Capitulo XII: Singing In The Pain

 Bien,era la hora de admitirlo: no había obtenido los resultados esperados. ¿Por qué rayos sigo confiando en Sarah, de todas personas, para cualquier cosa que involucre mi integridad física? ¡La chica cree que los supermercados son Transformers gigantescos!

Pero bueno, lección aprendida (espero que de manera definitiva, esta vez), mas el problema principal estaba lejos de resolverse.

—No ha funcionado —Allyson declaró, con su mirada sobre mi, aún amarrado a la silla—. Esto ha sido un ejercicio inútil.

—¿Cómo la zumba o el capoeira? —Sarah preguntó.

—No era lo que tenía en mente, pero...sí.

Por cuenta propia, nunca lograríamos algo: necesitaríamos reunir al más grande grupo de inteligencias para poder sortear éste problema.

—No te preocupes, Jake —Sarah me dijo la noche siguiente, una vez más, reunidos en su cuarto—: logré conseguir un gran concilio de mentes brillantes.

—¿Alguno tiene estudios en medicina, fisiología o biología? —pregunté.

—Eh...no lo creo.

—Porque me conformaría con un veterinario a estas alturas.

—Un veterinario... ¿Por qué no se me ocurrió eso antes? Ni modo: tendrán que ser a aquellos que convoqué.

—¿Y de quiénes estamos hablando, a todo esto?

—Tranquilo: pasarán de uno por uno para aumentar el indice de comicidad. ¡Qué pase el desgraciado!

—¡Oye, oye! —el primer sujeto entró al cuarto—. ¡Ya te dije que aceptaría hacer esto si te guardabas los chistes de "Laura"!

—Lo siento, hermano.

¿Hermano? ¡Pero claro! ¡Ése sujeto no era de todo un desconocido! Era Dorian, el hermano mayor de Sarah que veíamos...bueno, creo que de hecho es la primera vez que lo veo, al menos en varios años y un libro y medio.

—¿Qué hace tu hermano aquí? —pregunté—. ¿No debería estar recolectando firmas a las afueras de alguna universidad comunitaria para boicotear a algún dictador del Medio Oriente o vendiendo camisas del Che Guevara?

—El negocio de camisas del Che Guevara ha decaído un poco —Dorian me contestó—. Hubo un escándalo y...al parecer, es considerado hipocresía vender la imagen de un revolucionario marxista en ropa confeccionada por niños del tercer mundo a los que se les pagaba dos centavos al día...creo que salió en los diarios.

—Bueno, bueno. Dejemos la discusión sobre las implicaciones éticas de una ideología de izquierda en el mundo globalizado contemporáneo... ¿Cómo me puedes ayudar?

—Antes de comenzar, quiero saber algo. Sarah, ¿es cierto lo que me dijiste? ¿En verdad se queda dormido si ve un acto de violencia?

—¿Quieres comprobarlo? —la gótica cuestionó.

Entonces, claro, Dorian hizo lo que se esperaría de un Greenberg.

—¡COÑO! ¿¡Y eso por qué? —grité en reclamo tras propinar un buen puñetazo en mi nariz.

Y como alarma en un reloj, empezó el efecto: mis parpados se sintieron como yunques, me sentía sin energía alguna como en fiesta de año nuevo con la abuela, y caí dormido.

—Cielos, ¡en verdad tenías razón! —Dorian exclamó al verme desperar, unos minutos después—. ¡Me darían buena plata por él en un circo de fenómenos a las afueras de la carretera a Montreal!

—¿Fuiste a un circo de fenómenos sin mi? —preguntó Sarah—. ¡Sabes que me gustan esas cosas! ¿Por qué sólo vienes cuando necesitas dinero o bajarte un mal viaje?

—¡El plan "hermanitos simpatía"! ¡El jodido plan! —grité, tratando de regresar la atención a mi problema.

—¡Ah, claro! —dijo Dorian—. Mira, tengo justo lo que necesitas en mi morral original Micmac.

—¿Big Mac? ¿Tu plan para curarme involucra hamburguesas?

