Capitulo XV: La Princesa de los Ladrones

Tiro final; estaba en manos de Marina su destino: para al menos llevar al alargue, ella debía realizar un tiro perfecto.

—Saucedo se alista —narró la locutora para unos espectadores llevados a la fila de sus asientos —. Es el momento de la verdad. ¡Todo se decide aquí!

Pero aunque todos esperaban lo mejor de ella, Marina conocía muy bien sus facultades, y estas no le daban para mucho más de lo que ya había demostrado.

Y mientras tanto, Tabatha ni siquiera se tomaba la molestia en posar sus ojos en el tiro: importaba poco para ella, pesaba menos que una pluma el tema. ¿Y qué si Marina obtenía el diez? Taba tenía sus fuerzas y energías llenas, mientras que Marina sentía todo su espíritu de lucha aplastado por tratar de mantenerse contra alguien que, aunque le doliera admitirlo, era mucho más talentosa.

—Allá voy —Marina se dijo antes de dejar volar su flecha.

Esa punta iba cargada con toda su esperanza, pero lamentablemente, a veces, por más que la poseas, no basta.

—¡Ocho! ¡Y con eso Tabatha Wilder de Trudeau pasa a la final!

Se acabó la aventura de Marina en la categoría individual: había llegado más lejos qué nunca, pero al final, en manos de Tabatha encontró su derrota.

Fue un momento doloroso: no por perder, Marina era una deportista, y sabía que en ocasiones el triunfo resulta esquivo y difícil de encontrar. El dolor, la pena por la caída fue por otra cosa: por ser por Tabatha, una arquera tan talentosa como poco ética, esas flechas volando al blanco se sentían como si atravesaran su propio cuerpo.

Marina salió de la zona de tiro entre aplausos, con un público que se había volcado hacia su favor: un pequeño consuelo, pero la amargura seguía estando ahí.

—Lo hiciste bien, capitana —Zoe comentó.

—Ya no hablemos de eso —Marina cortó el intento de felicitación de su compañera —. Tenemos un encuentro más dentro de poco, ¡hay que prepararnos!

Pero si en las mentes de las arqueras estaba tatuada en negro profundo y grueso la palabra "competencia", en la de dos personas ajenas al torneo la que aparecía era la palabra "venganza".

—¿Qué tal le fue? —Sarah preguntó sollozando, en la zona de refrigerios, sentada en una mesa acabándose una soda.

—Marina hizo lo que pudo —Allyson dijo—. Pero...

—¿Tabatha ganó?

—Pues...sí.

—¡Increíble! ¿Fue por mucho?

—Marina pudo competir por unos momentos, pero ella se desgastó poco a poco, mientras que...¡Carajo! ¿Es esa perra de Tabatha un robot?

—Está bien, Allye, está bien —Sarah dijo calma, tras cerrar sus ojos por un instante—: Marina hizo lo que pudo, y no se le puede pedir más qué eso a una persona.

Y si bien comprendía, no provocaba menos indignación.

—Sarah, querida —Allye arrimó un asiento de otra mesa a la de su amiga —, podemos hacer algo.

—¿Qué quieres decir?

—No se pueden quedar así las cosas: no podemos permitir que esa "Flechanator" se salga con la suya, ¡podemos desquitarnos! ¡Tú eres fuerte! ¡La buscamos a la salida del torneo y le damos una buena paliza!

La idea hizo aparecer una pequeña sonrisa en Sarah, pero aunque no le faltaban ganas, tuvo que declinar.

—No serviría de nada —contestó—. Yo sé que en el mundo exterior, si quisiera hacerle algo, se lo haría, pero ya mi oportunidad...y reconozco que quizá no tengo derecho a reclamar mucho, dado que legalmente ella tiene razón, y que no llevo tanto tiempo en esto, pero de verdad, de verdad me...

—¿Te emocionaste?

—Puede ser...

No: a pesar que Sarah lo tomaba con madurez, la pelirroja no podía dejar esto pasar.

—¡No puedo dejar esto pasar! —gritó a Jake, un poco más tarde, en las gradas.

—¿Qué? ¿Lo de Sarah?

—¡Sí! ¿Qué acaso tú no?

—¡Por favor! Sé que estaría mal que un chico golpeara a una chica...así que ando buscando a una matona para que haga eso por mi —Jake comentó mientras revisaba los contactos de su celular.

—¡Jake! ¡Eso es algo muy extremo, violento y salvaje!

—¿Cuál es tu punto, rojilla?

—Mi punto es...¿No pudiste pensarlo antes?

—Si quieres que sea honesto con lo que trato de hacer —Jake guió su boca al oído derecho de Allyson, murmurando para mantener en bajo perfil sus actos—: De hecho, hay algo interesante que valdría la pena examinar.

—¿Qué? ¿De qué se trata?

—Un conocido de mis...contactos, reparte para Trudeau, y me ha dicho que hay drogas especialmente populares entre los chicos del instituto.

—¿Substancias?

Trudeau High resaltaba de varias maneras: sí, era una de las escuelas de educación media de mayor calidad en la ciudad; sí, eso también la hacia prohibitibamente costosa, y sí: el nivel de exigencia académica era tan grande que todo graduado salía con el equivalente a un tercio de los créditos una carrera universitaria.

Pero esa misma exigencia la hacia resaltar en otro aspecto: era una de las escuelas con mayor indice de consumo de drogas en todo el país, inclusive, mayor qué la propia Hopewell. Los chicos necesitan un extra para mantener el nivel requerido por el colegio, así que substancias que permitían quedarse más tiempo despierto para las largas noches de estudio, u otras para aumentar el rendimiento físico en el caso de los deportistas eran de trafico común.

