Capitulo XIII: Fuckeye

El entrenamiento y la preparación eran constantes, pero nunca parecían bastar; el equipo hacía lo que podía, llevando sus capacidades a sus limites más altos, afinando cada sentido, mejorando, perfeccionándose.

Y el avance era obvio: para el día final, las arqueras parecían haber alcanzado un nuevo piso de calidad nunca antes visto en el equipo.

Y Sarah, ahora poseía una confianza mayor, gracias a sus dos “animadores” en las gradas.

—¿Quiénes son ellos dos? —preguntó Zoe al ver a dos figuras en los asientos.

—¡Son mi porra personal! —Sarah respondió.

—Va, está bien eso de que Sarah nos quiera para apoyarla —Allyson comentó—, ¡pero me siento ridícula usando esto!

Allyson nunca había sido una chica que pudiera llamarse el “epitome de la femineidad”: así que usar una falda y un top deportivo prestados (robados) de la cuadrilla de animadoras del colegio era una situación incomoda por no decir humillante para ella.

—¡Se me van a congelar las piernas!

—¡Por Festivus Allye! ¡Tienes sangre noruega bajó esa piel paliducha y pastosa tuya! —Jake hizo notar—. ¡Deberías aguantar aunque sea una brisita!

—Eso quisiera, de verdad que sí: lamentablemente, no todos podemos tener tus piernas velludas, “linda”...

Y es que, aunque animadores hombres no son extraños en otras escuelas, Hopewell sólo tenía chicas todavía en ese club, así que Jake sólo pudo tener un uniforme de mujer también.

—¿Recuerdame una vez más cómo nos convenció de hacer esto? —el joven preguntó.

—Conmigo hizo esa cara mezcla de princesa Disney con cachorrito abandonado en medio de la nieve: contigo, no tengo idea, pero tengo la sensación que involucra algo relacionado a enseñarte una teta.

—Pues...em...¿S-sabes? Esto de las faldas no se siente tan mal —Jake mencionó, buscando enterrar la acusación —; se siente fresco, ¡no sé de qué te quejas en realidad!

—¿Por qué siento que éste es el nacimiento de un nuevo fetiche?

Pero a pesar del frío o del travestismo, ahí se encontraban: Sarah no podía ser más feliz.

Con lo cuál, eso significaba que no podía tener ni una pizca de miedo, estrés o ansiedad de cara al torneo, ¿verdad?

Falso.

—Sarah —Allye llamó a la puerta de su amiga, la mañana siguiente, el día del torneo, tras tocar el timbre—. ¡Sarah! ¿Estás ahí?

—Quizá ya se fue —Jake sugirió.

—Dos cosas: en primera, de una vez te lo advierto, ni pienses que me verás usando ese estúpido uniforme de nuevo...

—No se te veía mal...

—A ti tampoco, “Jane”, a ti tampoco; y en segunda: ¿no recuerdas? Íbamos a ir con ella a la escuela, y de ahí al campo de tiro del torneo.

—Bueno, no abre la puerta, así que sólo hay una solución lógica para este problema.

—¿Seguir llamando? ¿Esperar pacientemente su respuesta a su tiempo?

—Sube a mi espalda —Jake ordenó.

—¿Es esto por el nuevo fetiche?

—No: de ser eso, sería yo quien subiría a tu espalda; pero eso será para otra ocasión.

—¿Vamos a subir por la ventana?

—Igual que entrar en el apartamento del vecino que se compró la televisión 3D...

Allye se montó sobre la espalda de Jake, y a su vez el muchacho trepó por el muro del hogar de Sarah hasta alcanzar su habitación.

—¿Sarah? ¡Sarah!

No la encontraron en su cama, no la encontraron en el piso; para hallarla, tendrían que voltear hacía arriba.

—¡Hola muchachos! —escucharon de voz de la morena.

Sarah se encontraba sobre sus cabezas, en el techo trepada de una tubería.

—Sarah, amiga, ¿te encuentras bien? —Allyson preguntó.

—¡Claro que sí!

—Aun así, creo que serviría un poco de contexto para...lo que sea que estés haciendo.

—¡Estoy trepada por las paredes!

—Mas bien, por el techo —Jake comentó.

—¡Sí, ya lo noté! ¿Pero por qué? ¿Se habrá tomado algo?

