nada?

—No lo creo...

—¡Caramba! ¡Nunca me toca!

—No le haga caso a Sarah —Allye intervino—. Tenemos la teoría que la pubertad le pegó más duro que lo usual a la pobre loca. De todos modos, ¿qué pasa? ¿Por qué nos vino a buscar?

—Sobre el asunto...bueno, esperaba llevarlos con discreción a un lugar escondido para hablar con ustedes, pero dado que su amiga me obligó a desenmascararme...

—Siendo honestos, director —Jake interfirió—, eso de un sujeto de unos cuarenta o cincuenta todo cubierto hablando con tres adolescentes y luego quererlos llevar a un "lugar escondido"...¿No cree que suena mal?

—Vale, ahora me doy cuenta de eso, pero no había otro modo de comunicarme con ustedes.

—Pudo ya sabe...enviarnos un e-mail: le dejamos nuestras direcciones en la última visita.

—Bueno, esa era una posibilidad.

—También pudo llamarnos —añadió Allyson—. También le dimos nuestros números.

—Sí...era lógico.

—¡O un mensaje de texto!

—¡Sí ya entendí! —Con enojo respondió el ex director —. ¡No lo pensé bien! ¡Pero tienen que verlo desde mi perspectiva! ¿Acaso...acaso saben lo difícil que es encontrar motivos para usar fedora y gabardina en estos días? ¡Sólo quería añadir algo de magia y misterio a mi vida! ¡Gracias por llamarme "pervertido"!

—Ya, ya director —Allye consoló—. No fue nuestra intención, perdónenos.

—Sólo los perdonaré porque lo que tengo que decirles es una galleta grande.

—¿Qué? ¿Acaso descubrió algo?

—Sí, y es aterrador: muchachos, ustedes están siendo seguidos y vigilados.

—¿A qué se refiere?

—Vengan a mi casa: ya verán de que hablo.

—¡Pero primero quería ir a mi casa a cambiarme! ¡Hace frío! ¡No sé como otras niñas aguantan eso en las piernas!

—¿Será porque otras chicas tienen algo de carne en sus brochetas? —Sarah sugirió.

—¡Uy, perra! —LaFontaine exclamó, riendo con brevedad antes de volver a su expresión de seriedad.

—Antes que estas gatas se destrocen —Jake habló—. ¿Puede decirnos qué quiere decir, director?

—Sí, por supuesto. ¡O mejor aún! Se los puedo mostrar.

—¡Pero..!

—¡Ya! ¡Está bien rojilla! ¡Vamos a sus casas y cámbiense!

Y tras cumplir con la demanda de Allyson, los chicos se dirigieron al hogar del director LaFontaine.

—Bien, ¿qué desea mostrarnos? —Jake preguntó, ya en el interior de la casa del docente, de brazos cruzados, esperando que no se trataré de alguna tontería al azar que los hiciera perder el tiempo.

—Sí, ¿cómo está eso de que estamos siendo vigilados? —cuestionó Allyson.

—Escuchen, el asunto es medio turbio —LaFontaine comenzó a explicar—, porque verán, el día en el que estuvieron aquí, noté algo extraño en mis grabaciones.

—¿Grabaciones?

—Sí.

El director tomó una cinta de video y la insertó en un viejo VHS; aquello que les quería mostrar hablaba por si mismo (o bueno, eso creía el director)

—¿Tiene cámaras en su casa? ¿Acaso es un barrio muy inseguro?

—¿Inseguro? ¡No, nada de eso señorita Martin! Es para vigilar los malditos duendes de jardín de la casa de junto.

—¿Disculpe?

—¡Estoy seguro que son los que tiran mi basura durante la noche! ¡Cobran vida, lo sé! —El director exclamó con una pasión admirable, y perturbadora mientras buscaba la escena que quería mostrar.

—¿Sabe qué podían ser sólo mapaches o perros, verdad?

