Capitulo XLVI: De Repente, el Último Episodio
Allyson se despertó, en una habitación acolchonada, con una camisa de fuerza, confundida y mareada, sin recordar cómo había llegado ahí.
Los especialistas habían seguido su caso durante años; ella seguía repitiendo nombres de esos chicos, “Jake” y “Sarah”. Pero ella nunca tuvo amigos; los doctores habían concluido, al notar las características de esos personajes a los que siempre se refería, que no eran más que proyecciones de su imaginación: Sarah era el tipo de chica, atractiva, audaz, fuerte que ella deseaba ser, y Jake, estoico, desafiante pero al mismo tiempo algo sensible el tipo de chico que le gustaría tener como pareja, y...
...no, esperen; eso es de mi Creepypasta. Sólo estoy bromeando; a continuación, comenzaré con el verdadero final.
Al recibir el último estudiante su diploma de graduación, y tomar asiento con el resto de la generación, el director LaFontaine se dirigió una última vez a ese grupo de muchachos que quizá no volvería a ver.
—Al verlos reunidos, actuando casi de un modo civilizado me hace pensar...que gracias al de arriba que no tendré que ver a muchos de ustedes...no, es, como pueden imaginar, sólo una broma. La verdad es que de todos los grupos de alumnados a los que he instruido, ¡ustedes son el peor!
Mas entre mayores eran sus intentos de hacerse el simpático, menos simpatía producían.
—Voy a ir al grano...ya que veo en ensayar esta rutina no sirvió de nada; podría decir algo conmovedor, algo emotivo, algo digno de ponerse en un libro o quizá una película...pero no soy bueno: no soy demasiado elocuente, ni ingenioso con las palabras. Soy un educador, debería inspirar, y espero que haya logrado algo de eso en algunos de ustedes, porque...a pesar de que suene extraño, ustedes me inspiran a mi. Ahora, van a comenzar una nueva parte de sus vidas, y no les mentiré: van a encontrar piedras, dificultades de toda clase, y en ocasiones van a sentir miedo, pero no hay nada allá afuera, más allá de los muros de esta escuela, con lo que sé que los ex-alumnos de la escuela con el mayor número de apocalipsis zombi por cabeza, así que, de modo simular, salgan afuera, y si la vida se quiere pasar de viva, ¡DISPAREN A LA CABEZA! ¡Ah, pero aclaro! ¡No literalmente! ¿Eh?
Discurso poco ortodoxo, pero ninguno más podría ser tan apropiado para una escuela como esa; a su modo, resultó conmovedor.
Y tras la ceremonia de graduación, con birretes y togas encima todavía, Allyson, Jake y Sarah echaron un vistazo más antes de partir de Hopewell High.
—La comida era mala —la pelirroja comentó—. Claro, si es que había en primer lugar.
—Los maestros estaban tan interesados en enseñar como nosotros de aprender —Jake agregó.
—Las plagas causadas por la fauna nociva se salían de control y cobraban la vida de uno o dos estudiantes cada año —Sarah añadió a su vez.
—Las instalaciones...a veces creí que el techo se iba a caer.
—Nuestros libros de historia aún hablaban de la posibilidad de guerra con la Alemania nazi.
—Y esos cochinos profesores siempre se la pasaban propasándose con una, ¡sólo para no llamar a la mañana siguiente! ¡Por Hashem! ¡Como me repatea que me hagan eso!
Y los tres prosiguieron recordando todo eso que odiaban, despreciaban o les provocaba repulsión del colegio de Hopewell High, y la lista no era corta; durante mucho tiempo habían soñado con ese día. ¡Ya no tener que regresar ni un día más ahí! ¡Ya no tener que tratar con esos tarados que tenían por maestros y esos aún más tarados que tenían de compañeros de clase!
Pero no podían sonreír; los saltos de alegría y jubilo con el que pensaron que se despedirían no eran realidad. Por un lado, el hecho de haber sido liberados de esa prisión de adolescentes les quitaba el peso de un mundo del encima, pero por otro, el pensar que todo lo que conocían se estaba alejando, y que en breve se adentrarían a rutas y caminos desconocidos parecía colocarles el peso de otro mundo sobre los hombros.
Y luego estaba el sentir en sus corazones: Hopewell High era un basurero, pero era el basurero al que asistieron por tres años; en ese tiempo, algo de ellos se había quedado en ese lugar, y algo de ese lugar se había quedado en sus almas.
—Chicos...¿Quieren...no sé, ir a mi casa al anocher? ¿Hacer algo? —preguntó Allyson.
—¿Cómo qué?
—Bueno Sarah, siempre nos ha gustado ver pelis raras y malas, ¿quizá un último maratón?
—¿Último?
—Al menos “último” como hopewelitas.
—Claro —sus dos compañeros replicaron.
Sus ojos vieron Hopewell por una última vez, y después se marcharon de vuelta a sus hogares.
Querían decirse tanto, pero no tenían la fuerza: la ceremonia fue larga y aburrida, las canciones cursis, y los chicos parte de la “gente hermosa” se despidieron con llanto. Sentimentalismos baratos en los cuales ninguno de los tres creían.
Y aún así, se sentían agotados.
Allyson durmió la mayor parte de la tarde; entre los tramites para el ingreso a la universidad y el desgaste emocional al saberse graduada de Hopewell, su cuerpo le rogaba reposo, y se dejó caer en la cama, perdiéndose con profundidad.
—¡Coño! —se dijo al despertar en la tarde-noche—. ¡Se me olvidó!
Allyson se puso unos pants y una playera de New Order que había comprado en un bazar y que usaba para dormir y en las desveladas. Preparó algunas rosetas de maíz, y hasta consiguió una botella de whisky que su madre había dado por perdida ya hace algún tiempo. Consiguió varias películas de su colección especialmente ridículas y risibles para la noche.
La última función estaba lista, el problema es que parte del público no.
—¡Hola! —Allyson saludó con un abrazo a Jake tras abrirle la puerta—. ¿Dónde está Sarah?
—No lo sé, quizá se retraso con algo —contestó el muchacho—. No debe tardar en llegar.
—De acuerdo. Pasa por favor.
Ambos subieron a la habitación de la pelirroja; Jake se recostó sobre su cama mientras Allye tomó asiento en su escritorio.
—Aún no puedo creerlo —Jake dijo tras suspirar.
—¿El fin de Hopewell?
—Que tu madre no esté. ¿Sabes lo qué diría si supiera que soy visitante asiduo a tu cuarto?
—¿Qué tendría que objetar ella? ¿Qué estamos dándole duro? Lo cuál, no es cierto.
—¡Y vaya que lo sé!
—¿Cómo dices, Jake?
—No, nada...aunque...no sé, quizá mostrarme algo debajo de tu blusa...
—No haré eso.
—Lo siento...
—Jake...acabamos un ciclo, es...no me gusta decirlo de este modo porque siento que casi nunca se usa esa frase bien, pero es lo más cercano que estaremos de “el fin de una era”.
—¿Y?
—¿No sientes algo de...? ¿Quizá nostalgia? ¿Melancolía?
—¡Oh, no empieces con esa mierda de chicas!
—¿¡Cómo dices!? ¿“De chicas”?
—Ya sabes: emociones, sentimientos, lloradera...¡Argh, me saca de quicio!
—¡Lo lamento! ¡Pero algunas de nosotras tenemos eso precisamente! ¿Entiendes no? ¿Los seres humanos, los conoces?
—Pues a mi no me gusta...es...me da cosa.
—Jake, por favor, quisiera preguntar algo —Allyson se levantó—. ¿No sientes algo...distinto?
—Sí: casi un orgasmo al saber que no tendré que recorrer esos pasillos ni un día más.
—Ni siquiera para extraordinarios —la borgoña se acostó a su lado—. ¡Vaya que nos costó eso! ¿Verdad Jake?
—Lo sé, y...gracias Allye; no hubiera podido haber pasado el año sin tu ayuda.
—Eres listo, eres audaz...sólo necesitas alguien que te ayude a concentrarte —Allye tomó la mano de su pareja.
—Quisiera decir que no tienes razones para enloquecer y ponerte como te pones, pero...creo que yo mismo sabría que estoy mintiendo.
—¿Entonces, si sientes algo, no?
—Yo...pues...no puedo esconderlo...en verdad, sí.
—¿Y por qué lo niegas? ¿Por qué dices cosas tan estúpidas como que estas son sólo mierdas de chicas? Jake, sabes como soy, ¡entiendes bien lo insultante que encuentro eso!