—¿Crees que esa chica Wilder usa drogas? —Allye preguntó.

—Pues algo debe de hacer para mantenerse tan fría y precisa sin el desgaste de un doble torneo en dos días —contestó Jake.

—Bueno, son drogas o hizo un muy buen trato con el diablo —la pelirroja declaró en un suspiró—. ¿Crees que le puedas encontrar algo?

—Es posible, si mis fuentes me traen la info correcta. Y sé lo que vas a decir: que es poco ético, que no podemos caer tan bajo a su nivel, que es una táctica sucia...

—Jake —Allyson posicionó la punta de su indice derecho sobre los labios de Jake para callar la corrida de sus idea y comentarios—: Manda la ética a la verga, ¡QUIERO QUE ESA PERRA SUFRA!

Escuchar a su amiga, casi siempre tan moral al grado de ocasionarle inmundicia y repulsión una que otra vez, maldecir y pedir por la cabeza (metafóricamente, de momento) hizo que Jake sintiera emoción y excitación legitima por la pelirroja.

—Te ves muy sexy cuándo pides la ruina por otras personas —el muchacho dijo.

—Lo recordaré cuándo estemos a solas, ¡ahora ve por ella!

El encuentro de la final de equipos había comenzado, pero inclusive Marina pocas ganas tenía de continuar: sonreía y animaba a sus compañeras porque es la responsabilidad de una líder, mas ella sentía que había poco caso en seguir la lucha.

Y se reflejo en el encuentro.

—Primer turno del último round —narró la locutora, con emoción apagada y opaca por la realidad frente a sus ojos—. Trudeau sigue, y abre Tabatha Wilder; ha sido...aplastante, realmente Hopewell intentó mantenerse un poco en la pelea, pero por más corazón que le han puesto, la puntería no ha estado de su lado, y ahora todo lo que la siguiente arquera necesita es un nueve, o más, y el campeonato tendrá nombre.

Y el tiro salió a su destino, y el destino trajo, la caída para Hopewell High.

—Y es un nueve: la diferencia ahora es inalcanzable, ¡Trudeau High se lleva el campeonato por equipos!

Había sido todo; se jugó el resto del turno por tramite, pero ya no se jugaba nada: Hopewell había caído, de lo más alto, sí, superando las expectativas de propios y extraños, sí, pero que no quitaba la sensación de suciedad por caer ante a quien cayeron.

—¿Y cómo terminó? —Jake preguntó tras sentarse a lado de Allyson.

—Trudeau ganó...a menos que...¿Tienes algo?

—Hice una llamada rápida con mi contacto en esa escuela.

—¡Bien! ¿Wilder toma algo? ¿Estereoides? ¿Inhibidores de estrogenos?

—Te voy a decir específicamente lo que mi contacto me dijo, palabra por palabra.

—¿Lo anotaste? ¡Perfecto!

—Veamos —Jake sacó una nota de su pantalón—: "Tabatha Dean Wilder no se encuentra en mi lista".

—¿Y?

—Y nada: eso es todo.

—¡¿Es todo?! ¿Estás troleandome?

—Al menos por lo que me está diciendo: a pesar de todo, esa chica es una natural...

—¡NATURAL MI TRASERO! —Allyson gritó saltando de su asiento.

—Bueno, nadie iría con un cirujano para dejarlo tan plano...

—¡N-no! ¡Quiero decir...!

Para Allyson, la historia no podía concluir de este modo: no era lógico, no tenía sentido, pies ni cabeza; era como una película de deportes en la cual el patán del dojo que amedrenta a sus compañeros vence contra el joven que lucha por lo correcto, y aunque esto no se trataba de un filme, era inconcebible imaginar todo acabando de esta manera.

Y luego estaba el hecho que aquella jugadora que tanto había aportado al éxito de Hopewell, ni siquiera recibiría reconocimiento oficial.

—¿No han visto a Sarah? —preguntó Marina tras acercarse a Allyson y Jake, a la salida del campamento.

—No —la pelirroja respondió—. Al menos, no desde hace un tiempo; la última vez que la vi estaba detrás de las gradas "B"...

Su ausencia no les parecía una coincidencia: todos sospechaban como Sarah debía sentirse.

—¿Crees que esté bien que vayamos por ella? ¿No crees que podría querer estar sola? —Jake preguntó mientras marchaba a lado de Allyson hacia el hogar de Sarah.

—No me gusta la idea de dejarla por su cuenta —la pelirroja replicó.

—A veces uno quiere estar...

—Yo sé Jake, yo sé, pero Sarah...sabes como puede ser: no quiero que la dejemos sola, no ahora.

Allyson estaba más convencida de su decisión de la qué Jake estaba de la suya, así que él se decantó por acatar a Allye, y esperar que Sarah deseara tenerlos ahí, y es que ella, a pesar de todo, podía ser tan frágil, tan sensible, tan vulnerable...

—¡MUERE, MUERE, MUERE! —escucharon a Sarah gritando.

—¿Sarah? ¿Estás bien? —Allyson tocó a la puerta.

—¡Hola muchachos! —Sarah exclamó sonriente al abrir la entrada de su casa—. ¿Cómo se encuentran?

—Nosotros bien, pero...¿E-estabas, estabas gritando?

—Un poco: ocupada matando zombis.

—¡¿Volviste a jugar con ese libro antiguo con las inscripciones en latín?!