—¡He visto a esos duendes! ¡Lo sé!

Pero no había tiempo para argumentar a favor o en contra de la existencia de seres feéricos; la escena que buscaba el director estaba por fin a la vista.

—¿Eso fue cuándo vinimos, no es así?

—Sí señorita Martin, la hora marcada el día señalado.

Después de que los jóvenes abandonaran el hogar de su antiguo director, un joven, en uniforme, el mismo uniforme de las SS se divisó brevemente dando un vistazo al interior de la casa.

—¿Qué hace ese chico ahí? —preguntó Jake.

—Ahí tienen su pregunta del millón de dolares, muchachos.

—¿Saben acaso lo qué esto significa? —Allyson, sintiendo una pequeña dosis de euforia y ánimos, les cuestionó—. ¡Ya tenemos un pequeño indicio! Sé que no es mucho, y que aún queda trabajo por hacer, pero ahora por fin nos estamos acercando a algo.

—Están más cerca de lo que creen, jóvenes —El director, de pie, comentó.

El educador se dirigió a su clóset, abrió la puerta, y lo qué yacía en su interior, sorprendió a sus jóvenes invitados.

—¿Acaso...acaso es él ese chico? —Allye, incrédula, preguntó tras asomarse en el cuarto.

El chico estaba vendado, amordazado y atado de manos y piernas, retorciéndose como un pez recién sacado del estanque.

—Director...eso de tener a un menor de edad en su hogar básicamente como un prisionero, como que le podría dar problemas en el futuro.

—Hmm...en retrospectiva, ¿no se ve bien, verdad?

—Con todo, sigue siendo el "buen" director —murmuró Jake.

—¡Bueno! ¡Hay que ver lo positivo! ¿Querían pruebas y pistas? ¡Ahora tienen a un sospechoso! ¡Pueden preguntarle lo que quieran!

—No es lo más ética o legal, pero creo que es cierto...

—Primero lo primero: ¡Desaten un poco al pobre infeliz! —Allyson ordenó.

Jake lo tomó, lo sentó en una vieja silla de madera y le quitó la venda de los ojos y de la boca.

—¡Ya verán! ¡No pueden tratar a alguien de esta manera! —El chico vociferó —. ¡Saldré de esta y les meteré una demanda que hasta sus nietos necesitarán un abogado!

—¿Cómo calmamos al chico? —Sarah preguntó.

—¡Al carajo! ¡No tengo tiempo para esto! —gritó Allye.

Ella entonces, se acercó al muchacho, posó sus manos detrás de su nuca, y dirigió la boca del prisionero a la suya, uniendo sus labios en un pasional beso.

Y de pronto, el chico dejó de mostrarse tan arisco y escandaloso; al contrario, su mirada lucía relajada, y su tono más cooperativo.

—¿¡Qué carajos fue eso!? —Jake exclamó.

—Ya sabes: una mezcla de desesperación, temor a ser arrestada por complicidad en secuestro de un menor de edad, las lecciones de besos que Sarah me ha dado...

—¡Sí! ¡Mi niña ha aprendido bien! —Sarah congratuló tras ver como la pelirroja dobló la voluntad del muchacho con su acto de "seducción".

—Momento, ¿lecciones de besos? ¿Sarah...te enseñó a besar? ¿C-cómo...precisamente?

—Mejor dejemos eso a la imaginación de los escritores de fanfics —Allye respondió—. De momento, hay que actuar.

—Vale...sólo digo que a mi nunca me has besado así...

—¡Qué tierno! ¡Está celoso el niño! —Sarah exclamó, mezclando ternura y burla como únicamente ella sabe hacerlo.

—¡Enfoque chicos! —LaFontaine demandó.

—Claro, claro. Bien, creo que seré yo la interrogadora —sugirió Allye—. Muy bien muchacho, ¿cuál es tu nombre?

—C-Clark —respondió, aún aturdido, mirando con encanto a la pelirroja.

