Capitulo XIII: Sarastasia

No era sencillo aceptar el hecho para esa mujer, Ruth, que el fin de sus días no estaba demasiado lejos, pero tampoco es como sintiera mucha pena o tristeza por ello, porque no hay mejor remedio contra el arrepentimiento que una vida bien vivida: ella ahí estuvo explorando el Amazonas, recorriendo la Muralla China, viendo el Partenon, probando la Pepsi con limón...toda clase de riesgos; ella salió viva de todos, y los recuerdos que tuvo los atesorará por siempre (quizás no tanto el de la Pepsi con limón)

Pero mientras recorría el mundo, quizás debió haber puesto algo de atención a un asunto local, algo doméstico.

—...así que ahora que estoy cerca del ocaso de mi vida, sólo lamento una cosa: no haber convivido más con mi familia...

Ruth escribió en su bitácora frente a su ordenador, pero después pensó bien sus palabras tras recordar que su familia no era un tesoro tan digno de ser defendido.

—¿A quién quiero engañar? Mi hija es un desastre, mi hijo era un desastre, mi esposo era un desastre, mi yerno un desastre también...por mi todos se podrían ir al infierno...

Esas palabras eran un poco mas ciertas y honestas, pero no por completo, porque aunque el 99% de su familia haya sido una brutal decepción de caza-fortunas, hippies y adictos al crack, había alguien por quien quizás pudo haber luchado un poco mas para acercarse y conocer.

—...tal vez ellos eran un desperdicio, pero la pequeña no tenía porque sufrir por ello...Sarah, ¿dónde estás ahora?—Se lamentó por no conocer el paradero de esa adorable niña de cabellos negros ondulados, grandes ojos avellanas y rostro inocente de un ser incapaz de provocar daño a una mosca siquiera...

—¡Golf en la azotea!—gritó Sarah desde la parte superior del edificio "A" de Hopewell High—. ¡Cuidado ahí abajo!

—Ya conocen las reglas—Jake aclaró—. Diez tiros cada uno, 10 puntos por darle a un nerd, 20 a un gótico, 30 a un emo, 50 a un atleta o una porrista y 100 a un profesor.

—¿Puedo tirar ya?

—Insisto.

—¡Four!

—No sé porque seguimos jugando esto —Allye comentó mientras veía el tiro de Sarah tomar vuelo.

—¿Por qué? —Jake preguntó—. ¿Alguna objeción moral?

—Al principio sÍ, pero ahora es porque...

—¡Auch!—Escucharon los jóvenes gritar al director —. ¡¿Quién me lanzó eso?!

—¡Sí! ¡Director! ¡200 puntos! —Con emoción Sarah exclamó y saltó.

—...porque Sarah siempre gana —Allyson completó su frase mientras veía a la distancia el director convulsionándose en el piso.

—Puedes quejarte todo el día, o puedes tratar de darle a todo el equipo de volleyball mientras trata de entrenar —Jake respondió, tratando de medir la distancia a las canchas.

A pesar de el valeroso esfuerzo de Jake por remontar el marcador, Sarah ganó con 740 puntos, Jake con 250, y Allyson con 5 puntos por darle a un perro orinando al otro lado de la valla del colegio.

—¡Sí, sí, ya entendimos! una vez más luzco como una perdedora frente a "James Dean" y "Emilie Simon" —dijo mientras bajaban de la azotea antes de ser vistos por el equipo de rescates.

—¡Qué novedad! —comentó Jake apresurado en las escaleras—. ¡Allye quejándose!

—¿Me parezco a Emilie Simon eh? —preguntó la joven gótica con una ceja levantada y media sonrisa ante ese extraño halago involuntario.

—¡Deja tu vanidad para más tarde Sarah!

Ni tardos ni perezosos (como en cualquier otra actividad escolar que no guarde relación con estudiar) se escondieron en su guarida tradicional en un rincón alejado del patio lleno de arbustos y follaje (algunos cultivados por ellos mismos) con la misma reacción con la que responden a toda posible probabilidad de ser inculpados por algo que si hicieron: negarlo todo.