—No Allye querida, sólo estaba jugando.

—Oh...¿Videojuegos?

—Sí.

Allyson suspiró; estaba un poco nerviosa, no sabiendo el modo en que Sarah reaccionaría ante lo sucedido en el torneo, y al verla así, Jake plantó su pie y se propuso a ser la voz racional.

—¿Estás bien, Sarah? —preguntó.

—Claro, ¿no quieren pasar, muchachos? —Sarah ofreció—. El viento está empezando a sentirse frio.

Ambos aceptaron la invitación.

—¿Quieren ver una película? —la anfitriona les sugirió.

Los tres acabaron en la habitación de Sarah viendo tripas salir volando en una película de vampiros extraterrestres despedazados por una cazadora de lo sobrenatural vestida en entallados trajes de cuero negro, con la morena riendo y hasta vitoreando la violencia y la sangre como cualquier otro día.

—Parece estar bien —Allyson pensó—. Pero creo que debes preguntar...sólo sé sutil, sólo sé confortable...

—¿Pasa algo, Allye?

—¿No te sientes mal por la derrota? —la pelirroja escupió en un tono que hacia sentir una batidora en los oídos como algo más agradable.

—¿Lo del...torneo, no?

—No quise sonar tan brusca

—Está bien Allye, Jake: no pasa nada.

—¿De verdad?

—Fue algo...decepcionante, pero el tiempo lo cura todo, y ya lo he dejado atrás, en el pasado remoto como debe estar.

—¡Fue esta mañana!

—¡Que lo pasado, pasado!

—¿Y qué hay de tus nuevas amigas? —Jake entró en la discusión—. Las chicas de arquería.

—Obtuvieron su objetivo, deben estar orgullosas.

—Lo obtuvieron en buena parte, por ti, Sarah...

—Escuchen: yo no estoy en esto desde hace demasiado; hasta un par de semanas, realmente no me importaba esto, y fue divertido por unos momentos, pero no es algo por lo que me vaya a obsesionar.

—¿En serio? —Allyson cuestionó.

—Claro: soy una niña grande, puedo con esto y con mucho más.

Parecía tomarlo bien de modo legitimo.

—Bien —suspiró Allye—. Como gustes, Sarah, pero siempre tendrás nuestro apoyo.

—¿Podemos ver la peli?

—Oh, lo siento...

Y disfrutaron la película, por unos buenos 17 segundos, hasta que Sarah tuvo algo más que decir.

—¡¿POR QUÉ?! —rompió en llanto y tomando a Allyson de su brazo izquierdo mientras recargaba su rostro en el hombro de la pelirroja—. ¿¡YO QUÉ LE HICE!? ¡Yo sólo quería jugar! ¡¿Por qué nunca me dejan jugar?!

—Sarah...

Ninguno de los dos se fue: se quedaron a dormir esa noche, tratando de encontrar modos para hacer aparecer una sonrisa en el rostro de la morena, dolida no por el hecho, sino por el modo.

Pero no eran los únicos que tratarían de cambiar el sentir de la joven mujer, porque el día siguiente, lunes, traería una sorpresa para ella.

—Hola Sarah —escuchó la alumna en su camino hacia su aula.

—¿Marina?

—No te vimos ayer en la premiación.

—Bueno, no estaba del mejor humor...

—Puedo comprendelo amiga, en verdad que sí

—Felicidades por el segundo lugar, por cierto: lo lograron.

—Sí, el director LaFontaine no podía creerlo, pero ahora no deja de hablar de ello —Marina explicó—. No sólo salvamos el club, sino que ofreció darnos más dinero: resulta que el distrito y hasta varios ex alumnos de Hopewell prometieron contribuciones si los otros equipos comienzan a de hecho ser competentes.

—Como sea, de verdad, de todo corazón, me alegra por ti, y por las chicas; al fin Hopewell tiene algo que poner en la repisa de trofeos, aunque...

—¿Sí, Sarah? —Marina cruzó sus brazos.

—Nada...felicidades.

—Espera —Marina pidió antes que Sarah siguiera su ruta —. Ya que tocaste el tema de la repisa de trofeos...

Marina tomó de la muñeca a Sarah, y la llevó hacia la repisa que presumían los logros atléticos de Hopewell, incluyendo un décimo tercer lugar en un torneo local de Hockey entre trece equipos, y el tercer lugar de un grupo de seniors de 1998 en un torneo de beber cerveza.

—¿Una placa?

—Lee Sarah...

—"Al heroico equipo de las Amazonas de Hopewell, del club de arquería: Marina Saucedo, Maxine Hunter, Erika Sieber, Zoe DiPaolo y..."

Su nombre estaba en la placa.

—¿Qué te parece? —Marina preguntó.

—¿P-pero...? ¿Por qué...?

—Porque no hubiéramos salvado el club sin tu ayuda —Sarah escuchó la voz de Max tras de si.

—¿Cómo...la pagaron ustedes?

—En parte —Zoe explicó—. Pero después de irnos de la premiación, Marina tomó el microfono, y convenció a todas las participantes de todos los equipos de poner un poco para este detalle: entre todas la pagamos.

—¿¡Qué!?

—A la mitad les agradaste mucho —Erika intervino—. Les pareció increíble el modo en que competías, con tanta habilidad, a pesar de no haber tomado un arco profesional en tu vida, en especial a las novatas, las cuales repetían y repetían que querían al menos acercarse a tu nivel...

—¿De verdad?