—Esta chica se ha metido de todo por todos lados, no creo que algo pueda ponerla así.

—Bueno, esa cara...

—¿Qué tiene?

—Esa cara que pone...la he visto en algún lugar.

Allyson encontraba extraña familiaridad con la expresión de su amiga, y no porque ella la usara mucho: el origen debía encontrarse en otro lado.

—Momento —Jake dijo—, creo que también la he visto antes.

—¿Verdad que sí?

Jake entonces intercaló su mirada: primero en Sarah, luego en Allyson, después en Sarah de nueva cuenta, y así entre las dos jóvenes, hasta que pudo encontrar la respuesta.

—¡Es tu cara! —exclamó.

—¿Cómo?

—¡Esa cara la pones cada vez que estás al borde de un colapso nervioso! Que seamos honesto, pasa cada dos o tres días.

—¡No soy tan nerviosa! ¿Acaso yo pongo esa cara de loca?

—Vale, el rostro de Sarah es muy exagerado, pero en esencia...sí: es la misma expresión.

—¡Pues claro que estoy nerviosa todo el tiempo! ¡Entre tu y Linda Blair allá arriba, se han acabado mi salud mental! ¡ALGUIEN TIENE QUE SER LA QUE SE PREOCUPE DE QUE LAS COSAS SALGAN!

—¿Ves? —Jake señaló—. Ahí está esa cara.

—Puede que ser que tengas la razón de tu lado, pero eso no importa ahora —la pelirroja comentó—. Hay que ayudar a nuestra amiga.

—¡Bien! ¡Ayudale tú!

—Sarah, Sarah, ¿estás bien? —preguntó mientras se aproximaba—. ¿Qué sucede querida?

—¿Suceder? ¿Por qué piensas que algo podría suceder?

—Para empezar, hay marcas de dientes en esa tubería de la cual estás agarrada.

—Desayuné esta mañana pero no tenía monda-dientes, así que usé lo que tenía a mi disposición.

—¿No pudiste usar un hilo en vez de...ya sabes, un tubo de hierro?

—Bien, admito que no fue mi decisión más inteligente, ¡pero no podía pensar bien en ese momento!

—O en éste —Jake murmuró.

—¡Callate que trato de hacer progreso aquí! —Allye exclamó —. Sarah, vamos, dime aquí entre amigas, ¿qué pasa? ¿Estás nerviosa?

—¡¿Nerviosa?! ¡Já! ¿Por qué supones que debo estar nerviosa? ¿Sabes lo ridícula que luces con sólo hacer esa sugerencia?

—No tan ridícula como estar colgada de un tubo al que mordisqueaste...pero, ¿es por el torneo?

—¿E-el torneo? ¿Crees que esto es por el torneo?

A pesar del sarcasmo impertinente de Sarah, Allyson había dado pie con bola: Sarah estaba nerviosa por el torneo, al igual que muchos competidores justo antes de un gran desafió, pero la ansiedad en su caso iba más allá de lo natural.

—¿Es por el torneo, verdad? —Allye cuestionó.

Sarah quería contestar “no”, pero el mentir se le dificultó en ese momento, así que en su lugar, se silenció: pero hasta el simple callar sus motivos y sus razones le demandaba demasiado esfuerzo.

—¡SÍ! ¡Es por el torneo! —Sarah contestó.

—Es natural sentir nervios, pero realmente...me sorprende que alguien como tú los pueda sentir.

Sarah entonces, se soltó y azotó el piso.

—¿Estás bien? —Jake y Allye preguntaron.

—Sí, lo estoy —su amiga se levantó—, pero es que no sé si comprendan bien lo que quiero decir.

—Podemos fingir, nunca nos ha detenido —Jake contestó.

Allye reprendió a Jake con una palmada en la nuca; no era el mejor momento para hacer bromas, y es que si Sarah era la que mostraba malestar, nervios o melancolía, sabían que algo era grave.

—Vamos querida —Allye comentó—; Al menos YO, voy a intentar comprender.

—Bien...es que esto de la arquería ha sido genial, y todo, realmente me ha gustado.

—¿Entonces?

—Estas chicas han sido...geniales: creo que hasta ahora, sólo ustedes habían sido buenos conmigo, pero ellas también son maravillosas, han tenido tanta fe en mi...

—¿Entonces el problema es...?

—¡ESO MISMO! ¡Toda esa fe que tienen en mi!