—No lo sé; creo que es el modo en que trato con el miedo.
—Miedo...sí, yo también lo siento. Y creo que puedo entenderlo...considerando que casi manejo a estas alturas to lógica punk extraña.
—Perdón Allye.
—No te preocupes...yo también tengo mis métodos para lidiar con estas cosas.
—¿Si? ¿Llorar?
—¡Oh, claro! ¡Sólo porque soy chica asumes de inmediato que me la paso llorando!
—Allyson: TE LA PASAS LLORANDO.
—Lo sé —suspiró con decepción por si misma.
—Allye, sé que te gusta pensar en ti como una “super mujer”, y para mi...lo eres...pero si realmente te llega algo, si realmente quieres llorar, no es un crimen. No te vuelves menos inteligente, ni menos capaz de lo que sé que eres...eres la misma sabelotodo antes y eres la misma sabelotodo ahora.
—Creo que es el momento de hablar de algo que hemos estado evadiendo con todo tema ridículo y surreal posible peor que ya viene siendo tiempo de tocarlo...
—¿Viste el juego de Lacrosse? Las Ardillas de Saskatechwan perdieron de nuevo contra los Peces Voladores de Longueuili, ¡pero qué racha! ¡Es como si la maldición de Ebenizer Hawthorne fuera realidad!
—¡Jake, hablo en serio!
—Sí, sí, yo sé que sí Allye, y es que a pesar de todo, es algo que me duele también.
—¿Entonces sí te llega algo?
—Tal vez si tu fueras tan considerada, entenderías que sí, pero que me duele un tanto hablar sobre ello, y que prefiero ignorarlo.
—Pero ya no hay más; la escuela se acabó, no podemos seguir así.
Y es que aunque la distancia no parecía tan grande, y no era necesario cosa más que un boleto de autobús o de tren para la ciudad dónde estudiaría el otro, el no verse día tras día sería una experiencia completamente nueva. Han estado juntos desde el jardín de niños, se conocen literalmente desde que tienen memoria, han pasado por tanto que en ocasiones uno se sentía más como la extensión del otro. Conocen sus sueños, sus miedos, aquello que los hace sentir orgullosos, y eso otro que les avergüenza reconocer. Y ahora vendría una prueba como nunca antes la han tenido: ¿Podrá su relación soportar la distancia? ¿El que uno no esté para cuándo el otro lo necesite? Siempre existirá el Internet, y el teléfono, pero la inmediatez de la presencia será algo con lo que no podrán contar.
—Jake, ¿sabes lo qué es el síndrome de Cerebus?
—¿Una de esas enfermedades que tienen el potencial de desatar la triptofobia latente en todo ser humano?
—¡Ni lo digas! ¡Se me ocurrió buscar eso en Google y...! ¡CIELO MIO, ME DA ALGO SÓLO DE RECORDAR!
—Vamos Allye, ¿qué es lo que dijiste? ¿Síndrome de qué?
—Cerebus, es algo que leí en la internet también. ¿Has notado cómo en las series de comedia todo empieza siendo gracioso y divertido pero en los últimos episodios las cosas se ponen muy dramáticas?
—¿Como cuándo el personaje principal se va a mudar, o cuándo en una comedia juvenil los chicos ya se graduaron de la escuela y tienen que separarse?
—¡Exacto!
—Siempre me molestaba. ¡Uno empieza a ver esas series para reírse! ¡Olvidarse de sus problemas por un momento! ¡Y luego salen con tanto llanto y drama y más drama! ¡Que si los novios se van a separar! ¡Y que si la hermana de fulanita de tal está embarazada y nadie lo sabe! ¡Toda esa basura!
—Me molestan también Jake, pero no sé...creo que ahora lo comprendo un poco más.
—¿Qué las series se pongan así?
—Más qué las series, la vida. Y es que la vida es un poco así en realidad si lo piensas con profundidad: te acostumbras a tu rutina, tratas de “alegrarla”, hacerla una comedia para llevarla más o menos bien. Y luego, ya sea de la nada, o algo que viste venir desde hace kilómetros pero nunca tomaste en serio, todo cambia; tienes miedo, tienes nervios, no sabes que hacer. La comedia que protagonizabas se vuelve un drama conforme te acercas al final de una etapa y el comienzo de otra.
—
Creo que eso es lo más deprimente que te he oído decir...bueno, eso y lo de firmar la petición para acabar con el genocidio en Rwanda.
—¿Y ya la...?
—¡Sí rojilla! ¡Ya la firmé! —contestó antes de que Allyson volviera a traer su activismo de suburbio—. Pero lo qué dices, ¿es qué estamos en la “parte dramática” de esta historia?
—Sí.
—Vaya mierda.
—Bienvenido a mi mundo, querido.
—Y Allye, ¿vas a querer...que sigamos siendo...novios?
—¿Por qué no deberías seguir siéndolo? —Allyson levantó su torso de la cama.
—Es algo común que cuándo se acaben las clases, las parejas se separen, en especial cuándo van a estudiar a diferentes lugares.
—Jake, ¿realmente eres de eso chicos? ¿Un patán?
—Sabes que soy un patán.
—Vale, pero no de ése tipo de patán.
—No, pero rojilla...tu vas a una universidad bastante buena; te juntaras con gente más...como tú. Gente lista, brillante, estudiosa que tienen un futuro o al menos, algo parecido. Yo, en cambio, voy a una escuela barata cuyo mayor beneficio es que si pagas el semestre por adelantado te dan un descuento y una camiseta gratis.
—¿Me crees una snob, acaso?
—No snob; no es snob el que tiene cabeza. Y vas a conocer amigos diferentes más de tu estilo, quizá haya un chico que te agrade y...que te pueda ofrecer algo mejor que celulares robados y computadoras chinas de contrabando.
—Por mi parte, paso; apenas me soporto a mi, si tuviera que salir con alguien como yo...creo que acabaría por ahorcarlo para la segunda cita. O él a mi, tampoco soy un ángel.
Jake se alzó; Allyson recostó su cabeza en su costado, y el muchacho extendió su brazo por encima de los hombros de la pelirroja. Se miraron a los ojos, y a las sonrisas; tenían miedo, pero lucían felices, esperando no contagiar más ansiedad de la que ya sabían que el otro tenía.
—Fue un viaje increíble —Allyson comentó.
—Ni que lo digas.
—Más qué bueno o malo, aunque sí fue un pelin más malo en promedio, fue algo...fantástico. Todo lo que pasamos, contigo, y con Sarah...
Y de pronto, como un relámpago recorriendo el cielo a toda velocidad, un pensamiento entró en la cabeza de la pelirroja.
—¿Dónde está Sarah, a todo esto?
—Oh, nada más debió entretenerse con algo —Jake sugirió.
—¿De verdad lo crees?
—Es lo más probable.
—Sí...sí, tienes razón —se levantó a buscar su teléfono en el escritorio—. Pero nada más por no dejar...
—¿Vas a preocuparte por nada tan pronto otra vez, Allye?
—Jake, sé que la probabilidad está de tú lado, pero conoces a Sarah, así que sé sincero: ¿No sientes algo..extraño?
—¿Cómo eso?
Pero de pronto, sintió algo; no sabía si surgió de cuenta propia, o si la preocupación que se reflejaba en el rostro de Allyson lo había alcanzado, pero entendió de súbito que ella tenía que hacer esa llamada.
—¿Sarah? ¿Sarah, estás ahí?
—¡Ahora no puedo contestar!
El grito de la morena se escuchó con desesperación, urgencia.
—¿Dónde estás?
—En el Hospital Baycreast.
—¿Estás bien?
—Allye, ¡luego hablamos! ¡De verdad no tengo tiempo!
Sarah colgó.
—¿Que pasa?
—Jake...¿Conoces el Hospital Baycreast?
—¿Sarah está ahí? ¿Le ocurrió algo?
—Ella no sonaba mal, y no creo que lo que pasa no es tanto a ella, pero...
—Un momento. ¿No es Baycreast el hospital para gente mayor?
—Bingo.
La noche de cine fue cancelada por causas de fuerza mayor; en breve, tomaron un taxi hacia la dirección del hospital, en el bario de Baycreast, en la calle Bathurst.
—¿Por qué crees que Sarah está aquí? —Jake preguntó mientras se encaminaban a la entrada del centro geriátrico.