Fuera del hecho que el director terminó hospitalizado por un deporte que no se ve su inclusión a los Juegos Olímpicos en el horizonte, las actividades transcurrieron con normalidad: los stoners se drogaron, los novios se comían las caras, el Profesor Filipenko hablaba de como las Pirámides de Egipto fueron construidos por castores espaciales y nuestros tres busca-problemas salían tan rápido como fuera posible del recinto de estudios para olvidar tan rápido como fuera posible lo visto en el día.

—¡Oh, cierto!—Sarah exclamó mientras caminaba en la acera a las afueras de Hopewell High —. ¿Alguien me acompaña al centro?

—¿Motivo?— preguntó Jake

—Se me acabó ayer el alimento para celacantos y tengo que comprar más.

—¿Por qué no vas a la tienda del Señor Yamada? Ese tipo está en la esquina y vende cosas para peces —Allyson sugirió.

—No es tan sencillo, ¿crees que una puede ir a una tienda cualquiera y pedir alimento para peces cuya sola posesión es delito ambiental?

—¿Ambiental? Bueno, ya hemos cometido crímenes de narcóticos, vandalismo, contra la salud, de inmigración y contra la Humanidad, así que supongo que ya no importa meternos en más problemas.

—¿De inmigración? —Allyson le preguntó a Jake.

—Más de mi padre...pero supongo que cuando le ayudas a encubrir el traspaso de doce inmigrantes pakistaníes te van a echar algo de culpa a ti también.

—Trataremos eso conforme venga —Allyson dijo, desconcertada por Jake—, pero bueno: Sarah, yo iré contigo, ¿vienes Jake?

—Como sea: alguien necesita cuidarte.

—¿Cuidarme? —Ofendida, Allyson cuestionó frunciendo el ceño—. Eso es un poco sexista, ¿crees que necesito a un chico para ir a la ciudad?

—No...creo que necesitas a alguien un poco menos loco que Sarah para ir con ella a donde sea.

—Pues...em...—Allyson tartamudeó unos segundos más tratando de hallar argumentos para contestar la explicación de Jake—. Puta madre...

Allye, sin poder encontrar alguno, golpeó de un manotazo la nuca de Jake.

—¿Y eso por qué fue? —preguntó el chico.

—¡Por tener razón!

Al llegar a su destino, y encaminarse a una tienda de empeño que no mostraba toda la mercancía al frente y al centro precisamente, surgieron un par de dudas válidas en las mentes de Allye y Jake.

—Sarah, en realidad nunca te lo he preguntado, pero ahora me da algo de curiosidad...—Allyson planteó su argumento

—No Allye, tranquila—la gótica le interrumpió—. Todas las chicas crecemos a distinto ritmo, algún día te crecerán.

—¡No! digo...¿En serio? —Allyson volteó por un instante hacia la zona debajo de su cuello—. ¡Espera! ¡No quise decir eso! ¿Cómo haces para volver todo en algo pervertido?

—Práctica, y mucha.

—¿En serio?—Jake preguntó lascivamente—. ¿Puedes ayudarme a mi también a...practicar?

—¿¡Por qué no se besan de una vez!? —gritó la pelirroja.

—No, para nada—Sarah descartó—. Eso solo pasará hasta la mitad del siguiente libro, pero ya en serio, ¿cuál era tu duda Allye?

—Esos peces tuyos son raros, ¿de dónde salieron?

—Mmm...interesante en realidad—Sarah se detuvó un momento con un rostro enmarcado por una expresión de pensamiento y reflexión.

—¿Los compraste?

—No.

—¿Los robaste?

—Tampoco —respondió también, para sorpresa de todos.

—Entonces supongo que alguien te los regaló, ¿verdad? No queda otra alternativa.

Y como un martillo los recuerdos golpearon con fuerza la memoria de Sarah. Memoria de su infancia solitaria en su ciudad natal, donde solo había una persona que parecía dar un cacahuate por su felicidad.