—¡Dije "Micmac"! —me corrigió—. Son una tribu nativa de este del país. ¡Y no me reclames! ¡Tú eres el que anda haciendo colocación de producto para McDonalds!

—¿Crees que nos paguen?

—No: ya lo intenté antes con Pepsi.

Colocación de producto aparte (LEAN "CONOZCAN A JOSH": todos los martes en...ningún canal porque sólo está en Wattpad), vi que de su apestoso morral él sacó un frasco de color ámbar, similar en forma a las soluciones para los ojos.

—¿Esa es tú idea? ¿Curarme el ojo rosado? —cuestioné.

—Tranquilo: debes tener un poco más de esperanza —respondió—. Esto no es un medicamento normal como los productos de las grandes corporaciones farmacéuticas...

—¿Entonces, no está probada en humanos, supongo?

—No exactamente: me lo vendió la gran comadrona del pueblo en agradecimiento por haber salvado al prometido de su nieta.

—¿Y qué es con exactitud?

—Un purificador de aura.

Y no es por grosería, pero en el instante en que escucho "aura" en el nombre y/o la descripción de un medicamento, mi primer instinto me dice que la sustancia no sirve para nada; mi segundo instinto es preguntarme si sea lo que sea el menjurje que me planean introducir no me terminará matando.

—Bueno, bueno, ¿como funciona esa porquería? —pregunté, tratando de disimular mis temores.

—Simple: te pones unas gotas en el oído, y te sacará toda energía negativa que tu cuerpo cargue.

—Me impresiona lo increíblemente científico que se escuchó eso.

—¡Ya basta de quejas Jake! —Sarah reclamó—. ¡Necesitamos intentar todo recurso a nuestra disposición!

Y bueno, era cierto: si funcionaba aunque sea de rebote, ¿no es lo importante? ¿Qué perdía con sólo intentar? Lo más probable es que sólo sea algún extracto de un té insípido y ya.

Doblé mi cabeza para que las gotas pudieran introducirse con facilidad.

—¿Bien? ¿Cómo te sientes? —me preguntó Dorian.

—Es extraño...fue por el oído, pero casi puedo saborearlo.

—¡Eso fue lo que me dijo tu mamá anoche!

—¡Dorian! —Sarah exclamó.

—Perdón, ¿muy inapropiado verdad?

—Recuerdame mutilar a tu hermano cuando todo esto se acabe, Sarah.

Pero podría retirar mis amenazas si es que su remedio funcionaba, y únicamente había un modo de averiguar si fue ese el caso.

—¿Hacemos una prueba? —Sarah me preguntó.

—Sí. Estoy listo.

—Perfecto —Dorian intervino mientras preparaba su puño para otro golpe—. Espero que esta vez no te duela tan...

Pero antes de cometer otro acto sin sentido de violencia (ya saben: cualquier acto de violencia que vaya dirigido a mi), Sarah tomó la delantera y dio un pisotón al pie izquierdo de su hermano con toda fuerza posible que logró acumular en su pierna y en sus botas de doble suela y tacón grueso.

—¡Hija de tu...! —su hermano, sobando su pie, gritó—. ¿Qué rayos te pasa?

— Dorian, eres mi hermano de sangre, así que te debo algo de respeto y consideración —Sarah comentó—, pero vuelves a poner un pelo sobre alguno de mis amigos, y te convertirás en mi "hermano sangrante"... ¿Entendido?

La advertencia de Sarah fue aterradora: nunca había visto a esa chica con unos ojos tan fijos, serenos pero al mismo tiempo rabiosos. Dio miedo...y ternura, en un extraño e inesperado sentido.

—Bueno Jake, ¿te sientes bien? ¿Diferente? —Sarah me interrogó.

Y tras ver el daño al pie de su propio hermano, en definitiva ya no sentía cansancio y relajación...sentía...

—¡El león marino del espacio me llama! —exclamé en ese momento.

—¿Perdón? —los dos hermanos preguntaron.