—Bien Clark, ¿qué estabas haciendo aquí?

—Y-yo...

El chico quería ocultar sus verdaderas intenciones, pero Allyson, que al parecer tomó muchas y detalladas notas de Sarah, parecía mantener al pobre joven bajo su control con sólo un coqueto batir de pestañas y una sonrisa.

—Y luego a mi me llama "zorra" —Sarah pensó, aunque no necesariamente de manera despectiva...

—Vamos, ¿qué es lo que querías? —Allye insistió.

—Puedo meterme en muchos problemas si es que descubren que los ayudé.

—No tienes que temer, en absoluto. Somos tremendos hijos de puta aquí, si es necesario te protegeremos, pero necesitamos tener una razón para hacerlo. ¿Seguías al director LaFontaine o nos seguías a nosotros?

—Pues...sólo recibía ordenes.

—Eso es evidente, Clark. ¿De quién? ¿Acaso el director Weinbach te ordenó específicamente esta tarea? ¿Espiar a LaFontaine?

—No.

—¿No "qué"?

—No iba a espiar a LaFontaine; él es, en palabras del nuevo director, "inofensivo siempre y cuando le des una bola de estambre"...pero si nos ordenó vigilarlos a ustedes —concluyó su oración, con cada palabra tornando su voz más susurrada.

—Clásico —Jake expresó—. El muy cabrón debe saber que olfateábamos pescado podrido desde que él se hizo al mando de la cocina.

—Sí...él sabía que ustedes podrían causarle problemas, y que lo más seguro era mantener un ojo cerca.

—¿Pero por qué bajas la voz? —Allye preguntó.

—¡Piensen! Si no me reporté para dar mi informe, ¿no creen que ya deben sospechar algo? ¿No creen que debe haber alguien ya ocupando mi lugar en este mismo momento?

—Tiene razón...es peligroso hablar de esto.

—Descuida, muchacha —LaFontaine interfirió—. No creo que haya muchos problemas al respecto.

—¿Cómo estás tan seguro?

—¿No se han preguntando acaso cómo el chico aquí fue capturado en primer lugar? Si otro espía se acerca a la casa, lo más probable es que será capturado de la misma manera...

Y para corroborar la confianza del director, un gritó de dolor fue escuchado desde el patio.

—¿Qué fue eso? —Jake preguntó.

—¡Alguien cayó en mi trampa para duendes!

Y tras echar un vistazo al exterior, notaron que en efecto, una joven ahora era la que se encontraba atrapada por una trampa de osos adaptada para la anatomía del duende; claro, eso la volvía no letal para seres humanos, pero eso no quitaba el hecho que al menos recibían un muy buen golpe.

—¡A ella! —ordenó el docente.

Y ahora, con una nueva prisionera en su custodia, atada junto a Clark, el interrogatorio prosiguió.

—¿Por qué el espionaje? —Allye expresó—. ¿Somos una amenaza tan grande acaso? ¿Qué hay detrás de todo esto en realidad?

—Pues...

—¡No hables Clark! —la nueva capturada ordenó—. ¡No podemos romper el código de las SS!

—¡Por favor! ¡Ya están capturados! ¡Sólo hablen! —Apenas pudiendo lidiar con la impaciencia, Jake exigió.

Y es que con su voz profunda, su rostro expresivo y de mirada firme, y sus biceps descubiertos por su camisa, la amenaza de Jake estaba tomando una dirección diferente, y Allye lo notó.

—Jake, Jake —la pelirroja susurró—, ¡háblale dulce!

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Jake cuestionó, dando espaldas a los interrogados.

—¿No aprendiste nada? ¡El sexo vende!

—¡Claro que lo sé! ¡La mitad de mis primos, hombres y mujeres, terminan de desnudistas! ¿Pero qué quieres decir?

—Viste como doblé al chico, tú puedes hacerlo también.

