Capitulo XX: Sarukkah, Oh Sarukkah

Una promesa es una promesa, y en ciertos casos, más que una obligación, era un gusto cumplir con lo convenido. Y cuando Sarah prometió pasar el Hanukkah con su abuela, en su casa de Edmonton, sabía que el gusto sería grande.

La joven había disfrutado un hospedaje digno de una princesa en el hogar de Ruth: una lujosa residencia de tres niveles, un jardín enorme y toda clase de artilugios comprados o hurtados de los viajes de Ruth alrededor del mundo.

Al ver tal espectacularidad, Sarah comprendió una realidad inmutable en cualquier tiempo y en cualquier lugar.

—El espionaje y el asesinato político pagan—pensó mientras observaba el nevado paisaje desde la ventana del cuarto de invitados.

¡Y eso es otro detalle! ¿El cuarto de invitados? ¡Que aristócrata sonaron tales palabras! Esa habitación casi no se usaba, era un rincón semi olvidado que sólo parecía cumplir la función de guardar polvo, pero solo bastaba un vistazo para sentir que ya estabas en deuda.

—Jake amaría estar aquí, eso es seguro —Se dijo mientras veía con detalle una lampara de la mesa junto a su cama.

Pero si quería ver lujo, todo lo que debía hacer era echar un vistazo al espejo de cuerpo entero y poner atención a su reflejo.

El primer día que llegó, Ruth llevó a Sarah de compras: la ropa invernal de la joven era una mezcla de entre lo que recibía de la beneficencia y viejos disfraces de Halloween (y mallas de demonio no son buenos conservadores de calor para un Diciembre en Edmonton), así que su abuela con gusto puso su chequera para hacerla vestir de manera algo decente.

Y vaya que lo había logrado.

El abrigo que usaba...ni siquiera sabía de que animal provenía la tela; la falda y las mallas que usaban solo las había visto en catálogos de productos más costosos que su presupuesto anual de comida, y la boina sobre su cabeza...lucia bien.

Ella lucía bien, no tenía reparo en pensarlo, y la había pasado bien: El encendido de las velas, el karaoke, Adam Sandler en vivo para cantar su canción de Hanukkah, Dimitri haciendo malabares en un mono-ciclo rodeado por escorpiones vivos: Ruth sabía divertirse, pero a pesar de que todo estaba ahí, en bandeja de plata (literalmente de plata) no estaba teniendo "el tiempo de su vida" como había pensado.

—¿Será acaso...qué extraño a mi familia? —pensó.

Pero luego como un relámpago recordó la completa negligencia de su madre, el desinterés de su padre, y el hecho que su hermano le debe 100 dolares, y supo que fuera lo que fuera que causaba su desanimo, no se trataba de eso.

La noche se asomaba por fin en el horizonte; era el momento de encender una vela más.

—¡Sarah! ¡Hija ven! —exclamó Ruth al ver a su nieta bajar por las escaleras—¡Hoy encenderemos el menorah afuera!

—¿Afuera? ¿Por qué?

—¡Por esto! —Ruth le mostró dos arco.

Sarah también noto dos juegos de flechas, y llegó a la conclusión del imaginativo método que su abuela había creado para encender las luces del Hanukkiyah.

—Oye abuela, pero el candelabro es algo pequeño —Sarah comentó mientras ambas caminaban al punto de lanzamiento.

—¿Crees que no le podremos dar? —Ruth cuestionó.

—¿Darle? ¡Te ganaré! Pero me refiero a que, ¿no se caerá a puros flechazos?

—No te preocupes: tengo algo para sujetarlo...

—¡Me merezco ese aumento Señora Greenberg!—Sarah escuchó a la distancia: ella volteó en dirección al menorah y encontró que Dimitri lo sostendría con sus manos.

—¡Esto es...genial! —Sarah expresó dando un pequeño brinco de la emoción.

—Perfecto. Primero vas tú —sugirió Ruth.

Sarah se tomó su tiempo para calcular bien la distancia, la velocidad y el ángulo perfecto, y cuando se sintió lo suficientemente segura, finalmente soltó la flecha...

—¡Ah! ¡Mi rostro!—Dimitri exclamó

—Creo que fallaste...

—¿Quién dice que apunté al menorah?

Después de varios tiros, una buena noche de beber, comer y cantar desafinado en karaoke y de una buena cita con el pabellón de quemaduras del hospital, Ruth estaba algo cansada, igual Sarah, y se fueron a descansar.