—¡El león marino del espacio me dice que los malvados unicornios gitanos ya vienen en camino a robarnos todo nuestro suministro de helado de vainilla!

Sí...debo explicar: al parecer, el llamado "purificador de aura" era un alucinógeno tan poderoso que cualquier otra droga que haya probado hasta entonces parecía un M&M, al menos, en cuanto a los colores y formas que estaba viendo.

—Dorian

—¿Sí hermanita?

—Estoy comenzando a creer que no le caías muy bien a esa comadrona, y al parecer, tampoco su futuro yerno.

—¡Ya vienen los unicornios gitanos! ¡Ya vienen con sus ojos de láser y sus esclavos zombi!— gritaba y gritaba...

Después de unos minutos, el efecto pasó: de nueva cuenta pude ver el mundo tal cual es en lugar de esa fantasía sacada de un concierto de The Greatful Dead.

—¿Te sientes mejor, Jake? —Sarah me preguntó.

—Creo que sí, pero en verdad ahora no sólo comprendo porque tu hermano nunca aparece, sino que QUE BUENO que nunca lo hace.

—Si, empiezo a creer que él es adoptado.

—¿Adoptado?

—Bueno, ¡sólo míralo!

—Sarah...él y tu madre tienen el mismo color de ojos, de pelo y de piel...tú por otro lado...

—¿Sí?

—¿...de casualidad tu padre es italiano, griego o...no sé, mexicano?

—¡Claro que no! ¡Greenberg! ¡Judío alemán!

—Eh...creo que investigaré tu legado étnico después. ¿Ahora que sigue?

—Hay que confirmar que reacción provoca la violencia ahora en ti: vamos a ver...

Y Sarah dio de nuevo un pisotón, pero dado que su hermano ya no estaba presente, el pisado fui yo.

—¿¡Qué sucede con ustedes!? —reclamé—. ¿Por qué fue eso? ¿Acaso no he sufrido suficiente? ¿Y dónde quedó aquello de amenazar a quién me lastime?

—Cierto, pero recuerda: nadie más puede joderlos, SÓLO YO —con un tono empalagoso Sarah respondió, abrazándome y frotando su rostro con el mio.

Pero a pesar de que no estaba quejándome de todo de esa suave piel canela sobre mi...no pude mantener la consciencia...una vez más, sentía pesadez, cansancio, relajación.

De nueva cuenta, caí dormido.

—¿Qué...? —preguntó confundido, una vez más despierto tras varios momentos después—. ¿Otra vez?

—Al parecer, la sustancia sólo genera una gran reacción inicial, pero fuera de eso, sólo sirve una vez: el síntoma original persiste —Sarah explicó a Allyson, ahora también en la habitación.

—Jake, bueno...supongo que debemos seguir con el siguiente paso —Allye explicó.

—Espero que lo que traigas tú sea mejor que lo que trajo Sarah.

—Bueno...acerca de ese asunto...el caso es que yo no conozco demasiadas personas, así que tuve que recurrir a...

—¿A ver, ya puedo entrar a ver a tu novio? —la hermana de Allye, Jessica preguntó entrando a la habitación.

—¿Trajiste a tu hermana? —pregunté—. ¿En qué puede ayudarnos?

—¡Se me estaban agotando las ideas! —mi amiga contestó.

—¿Puedo hablar? ¡Yo sé cosas! —Jessica intervino—. Tomé una clase de Biología 101 en la universidad.

—¿Una clase? —con miedo cuestioné.

—¡Bueno, por lo visto sigo siendo la más calificada aquí! ¿No?

Eso...era innegable: seis meses de biología básica en un curso universitario seguían siendo preferibles a los remedios hippies de Dorian, o de donde sea que Sarah consiga sus ideas.

—¿Pasaste...pasaste la materia, verdad? —preguntó Allyson.

—¡Claro que la aprobé!

—¿Legítimamente o te reuniste con tu profesor para una "sesión de convencimiento especial"?

—Pues...lo importante es que aprobé.