—¿No se te puede ocurrir? No es Sarah, pero, ¿quién conoce a Sarah que sea una persona mayor y que se preocupe lo suficiente como para ir a un hospital con tanta urgencia?
—¿Crees que algo le pase a su abuela?
—No lo sé; pero es la única persona en la qué puedo pensar...
Al entrar, el caos de sus ya de por si confundidas cabezas se incrementó; el ir y venir de pacientes, doctores y demás personal parecía marearlos con sólo un vistazo. No son personas frágiles, han aguantado eso y más, pero ante la incógnita de la situación y la preocupación por lo que estaba pasando Sarah.
—Disculpe —la recepcionista les llamó la atención—. ¿Puedo ayudarlos en algo?
—Buscamos a una persona —Allyson replicó acercándose a la empleada —. Su nombre es Greenberg.
—¿Greenberg?
—Ruth Greenberg.
—No, lo siento; no la encuentro en el registro.
—¿Y qué tal Sarah? Sarah Greenberg puede estar marcada como familiar.
—¿Sarah, dice?
—Sarah Eloise Greenberg.
—¿Es algo de ella?
—Pues, somos...somos sus amigos.
—¿Tiene algún parentesco?
—¿No podemos entrar acaso?
—Para alguien en emergencia se necesita algo más qué “amigos”. ¿Son familiares? ¿De sangre o políticos sí o no?
Ni Allyson ni Jake supieron como abordar esa pregunta más allá de la verdad; tartamudeaban nerviosamente intentando formar una respuesta coherente, pero se ahogaban solos en sus propias palabras.
Para su fortuna, una salvavidas llegó a rescatarlos.
—¡Por fin llegaron! —Sarah expresó, turnándose para recibir a Allye y Jake con un abrazo —. ¡Que bueno, pensé que no lo lograban!
—Señorita Greenberg, ¿conoce usted a estos jóvenes?
—Son mis hermanos.
—¿Son...cómo dice?
—Son mis hermanos; Allyson y Jake Greenberg.
—Pero...ustedes...
—¡Ya sé lo que va a decir! ¡Todos nos dicen lo mismo! ¡Estamos igualitos! ¿Verdad?
—¿De verdad son sus hermanos, señorita Greenberg?
—¿Cree que le estoy mintiendo?
—Oh, lo siento...claro que no; pueden pasar.
Y apoyándose en sus hombros, Sarah se despidió de la recepcionista y los adentró en los pasillos del hospital.
—¿Hermanos? —Jake murmuró —. ¿Te das cuenta de que no nos parecemos demasiado, no?
—Hey, ya conocen a mi madre; creo que está en el reino de la posibilidad que en algún momento llegó echarse al plato un pelirrojo noruego o un serbo-polaco con mala actitud.,
—Bueno, eso es cierto...
—Sarah, ¡pero dinos! —Allyson urgió—. ¿Qué pasó?
—Chicos...algo sucedió con mi abuela —la morena se soltó y su carácter juguetón se marchó—. Ella está en estos momentos internada de emergencia.
—¿Qué le sucedió?
—Aún no estamos seguros; los doctores todavía no nos han avisado ni a mi ni a Dimitri, pero...después de la ceremonia, ella y yo salimos de compras por el centro, y en medio de la calle...
Un nudo se formó en la garganta de la joven; sus ojos se aguaron, y comenzó a sollozar.
—Sarah, tranquila; respira, tomate tu tiempo.
—Lo siento chicos...creo...creo que arruiné la noche, ¿no es así?
—¡No digas locuras! —Allyson se apresuró a consolar en sus brazos a su amiga, quién rompió en llanto.
—Aquí estamos Sarah; no nos iremos de aquí —dijo Jake.
—Yo sé...gracias...de verdad muchas gracias a los dos.
—¡Señorita Greenberg! —Dimitri gritó al otro lado del pasillo mientras trotaba a su encuentro.
—¿Qué pasa? ¿Qué te dijeron?
—La señora sufrió un pequeño infarto; parece que en este momento se encuentra estable.
—¿¡De verdad!? ¿Va a estar bien?
—Es todavía muy pronto para decir; puede que necesite algunos cuidados más, pero por lo pronto se puede decir que el peligro inminente, lo peor ya ha pasado.
—¡Gracias! ¡Gracias, gracias, gracias! —Sarah comenzó a saltar de gusto.
—Estará en observación toda la noche; no sé si quieres regresar a casa, yo me puedo quedar aquí.
—Agradezco mucho tu esfuerzo y tu ofrecimiento Dimitri; pero estamos hablando de mi abuela, y no me voy a ir a ningún lado.
—Comprendo su parecer. Pero dado que la noche puede ser algo larga y su almuerzo fue interrumpido por, lo que puede ver ahora fueron causas de fuerza mayor, sugiero que vaya por lo menos a buscar algo de comer a la cafetería.
—Claro...y gracias Dimi.
—No tiene que agradecer señorita; vamos, vaya.
Con algo más de calma en sus corazones, los tres ordenaron comida en la cafetería del hospital; si bien las quejas de los alimentos servidos en lugares ahí son tan recurridas que el hacerles burla en este espacio no tiene caso, comparada con lo que probaban al asistir a Hopewell High, se sentían que les habían servido manjares dignos de la Realeza.
—¿Un infarto? ¿Tu abuela tenía problemas cardíacos? —Allyson preguntó.
—No lo sé, nunca los había visto, jamás me había contado nada al respecto.
—Siempre me pareció que ella se encontraba en gran forma.
—Lo sé, estoy tan sorprendida como ustedes.
—Y hablando de sorpresas, ¡vaya con esa recepcionista! ¡Se asustó con sólo verte! ¿Te conocía ya o qué con eso..?
—De hecho, creo saber la respuesta —Jake comentó mientras extendió el folleto del hospital que se encontraba leyendo y lo colocó en medio de la mesa.
—¿Qué tiene?
—Leelo Allye.
—"Ala Ruth Gree...” ¿Cómo?
—Mi abuela hizo una donación a este hospital durante los noventa, así que...
—Realmente tiene plata la vieja.
—¿Qué dijiste, Jake?
—Que creo que no tardas en recibir un buen consuelo si es que algo le llegara a pasar...¡Que no deseo que pase!
—A pesar de tu insensibilidad, no saben cuánto agradezco que estén aquí.
—Y estaremos aquí sin importar que —Allye exclamó, notando pronto el sacudir de su teléfono—. Oh...es cierto —contestó la llamada—. ¿Alo? Sí mamá, lo sé...¡Sí, lo entiendo! ¡Debí al menos avisar! ¿Qué? Pues...estoy en el Hospital Baycreast y...¡No, no! Yo estoy bien, no te preocupes pero...sí, sí, yo comprendo pero...mamá...mamá...mamá, ¡MAMÁ!
—¿Qué se sentirá tener un padre que se preocupe dónde estás a altas horas de la noche? —Jake preguntó.
—Esa es una gran, gran y muy buena pregunta...
Se quedaron el resto de la noche, hablando un poco de todo, en un conjunto de paradojas extrañas dónde los temas profundos no parecían tener tanta importancia, y al mismo tiempo, aquellos más triviales tomaban una poco sospechada. Hubieran podido hablar de sandalias camerunesas de los años 50 y aún así encontrarse entretenidos.
No se trataba del “qué”, sino del “quién”, y estaban con quienes deseaban estar. Su fidelidad estaba entre ellos, y aunque en un inicio fue una mera excusa para entrar a un área a la que quizá no debieron entrar en primer lugar, la mentira no era absoluta, y tenía tintes de verdad.
—¿Señorita Greenberg? —Dimitri llamó a una Sarah dormida en las sillas de la sala de espera.
—¡Ay mamá! ¡Si vas a hacer eso en mi cama al menos lava el colchón!
—Señorita Greenberg, soy yo.
—Oh, ¿qué sucede? ¿Mi abuela está..?
—Se encuentra bien, y de hecho, puede verla, si así lo desea.
—¡Claro que sí!
Sarah se levantó; no quería despertar a sus amigos, recostados a su lado con ella en el asiento del medio, así que trató de moverse de la manera más calmada y discreta posibles.
—¡Auch! —Allye y Jake se despertaron con el chocar de sus cabezas.
—¡Ay, perdonen! ¡Pero es que tengo que ver a mi abuela!
Estaban dispuestos a disculparle cosas peores en peores circunstancias, así que más allá del chichón en sus testas, no encontraron mucho de que quejarse; sólo deseaban que Sarah no sufriera por algo más.