—¿Doblar al chico? ¿No es una de esas cosas que aparecen en los comics japoneses gay de Sarah?

—Valdría la pena ver eso alguna vez —Allyson, ruborizada, y temporalmente con sus ojos vislumbrando una escena así, contestó—, pero me refiero a la chica.

—¿Qué? ¿Me estás dando permiso para seducirla? ¿Acaso esperas que la bese?

—¡Claro que no! ¿Estás loco? ¿Besar a una chica atada? ¡Eso sería acoso sexual!

—¿Y los celos no tienen nada que ver en esto, Allye?

—¡Sí! ¡Un poco! ¡Pero el punto es que sería muy mal visto!

—¿Entonces está bien que tu beses a un chico que no es tu novio pero yo no puedo hacer eso con una chica? ¿Soy el único en notar un...doble estándar?

—¡No te puedes ofender por un doble estándar! ¡Eres hombre!

—¿Y?

—¡Sólo las mujeres se pueden ofender por un doble estándar!

—Eso es un doble estándar...

—¡Niños! ¡Pueden dejar el debate de cuestiones de género para la clase de Ciencias Sociales o para el obligatorio e inevitable episodio de "cambio de cuerpo"! —Sarah exclamó—. ¡Tomen una decisión pero ya!

—Vale...lo siento...entonces, Jake: sólo...sólo háblale bonito.

—No Allye...yo tengo mis propios métodos de seducción.

Jake se acercó a la prisionera con las manos en sus bolsillos, con una pose perfecta, varonil, que amenazaba pero al mismo tiempo conquistaba.

—¿Cómo te llamas? —preguntó.

—Me llamo...me llamo Carly.

—Carly...¿O sea tenemos un...Clark y una Carly?

—Sí...nos asignaron por orden alfabetico.

—Eso me confundirá...pero bueno, ¿puedes responder nuestras preguntas?

—No.

—¿Qué tal por 50 dolares?

—Hazlos 100.

—70.

—80.

—¿Qué tal 75?

—Hecho.

Y el trato quedó cerrado.

—Tu tienes tus métodos, Allye —Jake comentó, tras voltearse de nueva cuenta hacía su amiga—, yo tengo los mios, y con el tiempo he descubierto que todos hacen lo que quieras si les llegas al precio.

—Tengo la sensación que eso te lo aconsejó uno de tus primos en el negocio del sexo-servicio...

—El abuelo Vlada siempre tenía algo que decir...

—Entre más sé de tu historia familiar, más me pregunto si ese chico italiano era tan mala opción...

Pero luego habría oportunidad de cuestionar posibles prospectos de pareja; Jake tenía que proseguir con sus preguntas.

—Bien, ¿así que nos espiaban, eh?

—En efecto —Carly respondió.

—Lo que voy a preguntar a continuación es muy importante: ¿El director ordenó vigilancia a todos, o dijo específicamente nuestros nombres?

—Se refirió a ustedes como "la nerviosa colorada, el imbécil y la esquizofrénica"...luego para aclarar, dijo sus nombres.

—¿Por qué? ¿Acaso el director tiene algo que ocultar?

—Muchachos...no tienen idea...

—¿Cómo qué muchachos? Somos de segundo año, y tú...supongo que debes ser de primero pero pareces de primaria...

—¡Problemas con las hormonas de crecimiento! ¿Contentos?

—Lo siento. En fin, vamos, ¿realmente es tan oscura la cueva?

—Creo que usaste la analogía correcta.

—Hay algo, una teoría, o más bien, una explicación en la cual hemos estado trabajando, pero no tenemos aún fundamentos para sostenerla.

—¿Sobre qué?

—El llamado "Profeta".

—El Profeta...sí, creo saber a donde van —Carly murmuró cerrando los ojos brevemente—. No tengo lamentablemente pruebas tampoco...pero si creen lo que nosotros en las SS creemos, entonces probablemente no estamos tan lejos de la verdad ni unos ni otros.