Dichas palabras fallaron en darme la confianza que esperaba, pero sea lo que fuera a intentar Jessica, no podía ser peor que lo que intentó Dorian (y con suerte, quizá disfrutaría de sea lo que sea esa "sesión de convencimiento especial")

—Me robé esto del laboratorio —Jessica mencionó sacando de su bolso un frasco de pastillas.

—¿Esa es la solución para todo? ¿Más drogas?

—¿Desde cuándo eso te ha molestado? —me preguntó Allye.

—¡Desde que me ataron de brazos y piernas para probarlas libremente conmigo!

—Tranquilo chico —Jessica declaró—. No hay que temer: no estamos hablando aquí de alguna tontería que sólo consumen los aficionados al tofu: es un medicamento científicamente probado.

—¿Y de qué es el medicamento?

—Bueno muchacho: se supone que relaja tu sistema nervioso. Si relajamos tu sistema nervioso tu cuerpo podría perder el acto reflejo de asquearte con cualquier acto de violencia.

—Ahora se queda dormido —Sarah comentó.

—¡Lo que sea! Vamos a darle un intento.

Y me dieron la pastilla a beber...

—¡Al menos me hubieran traído un vaso de agua para pasármela, idiotas! —les dije, aún sintiendo esa incomodidad de la píldora atravesando mi cuerpo.

—¿Hacemos la prueba? —preguntó Sarah.

—¡Antes de que hagan nada! —de una vez advertí, antes que volvieran a intentar dañarme—. ¡Consideren otras opciones!

—¿Cómo cua...?

Jessica no pudo terminar su pregunta: Allyson le golpeó la nuca con un cesto para la basura y cayó derecho al piso jeta abajo.

—¡Bien pensado Allye! —Sarah la felicitó—. ¿Cómo se te ocurrió eso de golpear a tu hermana?

—Ya tenía la idea en la cabeza por algún tiempo y pensé: "hey, sino es ahora, ¿cuándo?"

Pero no había tiempo para pensar en oportunidades de golpear a familiares: debíamos analizar lo que me sucedía.

Y lo que me sucedía...no era bueno.

Al menos, por un lado, no sentía cansancio...pero seguía sin poder moverme...en realidad, literalmente no podía moverme, a pesar que tenía consciencia: sólo me quedé catatónico, con los ojos abiertos, sin poder activar un musculo.

—¡Ya lo matamos! —Sarah exclamó.

No: no estaba muerto...sólo estaba inmóvil con los ojos abiertos: no estaba muerto, pero para ese punto, deseaba estarlo.

—Está respirando Sarah —Allyson notó al examinarme más de cerca—; tranquilizate.

De acuerdo: ahora estaba aún peor. Podía aparentar narcolepsia con lo de quedarme dormido, pero ahora sólo lucía como un maniquí de tienda que es demasiado real que da miedo.

—¿Hay alguien más que quiera jugar a la "hora del aficionado"? —pregunté tan pronto como recobré control de mi cuerpo.

—Bueno, ya que andamos en esas... ¡qué pase el desgraciado!

—¿No te habían dicho que ya no más referencias a ese nefasto show peruano? —pregunté.

Pero mi opinión cambiaría al ver al siguiente infeliz.

—¿Papá?

—¿Qué? —preguntó —. ¿No puedo intentar yo también algo?

—¿Y en qué podrías tú ayudarme en...lo qué sea?

—Soy tú padre, te conozco mejor que...bueno, te conozco algo, digo, vivimos en la misma casa...algo debo saber de ti.

—¿Cuándo es mi cumpleaños?

—Eh... ¡CARAJO! ¡Son 365 días! ¿¡Cómo esperan que recuerda cuál!?

—Oiga padre del año, ¿quiere hacer su intento por favor? —Allyson pidió.

—OK, vamos a hacer esto: niñas, pueden golpearme.

—¿Cómo...papá, de qué hablas?

—Me sacas de quicio como no tienes idea y no estarías metido en éste lio sino fueras como... ¡como eres! Pero ya te han desgraciado el rostro mucho: yo no lo haré...