—Ya es la mañana —Jake mencionó al ver la luz del sol filtrándose por una ventana, y confirmando la hora en su teléfono.
—¿Sabes lo mucho que me hirió verla?
—¿El golpe en la cabeza?
—Hablo en serio.
—Ya, vale, eso fue inoportuno; ¿qué te hirió?
—¿No sería la cereza en un pastel del infierno? ¿Qué Sarah perdiera la única familiar que realmente quiere, y que realmente la quiere?
—Para eso estamos nosotros, ¿no crees que hemos hecho un buen trabajo?
—Tratamos, pero...no sé si ella pueda soportarlo. ¿Recuerdas que casi la perdemos con lo de Will?
—Eso fue en perturbador. No pude dormir durante tres semanas y la cuarta semana me la pasaba levantándome gritando.
—Ni que lo digas.
—¿Dijiste que iban a ir a la misma escuela, no?
—Quiere inclusive que compartamos habitación.
—Eso suena bien.
—En una primera pensada, sí; en una segunda, sólo espero que haya más de una cama.
—¿Y si no la hay?
—Dormiré en el pasillo.
—Rojilla, ¿no crees que exageras?
—Sí, lo estoy haciendo a propósito; el punto es que será un contraste curioso: por un lado, no te veré en días, a veces semanas si estamos demasiado ocupados, y por el otro, a ella la veré a diario durante todo el semestre.
—¿Sabes que me molestaban por siempre juntarme con dos niñas?
—¿Cómo lo de Mac en el primer año?
—Sí, pero desde mucho antes; recuerdo como en la primaria decían esas cosas de que era un poco “raro” por eso.
—Jake, me da temor atarme las cuerdas de los zapatos porque de inmediato tu apareces, frente a mi, con una sonrisa de pervertido japonés echado volar tu imaginación por el sólo hecho de tener mi cabeza a la altura de tu cintura.
—Lo cuál es “cabeza a cabeza”, si cierta parte del cuerpo masculino la consideras como...
—¡El punto ES que te conozco! Para empezar, el hecho que le llamen a la homosexualidad “rara” tiene muchas implicaciones muy desafortunadas, pero en todo caso , ¿no es extraño? Si te juntas con niñas, eres “raro”, pero luego creces y la cosa cambia por completo, ¡ahora eres galán! ¡Un casanova! Pero aunque la actitud cambia, juntarse con chicas parece ser siempre una “gran anomalía”.
—Te he dejado entrar mucho a mi mente, Allye, porque esas cosas que dicen poco a poco fueron agarrando sentido. Extrañaré no tener a esa pos-feminista quejosa diciendo que hay un doble estándar en la literatura de aficionados porque a toda personaje capaz se le llama “Mary Sue” pero aunque existe el termino “Gary Sue” para chicos, casi nunca es usado porque se espera que un personaje masculino sea así de hábil en todo.
—Has aprendido mucho.
—Y aún así tu peli favorita es “La Bella y la Bestia” y guardas una colección de muñecas de las princesas de Disney en tu habitación.
—¡Son sólo dos! ¡Belle y Tiana! ¡Y son las que mejor ejemplo dan como figuras femeninas! ¿De acuerdo?
—¿Y qué hay de Mulán?
—Siempre se me olvida comprar a Mulán...
El debate de la presentación de los personajes femeninos continuó mientras Sarah se encontraba en la cama de hospital con su abuela.
—¿Sarah? ¿Eres tú? —Ruth preguntó, agotada, apenas con fuerzas en su hablar.
—¡Abue! ¡Gracias a Dios que estás bien!
—Podemos disentir un poco en lo que significa “bien”...pero sí.
—Lo que importa es que parece que te encontrarás mejor pronto.
—Sí, Dimi ya habló conmigo.
Sarah sonrió, y al mismo tiempo, sollozó; le alegraba verla hablando, reaccionando, despierta, pero le dolía contemplarla tendida en esa cama, con bata de paciente, con energías suficientes para apenas poder responder.
—¿Te hice pasar un mal rato, no querida?
—Abuela, está bien...no es como si uno pudiera elegir esas cosas.
—Sarah, creo que debo decirte algo de una vez.
—¿Quién es mi verdadero padre?
—No; con el expediente de tu madre, ni un genetista experto que además pudiera leer la mente podría averiguar eso.
—Abuela, sé que te gusta dar respuestas ingeniosas así como cuestionar la vida sexual de mi madre, y no te culpo porque yo adoro justo lo mismo, pero en tu estado...mejor ahorraría palabras.
—No duraré por siempre, querida; no siempre estaré aquí y creo que es hora que vayas enfrentando esa verdad.
—Los doctores dijeron que no era tan grave. ¡No exageres abuela!
—Sarah, he tenido...algunos problemas de salud por algún tiempo. Lo del infarto es nuevo, pero...es sólo una cosa más dentro de una lista que cada vez se va alargando más.
—¿Qué quieres decir?
—Mi niña...he tenido problemas y realmente no puedo decirte que voy a estar aquí por varios años más porque...te estaría mintiendo.
—¡Oh, abuela! ¡Por favor!
—¡Hablo en serio!
—Pero...
—Sonará muy miserable de mi parte, ¿pero has pensando por qué te busqué el año pasado en primer lugar?
—¿Por qué...extrañabas a tu nieta favorita?
—Eso es sólo parte de una respuesta más grande; la gente...la gente difícilmente cambia de la nada, a menos que estén pasando por algo inusual, un momento difícil, y...lo mismo me pasó.
—¿O sea...qué me buscaste porque sentías..?
—A nadie le gusta pensar en la muerte, pero es un enorme elefante blanco en la sala a medida que vas envejeciendo; quieres, pero no puedes ignorarlo.
—Abuela...
—Lo siento si se escuchó mal. Yo sé, muy bien, y es algo con lo que he tenido que lidiar, que debí buscarte antes por el simple hecho de que eres mi sangre; que el potencial que se desperdició en tantos otros miembros de nuestra familia vive en ti. Que no debí dejar que un pleito tonto se interpusiera entre lo que era lo decente y digno.
—Dime...por favor, la verdad. ¿Cuánto piensas que vas a seguir...aquí?
—Lo diré así: te vi graduarte de bachillerato, pero no estoy tan segura que pueda verte graduarte de la universidad.
Sarah regresó a la sala de espera; se veía tranquila y relajada, mas el reto era distinguir que tanto de ello era legitimo y cuánto más era una fachada, pero siendo ella quién era, siempre había un poco de ambas cualidades en todo su actuar.
—¿Cómo está tu abuela? —preguntó Jake.
—Va...a estar bien. Sigue siendo tan “ella” como siempre.
—¿Y qué sigue?
—Parece que no tardan en dejarla salir; esta misma tarde podría irse.
—Una cosa...chicos —Allye interrumpió—. ¿Pueden disculparme entonces?
—¿Qué sucede? —ambos preguntaron.
—Necesito...creo que tengo que ver a alguien.
—De acuerdo Allye —Jake contestó—. ¿Está bien para ti, Sarah?
—Claro, no hay problema.
—Me quedaré con ella hasta que salga su abuela.
—Gracias. Y nos vemos más tarde.
Allyson salió del hospital, con más calma; nunca gustó de esos lugares, siempre con tanta depresión y muerte a dónde quiera que una volteara. Pero su alivio fue temporal, dado que había hecho una promesa de ir pronto a otro, si bien, distinto en naturaleza.
—¡Por fin llegaste! —Jessica reclamó al ver a su hermana correr desde la parada de autobús y abandonar su taxi.
—¡Lo siento! Créeme que no he tenido una noche fácil.
—Como sea; aquí estamos, ya casi es hora de la cita, así que mejor entremos de una vez.
Y las hermanas ingresaron al interior de aquel centro medico: una pequeña clínica especializada en obstetricia, con Allyson deseando que la espera, al igual que el temor y la expectativa fueran menores (aún sabiendo que, probablemente no lo serían).
—Eso si fue tremenda emergencia —Jessica comentó, tras escuchar el motivo por el cuál su hermana menor se encontraba tan desnochada, ambas esperando el llamado de la doctora.
—Y aún así, aquí estoy, en otro hospital...
—Ya sabes lo que dicen Allye; uno empieza a vivir aquí, uno termina su vida aquí.
—Y parece que pronto vivirás esa única experiencia.
—¡Ni lo menciones! ¿Crees que es causa de chiste?