Allye y Jake estaban confundidos a más no poder: no podían entender cómo esos sentimientos y esperanzas depositadas en ella podían ponerla en tal estado.

—¿Estás más cerca de descifrar esto? —Jake murmuró a Allye—. Porque yo no.

Pero Allyson en realidad sí estaba empezando a forjar en su cabeza una explicación.

—¿Es tan malo eso, Sarah? —inquirió la pelirroja—. ¿Qué tengan fe? ¿Qué te tengan confianza?

—Es algo...extraño para mi.

Y tras esa respuesta, Allyson supo de qué se trataba: a lo largo de su vida, Sarah había sido ignorada por todos, e inclusive ellos, que eran sus amigos más cercanos, la trataban de un modo especial, nunca buscando alterarla demasiado o nunca dejarla hacer algo sin revisar dos o tres veces que no acabe la tarea en un desastre.

Era la primera vez que Sarah sentía compromiso por algo, y a su vez, era la primera vez que alguien confiaba a un nivel tan grande en las habilidades de ella, y no sabía como lidiar con eso.

—Sarah...

—¿¡Qué tal si las decepcionó!? ¿Qué tal si no logro mantenerme a la expectativa? ¿Qué tal si les fallo? ¡No podría hacerles eso, no después de lo bien recibida que me han hecho sentir!

—¡Sarah, por favor! —Allye exclamó desesperada, tomando de los hombros a su amiga—. ¿Cuál es tu problema?

—¿Mi problema?

—Escucha: es cierto, existe la posibilidad de fallo...

—¿FALLO? ¡No, no puedo hacerlo!

—¡DEJAME TERMINAR! —ordenó la pelirroja—. Sí, está ahí, pero escucha: nadie te pide nada más allá de tu mejor esfuerzo, y la única manera de darlo es yendo al torneo y esforzarte al máximo, pero si te paralizas, y no haces nada, ¿acaso no estarías defraudando al equipo de modo peor?

La razón estaba con Allyson, pero no encontraba el modo de hacer que esta entrara en la cabeza de Sarah.

—No puedes esperar que Sarah entienda con la lógica y la sensatez —Jake murmuró—; es en muchos aspectos, como una niña pequeña: tienes que tratarla con delicadeza y cuidado.

—Es un modo de pensar demasiado condescendiente, ¿no lo crees?

—¡Y machista, sexista, o lo qué quieras! —Jake exclamó con hartazgo—. ¡Puedes quedarte ahí pensando sobre lo que es políticamente correcto o no, o puedes intentar hacer algo para calmar a una amiga que lo necesita!

Allye cerró sus ojos por un segundo, se tragó su orgullo feminista, y concordó internamente que Jake tenía parte de razón también.

—¿Qué sugieres entonces? —ella preguntó.

—Sarah, ¿estás bien? —Jake comentó—. ¿Puedo hacer algo por ti?

—¿D-de verdad?

—Sarah —fue turno de Jake para tomarla de hombros—, nos conocemos desde hace años, hemos pasado de todo, ¡claro que puedes pedirme lo que quieras! ¡Estaré más que gustoso de ayudarte!

—Bien, porque en realidad, creo que sí hay algo que ustedes dos pueden hacer, si no es demasiado molestia.

—No te preocupes, para eso estamos, ¿verdad rojilla?

—Sólo quiero aclarar, Jake, que debes tener cuidado cuándo te ofreces a hacer algo por Sarah porque nunca sabes que terminaras haciendo...

—¡Maldita sea Allye! ¡Coopera de una buena vez por favor!

—¡Vale! ¡Haremos lo que nos pidas, Sarah!

Y así fue: Sarah sonrió, se vistió con el uniforme, tomó su arco, sus flechas y su carcaj, y partió acompañada de sus amigos hacia la escuela.

—¡Sarah! —Marina exclamó al verla acercarse a la entrada—. ¡Qué bien! ¡Ya estamos todas...! ¿Eh, Sarah, tus amigos están vestidos otra vez de...?

—Pensé que necesitábamos una porra para el equipo y seamos sinceras: esas perras de las animadoras pueden apoyar a los chicos de fútbol toda la temporada, pueden apoyar a los de baloncesto durante las eliminatorias, ¡pero no pueden dar un pinche sábado para las arqueras!