—No lo puedo creer —me dije—: eso de hecho muestra compasión y paternidad.

—...además, ya tengo suficientes problemas con las agencias de protección al menor por traficar con esos bebés de Guatemala.

—Padre: siempre logras conmoverme.

No obstante, tenía una autentica curiosidad por ver a mi padre ser golpeado por mis dos amigas, a pesar de que sucediera lo que...inevitablemente tenía que suceder.

—¡Pero sin rasguños! —mi padre reclamó tras un buen zarpazo de Sarah.

Pero sea cual sea el acto, tuvo su efecto, y caí en la catatonia. Ahora seríamos testigos del ingenioso plan de mi padre...

—¡Despierta! ¡Levantate carajo! ¡Ni creas que te quedarás de vago todo el puto día! —me gritaba mientras me estrujaba de los hombros, sacudiéndome casi al punto de reventarme una vena de la frente.

—¿Piensas lo mismo que yo, Sarah? —preguntó Allyson.

—Sí: ¿por qué no pensamos eso antes?

—No, no...aunque en realidad, no es como si tuviera más ideas...

¿Funcionó? Saben que no, pero eso no detendría a mi padre de gritarme como nunca tuvo oportunidad anteriormente.

—¿¡CREES QUE OLVIDÉ LA BROMA DEL BILLETE DE LOTERÍA!? ¡Me hiciste comprar un Ferrari! ¿Y sabes que no puedes devolver esos autos? ¡Me sigues debiendo 76 mil dolares muchacho!

—¿No quiere tomarlo con un poco más de calma? —sugirió Allye—. De todas maneras, no creo que ande funcionando.

—¡Pero son 76 mil dolares! ¡76 mil putos papeles!

—¡Sarah, la llave del sueño!

—¡Claro!

Y Sarah en efecto hizo el movimiento...en la persona equivocada.

—¡En mí no puta idiota! —alcanzó a decir la pelirroja antes de caer en inconsciencia.

Vale: esos intentos fueron poco menos que exitosos...bueno, lo diré como fue: todo fue un asco. En verdad necesitamos tener más amigos y conocidos porque los imbéciles familiares que trajimos sólo nos dejaron moretones en el cuerpo y drogas demasiado peligrosas que ni siquiera nosotros podríamos intentar.

No; requeríamos ir a la fuente: el idiota que me hizo esto en primer lugar.

—¿Cómo obtuviste la dirección del doctor? —Allyson preguntó mientras los tres nos dirigíamos al consultorio del Doctor Ludovic, en el centro de la ciudad.

—Busqué al tarado en Facebook, le dije que me atraía mucho y que si nos podíamos encontrar para hacerle una mamada —Sarah contestó, cubriendo su cuerpo con un gran saco, por el frío de los vientos del centro de la metropoli.

—¿Tenías que ser tan brusca? ¿Además como sabías que él aceptaría?

—Ningún hombre en alguna parte JAMÁS rechazaría una oferta de tal naturaleza —comenté.

—Bueno, eso explica porque mi hermana mayor no pasaba sin novio más de dos días y porque me pedía tanto medicina para irritaciones labiales...

A pesar de lo tentador y sugerente que era hablar con dos chicas sobre actos sexuales con la boca, no había tiempo: llegamos al consultorio.

—No tarda en salir —Sarah explicó—. Creo que mejor me pongo en personaje

Y Sarah se quitó el saco, revelando su atuendo: un top rosa neón sin hombros, una chaqueta corta de cuero negra y una minifalda del mismo material y color.

—Sarah —Allyson comenzó a hablar, y tenía una idea de que iba a decir—, sé que conseguiste los datos del doctor a través de ciertos métodos, ¿pero tenías que meterte tanto en...personaje?

—¡Sí vas a hacer un papel, hay que hacerlo bien! —contestó mientras se revisaba el maquillaje con un pequeño espejo en sus manos.

—Creo que me hice no-novio de la chica equivocada —murmuré, sólo dándome cuenta después que si Allyson me escuchaba, no viviría un segundo más.