—Y seamos honestas —Max comentó—: La otra mitad quizá no te conocía, pero ODIABAN a Tabatha, y vaya que estaban bravas contra ella.

—C-chicas, esto...esto es...

Sarah estaba abrumada: su corazón pasó de una pena absoluta a una euforia que inundaba su alma; sus compañeras de equipo, al no encontrar más palabras, dejaron que un abrazo grupal hacia esa arquera que las había llevado a su objetivo.

Pero aunque el detalle era bello y la hacia sentir parte de, un pendiente todavía necesitaba ser tratado.

—¡Felicidades por el triunfo! —congratuló un grupo de alumnas de primer ingreso a Tabatha, a la salida de Trudeau High.

Taba sabía que no eran más que lambisconas, pero igual no importaba mucho: congratulación legitima o congratulación falsa le daban igual, pues el triunfo se había logrado de todas formas, y era lo único que necesitaba.

Mas algo no requerido, pero que vería entregado frente así.

—¡¿Qué coño?! —Tabatha exclamó tras sentir cerca, en frente a ella en su marcha, un objeto lanzado a alta velocidad.

—Deberías saberlo; aprendí esta técnica viéndote.

Tabatha volteó: al voltear al otro lado de la acera, notó acercándose una silueta familiar.

—Eres esa chica de Hopewell...

—¡Veo que aún recuerdas mi nombre! —Sarah exclamó señalando con su indice.

—Pero...yo no dije tu nombre técnicamente, ni siquiera creo recordarlo tan bien en realidad...

—¡Silencio! ¡Tú sabes bien porque vine!

—Claro que sí.

—¿De verdad?

—Sí —Tabatha cerró los ojos y sonrió antes de replicar—. Después de todo, el hospital mental está a dos calles, ¿quieres que te lleve, querida?

—¡Hija de...!

Sarah preparó su arco; apuntó directo en medio de los ojos de Tabatha, para sorpresa de los alumnos saliendo del colegio, los cuales se preguntaban que estaba sucediendo (o en el caso de muchos que conocían lo suficiente a Taba, mas bien la pregunta era "¿Qué hizo esta vez para molestar tanto a alguien?").

—¿Me vas a disparar? —Taba cuestionó—. ¿Para eso viniste?

—No...no en realidad —Sarah se calmó, y bajó su arma—. Vine por otra cosa.

—Has fila, que no eres la primera con problemas conmigo —Tabatha simplemente siguió su camino dejando de lado a la joven morena.

—¿Crees que esto se puede quedar así?

—No me interesa escucharte.

—Tú te llevaste el campeonato, lo entiendo —Sarah comentó—. No te voy a poder quitar esa estadística ante ninguna autoridad deportiva, aparte de que la verdad suena muy aburrido: pregunté en linea y tengo que preparar papelería, ir a un par de oficinas del gobierno, y luego presentar mi caso ante una comisión y tengo cosas más importantes que hacer así que...

—¡Callate caramba! —Taba le dio la cara a Sarah, implorando por paz—. ¡Está bien! ¿Qué sucede?

—Tenemos pendiente lo del torneo.

—Tú misma lo dijiste: lo gané, fin de la historia.

—¿Lo ganaste? Sí. ¿Me ganaste? No.

—No tuve que hacerlo: encontré un detalle en la ley, y lo aproveché.

—Estuve estudiando tu carrera en estos torneos, cariño —Sarah dijo desafiante, dando pasos frente a Taba—. Es sorprendente, has derrotado a muchos, pero no sólo eso: eres buena estudiante, de 10, y has tenido toda clase de reconocimientos.

—¿Ahora también te volverás en otra halagadora? —Taba se cruzó de brazos conforme escuchaba a Sarah.

—No, porque verás, es lo que vuelve todo esto tan extraño; eres perfecta en muchos aspectos, has ganado todo, ¿por qué sacaste de juego a alguien que bien podrías haber vencido?

—¿Has escuchado el dicho "una pelea evitada es una pelea ganada"?

—¿Y tú has oído el dicho "eres una cabrona hija de puta cobarde"?

—Más de lo que crees, ¿y sabes algo? Me tiene sin, cuidado, alguno.

Tabatha volvió a ignorar a Sarah, siguiendo su caminata; Sarah necesitaba olvidar las sutilezas.

—¡Me tuviste miedo! —gritó.

—¿Miedo? —Tabatha preguntó tras detenerse ante tal acusación—. ¿De qué?

—De que podría ganarte.

—¿Vas a hacer eso? ¿Apelar a mi orgullo?

—¡Por favor! ¡Para hacer eso primero tendrías que tener uno!

Eso molestó a Tabatha; más de lo que ella esperaba incluso, pues tras escuchar de palabras ajenas la recapitulación de su carrera como atleta y estudiante, ella se decía que en verdad estaba por encima de tantas personas, ¿por qué debería temer a una novata problemática?

—Comprendo —Taba fue la que se acercó en esa ocasión a Sarah —. ¿Qué quieres entonces?

—Un reto; el que no tuvimos.

—Oh, ¿quieres un encuentro clandestino, sin jueces, sin reglas?

—Me gusta como suena eso. ¿Qué dices?

Tabatha no podía echarse para atrás, menos aún con las miradas de varios alumnos observando la confrontación.

—Bien —Taba respondió—. Un reto clandestino será.

—Perfecto.

Se dieron las manos; ambas con una fuerza contenida, pero notoria, buscando amedrentar y amenazar a la otra.

—¿Cuándo quieres? —Tabatha preguntó.