—Buenas noches abuela. Feliz Hanukkah —Sarah comentó tras subir las escaleras junto a Ruth en camino a sus respectivos dormitorios

—Feliz Hanukkah hija. Duerme tranquila.

Sarah se perdió de su vista en la oscuridad de esa noche, y aunque había logrado arrancar unas sonrisas a su nieta, Ruth, pensativa, no lograba descifrar que sucedía con ella.

No es como si no lo hubiera intentado, y no es como si no fuera un gusto: ella amaba pasar tiempo con su nieta tanto como su amor a la nieta en si. La vistió en ropas que a cualquier otro le hubieran tenido que costar un primogénito, le dio una habitación más grande que la sala de su hogar en Toronto...habían tirado flechas en brazas, y sin embargo, las sonrisas y alegrías que Sarah demostraba eran efímeras, temporales, y se perdían al final de la noche.

—Quizás...extraña a su familia...

Pero el refrán "hijo de tigre" se hizo presente, y Ruth pensó que esa posibilidad era increíble.

—Por favor, por favor —pensaba Sarah tras marcar el teléfono, aún despierta, ya en la madrugada—. Contesten chicos...

Pero solo escuchó el mensaje del buzón de voz: no estaba ninguno de ellos presentes.

—Hola...si, soy Sarah. Allye, la estoy pasando bien aquí, han sido días divertidos: hoy herimos a alguien con fuego...si, mi abuela es genial...en fin, si estás por ahí, devuélveme la llamada...lo mismo para Jake, traté de llamarlo pero él no contesta...y...la verdad es que me siento...

—¡Hola Sarah!—escuchó la joven gótica al otro lado de la linea: era la voz de Allyson

—¿Allye? ¿D-dónde estabas?

—Salimos al centro mi hermana y mi madre, ¿qué haces llamando a estas horas de todos modos?

—Nada, solo...nada, iba a dejarte un mensaje.

—Vaya que lo creo: veo que me has enviado varios mensajes, mil perdones por no contestar, es que...han pasado cosas algo raras aquí.

—¿Raras? ¿En qué sentido? ¿Bueno, malo, regular, quiero hacer una llamada telefónica?

—Raras como en..."bueno". Han surgido cosas buenas últimamente...

—Vaya que lo creo, ¿tú, pasando tiempo con tu madre y tu hermana?

—Te dije que eran raras, y dime. ¿Qué tal todo con tu abuela?

—Ha sido increíble, tienes que ver las fotos que subí en linea...

—¿Sarah, estás enferma? ¿Suenas algo nasal?

—Si, es que estaba algo frío afuera: sé que eres friolenta Allye, pero créeme que nada se compara a la arquería en la nieve.

—Estoy segura que si.

—¿Y qué hay de Jake? No contesta tampoco, ¿qué sabes de él?

—Oh, eso...solo podía llamar a una persona y creo que hizo bien en llamar a su abogado.

—¡Ese es mi Jackie! Solo...no le digas que aún le digo así...

—Diría si no te cuesta mucho hacer la llamada pero creo que tu abuela lo tiene cubierto, ¿no?

—Si, créeme: este lugar es tan increíble que parece que Charlie Wonka hubiera sido su último dueño.

—Tengo que irme por ahora, pero si quieres enviame un mensaje, o bueno, si quieres hablar de nuevo...

—Si, es que...no sé, quería oír sus voces—Sarah pronunció casi en un susurro.

—Lo siento, creo que no entendí bien lo último que dijiste.

—Descuida...y Allye, Feliz Navidad, Festivus y Hanukkah.

—¡Feliz Navidad, Festivus y Hanukkah a ti también!

Y su amiga colgó: Sarah jamás pensó extrañar tanto el tono quejumbroso y sabiondo de Allyson, pero creo que en tales circunstancias la que sonaba quejumbrosa era ella.

—Señorita Greenberg—Dimitri dijo, asomando su rostro al cuarto

—¡VIOLADOR!—Sarah gritó, tratando de cubrir su cuerpo con su bata para dormir

—¡No grite por favor! ¡Si la Señora se entera me acabara de quemar!

—Oh, lo siento Dimi, pero tienes que admitir que entrar al cuarto de una bella jovencita en paños menores como yo a mitad de la noche se ve... "violatesco"

—No creo que esa palabra exista...en fin, ¿tiene problemas para dormir? ¿Quiere que le traiga algo para dormir? ¿Calmantes...un mazo?