Entonces, el Doctor Ludovic, ése maldito bastardo cara de pene, salió de su consultorio...

—¡Vayan a esconderse! —Sarah nos ordenó.

Saltamos sobre unos arbustos, esperando que no le hicieran nada malo a nuestra amiga...y que nuestra amiga no le hiciera nada malo a alguien también.

—¿Así que...tú eres Sarah eh? —el doctor preguntó, con una mirada de denotaba las malas intenciones que tenía en mente.

—Entonces tú debes ser el doctor, ¿no? —Sarah respondió con el mismo tono y ojos—. ¿Sabes? Me gustan los hombres de ciencia: los encuentro muy fascinantes...

Un par de dedos de la diestra de Sarah recorrieron como en caminata el torso de ése maldito bastardo cara de pene hasta terminar con un pequeño toque en su nariz: la maldita loca sabía seducir, no cabe duda.

—Y tú eres...mucho mejor de lo que esperaba por tus fotos. Pero, ¿no luces un poco joven?

—¡Oh! ¿En serio? —con una risa coqueta contestó—. ¡Muchas gracias querido! ¿De verdad te gusté? Muchos dicen que aparento ser menor de edad.

—No sé porque —pensé en ese instante—, pero tengo el impulso de filmar esto...

—¡Atento Jake! —Allye exclamó—. Hay que estar listos para cuando llegué la señal.

Sarah, con el doctor prácticamente bajo su control, guiño su ojo...

—¡Ahí está! —dije.

—¡Perfecto! ¡Vamos!

Y con el doctor balbuceante y atontado por los trucos de Sarah, no notó cuando llegamos hacia sus espaldas y dejamos caer un costal de patatas sobre él.

—¡Oh! ¡Te gustan las cosas raras! ¡Eso me gusta! —el doctor, con más hormona qué neurona comentó.

—¡Silencio animal! —fue Sarah la que exclamó mientras Allyson le entregaba de nueva cuenta su abrigo—. ¿Acaso piensas que una sabandija rastrera como tú tenía una oportunidad con un monumento hecho mujer como yo?

—Al menos podemos ver que Sarah tiene una excelente opinión de si misma —la pelirroja murmuró.

Claro, no podíamos quedarnos todo el tiempo ahí: tuvimos que llevarnos arrastrando (literalmente) a esa mente malvada a lo largo de un enorme camino desde el centro de Toronto hasta los suburbios de Hopewell.

—¡Déjenme salir! —exigió el doctor cara de pene mientras Allyson y yo lo amarramos a una silla en el cuarto de Sarah.

—¡Silencio viejo cara de pene! —exclamé—. ¿Tienes la menor idea de la desdicha y el dolor que tu experimento me ha causado?

—Eh...tengo otros pacientes, tendrás que ser más especifico... ¿eres la mujer que dio a luz a un niño-mosca?

—No.

—¿El sujeto con los tres mini-cerebros en lugar de uno grande?

—¡No!

—¿El tipo al que le puse un corazón de carnero?

—¡Carajo no! Aunque...debo admitir que comparado con esos infelices a mi no me fue tan mal.

—¡Basta de charla! —Sarah interrumpió y se acercó cara a cara al Doctor Ludovic—. ¿Dónde está el microfilm?

—¿De qué rayos está hablando esa chica?

—Doctor, ojala supiéramos —Allye alcanzó a murmurar.

—¿Al menos puedo saber quién me está secuestrando? ¿Por favor?

—Doctor —me dirigí a él antes que algo peor sucediera—, repase bien su memoria: ¿seguro que no me recuerda? ¿El chico del experimento y las pantallas?

—Eh...no.

Su negativa me hizo perder un poco la compostura...

—¡CLARO QUE SÍ JODIDO IDIOTA! ¡SI ME RECUERDA! ¡NO DIGA QUE NO!

—¡Jake, Jake calma por favor! —Allyson me pidió, sujetándome de un hombro —. Ten paciencia, no ganas nada poniéndote así.