—¡Abuela! —recordó a su ser de 6 años exclamar con entusiasmo puro y puro entusiasmo al arribar al hogar de su abuela Ruth, corriendo a abrazar a ese ser tan querido

—¡Sarah! ¿Cómo esta mi nieta hoy? —Esa mujer preguntó tras cargarla entre sus brazos

—Mi padre todavía no aparece y mi madre fue con mi hermano a vender naranjas en la carretera a Calgary.

—¿Es broma verdad?

—No, ¿quieres una? —la pequeña Sarah ofreció parte de la fruta que tenía en una mano—. Si le quitas las partes con moho no están tan mal.

—Dios, deja eso niña, te pudrirá el cerebro, y si no me crees, nada mas mira a tu madre...te haré algo bueno, algo que no esté en descomposición, para empezar...

—¡Ah! ¡Qué linda nena! —Allye y Jake exclamaron con ternura algo forzada tras escuchar el relato de su amiga

—¿Qué les pasa?

—No, es que al oír eso y al imaginarnos a la pequeña Sarah...pues nos dio ternura —Allye explicó.

—No es gran cosa —Sarah comentó, sonrojada, e inesperadamente, algo molesta—: todos somos tiernos de niños...

—Yo no —Jake respondió.

—Estoy segura que algo de tierno debe tener un mini vándalo asaltando a los demás en el recreo por sus estampas de Yu Gi Oh —Allye hizo notar, trayendo a la palestra un recuerdo poco agradable para su amigo varón.

—Creo que habíamos convenido no hablar de mi etapa "nerd" otra vez, ¿o quieres qué hablemos de tú etapa "popular"?

—¡"Mean Girls" estaba de moda! ¿Bien? Dios...me visto de rosa por unos días y nunca lo olvidan...

—Si, cómo digas Allye—Jake contestó a la vez que quiso devolver el protagonismo de la conversación a Sarah—. ¿Entonces son de tu abuela? ¿ella te los regaló?

—Sí.

—Nunca habías mencionado a tu abuela.

—Lo sé, pero siendo honestos, ustedes tampoco mencionan mucho a las suyas, más allá del hecho que al parecer la abuela de Jake es buena para pelear en Festivus.

—Ex-boxeadoras: el cuerpo ya no será tan rápido, pero la técnica jamás se olvida.

—Pero entonces, ¿pasabas mucho tiempo con tu abuela, Sarah?

—Sí, era más o menos lo mismo que hoy en realidad: pasaba días sin ver a mis padres, pero con la diferencia que al menos me dejaban a su cuidado.

—Bien, puedo entender eso—Jake comentó—, pero sigue siendo algo extraño para una mujer mayor tener celacantos para regalar, ¿no es así?

—Eso es cierto—Sarah respondió, con una ternura, fragilidad y suavidad en su voz que sus compañeros nunca habían escuchado antes—. Pero ella no era "cualquier" mujer...estarían muy equivocados sin es que piensas de ése modo.

Ambos estaban boquiabiertos con la sensibilidad que Sarah estaba mostrando: sus ojos se empezaban a volver acuosos, con la mirada baja y discreta, y se podía ver como mordía un poco su propio labio, conteniendo emociones que no eran fáciles de guardar.

—¿Te encuentras bien? —Allye preguntó

—Sí, no pasa nada—contestó Sarah sonándose la nariz un poco y limpiando con su mano diestra sus ojos—. Sólo que creo que en el fondo uno sigue siendo una niña pequeña —pensó, no dijo esas últimas palabras: eran demasiado personales e intimas para poder pronunciarlas en voz alta.

Sarah retomó su paso y por fin entró a esa tienda donde conseguiría su ración de comida para sus mascotas mientras Jake y Allye esperaban a las afueras, pero al ver a su amiga salir supieron por su mirada que algo no había salido bien.

—¿Problemas Sarah? —cuestionó Jake

—No tienen alimento, no les llega hasta en una semana más.

—Eso suena grave—Allyson dijo—, ¿no les puedes dar algo más por mientras?

—Por un dos o tres días, pero son animales delicados, si les das cualquier cosa se ponen enfermos.