—¿Quieres otra flecha esta vez donde te platiqué?

—Solo bromeo Señorita Greenberg.

—¿Y qué tal tu rostro? ¿Estará bien?

—Parece que si: tendrán que quitarme piel del glúteo izquierdo y pegarlo para hacer injertos pero...no me quejo.

—Creo que debería disculparme, pero supongo que este tipo de cosas pasan más de lo que creo no.

—Me advirtieron sobre eso de trabajar para un Greenberg, pero trabajo es trabajo.

—Comprendo bien...em, ¿puedes retirarte? Tengo algo de sueño.

—Por supuesto Señorita Greenberg.

—Oye, y si escuchaste o viste algo como yo a punto de quebrarse en llanto por la soledad puedo asegurarte que es solo algo que debiste haber imaginado.

—No escuché o vi nada así, pero puedo garantizarle que de ser así, guardaría el secreto...

—Si..bien, gracias y...buenas noches.

—Buenas noches Señorita Greenberg, y Feliz Hanukkah.

Y Dimitri se retiró, y era cierto: se debían respetar los espacios, pero con una visión afectada por quemaduras en la zona alrededor de los ojos lo lleva uno a meterse en lugares no buscados, lejos de donde era requerido en realidad.

—Señora—Dimitri mencionó al entrar al cuarto de Ruth—. Aquí tengo su calmante.

—Gracias Dimitri, en verdad no he podido dormir muy bien últimamente—mencionó tomando la pastilla y un vaso de agua a lado de su cama.

—Son días muy atareados, y puedo ver que...

—¿Si, Dimi?

—¿Es el insomnio hereditario?

—No lo sé...espera, ¿por qué lo dices?

—Nada en particular, pero dígame, ¿ha notado algo extraño en Sarah?

—¿Extraña? Al menos yo no: ella parece tan normal como yo.

—Creo que con eso lo dijo todo...

Dimitri se encaminó a la salida del dormitorio de su patrona, pero antes debía responder una duda por parte de ella.

—Espera un momento.

—¿Si, Señora?

—¿Notaste algo tú?

—Solo porque temporalmente haya perdido el 20% de mi capacidad visual no significa que sea ciego.

—¿Es tan obvio eh?

—No sé si sea tan obvio, pero créame: ustedes dos son tan parecidas que saberla leer a usted y sus expresiones es saber leer las de ella.

—Yo podría leer las tuyas, pero entre tanto vendaje...

—Solo creo que estas fechas ponen a muchos muy sensibles y uno desea pasarla con su familia.

—¿Sarah? Yo soy su única familia, ¿con quién más iría? ¿La puta de mi hija, el imbécil de mi yerno? ¿Ese otro nieto del cual no recuerdo el nombre?

—La sangre no siempre es sinónimo de familia

—Dímelo a mi: de ser así, después de esa transfusión de emergencia en la selva panameña estaría relacionado con una tribu que venera cubetas de KFC...

—¿Recuerda cuándo se encontró con su vieja amiga en Toronto, Señora?

—¡Oh si!—respondió Ruth sonriente

—¿Cómo se sintió al verla otra vez?

—Muy bien en realidad, porque fue como reencontrarse con...no sé explicarlo, a veces "amiga" no alcanza, fue casi como volver a ver a un familiar...

—Creo que ahora lo puede entender...

Y Dimitri salió. Ruth, cansada por el medicamento contra la falta de sueño, no demoró en caer, pero solo tenía una idea en su mente.

—Solo una cosa, antes de que te vayas, Dimi—mencionó la Señora Greenberg.

—¿Si?

—¿Desde cuándo te volviste ese "sabio cósmico" que habla en frases vagas y lleva a las personas a su alrededor a epifanías?

—Buena pregunta —Dimitri respondió, confundido—. Creo que mañana mismo me hago un examen del cerebro porque se me hace que el flechazo pudo flechar más de lo pensado

Dimitri por fin se retiró, ahora un poco asustado ante la perspectiva que puede o no tener daño neurológico, pero ese problema se tratará después, pensó Ruth.

—¿Por qué Sarah no puede ser una adolescente normal? Con ropa bonita ya la hubiera ganado.