—Odio darle la razón a mi hermana —Allyson mencionó, ruborizada como siempre que usaba cualquier vestimenta que no fuera pantalones—, pero debería ser ILEGAL que una chica con la piel tan pálida como la mía mostrase las piernas.

—¿Me lo dices a mi? ¡Yo duré veinte minutos en la jaula de la muerte! ¡Tengo un expediente policial por asalto e incendio! ¡Y estoy vestido como colegiala!

—En realidad, Jane, querida...no estás nada fea.

—¡BUENO YA ESTUVO!

Con el equipo listo, todas abordaron el autobús escolar, y se dirigieron hacia su destino: el viejo campamento de arquería, la única zona de la región capaz de sostener un torneo tan grande como el juvenil del sur de Toronto.

La expectativa era enorme; a donde quiera que se volteaba, había participantes, hombres y mujeres, de escuelas de toda la ciudad alistados para ponerse en acción; era fácil abrumarse, en especial para una novata para Sarah, con esa imagen, pero si Allyson y Jake podían ponerse en vergüenza para animarla...

—De no estar ustedes aquí, chicos, no podría lograrlo —Sarah mencionó—. De todo corazón, les estoy muy...¿Chicos?

Y Sarah notó que ellos no habían salido del autobús.

—¡Chicos!

—¡No! ¡Hay mucha gente! —Allyson reclamó.

—¡Y este color no me queda! —agregó Jake.

—¡Pero se ven lindisimas! ¡Allye! ¿Tu hermana era animadora, no?

—Claro, Jessica sí tenía cuerpo para lucir ese traje —Jake comentó.

—Lo siento, pero supongo que no todas podemos estar tan monas como tú.

—¡Chicas...o chicos...o lo que sean! —Sarah intervino—. Por favor, hay mucha gente concentrada en sus propios asuntos, ¡nadie los va a notar!

Esperando que fuera de tal modo, los dos se tomaron de las manos, se armaron de valor, y dieron pie fuera del autobús.

—¡Ja! ¡Miren a esa de las piernas flacas y paliduchas! —escucharon a la distancia, pero aunque Allyson fue la primera en recibir criticas por su apariencia, no tardaría el marcador en emparejarse.

—¡Hey muñeca! ¿Cuándo sales por el pan? —Jake escuchó de una chica tras de él, después acompañado de un silbido que lo ponía de modo inesperado en la posición de las jóvenes por las que él a menudo piropeaba y gritaba improperios.

—Ahora lo sé —el joven comentó—: Dios existe, es mujer, y es feminista.

—No, créeme que no —Allye respondió.

Pero vergüenzas expuestas y sentidas dejadas de lado, los “animadores” buscaron lugar en las gradas mientras que Sarah se alistaba con su equipo.

—¿Cuándo nos toca? —Erika preguntó mientras veía en una pizarra el rol de encuentros.

—Estamos...em...en el primer encuentro —Marina anunció.

No había tiempo que perder; la categoría por equipos no tardaría, y debían presentarse contra el primer rival: el Colegio de Señoritas Santa Clara.

—¿Algo que debamos de saber sobre esas pinguinas? —Max comentó conforme caminaban al campo de tiro asignado

—Las chicas de Santa Clara nunca logran demasiado —Zoe respondió—: Su mejor lugar, según recuerdo fue un décimo lugar...no es demasiado impresionante.

—¡Tampoco hay que confiarse! —Marina exclamó—. Un décimo lugar sigue siendo más de lo que Hopewell High ha logrado, ¡y sí queremos llegar lejos, tendremos que luchar con todo desde nuestro primer encuentro! ¡No podemos darnos el lujo de subestimar a equipo alguno!

La alineación titular estaba formada: Marina, por ser la capitana y la de mayor experiencia, tenía su puesto garantizado; su tirar era seguro, y su carácter, calmado y calculador: un buen tiro de apertura de su parte llenaría de confianza y disiparía un poco los nervios de sus compañeras.

Max era la segunda de la tercia: impertinente, dura, difícil de quebrar; no era la de mejor habilidad, pero con un inicio seguro brindado por su capitana Max se esforzaría para no bajar el nivel y de mantenerse competitiva.

Y finalmente, Sarah: la promesa, de gran capacidad, con un ojo excelente, pero como nueva, su carácter podría flaquear y en una competencia larga, se le debía demostrar antes que ella misma pudiera hacer. En su primer torneo, debía ver a las de más experiencia hacer lo suyo y motivarla para que sacara todo su potencial.