Tenía razón, pero no dejaba de ser frustrante y molesto.

—Vale, vamos de nuevo —comenté—. ¿Recuerda al chico que le llevaron para "reformarlo"?

—Ah...ÉSE chico...

—¿Ya me recordó?

—No.

Y tras esa negativa, no pude tomarlo con mucha más calma...

—¡Imbécil idiota pendejo! —le grité mientras le rompía la cara a puñetazos—. ¡Tú me hiciste esto!

—¿Hacerte qué?

Y por supuesto: no pude continuar con mi golpiza, dado que en pocos segundos, mi cuerpo se paralizó.

Tras la obligatorio espera hasta recuperarme, al despertar escuché a mis amigas hablando con el "experto" en la salud.

—...y ahora se pone como lagartija asustada —Sarah decía.

—Comprendo, comprendo...

—¿Qué tal les ha ido con el chisme, niñas? —pregunté levantándome.

—¡Jake! ¡Por fin! —Allye exclamó.

—Sí, y bueno doctor, ¿ya vio lo que me sucedió?

—¿De cómo pasó de sentir asco a sentir sueño a sentir...parálisis?

—Básicamente. ¿Alguna sugerencia doctor?

—Pues...pues... ¿ya intentase con los remedios de la tribu Micmac?

—¡Hijo de...!

—Sólo estoy bromeando. Caramba, ¿por qué nadie toma las cosas con humor en el sector salud?

—¿Tiene alguna sugerencia, doctor? —Allye preguntó con preocupación.

—El proceso de acondicionamiento en sencillo de romper, al menos, relativamente hablando...

—¿Bien, tiene una idea? —pregunté.

—Puede ser: quizá no sea la idea más convencional, pero lo que podría hacer es cambiar lo que activa tu acondicionamiento a algo mucho menos común y que no te moleste.

—¿De qué habla doctor?

—El chiste del tratamiento es cambiar algo que una persona hace casi todo el tiempo. En tú caso, la violencia; en el caso de un fumador, un cigarrillo. Pero podríamos cambiar el motivo de tu acondicionamiento a algo que nunca nunca hagas.

¿Algo que nunca hiciera? Interesante. Las cosas habían dado un giro, y tal vez podría de hecho volverse algo de utilidad...

—Jake —Allye me tomó del brazo—. ¿Hay algo que quieras intentar?

—En realidad sí... ¡Llamen a mi padre!

Y en pocos instantes, mi plan fue puesto en marcha.

—¡Jamás podría haberme sentido más orgulloso de tener un hijo como tú! ¡Eres perfecto, maravilloso, un joven modelo para la sociedad! —vociferaba mi padre sin cesar, exclamando por cosas las cuales ya ni siquiera sabía si eran mi obra o sólo me las adjudicaba, mientras que yo, por mi parte, yacía paralizado en mi silla.

—¿Qué rayos tiene que ver esto con...todo lo demás? —Sarah preguntó, mientras ella junto a Allyson veían desde la puerta del cuarto.

Pero para la mirada observadora, era más que evidente...

...¿no? Bueno, a continuación explicaré:

Verán, después de activar mi parálisis con un golpe en la nuca, y que el doctor pusiera otro de sus amorales sueros, mi padre debía gritarme y regañame como nunca, con la idea que ese nuevo estimulo sea el que me detone la parálisis; pero debía ser uno raro e inusual para que no interrumpa mi vida normal...

...¿Y qué más exótico e inaudito que mi padre llenándome de halagos?

Con eso, me aseguraría que nunca NUNCA volvería a sufrir la parálisis, porque... ¿cuándo escucho eso de ése viejo idiota?

Exacto.

N/A: Espero que les haya gustado el episodio. Me tomó un poco más de tiempo, ojala sientan que valió la pena.

No olviden votar Y comentar: todo se vale en el espacio de abajo, ¡recuerden!

Y comerciales...bueno, de nuevo: si alguien siente interés, chequen "Conozcan a Josh".

Shalom

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