—El viejo basurero a las afueras de la ciudad; el viernes, al atardecer.

—¿El viejo basurero? ¿No fue ese lugar que solía ser un cementerio indio embrujado, luego lo volvieron ese colegio de señoritas donde ocurrieron esas violaciones y asesinatos, además del suicidio en masa de ese grupo apocalíptico?

—¡Estás completamente equivocada! —Sarah exclamó.

—¿De verdad? ¿En qué?

—¡Se dice "Primera Nación"! ¡Ya nadie usa "indio"!

—Oh, por supuesto...entonces, ¿no fue ese lugar que solía ser un cementerio Primera Nación embrujado, luego lo volvieron ese colegio de señoritas donde ocurrieron esas violaciones y asesinatos, además del suicidio en masa de ese grupo apocalíptico?

—¡Exacto!

Convenida la hora y los términos políticamente correctos, se alistaron para el encuentro decisivo, y cerrar de una buena vez el tema; y aunque en un comienzo se suponía que era algo únicamente involucrando dos chicas con un problema serio entre ellas, como todos los chismes, la noticia encontró la ruta rápida a los oídos de casi todos los alumnos tanto de Hopewell como de Trudeau.

—¿De verdad estás segura de esto, Sarah? —Allyson preguntó, sentada en lo que era un viejo refrigerador, esperando a que Tabatha se presentara—. ¿Un reto?

—¿Piensas que me tomo demasiado en serio esto? —Sarah preguntó mientras jugaba con su arco.

—No; quiero decir, ¿es todo? ¿No quieres algo más, cómo sembrarle crack? Jake puede hacer que uno de sus compañeros de "trabajo" le haga llamadas amenazadoras a su casa.

—Chicos, me conmueven, pero creo que puedo yo sola, y es que al final, esto es algo meramente entre ella y yo.

—¿Entre ella y tú? —Jake cuestionó —. ¿Y qué explica todos esos mirones de ambas escuelas rondando por aquí?

—No son tantos mirones...

—¡Salchichas! ¡Compren sus salchichas! ¡Kebabs de pollo y cordero! ¡Papas fritas! ¡Y no olviden sus camisas conmemorativas de "Wilder VS Greenberg: La Venganza!" —escuchó el trío de voz de uno de los vendedores que había elegido el evento para ofrecer sus mercancías.

—Que buena foto la tuya en esas camisetas, por cierto —Allye comentó.

—¿Deberían pagarme por eso, no? Ni modo: ya será para la próxima.

Y tras ver a comerciantes y curiosos tomar lugares, la segunda mitad de la competencia arribó.

—Sarah, ¿no es así? —preguntó con un paso arrogante—. Siempre se me olvida, ¡es un nombre tan genérico!

—Es una lastima —Sarah respondió—. Supongo que no todas podemos llamarnos "tarada".

—¡Que no es así!

—Señoritas, señoritas —Jake se interpuso en el intercambio de palabras antes que alguien saliera sangrando—. No hay que recurrir a insultos pasivo-agresivos, ¡cuándo se puede recurrir a insultos activo-agresivos!

—Lo que mi amigo con grandes y muy evidentes problemas mentales quiere decir —Allyson se metió a su vez para que las hostilidades no escalaran más —. Es que hay que definir bien las reglas...¡Marina!

—Greenberg, Wilder —Marina saludó, con las manos tras su espalda, posándose frente a las dos competidoras —. Estamos en un duelo clandestino, así que lo que saben de la arquería de competencia oficial no aplica aquí, pero eso no quiere decir que no existan sus reglas...

—¿No es aquí dónde esa chica murió por un tiro imprudencial? —Sarah cuestionó.

—Sí, pero a nuestro favor, no estaban jugando arquería, sino balazos con una magnum 44...en fin; cada una hará un intento hacia diferentes objetos tratando de impresionar a la otra, y al público presente y a los lectores que nos ven desde casa o desde sus celulares. Puede ser cualquier objeto, no importa, y es un tiro a la vez...¿Listas? Tiremos una moneda para...

—Eso no será necesario —Tabatha interrumpió—. Si Sarah lo desea, que ella empiece: no tengo problemas con el turno.

—¿Estás tan confiada, no es así? —Sarah preguntó.

—Mucho ruido y pocas nueces...

—¡Bien! ¡Comenzaré yo!

No era una coincidencia que el basurero fuera usado para resolver disputas entre los arqueros (y pistoleros), más que nada, por dos razones:

A) Estaba lejos del ojo vigilante de cualquier autoridad

B) Había toda clase de basura y artículos perfectos para ser usados como blancos.

—Observen esto...

Tabatha tomó su arco, apunto a una hilera de latas de cerveza vaciás sobre los restos de lo que alguna vez fue una cerca, y disparó...

—¡Atravesó las cinco latas! —la comentarista (con un altavoz) narraba el acto.

—¿Crees que me impresionas? —Sarah cuestionó.

—Es un pequeño calentamiento; vamos, tu turno.

A pesar que no deseaba demostrarlo, el tiro de Tabatha en realidad fue muy bueno, y mostraba que ella tenía habilidad ya sea en una competencia oficial o en una clandestina, pero Sarah no se dejaría vencer tan pronto.

—Ya verá —Sarah murmuró mientras posaba su ojo en una vieja maquina de monedas de un casino que quebró—. ¡Miren esto!

La flecha pegó en la manivela de la maquina, activando el mecanismo.

—¡Jackpot! —la comentarista exclamó ante las tres cerezas obtenidas como premio.