—¿Les tocó de primeras? —Marina escuchó.

—¿Tabatha? —volteó y se detuvo; era ella, acompañada por el resto de su equipo.

—Deben considerarse muy afortunadas —aseveró—: Podrán irse temprano.

—¿Seguro que no quieres que le vuelva a hacer lo que le hice? —Sarah preguntó.

—¡ALEJEN A ESA LOCA DE MI! —Tabatha se ocultó tras las espaldas de sus compañeras al notar a la morena en escena.

—Alto, Sarah —Marina pidió—. Dejemos que las flechas hablen por nosotras...

Ignorando al equipo de Trudeau por ahora, las representantes de Hopewell llegaron a la zona del encuentro.

—¡Damas y caballeros! —anunció la presentadora—. ¡Bienvenidos al XXIII Torneo Juvenil del Sur de Toronto!

Pero las palabras hacían eco sin fondo en Sarah; su concentración era total, sabiendo que ya no había vuelta atrás, y que debía entregarlo todo para salir avante.

Y si la presión en Sarah era enorme, aquella que afectaba a Marina era monumental: aún tenía en mente su objetivo, y con 32 equipos, el triunfar en 5 ocasiones para asegurar un puesto en el podio se veía inalcanzable, de no ser el caso, el equipo se acaba.

—Ahora, sus primeros competidores —prosiguió la anunciadora—: En color negro con dorado en el tramo izquierdo, el equipo de Hopewell High; en blanco con azul, el Colegio de Señoritas Santa Clara.

Las capitanas de ambas escuadras se acercaron a una de las juezas para tirar la moneda; Santa Clara empezaría con la ronda.

—Primer turno de Santa Clara por parte de Andrea Pearson...nueve puntos —la locutora señaló—; Santa Clara lleva participando en ya siete ediciones de manera consecutiva. El siguiente tiro, de Bridgette Donovan y...nueve puntos también; procede la competidora final, de primer año, Dannielle Minella, se toma su tiempo, no debe ser sencillo para una novata lidiar con lo que conlleva tu primera competencia...y son...ocho puntos; primer turno para Santa Clara da un total de 26 puntos.

—Nada mal —Marina murmuró a sus compañeras—, hicieron un buen comienzo, pero hay para superarlas...

—Ahora es el turno de Hopewell High: bachillerato del barrio del mismo nombre, y participantes en diez ocasiones, pero que en su historia apenas han logrado pasar una ronda, ¿podrán acaso estas chicas cambiar la suerte y combatir la historia detrás de ellas? La primera es la capitana, Marina Saucedo...le piensa, se toma sus instantes, no es fácil abrir para el equipo...y son...nueve puntos, buena puntuación; Maxine “Max” Hunter, buen nombre para una arquera, por cierto, suelta su disparó...¡Nueve puntos! ¡Nada mal! Y finalmente, Sarah Greenberg, interesante el caso de esta jovencita: es novata, pero es de último año, ¿mostró interés repentino en el deporte? No lo sé, pero será interesante ver si su edad le otorga una calma que a otras novatas no.

Sarah estuvo paralizada por un fragmento de segundo: nadie más lo notó, pero ella sí, y era la única persona que importaba en realidad; en un pedazo de tiempo tan diminuto, sintió el peso de tanto esfuerzo y entrenamiento dedicado.

—Señorita Greenberg, ¡a la zona de tiro!

—¡Oh, coño! —Sarah despertó de su ensueño—. ¡Ya voy! ¡Mi error! ¡Mea culpa!

Más atenta, Sarah se preparó para el tiro; el accionar de sus brazos era sencillo, el reto era el calcular, el sentir el viento, la distancia, mantener en orden sus sentimientos y no sucumbir, no doblarse...

...pero se estaba doblando.

—¡Más al centro, Sarah! —Marina exclamó cuándo vio que el ángulo de tiro de su compañera de equipo se ladeó demasiado.

—¡Lo siento! —respondió.

Retomó la dirección, pero no había demasiado tiempo para seguir pensando en detalles aquí y allá: el limite de tiempo casi había llegado, Sarah debía tirar.

—¡NUEVE! ¡Por poco pero nueve! —exclamó la locución.