—Apuesto a que por más publicidad y propaganda que dice el director Weinbach, detrás de cámaras no tiene tanta urgencia por buscarlo. ¿Por qué se debe eso?

—No lo sabemos realmente...

—¿Y qué hay lo de su casa? ¿Sabes qué sucedió con el domicilio del director?

—El director Weinbach, ahora con un nuevo salario, aprovechó para mudarse...convenientemente en momentos en los que los observamos a ustedes.

—El bastardo sabía que íbamos tras su rastro —Allyson declaró.

—Perro huele perro, sin lugar a dudas —murmuró Jake —. Y si es que movilizó sus cosas tan de prisa, es que sí tenía algo oculto...¿Pero qué?

—¡No lo sabemos!

—¿Cómo no sabemos nosotros qué están protegiéndolo?

—Porque... —Carly suspiró con grandes desánimos, pero al no poder escapar ni evadir la respuesta, tomó aliento, y continuó con sus palabras—. Porque no creas que el nuevo director tiene ya mucho apoyo por parte nuestra: al principio, cuando los bullies y los matones fueron detenidos, pensamos que era algo bueno tenerlo a cargo...pero somos estudiantes también, y conforme ponía más y más medidas...la confianza en él en muchos de nosotros comenzó a minar.

—¡Carly, por favor no...! —exclamó Clark.

—¡Basta! ¡Sabes que es verdad! Sólo que no es algo que a uno le guste admitir.

—¿Entonces no tiene ya mucho apoyo? —Jake preguntó.

—Bueno, supongo que decirle "cabrón aprendiz de dictador" en el Facebook cuenta como eso.

—¡Es cierto! —Sarah exclamó, con su teléfono en manos—. ¡Hay un grupo llamado "Porque yo también creo que el director Weinbach es un cabrón aprendiz de dictador"! ¡Y ya tiene 3 mil "me gusta"!

—¿3 mil? ¡No hay tantos estudiantes en Hopewell High! —Allye señaló.

—¡Vamos! ¿Acaso no has usado la internet antes? ¡La mitad de la internet es porno y la otra mitad es comentar lo mucho que odias a una persona, celebridad, película o serie!

—Punto concedido Sarah...punto concedido.

—Suficiente de eso —Jake buscó retomar el hilo de las preguntas—. Entonces, aunque ustedes no tienen evidencia de algo "torcido" de parte de Weinbach, ¿al menos se puede decir que tendrían la disposición de ayudar en nuestros esfuerzos?

—Es posible —Carly contestó—. P-pero, ¿de qué estamos hablando aquí?

Allyson y Jake se miraron por un instante, sabiendo que había una ventana de oportunidad para intentar algo.

Y en medio de la fragua de sus ideas, se escuchó un teléfono.

—Es el mio —aseguró Carly.

—Vale...creo saber lo qué hay que hacer aquí —dijo Allyson mientras se acercaba para desatar a la joven.

—¿Qué debo hacer?

—Contesta, pero cuidado, y lentamente.

Carly tomó su celular, y lo contestó.

—¿Aló? ¿Director?

—Sí, señorita McKinley. ¿qué tal la vigilancia?

—¿La...vigilancia?

—Sí jovencita, ¿está siguiéndolos, no es así?

—Sí, sí...justo estoy atrapada en el tema.

—No los pierda de vista; esos chicos pueden ser un riesgo para la gestión si los perdemos de vista. ¿Entendido señorita McKinley?

—Claro que sí, director.

—Por cierto, hay un asunto más, y nadie me ha podido responder con claridad.

—¿Qué sucede, director?

—No noté a ese otro chico, el joven Stipe, Clark Stipe, ¿se reportó? No recuerdo haberlo visto y no lo vi anotado en el rol de agentes.

—Él...Él está enfermo, director.

—¿De verdad?