—¿Qué tal eso, eh? —Sarah cuestionó a su oponente—. Cambio para la lavandería.

—Esa maquina ha estado tanto tiempo aquí que lo que salen no son monedas —Tabatha contestó—. ¡Son cucarachas!

—¿Qué? ¿Acaso no has oído eso de "cuándo la vida te da cucarachas, has cucachada"?

—No —Taba replicó alistando su flecha para el siguiente turno —; Y a decir verdad, ojala nunca hubiera tenido que escuchar eso.

Tratando de quitar su atención de lo que sonó como la bebida menos apetitosa de la Tierra, Tabatha se concentró en su siguiente objetivo.

—¡La flecha de Tabatha sale dispara a toda velocidad! —se narró—. ¡Atravesó un oso de felpa y...! ¡LO CLAVÓ! ¡Clavó el oso de felpa en la superficie de una hielera de refrescos!

—¿Nada mal, eh? —Tabatha preguntó con orgullo.

—¿Tienes problemas emocionales desde niña, verdad? —Sarah cuestionó.

—¡Claro que no!

—Por supuesto que no los tiene —Allyson murmuró a Jake—. A pesar de los avances en inteligencia artificial, los robots aún no desarrollan sentimientos.

Sarah echaba un vistazo, buscando aquello que le diera la mano alta en la competencia...

—Una bicicleta abandonada —pensó al ver tal objeto ruedas arriba—. Todavía tiene sus llantas infladas...eso servirá.

Con un movimiento inesperado, Sarah posó dos flechas en su arco.

—¿Qué está haciendo esa loca? —Tabatha se preguntó.

Y su pregunta pronto vería en su accionar la respuesta: dos flechas al aire, con ligera variación en la dirección, ambas impactando y desinflando las llantas de esa bicicleta vieja y oxidada.

—¡Un tiro doble! ¡Y ambos certeros! ¡Impresionante movimiento por parte de Greenberg!

—¡Niñerías! —Tabatha respondió como si se tratara de una ofensa personal a los halagos al disparo de su rival—. Aunque, ¿de dónde aprendiste eso de los tiros múltiples?

—Bueno, cuándo una vive sola 300 de los 365 días al año y no tienes un ingreso fijo, tienes que arreglártelas para alimentarte.

—¿Cazabas con esto?

—¿Y ahora comprendes el motivo detrás de la "cucachada"?

—Tenía esperanza que me dejara de dar asco...pero no; no en absoluto.

Pero fuera del detalle de una pobre alimentación de su contrincante, Tabatha pensaba en otro asunto: que debía de verdad sacar las armas fuertes si quería la victoria.

—¿Y cómo responderá Wilder ante el doble tiro de Greenberg? —cuestionó la narradora—. ¿Acaso...qué está haciendo? ¿Está...? Una...dos...¡Tres flechas! ¡Tabatha Wilder está aumentando la apuesta y pone en su cuerda tres saetas!

Sorprendidos quedaron todos, pero para Tabatha era sólo poner algo más de si: no era una maniobra al azar; ella sabía bien que quería conseguir.

—¡Auch! —se escuchó de varias voces debajo de unos bultos de cobertores viejos y sucios.

—¡Tabatha dio en el blanco! ¡Sus flechas pegaron en las posaderas de tres vagabundos diferentes!

—¿Cómo hiciste eso? —Sarah preguntó.

—Yo también cazaba —Tabatha replicó—. Pero mis presas eran un poco más grandes.

—¿No cazabas seres humanos, verdad?

—No, ya pregunté: es ilegal...lamentablemente...

Tabatha hizo un gesto sorprendente: una breve y tímida sonrisa, pero no de orgullo, no de presunción, sino de sinceridad. Claro, generaba menos simpatía al reflexionar que el motivo era por el posible uso de seres humanos en la caza deportiva, pero no volvía el gesto menos impactante.

—Nunca lo he intentado —Sarah pensaba mientras buscaba sus flechas—, pero Tabatha puso la barra alta, y tengo que ir tras ella.

—Tres flechas...¡Greenberg intentará igualar el tiro triple de Wilder! ¿Tendrá la capacidad de hacerlo?

Ni Sarah lo sabía, pero no le quedaba otro remedio.

—¡Lo siento! —la morena se disculpó con los vagabundos, tras ver como sus flechas atraparon las mangas de los abrigos y sacos que usaban y se clavaron sobre la superficie de varios refrigeradores averiados.

—¡Impresionante! ¡Los disparos de Greenberg "capturaron" a los vagos! ¡Esta chica está en fuego!

—¡NO DIGAS "EN FUEGO"! —Sarah reclamó a la comentarista.

—¿Qué? ¿Por qué no?

—¡Vendrán los representantes legales de Suzanne Collins con una demanda de aquí a Vancouver! ¡Usa otro termino!

—Bueno...¡Esta chica está en chispas!

—No suena igual —Sarah se lamentó, pero al menos la consolaba el prospecto de evitar problemas de derechos de autor.

El encuentro continuó, con ambas arqueras haciendo gala de cualquier truco barato y "gimmick" a su disposición con tal de tener la ovación (o más bien, el "¡Oh!") más larga e impresionante.

Cosa difícil, dado que el titulo al más ruidoso rebotaba con cada turno de lado a lado.

—Sarah, Sarah —Tabatha llamó a su rival tras haber hecho su disparo.

—¿Sí?

—Hemos estado en más de una hora en esto —Taba planteó—. No creo que nos estemos acercando al fin, ¿entiendes a qué me refiero?