Sarah suspiró lo que le parecía pesar como un huracán entero dentro de su vientre, pero al ver su equipo superando a Santa Clara, aunque sea por un punto, y aunque fuese el primer turno apenas, le devolvían la seguridad y fuerza.

Las rondas continuaron: Sarah se mantuvo entre nueves y ochos, un promedio solido, quizá no el mejor, pero Santa Clara no parecía tener las capacidades de sostener la lucha por demasiado tiempo; sus tiradoras comenzaron a flaquear, llegando sietes, un seis y hasta un cinco en un tiro final con más desesperación que puntería; sin demasiada espectacularidad, pero con trabajo de equipo, calma y paciencia, Hopewell había obtenido su primera victoria.

—¡Hopewell High gana! ¡Santa Clara queda eliminado! —cerró la locutora el primer encuentro del día.

—¡Sí! —Zoe exclamó, corriendo a abrazar a sus compañeras—. ¡Lo lograron!

Una primera victoria bien ganada, que les otorgaba la sensación que podían llegar lejos, pero todavía habían muchos equipos en juego, y no sería sencillo superar los obstáculos.

Las chicas de Hopewell High no perdieron tiempo; siguieron viendo los otros encuentros, sus potenciales rivales, pero en cabeza de Marina había una que destacaba sobre las demás: El encuentro once...

—¡Último tiro para Pierre Trudeau High! —se escuchó en la locución, con Tabatha al turno, cerrando el encuentro de su escuela contra el Colegio Scaraborough de Educación Alternativa —. ¡Y ES UN DIEZ! ¡El primer diez de Trudeau High y justo al final!

Después de los cuatro rounds, el marcador fue escandaloso: el equipo de Trudeau High aplastó por completo a Scaraborugh por más de veinte puntos de diferencia.

—¡No puedo creerlo! —Marina exclamó desde las gradas ante la victoria de Trudeau.

—No es tan alarmante, capitana —Zoe informó—: Scaraborough es un colegio débil en arquería...

—Son un colegio de hippies —Max agregó—: No creen en la competencia, cosa...cosa medio necesaria para triunfar en un torneo deportivo.

—Aún así...—Marina suspiró.

Y no era para menos: sí, Scaraborough no era un gran reto, y tuvieron muchos errores en el encuentro, pero Marina llevó la cuenta todas las rondas; era impresionante: Tabatha sacó nueves de manera consistente, y cerró con un diez casi en el centro exacto del blanco, y sólo estaba calentado. Marina sabía que conforme pasen las rondas, el equipo de Trudaeu, y Tabatha en especial, se volverían más hábiles y fuertes.

La primera ronda de equipos femenil acabó; era el turno de las arqueras individuales, competencia en la cual, a pesar de las advertencias de sobre-presión, Marina entraría en competencia.

64 competidores: eran más numerosos aún, y con un encuentro de más para asegurar medalla, la prueba frente a la joven arquera abrumaba a los débiles de corazón, pero ella no podía hacer más que sacudirse los temores, y alistarse para el quinto encuentro: su encuentro.

¿Su rival? Una joven novata del Colegio Técnico de Westwood: era pequeña, frágil en apariencia, quizá sólo en la arquería pudo encontrar un deporte en el cual no estaría su físico en prueba constante, pero inclusive ahí se veía débil como contrincante.

No la podía subestimar: jamás, pero entrado en el combate, era claro quién obtendría la victoria.

—Siete puntos para Emmerson, de Westwood: ¡Victoria para Saucedo, de Hopewell High!

—¡Felicidades, Marina! —Sarah exclamó al ver a su capitana saliendo de la zona de tiro.

—Gracias —replicó—, pero esto apenas comienza...y mi promedio no estuvo demasiado bien.

Y poco después, su gran rival, Tabatha, obtenía su pase a la siguiente ronda en individuales femenil aplastando, de nueva cuenta, a la pobre joven que le pusieron enfrente; y sí antes había conseguido apenas un diez, ahora estaban intercalados, apareciendo más frecuentemente.

Tabatha se volvía la contrincante a vencer, no sólo para Marina, sino para cualquier otra arquera de cualquier otro equipo.

Llegó el momento de la segunda ronda; Hopewell High se alistó, cada una de las miembros del equipo en pequeños rituales previos al encuentro: Max se tronaba los dedos, Marina contaba con su indice el número de espectadores, y Sarah practicaba yoga improvisado heredado de su madre.