—Claro que no, pero es algo importante; creo que no haría mal hablar de eso un poco.
—¿Cómo qué? ¿De qué hay que hablar?
—Podríamos empezar con lo básico.
—¿Y lo básico significa..?
—Jess, ¿has pensado qué le dirás a mamá si resultas embarazada de verdad?
—Ya tengo eso solucionado.
—¿Sí?
—Es sencillo: no le diré.
—No es mal plan pero tiene el inconveniente de que será difícil desaparecer de su vida y sin contar el pequeño o pequeña con el que estarás cargando.
—¿No debería temer, no? Soy una mujer adulta, ¡las dos somos ya personas adultas!
—Vale, pero sólo tu eres “adulta-adulta”; yo mientras ande recibiendo lo de la colegiatura de mamá, no me siento a gusto con esa etiqueta.
—Va, aún así, creo que esa sería...la decepción mayor.
—Tonterías; mamá no es ese monstruo gruñón que está lista para devorarnos a la menor provocación.
—¿Ya no gruñe?
—Sólo cuándo duerme. Algo es algo.
—Y...pues...Allye, ¿crees que seré...una buena madre? Ya sabes: si resulta lo que temo que resultará.
—No lo puedes hacer peor qué las madres de mis amigos.
—¿La presidiaría y la hippie? ¡Una loba hambrienta sería mejor madre qué esas dos!
—Y podrían llegar más lejos. Después de todo, si las leyendas son ciertas, los hijos de una loba hicieron cosas importantes, como fundar Roma.
—Me aterra pensar...en todo eso.
—Jessica, aún si batallas, no te dejaremos sola. Mamá no lo va a permitir; seguro, va a gritar y patear por unos momentos, pero luego estará ahí, dispuesta a recibirte con los brazos abiertos.
—¿De verdad lo piensas?
—Espero. Y si lo demás falla, al carajo, ¡al menos el niño o niña va a tener una tía!
—De eso estoy segura —Jessica sonrió.
—¿Has pensado en nombres? ¿En qué quisieras tener?
—No...ahora que lo mencionas, no, pero, ¿sería interesante pensar en eso, no? Si fuera niña, ojala sea pelirroja, ¿te imaginas?
—El apodo de “rojilla” viviría su cuarta generación consecutiva. ¿Y si fuera un niño?
—Hey, al menos sería genial tener un “hombre” que te espere en casa.
—¿Y los nombres?
—No quisiera emocionarme mucho por eso; existe la posibilidad que no esté esperando nada, recuerda eso.
—Tienes razón...aunque, ¿no sería divertido?
—Si sirve de algo: en realidad, sí llegué a pensar en nombres para niños, pero eso era cuándo era una adolescente boba y soñaba que Derek Stacy me invitara a salir.
—¿Y cuáles nombres eran? ¿Alguno que te gustaba?
—Si es niño, pensé en Travis, Gavin o Derek; los primeros dos porque me gustaba la banda Travis y también Gavin DeGraw, y el último creo que es auto-explicativo.
—Enamoramientos tontos de adolescente, comprendo.
—¿No tuviste uno con ese chico, el músico?
—Va, ahí me atrapaste. Pero dime, ¿y si fuera niña?
—Pensé en, lo creas o no...Sigrid.
—¿¡SIGRID!? ¿Mi segundo..?
—Sí Allye; tú segundo nombre.
—¿Quieres qué se burlen de ella? ¡Yo me burlaría de ella!
—¿De verdad, hermanita?
—Pues...no...no —Allyson dejó de lado su sorpresa, y respondió pausada y con contemplación—. En realidad, creo que no es mi estilo.
—Pero creo que nos estamos apresurando aquí, ¿no? Puede ser que sólo tenga un retraso y nada más.
—Es lo más probable Jess, pero por eso estamos aquí: quitarnos la duda por una vez y por todas.
—Allye...creo que sólo ahora me doy cuenta de algo —Jessica aclaró un poco su garganta.
—¿De qué?
—Que tengo mucha suerte en tenerte.
—No comiences con...—Allye repudió como reflejo lo que ella sentía como una cursilería, pero lo pensó dos veces antes de contestar. ¿Qué tal si ya estaba esperando? ¿Sería tan patán como para rechazar el halago de una mujer embarazada?
—¿Qué dices, Allye?
—...sólo que...gracias, y que yo también tengo mucha suerte...en tenerte.
Hizo su mejor esfuerzo para replicar el sentimentalismo de las palabras de su hermana; casi sonó autentico, y no porque no fuera verdad, o porque no la quisiera, sino porque jamás pensó estar en medio de tanto drama que parecía aparecer a cada oportunidad.
—¿Señorita Martin, Jessica? —la secretaria del consultorio preguntó.
—Vamos, es el momento de la verdad.
Y de nueva cuenta, a Allyson no le quedo otra más que esperar, y ser paciente, y calmada, y recibir con aplomo el destino que se sentía tan cerca que casi podía sentir su respiración en su cuello.
Y preguntándose, no un poco de todo, sino mucho de todo.
—Jamás creí que Jessica estaría en esto...no, espera; sé honesta contigo Allye, ¡claro que lo pensaste! ¡Siempre llegaba muy tarde todas las noches! Y en un par de ocasiones desaparecía por fines de semana enteros, ¿grupo de estudio? ¡Sí, claro! Pero aún así, creo que esto no me lo esperaba...nadie se lo esperaba. Es...lo siento mucho por ella; finalmente parece que su vida va a una parte, que tiene ruta, y luego sucede esto...ojala sea fuerte, ojala pueda con esto, porque yo...
Y su mente llegó a una zona que no había pensado mucho en realidad.
—¿Cómo se sentirá eso? La maternidad...por Dios, ¿algún día tendré qué...? No, ¡claro que no! ¡Soy una mujer inteligente! ¡Quiero hacer una carrera! ¡Quiero trabajar! ¡Quiero llegar tan alto como sea posible! Con esto no deseo despreciar a las mujeres que tienen que hacerlas de madres, y además, ¿Jake querría..? Bueno, sé por lo pronto que quizá no le gusten los niños, pero sin duda le gusta el proceso de fabricación...pero...vale, creo que aún falta mucho para eso. Aún queda por ver como me va, como nos va en la universidad, y si siquiera lo nuestro puede...como él dijo, si puede resistir esto. Fuera de mi madre y Jessica, es la persona que conozco desde hace más tiempo, y sin duda es la persona con la que me la he pasado más. Quizá tenga algo de razón...aunque...
—¡Allye! ¡Qué despiertes!
—¿Q-qué? ¿Qué pasa? —Allyson preguntó.
—Ya salí.
—¿Tan pronto?
—¿Empezaste a hacer tus monólogos internos otra vez?
—Puede ser...pero, ¿qué te dijeron?
—En 48 horas me tienen los resultados; hay muy poca probabilidad de falla, así que sea lo que sea que resulte, será definitivo.
—Esa última frase es bastante imponente y...bastante imponente.
—¿Nos vamos?
—Claro Jess.
Mientras las hermanas Martin salían del centro medico, Jake recibía en su hogar una llamada de urgencia desde fuera de la ciudad.
—¿Alo?
—¿Jake? ¿Eres tú?
—¿Quién habla?
—¡Tú tía Maja! ¿No me recuerdas?
—Oh, sí, sí...la que nos causó a mis amigas y a mi el “viaje” de nuestras vidas. ¿Qué sucede?
—Recibí tu llamado de que ibas a la universidad aquí, en Mississauga.
—Siempre me da un poco de risa escuchar y/o pronunciar ese nombre. ¿Pero qué? ¿Encontraste algo, como te dije?
—No hay muchos lugares, menos por el dinero que dijiste que puedes pagar, pero parece que encontré algo.
—¿De verdad, tia? ¿Es un buen lugar?
—Vale, no es muy elegante, pero...
—No, no; eso lo comprendo. Tampoco pido estadía en el Hilton, sólo que sea un lugar dónde no hayan todavía rastros de gallinas descabezadas.
—Bueno, eso descarta un lugar...pero aún queda otro.
—¿Si? ¡Perfecto!
—Sólo hay una cosa, una pequeña clausula: tendrás que pasar una noche en la casa del viejo Torklensson.
—¿Eso es...cierto?
—No, lo siento. ¡Una broma!
—Pues será broma, pero contigo diciéndolo, con ese acento de Europa Oriental sonó quizá demasiado real.