—Sí, fui a visitarlo, ya estamos...de nueva cuenta cubriendo la ruta.

—¿En serio? ¿Puedes pasármelo?

—Claro que sí —Carly respondió y bajo el teléfono momentáneamente, tapando sus bocinas —. ¡Desaten a Clark!

—¿Qué? —Todos los presentes mencionaron.

—¡El director quiere hablar con él! ¡Vamos, rápido!

Jake se apresuró a desatar las cuerdas del muchacho mientras Carly ganaba algo de tiempo.

—¡No señorita McKinley! ¡No creo que el gorila de ese comercial sea de verdad! —El director Weinbach exclamó—. ¡Ahora por favor puede pasarme al joven Stipe!

—¡Sí! ¡A eso voy! —Carly comentó y volcando su atención hacía aquellos a su alrededor—. ¿Ya?

—¡Sí, ya! —Jake exclamó.

Y Carly pasó por fin el telefono a Clark.

—¿Director Weinbach? —tembloroso, el muchacho expresó.

—¿Joven Stipe? ¿Se encuentra bien?

—Sí, ya estoy un poco mejor; en la mañana no lo estaba de todo pero me sentí tan bien desde el mediodía que quise continuar al menos con la vigilancia.

—¿En serio? Vaya...me agradas muchacho, disciplina dentro de lo posible.

—Gracias señor.

—Continua en vigilia, y no olvides traer justificante mañana...y si puedes, dale un vistazo también a Carly: siento que algo está ocultando, ¿entendido?

—Sí director...

Y la llamada llegó a su fin; Carly, pero sobre todo, Clark, suspiraron sin entender aún (pero sin cuestionar) como habían salido de tal embrollo.

—Señores...bienvenidos a la revolución —Sarah les aseveró, de manos en su espalda, y con una expresión sobria y enfocada.

—¿No están olvidando algo? —Carly preguntó.

—¡Ah claro! —La morena exclamó, ya en una voz más reconocible: chillona e infantil —. Bien, entonces, ¿Jake, le pagas a la dama?

—Por supuesto. ¿Allye?

—¿¡A mi qué me miras!? ¡Tú ofreciste el dinero, yo no!

—¡Yo no tengo 75 dolares conmigo!

—¡Calma, calma niños! —intervino el director LaFontaine—. Miren, busquen sus bolsillos que entre todos completaremos la cuenta.

Y entre los recursos combinados de tres adolescentes drogadictos y un docente suspendido, la suma de dinero fue alcanzada en su totalidad.

—Bien, saldando una deuda por el momento, ¿qué haremos ahora? —Jake comentó.

—Ahora tenemos un arma que nos será de gran utilidad y podría por fin el marcador a nuestro favor —señaló Allye.

—¿Qué? ¿Estos chicos? —El joven Zabrocki comentó señalando a Clark y a Carly.

—Hasta donde Weinbach sabe, ellos siguen siendo fieles a él...y ellos pueden entrar a áreas y ver cosas que nosotros no podríamos de modo alguno.

—¿Quieren...usarnos de agentes dobles? —titubeando, Clark preguntó.

—Es lo mejor que hemos conseguido. No podemos desaprovechar esta oportunidad.

Y es que después de muchos intentos de derribar un muro sólido, una pequeña grieta se abría frente a ellos. Pero había demasiado que planear, y pensar, pero si querían acabar con el reino del terror de Weinbach, no podían esperar otra esperanza después de esta.

N/A: De nuevo, gracias por poner atención a esta historia, y creanme que cada comentario me da la energía no sólo para seguir, sino para hacerlo mejor conforme avanzo.

Recuerden: agradezco comentarios y votos de todo tipo...y bueno, comentarios puedes ser varios, pero solo se puede o votar o no (no pensé bien esa frase, ¿verdad? .___.)

Nos vemos la siguiente entraga, ojala no hayan sentido pesado el capitulo.

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