Pasaron dos noches más, y ya se encontraban en el último día de la festividad: Sarah la había pasado bien, no tenía quejas de ello, que va, aún si las tuviera, no tendría la cara para decirlo, pero pasar ese tiempo con una persona que tan ausente había estado en su vida fue algo que no podía explicar, y en todo casi, ni siquiera valdría la pena intentarlo.

Pero al mismo tiempo, un vació sentía, al no tener junto a ella a esas personas que si habían estado a su lado durante tantos años.

—¡Eso fue increíble abuela!—Sarah expresaba, caminando a lado de su abuela de vuelta al hogar, tras aventurarse en unas zonas boscosas cercanas al hogar de Ruth—. Aunque no sabía que desollar un alce con una cuchara era tradición de Hanukkah.

—Lo es por aquí: solo deja que Dimitri haga la carne y cenaremos como reinas esta noche.

—Ese chico tuyo, ¿qué es exactamente? ¿Mayordomo, mozo, cocinero...esclavo sexual?

—Un poco de todo.

—¿Incluyendo...?

—Si.

—Tengo que conseguirme un "Dimitri"...

—Oye, Sarah—Ruth dijo con algo de incomodidad notoria en su tono—. ¿La has...pasado bien aquí?

—Ha sido algo irrepetible abuela.

—Puedes decirme con toda sinceridad si es que algo no te gusta...somos familia.

—¿Bromas verdad? ¿Quemaduras de tercer grado y cacería de alces tuertos? ¡¿Cómo no me podría gustar?

—He intentado hacerlo bueno para ti hija. Verte sonreír es mi mayor regalo en estas fechas.

—Y lo agradezco...gracias abuela...

—Aunque claro, esta es una fecha que debería pasarse en familia.

—Debería, si. Pero si Jordan estuviera aquí contigo en tu casa sería como una pelea de gallos en una jaula de canarios.

—Hicimos eso el año pasado ahora que lo recuerdo, Sarah.

—¿Si? ¿Y qué tal?

—Pues...hay una razón por la que no lo repetimos este año.

—Jejeje, comprendo...

Sarah y Ruth entregaron los cuerpos de los animales cazados a Dimitri, y ellas se dirigieron al hogar lejos de ese clima que enfría; en la sala, una extraña curiosidad había: dos grandes cajas con moños colorados se veían. Sarah preguntó de donde habían surgido. Pero Ruth solo respondió.

—No tengo ni idea de donde habrán venido...

Sarah pensó que solo había una manera de saber su procedencia. Tomó su navaja suiza y abrió de un zarpazo con toda conveniencia...

—¿¡Quieres dejar eso de las rimas autor!?—rompiendo el cuarto muro Ruth declaró—. ¡Es cursi y meloso! ¡Dejate de tonterías qué es horroroso!

No tuve opción más que acatar la orden, en fin: aquí esta el resto de lo sucedido ya en modo "normal":

—¿Allye? ¿J-Jake? —Sarah preguntó incrédula al ver que se trataban de sus dos amigos frente a ella.

—Si Sarah, somos nosotros—Allyson respondió—. Primera vez que viajo en primera clase y es en paquetería...

A pesar de la queja de Allye, Sarah no dejo que nada amargara su momento. Se arrojó al instante a abrazar a sus dos amigos, ausentes durante ya varias noches.

—Nos extrañaste un poquito, según veo—Jake comentó en el suelo, pues fue tal la emoción y el impulso que terminó tumbando a ambos chicos.

—Tu abuela es genial—Allyson mencionó—. Sacó a Jake de la cárcel a base de soborno y nepotismo...oficialmente es "su perra".

—Na, no es como si fuera a pedirle algo...todavía —Ruth señaló, susurrando esa última palabra y con una expresión de malicia.

Y esa última noche de Hanukkah se vivía con dicha y emoción. El trío había sido reunido, ¡qué gran sensación! Y mientras encendían la última vela del fuego, recordaron que con familia y amigos, todo podía ser bueno...

—¡Qué pares lo de las rimas!—En coro todos gritaron a su servidor—. ¡Ni siquiera es tradicional del Hanukkah!—complementaron con furia hacia éste narrador.

N/A: Y con este episodio concluye el especial de fiestas de este libro. Gracias por leer, amigos, amigas y lectores.

Lamento mucho haberme tardado más con los episodios de varias de mis series. No crean que las he abandonado, pero se me ha dificultado más encontrar el tiempo para trabajar en los libros. Como sea, de que seguirán, lo harán.

Nos vemos la entrada siguiente.

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