—¿Todavía sé me nota el acento?
—Aprender el idioma viendo repeticiones de “El Principe del Rap” puede ayudarte a comprender lo básico pero creo que para tener algo más de claridad necesitarás otra cosa.
—¿Qué tal Seinfeld?
—Tía, vamos, en serio.
—Vale, luego discutimos de eso; verás, este es el detalle respecto al lugar, ¿si? Escucha bien que es urgente..
Al día siguiente, Allyson, Jake y Sarah se reunieron en el parque Hopewell, frente a la que desde hace pocos días era su ex-escuela. La pelirroja fue la última en llegar, y ocupó el espacio de en medio de la banca que sus compañeros le reservaban como siempre que se retrasaba por un pendiente.
Mas Sarah...lucía triste; rastros de lagrimas se veían en su rostro, remojando el delineador negro que usaba tan frecuentemente. Una visión quizá propia de una fiesta de disfraces en Noche de Brujas, pero no para el verano.
—¿Qué hay? —Allyson les saludó tomando su lugar —. Sarah, ¿sucede algo? ¿No me digas que tu abuela tiene algún problema?
—No, no —replicó—; Ella va a estar bien.
—¿De verdad? ¿Entonces, qué te pasa?
—Es sobre...
—Es sobre mi, Allye.
—¿Sobre ti Jake? ¿Qué es?
—Me tengo que ir; pronto.
—¿¡Cómo dices!?
—Entré a la universidad en Mississauga...
—Sí, ya sabemos, pero...
—La universidad no tiene un lugar en el campus para mi, Allye, pero...creo que tengo un lugar, un apartamento cerca de la escuela.
—Eso es bueno, ¿qué tiene que ver con todo esto?
—El lugar se lo alquilan a una tia; ella se va a mudar de la ciudad, y tengo que estar ahí para el primer pago y firmar el acuerdo con el dueño del lugar.
—
¿Y todo eso significa que..?
—Me tengo que ir; mañana en la mañana partiré de Toronto.
—¿Tan pronto? ¡Pensé que aún nos quedaban algunos días!
—Es algo complicado.
—¿Por qué no puedes pagar desde aquí?
—Porque necesito también llenar algunas formas, y el apartamento no está en un barrio lujoso; están acostumbrados a lidiar con vagos y criminales, así que si no estoy presente, no hay acuerdo.
—¿Pero...entonces te vas? ¿Mañana? ¿De una vez?
—No quería irme tan pronto; quería aprovechar este que es, de repente, el último verano.
—No tan de repente Jake —Allye interrumpió—. Lo vimos venir desde hace tres años.
—Mira...me cambia un poco el plan; tenía la ilusión que poder estar con ustedes un poco más, disfrutar las cosas, pero por otro lado...esto me dejaría más tiempo para ajustarme a mi vida allá; quizá buscar un empleo para mis gastos, o al menos, identificar dónde se aparcan los automóviles que más vale la pena robar.
—Pero Jake...
—Y yo sé que también tenías esa esperanza; hacer, como en las películas, un último gran verano. El momento mágico y poético en el que los chicos se hacen adultos y se aprenden grandes lecciones de vida, y todo eso...pero también sé que tu lado racional entiende el porque tengo que hacer lo que tengo que hacer, y que, tristemente, no podremos tener esa experiencia.
Allyson siempre odió cuándo Jake tenía razón; pero en esa ocasión, el odio fue tan recalcitrante como nunca antes lo había sentido: no porque lo despreciara a él, ni a sus motivos, sino porque esta vez no se trataba de un punto sin importancia de una discusión trivial.
Mas bien, las bases para sus mañanas.
—Mississauga no está tan lejos —la pelirroja señaló, tratando de mostrarse fría, pero tanto Jake como Sarah notaron de inmediato en el ritmo de su oración que la noticia le afectó —. Un viaje en bus de una hora, y ya estaríamos juntos otra vez; además, ¿no se les hace que tiene un nombre chistoso?
—Bastante —Jake y Sarah correspondieron, sin ánimos, apenas con la suficiente energía para que sus palabras saltaran de sus bocas.
—Hace mucho que no escribo; me gustaba hacerlo más en el primer grado, pero le fui perdiendo un poco el gusto a esa afición. No sé si es porque ya me estoy volviendo adulta, pero al ver mi cuaderno, con mis viejos poemas, mis viejas letras de canciones y las historias cortas que escribía, me doy cuenta que...no eran muy buenos. Pero me acordé, en vista de tantas cosas que han pasado, de un pequeño cuento que hice en nuestro primer año. Se llamaba “¡Nos Vemos Mañana!”, y trataba sobre tres amigos, dos chicas y un chico, que reflexionaban sobre su última noche juntos después de haberse graduado de la escuela. Nunca se los mostré, y era bastante meloso francamente, eso sin mencionar las faltas de ortografía...y ahora, me doy cuenta que vivo en esa historia; claro, no es tan romántico como lo que escribí, y de otro modo, lo es más de lo qué imaginé...creo que debí mostrárselos, lo tengo en una pagina...y...tal vez les guste.
—Allye, ¿puedes dejar de hablar por un momento?
—Oh...pues...em...lo siento Jake, no quería molestar.
—No es molestia, pero...creo que no tengo muchas ganas de hablar.
Y Allyson calló; Jake le pareció un poco rudo en su trato, pero podía entender el por qué de su comportamiento.
E incluso, él mismo comprendió que no fue lo apropiado.
—Allye, rojilla...lo siento; ¿fui muy grosero, verdad?
—Estás frustrado Jake. Lo entiendo.
—Han sido días difíciles para todos —comentó Sarah.
—Y no te he preguntando otra cosa.
—¿Qué?
—¿Cómo resultó lo de tu hermana?
—Ya se hizo una prueba, y le tendrán los resultados mañana.
—Van a ser días densos, ¿no?
—¡No! ¿Tú lo crees?
—No, muchachos, por favor basta —Sarah dijo, poniéndose de pie.
—¿Qué sucede?
—Lo han dicho; serán días densos, serán días difíciles, pero, ¿realmente vale la pena desperdiciar nuestro último día juntos así? ¿Discutiendo? ¿Deprimidos? ¿Tensos?
—El que tu hermana pueda o no dar a luz en nueve meses y que tu novio se vaya más pronto de lo esperado tiende a tener un efecto algo deprimente, Sarah.
—Y no me lo tienen que reiterar. ¿Creen que es fácil para mi? Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo, pero...aún no llega mañana: el hoy, todavía es nuestro.
—¿Y qué quieres decir?
—Que aprovechemos el día.
—¿Y qué sugieres?
—¡HAGAMOS POR FIN EL TRIO QUE LES HE ESTADO PIDIENDO DESDE EL PRIMER AÑO!
—¡Sarah!
—¡Sí! —el muchacho alzó sus manos al aire—. ¡Sabía que el día por fin llegaría!
—¡JAKE!
—Es una broma Allye; el caso es que si es el último día en que estaremos juntos como estamos ahora, ¿no valdría la pena divertirnos?
—Sí...es verdad.
—¡Sí!
—¡Pero si me ponen un dedo encima más de tres segundos consecutivos llamo a la policía!
—¿Y entonces? ¿Qué hacemos? —Jake preguntó.
—Sugeriría ir a la playa, pero estamos en Canadá, así que a menos que para el verano tengamos como opción la pulmonía, algo más tendremos que pensar.
No había plan, y a pesar de eso, era como si actuaran en perfecta coordinación mental. Viajaron al centro, a las galerías y tiendas, y revivieron y recrearon todos esos paseos que habían dado con anterioridad; desde colarse al cine para ver una película mala, hasta una pequeña siesta en la tienda de muebles en las camas pidiendo a los clientes que guardaran silencio por al menos media hora. Libros que hojear y no comprar, carteras que tomar, pinturas a base de aceite que oler por sus efectos relajantes. Todo eso que disfrutaron hacer en grupo y que no saben si podrán volver hacerlo pronto, si no es que de todo. Así pasaron su mañana y su tarde, aún con los pendientes y temores, pero alegres, y dichosos de al menos poseer unas horas el uno con los otros.
Nada podía interrumpir su jubilo, excepto por la presencia de una vieja ilusión.
—¡Chicos, por favor! ¿Van a comprar la cama o no? —preguntó el gerente de la tienda de muebles mientras el trío hacia la meme en una matrimonial.
—Lo sentimos, es que la comida china resultó ser más pesada que...