—Mis brazos hormiguean.

—Sí...como sea: creo que lo mejor sería una ronda de muerte súbita.

—¿Muerte súbita? Creo que mi tío Benjamín murió de eso...¡No! ¡Ya recordé! ¡El tío Benjamin murió de catorce disparos en la espalda!

—¡Pon atención, salvaje beige! ¡No podemos perder mucho tiempo!

¿No poder perder tiempo? Era curioso para Sarah: Tabatha estaba nerviosa, estaba sudando, estaba agitada, y hasta se notaba que respiraba a un ritmo más acelerado. ¿Ella, esa cyborg de disparar saetas estaba mostrando señales de cansancio? Sarah también, como en cualquier actividad que involucrara tanto tiempo de esfuerzo y concentración: estudio, deportes, sexo...

...pero sorprendentemente, aunque Sarah sentía disminuir sus energías, no se sentía tan abatida como Tabatha se veía.

—¿Qué tienes en mente? —Sarah preguntó.

—Un último disparo —Tabatha contestó—. Queda claro que...te subestime.

—¿Perdón, cómo dices?

—Eres buena...muy buena en realidad...había olvidado lo que se sentía luchar ronda tras ronda contra una contrincante de verdad.

¡Y las cosas se habían vuelto aún más locas! ¿Tabatha estaba...mostrando humildad? ¿Estaba reconociendo el talento de otra persona? ¿Estaba inclusive dándole un halago?

Y entonces, Sarah se percató de algo.

Mientras lo pensaba, giro alrededor suyo: veía rostros familiares, tales como los de los siempre presentes Allyson y Jake, y las nuevas amigas que había encontrado en el club de arquería, e inclusive algunos extraños que habían presentado su simpatía tras el acto despreciable del cual fue victima en el torneo.

Aunque sonara arrogante, Sarah lo sentía: la gente estaba tomando su lado.

Y nadie, absolutamente ningún alma parecía darle la más mínima simpatía a Tabatha.

Ni siquiera alumnos de Trudeau parecían tener interés en mostrar apoyo alguno: se escuchaban voces de sorpresa, los tiros de ella merecían tales expresiones por su habilidad, pero cuándo Sarah realizaba sus disparos, se podían oír gritos, rechiflas (casi siempre bien intencionadas, exceptuando por el sujeto que le gritó "¡Mucha ropa!").

No hicieron acto de presencia sus compañeras de equipo tampoco.

—Está bien —Sarah aceptó la propuesta de su rival—. Avisemos a la comentarista...

—¡Atención, atención! —la locutora ordenó tras ser informada de la decisión de ambas competidoras—. ¡Sarah Greenberg y Tabatha Wilder han decidido terminar con esto pronto! ¡Un último tiro definitivo!

El acuerdo fue así: un último disparo hacia el blanco más pequeño y complicado que pudieran encontrar; ambas intentarían el mismo tiro, quien lo lograra, sería la que se llevara el triunfo.

—Lo tengo —Tabatha dijo—. ¿Puedes ver ese viejo reloj?

Taba señaló un reloj de péndulo: el péndulo no se movía, pero era una superficie pequeña y delgada, ideal para un reto final.

—¿La que le de al centro? —Sarah preguntó.

—¿Quieres ir tú primero o quieres que lo haga yo?

—Por favor, comienza tú —una Sarah pensativa respondió.

Era increíble: los brazos de Tabatha estaban agotados, y su pulso se veía oscilante, lejos de la realidad de esa joven con hielo en las venas que no parecía mostrar emoción o impulsos por cosa o situación alguna, pero era un encuentro lejos de ser normal.

Tabatha soltó la flecha.

—¡IMPRESIONANTE! —gritó la locutora—. ¡La flecha pegó en el péndulo, pero apenas en la orilla!

—¡Coño! —Taba maldijo su pulso traicionero que no parecía darle la frialdad requerida y buscada.

Tocó el turno a Sarah: el disparo era difícil, pero era posible pegar más al centro del péndulo, y llevarse el encuentro.

Sarah disparó; en la flecha, se llevaba el destino del desafió.

Sarah no miró: había cerrado sus ojos. En su lugar, se dejó guiar por los sonidos, y tras el suspiro masivo de todos los presentes, llegaron rechiflados, risas y aplausos; la suerte estaba echada, o más bien, disparada y clavada.

—¡Lo logró! ¡Greenberg dio más al centro! ¡Sarah Greenberg se llevó la victoria!

Tabatha se dejó caer de rodillas al suelo; sus ojos, sus oídos, ningún sentido parecía poder decir la verdad: que había sido derrotada, en especial por alguien, una persona por la cual había mostrado tanto desprecio y desdén. Ella tenia el triunfo oficial en un torneo famoso, ¿pero podría sentir la misma satisfacción a partir de ese momento sabiendo que era una victoria incompleta? ¿No merecida por negarse a luchar contra alguien que había demostrado superioridad?

—¡Fue divertido! —Taba escuchó de la voz de Sarah.

Ahí estaba: ofreciendo su palma abierta para ayudar a la caída Tabatha a levantarse. En efecto, se podía detectar un poco de agotamiento en ella, pero no parecía estar tan mermada. Si no se hubiera decidido por la muerte súbita, Sarah quizá hubiera podido durar por otra buena hora más así como se encontraba.

—Gracias —Tabatha se limitó a responder.

No quería saber nada: salió de ahí, de inmediato.