Pero los rituales acabaron al ver a su siguientes rivales.

—Izquierda, en negro dorado, la preparatoria Hopewell High —se anunció—. A la derecha, en azul completamente, ¡el Colegio Alemán!

Abierto por inmigrantes de Bavaria, el Colegio Alemán había alcanzado un segundo lugar hace tres años, y en general, se consideran buenos contendientes: las chicas de Hopewell estaban ante su primer rival realmente competitivo.

—Las primeras en abrir serán las chicas del Colegio Alemán; primer turno, Helga Dusseldorf.

Era una chica imponente: era tan grande y tan robusta que inclusive Erika lucía como una enclenque a su lado, pero la pregunta más importante era, ¿tendrá habilidad?

—Ocho puntos para el Colegio Alemán —

No un mal comienzo, pero dejaba abierta la ventana de oportunidad para las chicas de Hopewell.

—La siguiente, Rose Heinze...toma su tiempo...calcula...y...¡Nueve puntos! ¡Nueve puntos para el Colegio Alemán!

Un mejor tiro; sus rivales estaban intentado apretar.

—Finalmente, Ingrid Stein cierra el turno: estira el arco...vamos a ver que tal terminan esta ronda, si pueden conseguir algo interesante...y...¡Ocho puntos! ¡Un total de 25 puntos en su primer round para el Colegio Alemán!

Hopewell tomó sus posiciones; el orden, en esta ocasión, era distinto: Max abriría.

—La competidora por Hopewell High, Maxine Hunter, comenzará por su equipo; tuvo un buen desempeño el encuentro anterior, ha mejorado sin dudas su promedio, vamos a ver qué tal resulta ahora...y...dispara...y son...siete puntos, no está abriendo muy fina.

El viento resultó ser más fuerte de lo esperado para Max; inclusive, la flecha no se quedó muy lejos de tener una puntuación aún menor, al borde de un seis.

—No importa, Max —Marina señaló mientras tomaba su posición en la zona de tiro—. Era un tiro difícil.

—Ahora a continuación, el turno de la capitana, Marina Saucedo: vamos a ver si logra poner algo de calma a su equipo...se prepara...apunta, no es sencillo, el viento intercala entre momentos calmados y ventarrones recios, pero debe sacar la casta...y...¡Nueve puntos! ¡Hopewell está volviendo al juego!

—¡Bien hecho! —Sarah congratuló a su capitana.

—Ahora escucha, Sarah: el viento está difícil, tomate tu tiempo —Marina le replicó.

—Para finalizar la ronda, Sarah Greenberg: está chica nueva demostró en el encuentro anterior un nivel bastante bueno para alguien que apenas se presenta, vamos a ver si el rayo pega dos veces.

Eso mismo deseaba Sarah; ella se había destacado, pero quería demostrar que era más qué una flor de un día.

Sus nervios parecían acostumbrarse a todas esas miradas; aún sentía algo, pero no era al grado de hacerla temer, menos aún al ver a sus compañeras a su lado, y a sus amigas animando desde las gradas (si pueden ponerse en ridículo ellos, ¿por qué ella no?).

—Estoy lista —se dijo tras apuntar el arco.

—Y Greenberg suelta la flecha —se anunció—. Y son...Nueve puntos, lo que da un empate en la primera ronda entre Hopewell y el Colegio Alemán.

Sarah casi soltó una profanidad, pues la flecha se quedó a nada de entrar en zona de diez, pero inclusive con ese detalle, Marina y Max no tardaron en felicitar a su compañera: sacar un disparo así, en condiciones tan difíciles, demostraba el carácter de una competidora fiera.

—¡Segunda ronda! ¡Ahora será el turno del equipo de Hopewell High para abrir! Al arco...

—Espera, Marina —Sarah comentó cuándo su capitana se preparaba para disparar.

—¿Qué sucede?

—Quiero abrir.

—¿Qué? ¿Quieres disparar primero?

—Me quede a nada, y me siento...me siento segura: dame la oportunidad.

Sarah había pedido poco en realidad, y mucho les había entregado: aunque tenía sus dudas, en el poco tiempo que tenía de conocerla, la joven morena nunca había decepcionado a nadie, así que Marina aceptó la petición.