Allye detuvo su excusa al ver quién le decía esas palabras; y en los ojos de esa otra persona se igualó la sorpresa.
—¿Ryan?
—¿Allyson?
—Uy, mejor será que tomemos nuestra distancia de esto —Jake murmuró, tomando del hombro a Sarah y alejándose de esos dos.
Y las mejillas de Allye tomaron el color de su cabello: rojo a más no poder ante la sorpresa de toparse con ese rostro familiar después de...no sólo tanto tiempo, sino tantas cosas.
—Hey, Ryan...¿Trabajas aquí, eh?
—Sí, bueno...uno tiene que pagarse los libros y todo eso.
—¿Ah, estás estudiando?
—Estudio en una pequeña universidad comunitaria.
—Oh, y...vale, ¿qué estudias?
—Trabajo Social.
—Ah, ¿quieres ayudar al mundo? ¿Ser el Bono de una nueva generación? ¿O ya no estás en lo de la música?
—Sigo tocando, pero tú entiendes: uno debe tener un plan “B” para poder sacarle algunos dolares a la vida.
—¿Estudiando “Trabajo Social”? —Allye hizo notar.
—Sí, lo sé...No parece tener lógica, pero si te consigues un buen sindicato en el gobierno, ya la hiciste. Por lo menos es lo que dice mi prima; ayuda a inmigrantes a asimilarse y aún así maneja un Mercedes.
—Aún así, espero que lo de las canciones termine funcionando.
—Que las disqueras te escuchen, Allye...Allyson.
—Aún así, ¿eres...gerente?
—Al menos estoy un escalón arriba en la escalera del capitalismo rapaz de occidente, ¿verdad?
—Bueno Ryan, es como esa frase: “no importa la religión, tu sexo o tu color de piel; lo que importa es que puedas mandar a alguien por un café”.
—Jejeje, oye...esa es buena.
—Sí...lo sé.
Allyson deseaba acabar con esa conversación; era forzada, era imposible de llevar, y era tan incomoda como ponerse bragas de tres tallas menores a la que debía, y se alistó para pensar en una excusa y despedirse hasta que él hizo una pregunta que la tomó con la guardia baja.
—No sé si sea demasiado preguntar, pero, ¿cómo está Jessica?
—¿Mi hermana? Pues está bien y...em...está bien.
—Sí, eso pensé. Y debe estar muy ocupada, ¿no?
—¡No tienes ni idea! Está intentando ser actriz.
—Sí, sí, eso ya lo sabía y...
—Si quieres puedo saludarla por ti.
—¡Claro! ¡Eso sería genial! ¡Y...! Si quisiera ella hablar o ponerse en contacto...he tratado de hablarle pero supongo que cambió su número. ¿Puedes avisarle que el mio sigue siendo el mismo?
—No te preocupes...y suerte, ¿no estamos viendo?
—Por supuesto.
Y Allyson se despidió; se apresuró en su marcha a la salida de la tienda, pero antes de reunirse de nueva cuenta con sus amigos, sus pasos disminuyeron su velocidad, se detuvieron, y se quedó detenida por unos segundos breves pero al mismo tiempo, largos; meditó por instante, dio media vuelta, y regresó con Ryan.
—¿Pasa algo, Allyson? —él preguntó al notar su regreso.
—Oye, sólo una cosa; es que tienes razón, Jessica es una mujer muy ocupada y no sé si tenga tiempo de llamarte a ti, PERO puedo hacerte un pequeño favor.
—¿Cuál?
—Te puedo dar SU teléfono.
—¿Es en serio?
—Sí; estará feliz de oír de ti. Escucha con atención.
Allyson dictó el número, y hecho eso, se despidió, esta vez de verdad.
—Incomodo, ¿no? —Sarah preguntó.
—No tanto como crees.
—¿Y por qué te regresaste? —cuestionó Jake—. ¿Qué le dijiste?
—Probando de qué está hecho ese hombre. Y de paso, haciéndole un favor a Jess.
Y tras ese día inolvidable, se dio paso a lo inevitable: la llegada del siguiente, con todo lo que implicaba-
Jake aprovechó la madrugada para empacar y preparar lo que necesitaría, y antes del amanecer, llegó a la estación de autobuses. Al igual que su grupo, estaba repleta de personas despidiéndose de otros; algunos llorando, otros estoicos, pero cada uno parecía tener una historia que contar. Quizá en otra ocasión alguno de los chicos pensaría en esos dramas que podrían tomar lugar junto al suyo, pero por ese momento, el eje de su atención estaba centrado y fijo.
Su padre se encontraba con él, al igual que Allyson y Sarah; su transporte estaría listo para abordar en unos cuántos minutos.
—Muchacho, apenas puedo creer que esto pase.
—¿Qué me hayan admitido en una universidad?
—Más qué eso, ¡que te vayas de mi casa!
—Otro momento conmovedor en la familia Zabrocki.
—Va, va...lo siento; mira...sabes que me vuelves loco, que me provocaste más de un ataque y que mi patrón de calvicie comenzó por las mismas fechas que las primeras llamadas de la dirección del jardín de niños comenzaron. Pero a pesar de esas cosas...pues...casi siento algo al saber que te vas a ir.
—¿Alegría de que por fin podrás estar en la casa desnudo?
—Eso es una ventaja indirecta, pero...lo que quiero decir...es...bueno, es que...
—Lo que tu padre trata de TRATAR de decir —Allyson tomó el discurso, domando como una vaquera a un toro salvaje—, es que de hecho te va a extrañar, y que se siente orgulloso de ti.
—¿Eso...es verdad, papá?
—Eh, pues...c-claro que sí...sí Jake. Es la verdad: creo que te ira bien, y me haces sentir orgulloso, aunque creo que te extrañaré tenerte por ahí.
—Papá, bueno...has sido, tomando en cuenta las agravantes, un padre no tan malo.
—Sé lo mucho que te costó eso. No te forzaré a decir más, entiendo lo que quisiste decir.
Y padre e hijo se abrazaron con fuerza, no sin que la parte mayor le pasara un pequeño consejo al joven en un rápido susurro.
—La pelirroja es una buena chica; no sé como, pero haz el mejor esfuerzo para conservarla.
—Lo sé —Jake replicó.
Y al acabar el gesto, el señor Zabrocki dio espacio a Sarah.
—Cuida bien de Allye; ella es medio torpe, no dejes que participe en otros “Juegos del Hombre”.
—¡Tengo listo mi arco para toda emergencia!
—Sarah...mi duendecilla maniática, espero que tu abuela se ponga mejor.
—Lo estará; de eso tengo fe.
—Y me sorprende también que estés tomando esto tan bien; eres una persona muy sensible, y...
—¡NO TE VAYAS! —Sarah gritó, tras soltar una lagrima casi caricaturesca, y abrazando con fuerza a su amigo—. ¡POR FAVOR! ¡Ocho años no son suficiente!
—Sarah; una vida entera no sería suficiente—la tomó de los hombros—.. Ni contigo...ni con Allyson.
—Escribe todos los días.
—Para eso está Facebook, Sarita.
—Lo sé...aún así, te extrañaré.
—Y yo también...
Sarah en turno cedió lugar a Allyson mientras se limpiaba el rostro con un pañuelo del bolsillo trasero de la falda de mezclilla que escogió para usar.
—Rojilla.
—Ahora que lo pienso, creo que nunca te puse un apodo —Allyson tomó de la cintura a Jake—. ¿Es demasiado tarde para ponerte uno?
—No...porque nos estaremos viendo más pronto de lo que crees.
—Tienes que asistir a la boda de mi madre. ¡Nadie podrá creer que de hecho traeré un chico!
—¿Por qué? ¿Qué podrían esperar?
—Ya sabes; que fuera a presentarles más una persona...más del tipo de Sarah.
—Eso me va a dejar unos pensamientos muy sucios en mi cabeza.
—Nunca cambiaras, ¿verdad, Jake?
—Sólo para bien. Intentaré...haré un esfuerzo.
—Sé que lo harás —alzó sus manos para tocar el rostro del muchacho.
Y ambos jóvenes enmudecieron, mirando los ojos del otro fija y profundamente, con un beso siendo lo único capaz de romper ese estado.
—No voy a estar tan lejos —declaró, suspirando un poco tras el contacto de labios—. Como dices, es sólo un viaje en autobús de una hora; vendré los fines de semana.
—También puedo, podemos ir a visitarte de vez en cuando, ¡además, siempre tendremos la Internet!