Tabatha no volvió a casa de inmediato: se quedó pensando, sentada en una banca de un pequeño parque en frente a Trudeau High; la alcanzó la noche, deseando que su sensación de fracaso se fuera con la luz del Sol.

No fue así; sólo se sentía consumida por la amargura de repetir esas palabras con las que Sarah cerró la batalla.

—¡Fue divertido!

—¡Sí! ¡Esas mismas! —Tabatha exclamó.

Pero entonces se percató tras volver en si que no fue su mente la que repitió esa expresión, sino la propia Sarah, sentada a su lado.

—El parque de Trudeau es mucho más bello que el nuestro —Sarah comentó—. ¡Hasta las ardillas se ven más carnosas!

—¿Qué quieres? —Tabatha preguntó—, ¿Me vienes a echar en cara lo de...mi derrota?

—¿Tú derrota? ¿No puedes acaso llamarle "mi victoria"?

—¡Bien! ¡Llama a eso como quieras! ¿Pero qué quieres de mi?

—Sólo a expresar mi felicidad.

—¿Por vencerme?

—Vencerte fue interesante —Sarah argumentó—. Pero no: la diversión no reside ahí.

—¿Es todo lo que significa para ti? ¿Diversión?

—Es tirar cosas puntadas a toda velocidad y existe el riesgo de que alguien se lastime, ¿¡cómo no va a ser divertido!?

Era como hablar con una pared, para ambas chicas; ninguna podía comprender el punto de vista de la otra, era como si vinieran de planetas diferentes (comentario al cual Sarah ya estaba acostumbrada).

—Eres buena competidora...—Taba comentó.

—No quiero ser buena competidora, quiero tener algo que hacer.

—A pesar de todo...ahora no sé si hice mal por sacarte del torneo por dejar fuera a una arquera tan buena, o si hice bien porque no hubiera podido vencerte en circunstancias normales.

—Eres buena a nivel oficial, lo que hicimos fue una "cascarita"...a decir verdad, creía que me ibas a derrotar, pero no me molestó eso; me molestó que me arrebataran una experiencia que era tan...

—¿Divertida?

—¡Ya estás empezando a comprenderlo, Taba!

—De todas maneras...no necesito tu compasión: mañana comenzaré mi entrenamiento una vez más, y me volveré una arquera más fiera, dura y certera, y...

—Tienes en parte verdad —Sarah interrumpió a Tabatha—. Sí siento compasión por ti, pero no por lo que crees.

—¿Entonces?

—¿Sabías que estaba jugando de local?

—¿Local? No estábamos en tu escuela, ¡aquello era un basurero! ¡Literalmente un basurero!

—A pesar de todo, mucho más gente fue a celebrar conmigo que a tratar de consolarte.

—B-bueno...no los culpó —Tabatha ruborizada objetó—. ¿Quién querría estar con una perdedora, de todos modos?

—Pero ni siquiera veía una amiga, o amigo ahí para ti...

—No soy muy sociable, ¿acaso importa? Hay gente que no está hecha para convivir, o que no tiene carisma; eso no la hace mala.

—¿Quién querría estar después de todo con una chica bella, alta, talentosa y atlética, verdad?

—Eso es muy amable de tu parte...

—Y me hace pensar que el  problema radica en otro lado, ¿quizá tu personalidad?

—...eso no fue tan amable...

—Como sea...sólo quería decir que, a pesar del movimiento nada cool y de perra hija de puta que me hiciste en el torneo...de verdad, fue una dicha enfrentarte.

Y  Sarah se fue.

—¿Así que en esencia, le tuviste...lastima? —Jake preguntó esa noche, con su grupo reunido en torno a la mesa de una pizzeria.

—¿Le va doler eh?

—Como consolador con corto circuito...—Allye comentò—. ¡SEGÚN ME HAN CONTADO!

—Pero de verdad no lo hice para hacerla sufrir: de verdad me da mucha pena —Sarah argumentó.

—¿Qué? ¿De qué puedes compadecer a una rubia talentosa, buena estudiante con cuerpo de supermodelo?

—De que, incluso si me hubiera ganado, no hubiera tenido nadie para compartirlo...

Allyson y Jake quedaron boquiabiertos: Sarah había dicho una declaración de enorme madurez y consciencia. Parecía estar lejos de esa chica extraña que hacía todo por capricho: en verdad, en ese momento en que se detuvieron a pensarlo un poco, ella estaba mostrando señales de pasar a ser una persona adulta.

—Pero una cosa —Jake dijo—. ¿Si tanta lastima le tenías, por qué no la dejaste ganar? ¡Avientale un hueso a la perra!

—Dos razones: en primera, aún quería humillarme un poco...y en segunda, de hecho pensé en eso...que va, ¡no sólo lo pensé! ¡Era mi plan al momento del tiro final! Quería apuntar justo afuera del péndulo.

—¿Pero entonces?

—¡Fallé!

—Entonces, ¿querías perder pero terminaste ganando por un error? —preguntó Allyson.

—¿Primavera para Hitler?

Allye y Jake se vieron el uno al otro, y respondieron ante aquella inesperada verdad.

—Primavera para Hitler —repusieron juntos.

Por lo pronto, aunque Sarah estaba un poco cansada de los arcos y las flechas, tenía una renovada confianza al saber que tiene capacidades para hacer cualquier cosa que se proponga (excepto...claro, eso de perder a proposito).

N/A: No tengo mucho que añadir, aparte de mis disculpas por demorarme tanto.

De hecho, traigo prisas en este momento, así que ya saben: gracias y shalom camaradas :)

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