No quedaba de otra mas que buscar su solución en otro lado.

—De todos modos, insisto que es un regalo extraño —Allyson comentó mientras caminaba a lado de Sarah de vuelta al barrio de Hopewell.

—¿Acaso te sorprende?—Jake dijo— la evidencia era que sea lo que sea que tenga Sarah era por genética o por el medio ambiente, y si el desecho de desperdicios tóxicos

—¡Bueno, los chicos Cartwright sacaron las alas de murciélago de alguna parte!

Y Sarah siempre muestra una sonrisa, es parte de su personalidad, es imposible imaginarla sin una, pero en esta ocasión, el recordar la hacia hacer la expresión de una manera inusual: sincera, cálida, honesta. No era una sonrisa en la que no sabe si tiene lista el hacha asesina tras de su espalda, sino una que dice que en verdad vale la pena evocar ese tiempo pasado.

—Sarah me esta asustando —Allye murmuró, mientras su amiga caminaba por delante de ella y Jake

—Si ella te asusta, entonces no te va a gustar el favor que necesito de ti...

Al día siguiente, un sábado, alguien llamó al hogar de los Greenberg. Jordan no se encontraba en casa, Sarah todavía estaba dormida, así que el único que pudo atender el llamado fue Dorian, quién había pasado la noche en ese extraño lugar llamado casa de camino a un viaje al sur.

—¿Alo? —él saludó

—¿Si? —se escuchó por parte de una voz femenina, ya madura—. ¿Estoy hablando a la casa de Jordan Greenberg?

—Si, aqui vivimos, ¿quién es?

—¿Quién me habla?

—Dorian, soy hijo de Jordan. Ahora ella no se encuentra, ¿quiere que le de un mensaje?

—Sí, yo...¿Dónde esta? ¿Está trabajando o algo?

—¡¿Trabajar?!—Dorian respondió, casi rompiendo en risa por esa suposición—. Creo que esta en una convención de curanderos cree en Mattawa.

—¿No querrás decir "Ottawa"?

—No.

—Pero Mattawa es sólo un bosque.

—¿Cuál es su punto señora?

—Y Dorian, em...¿no sabes quién soy?

—Mire dama, tengo algo de prisa. Me esperan en la frontera con Estados Unidos con un cargamento especial. No estaré ni mi madre por al menos un par de semanas, así que yo si fuera usted me tomaría su tiempo para volver a llamar.

—¡Momento! ¡Sólo una cosa más! —Ruth imploró, al sentir como su nieto casi colgaba el teléfono.

—Bien, pero que sea rápido.

—¿Sarah...cómo esta?

—¿Sarah?. Dormida. ¡Adiós!

Y colgó. Y Ruth, tras esa llamada, pudo confirmar que después de tantos años, no mucho ha cambiado. Su hija sigue siendo una vaga, y le contagió tal enfermedad a su nieto, pero Sarah...se preguntaba, ¿aún hay esperanza con ella?

—¡Dimitri! —Ruth llamó a su asistente.

—¿Pasa algo Señora Greenberg? —preguntó el joven al entrar en el estudio de su patrona

—Prepara todo para un pequeño viaje a Toronto. Tengo que hacer una pequeña visita.

—¿Llevo también el látigo?

—No, esta vez será solo por asuntos familiares...pero también no olvides prepararlo para el viaje a Aruba.

Y tras descubrir el origen de la libido tan inquieta de Sarah, Ruth se preparó mentalmente para afrontar todo eso que no quería admitir que tendría que afrontar: una crisis familiar, pero tenía que saber de ella, tenía que verla otra vez, que no iba a vivir para siempre, y Dimitri tampoco iba a aguantar para siempre el sadomasoquismo sin tener que subirle más el sueldo.

N/A: Gracias por su paciencia, y sobre todo: por su entusiasmo y comentarios por el libro.

Espero que gusten lo que voy a poner, pero por lo pronto ojala hayan disfrutado el episodio.

Nos vemos la siguiente entrega.

Y una pregunta...¿de hecho algunos escuchan las canciones que pongo para los episodios? XD


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