—Es cierto. Y estoy seguro que lo harán
El camión arribó e hizo el llamado para que los pasajeros comiencen a abordarlo; con maletas en mano, Jake miró a su padre, miró a su amiga Sarah, y miró a Allyson, con desdicha en su corazón, pero sonriente, pensando, tratando de encontrar consuelo en que aunque su tiempo juntos acabó, al menos fue bueno, y fue mucho, y no lo olvidará. Seguirán en contacto, porque así es como son: Sarah no se equivocó de todo cuándo les llamó “hermanos” (a pesar de las implicaciones de incesto entre él y Allyson que tal ideal conllevaría), ya que siempre serán parte de sus vidas. Pero el verse todos los días antes de entrar a clases, pensar a quién robarle la tarea, volver y hablar al salir de la escuela, pasar las noches viendo películas extranjeras de terror de nulos valores de producción, o simplemente desperdiciar el tiempo sin nada de provecho que hacer son experiencias que no volverían a ocurrir.
—¡Y nos vamos! —exclamó el chófer del bus, tras cerrar la puerta del vehículo, con un Jake fijando sus ojos en sus amistades. Y viceversa.
El corazón de Allyson no podía soportar más castigo; no quería mostrarlo, no quería dejar que el dolor la frenara. No era como si Jake fuera a la guerra, ni que se despidiera de esta vida, pero al estar juntos tanto tiempo, siempre tan cerca y tan disponible, al verlo lejos, es como si parte de su propio ser se alejara también.
Y el día estaba lejos de terminar.
—Lamento la tardanza, Jess —Allye explicó tras entrar al apartamento de su hermana—. Créeme que apenas es el mediodía y ya me encuentro agotada.
—Descuida, yo lo entiendo —Jessica contestó, expectante en su sillón, con sus manos juntas cual si estuviera orando.
—¿Va a tener el bebé? ¡¿VA A TENER EL BEBÉ?! —Sarah exclamó tras de Allyson.
—¿Trajiste a tu amiga?
—No quería dejarla sola y pensé que en realidad, ambas como tienen mucho en común tal como el carácter alegre y el irrefrenable deseo de hacerme sentir mal conmigo misma de manera inconsciente, sería buena idea que viniera como apoyo moral.
—¿¡DÓNDE ESTÁ EL BEBÉ!?
—¡Que todavía no! ¡Para eso faltan nueve meses! —la menor de las hermanas gritó—. Bueno, eso creo.
Allyson y Sarah se sentaron en torno a Jessica, esperando con emoción, miedo y nauseas (más Jessica qué sus dos invitadas) la llamada de la doctora con los resultados definitivos.
Y en el entretiempo, había ciertas cosas de las que podían hablar.
—¿Le diste mi número a ese chico? ¿Ryan? —Jessica preguntó.
—Creo que no espero mucho tiempo para hablarte...
—¿Por qué hiciste eso? ¿Qué esperabas ganar con tal cosa?
—¿Te molesta?
—En realidad...pues...si soy sincera, sí al principio pero...
—¿Pero..?
—Fue agradable tener alguien con quién hablar.
—¿O sea que no sólo le colgaste groseramente como las veces anteriores?
—Ryan es un buen chico...es agradable, casi me hace tener fe una vez más en el género masculino.
—Yo sólo creí que suceda lo que suceda, tal vez sea bueno tener un amigo más.
—¿Te das cuenta, Allye de las implicaciones tan desafortunadas de lo que hiciste? —Sarah comentó—. A tu hermana la que podría o no estar embarazada la intentaste juntar con un hombre que ella misma rechazó. ¿No pensaste que podría tener el mensaje encriptado que una mujer sola y esperando a un niño tiene que “conformarse” con cualquiera?
—¿Si leíste los libros de feminismo que te presté después de todo, eh? —Allyson comentó, rascándose la nuca.
—Entiendo lo que dice Sarah, pero tampoco siento que hay que sobre-pensarlo mucho...fue interesante, y hablar con él me hizo sentir algo aliviada, calmada...
—Creo que ya existe el valium para eso —la morena sugirió.
—Y Allye, ¿qué tal lo de tu muchacho? ¿Jake?
—Hizo lo que tenía que hacer, no puedo culparlo por eso.
—Así es la vida, casi todo el tiempo.
Y de repente, el sonar del teléfono de Jessica se escuchó.
—¿No vas a contestar? —preguntó Allyson tras el quinto timbrazo.
—¿Tengo qué?
—Podría influir en los años por venir; creo que es importante contestar.
—Es justamente ese pensamiento el que me aterra...
—Jess; sea lo que sea que te digan, aquí estoy.
—¡Y yo también! —Sarah añadió.
—Exacto; no vas a quedarte sola. Sé fuerte,
Y juntando las fuerzas, y recibiendo aquellas que Allyson y Sarah le parecían estar enviando, Jessica tomó su celular, y recibió la llamada.
—¿Alo? ¿Doctora Wong? Sí...sí, Jessica...estoy bien...ajá...ajá...ajá...ajá...y...ajá...
—¿Qué crees que le está diciendo? —Sarah murmuró.
—Puede ser que...algo...que...requiera muchos “ajá”.
—¿Qué tiene que ver la banda de New Wave de los años 80 con esto?
—Nada Sarah...no tiene nada que ver.
Y finalmente, Jessica colgó.
—Ya me dieron los resultados de los exámenes...y...
—¿Jess?
—Lo estoy —la hermana mayor suspiró, asintiendo y con su contestar con un rompimiento claro de voz.
—¿Lo estás? ¿De verdad?
—No creo que el Juramento Hipocrático incluya mentirle a una mujer embarazada; menos aún en obstetricia.
Y Jessica, como si hubiera mantenido dentro de sí tantas lagrimas de desesperación, comenzó a llorar.
—Jess, Jess, hermanita...digo, hermanota —Allye la abrazó intentando darle consuelo—. Ya te lo dijimos: no te dejaremos sola.
Allyson y Sarah se quedaron esa noche en el apartamento de Jessica; sería una pequeña noche de diversión, de olvidarse un poco de los problemas que no podrían evadir mucho más. Un respiro en medio de una carrera de larga marcha que apenas estaba comenzando.
Y la noche siguiente, Allyson, antes de irse a dormir recibió la que esperaba fuera la primera video-llamada via Skype de muchas provenientes de la ciudad de Mississauga.
—¿Está la señora de la casa?
—¿Y hablando de eso, cuándo me pones mi casita, Jake?
—Deja que me ideé la forma de robarme una y luego hablamos...y por cierto, leí tu historia esa que me contaste el otro día. Ay rojilla, ¡pero eso fue más cursi qué de costumbre!
—¡Oh, típico chico! ¡No puedes tomar ni un poco de emoción!
La conversación duró toda la noche; apenas habían estado separados por poco más de un día, y sin embargo, ya tenían un nuevo y valiente mundo del qué hablar. Quizá una relación de lejos esté condenada ante los ojos de muchos, quizá sea una labor imposible, o por lo menos, de enorme dificultad, pero caramba, Allyson y Jake iban a al menos dar su mejor esfuerzo.
El verano pronto acabaría, y la universidad estaba a la vuelta de la esquina; quizá el camino que conocían esta clausurado, pero pronto uno nuevo, con el asfalto recién puesto se abriría, y aunque de lejos, los tres lo recorrerían por igual.
FIN
N/A: Quiero agradecerles en nombre del Casting de "El Club de Hopewell"...OK, no; eso sólo funcionaría si esto de verdad fuera una comedia de televisión. Voy a tratar de ser sincero y directo: muchas gracias por recorrer conmigo este viaje; ha sido un año y medio extraordinario, y para algunos que han seguido la historia desde antes, aún más tiempo (probablemente sepan de quienes hablo).
No es la historia perfecta; tiene sus fallos, lo admito, soy el primero en reconocerlo, pero bueno o malo, fue una labor de mucho amor y dedicación de mi parte, y voy a extrañar escribir un capitulo más de estos chicos, al menos no pronto (nunca falta el que sugiera un "reboot" o una "nueva generación") pero aún con todo lo malo, la balanza se inclina hacia lo positivo.
No sé como más terminar, aparte de la clásica referencia que siempre me gusta hacer cuándo siento un profundo agradecimiento hacia una o más personas.
"GRACIAS...TOTALES"
Shalom camaradas, y nos vemos...en el siguiente...algo XD
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