—¡Parece haber un cambio en el equipo de Hopewell! ¡Abrirá Sarah Greenberg!

—¿Crees que sepa lo qué hace? —Max cuestionó.

—Estamos a punto de averiguarlo —respondió la capitana.

—Curioso este cambio, ¿habrá notado el equipo de Hopewell algo imprevisto? ¿Algo nuevo? Es difícil ver a una novata con tanta confianza, vamos a ver como resulta. Greenberg hace la apertura...apunta, el viento se ha vuelto más bravo, ¿afectara mucho? Son momentos así que separan los arqueros ordinarios de los extraordinarios, ¿en qué categoría esta joven caerá? ¡Y allá va! Y es...

—¡DIEZ PUNTOS! —Allye y Jake saltaron de dicha al ver la puntuación del tiro.

—¡Impresionante! ¡Un diez casi en el centro! ¡Greenberg ha puesto la vara muy alta!

Una energía corrió por el cuerpo de sus compañeras: Sarah las había metido en una zona de gran excitación y confianza; Marina sorprendió al publico, con otro tiro meritorio de un diez, y Max, a pesar de no tener tanta habilidad, se sentía poderosa, y cerró con un digno nueve la ronda, a un punto, literalmente, da la perfección.

El Colegio Alemán no pudo responder con esa misma fuerza e ímpetu: Un nueve abridor prometió en un comienzo una lucha pareja, pero le siguieron dos sietes, producto sí, de unos ventarrones inmisericordes, pero más aún de una presión puesta en su lado del terreno por un equipo de Hopewell que cada vez se encontraba mejor.

Al final, Hopewell triunfó de modo holgado.

—¡Victoria para Hopewell High! ¡Pasan a la siguiente ronda! —entre los aplausos y chiflidos, la anunciadora informó al final del encuentro.

—Interesante —Tabatha, desde las gradas, murmuró.

—¿Qué le pareció el encuentro, capitana? —Natalie, una de sus compañeras de equipo, preguntó.

—Bueno, Marina y Max no demuestran demasiado, al menos no algo que no hayamos visto antes, pero...esa otra chica, la morena de pelo ondulado...

—¿Sarah? ¿Sarah es su nombre, no es así?

—Esa misma...tiene un estilo algo rustico, no muy fino, pero sus puntuaciones hablan por si misma.

—Tampoco son tan extraordinarias, capitana —Natalie interrumpió—. No es nada que una tiradora experta no pueda vencer.

—Lo sé, pero reitero por si no entiendes mi punto: es una novata.

—Una novata de tercer grado...

—Es lo que me da más miedo, Natalie; piensa: si apenas está empezando a jugar esto, y está teniendo un nivel decente, casi como si llevara algunos años practicando el deporte, ¿qué tan buena sería si hubiera comenzado a competir desde su primer año?

Y esa pregunta silenció a Natalie.

—¿Ahora me comprendes, verdad? —Tabatha cuestionó.

—Aún así, no siento que pueda ser un obstáculo muy grande, y aún quedan muchas rondas.

—Eso lo comprendo, Nat, y por un lado, me da tranquilidad...pero por otro, me estoy dando cuenta, que entre más compita, más fuerte se va a volver...

Tabatha no se impresionaba con facilidad, y menos aún sentía temor, pero al ver a esa competidora, se dio cuenta que a pesar de la historia, no podía darse el lujo de subestimar a Hopewell High. Pero el pensamiento que más le enfermaba, era que ella, una perfeccionista, campeona de arqueria del año pasado, pudiera tener aunque fuera una muy pequeña chance de perder su titulo contra alguien que apenas ha comenzado en la actividad.

—¿Capitana?

—Tenemos una competencia en pocos minutos, Natalie —Tabatha contestó—; no podemos bajar el nivel, ¡hay que ganar de manera apabullante!

Era una mezcla de miedo, y emoción, y es que, preguntas o temores dejados de lado, Tabatha pudo ver que lo que veía como un simple torneo de tramite para su segunda victoria al hilo, se había vuelto en algo mucho más interesante.




N/A: Espero haber hecho entretenido el episodio, porque sé bien que la arquería es un deporte que no da mucho lugar a la espectacularidad, así que no sé como haya quedado...pronto lo veré en sus criticas, parece XD.

Quiero agradecer a PatKoo por...bueno, ella sabe el motivo :)

Shalom camaradas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top