Capítulo XXVII: Manos A La Obra
—¡Entonces me dijo que tenía que mejorar mi actitud, y luego yo le dije que para nada! —Sarah exclamaba con la aparente velocidad de un tren descarrillado y con una coherencia digna de uno en la mesa de la pizzeria aquella tarde ante un Jake que mostraba el mismo entusiasmo por el tema de conversación que por las clases.
Es decir, ninguno.
En todo caso, él tenía peores problemas a los cuáles echarle la mano. Casi literalmente.
—¿La ordenaron? —Allyson preguntó arribando a la mesa.
—¡Nutella con cebolla! —Sarah replicó.
—¿Qué? ¿E-eso...? ¡Eso ni siquiera está en el menú! —la recién pelirroja declaró, con misma medida de ofensa hacía sus sentidos como temor por lo que se avecinaba —. ¡Jake! ¡Se supone que estás ahí para evitar que Sarah haga ordenes!
Mas Jake parecía también indiferente a las palabras de Allyson; su rostro estaba boca abajo, cual si hubiera sufrido una derrota o humillación; ella tenía mucha experiencia en tales aspectos, así que los sabía reconocer en otros.
—¿Jake? ¡Jake! —le llamó la atención—. ¡Jake! ¿Qué, ya tan temprano andas ido o qué?
El chico finalmente se molestó en alzar su cabeza, y suspiró ante la presencia de sus compañeras.
—¿Todo bien amigo? —Sarah preguntó.
—¿Nutella con cebolla, en serio? —él cuestionó—. ¿Tienes papilas gustativas de este planeta, verdad?
—¡Pues si ya saben cómo son mis gustos para qué me invitan!
—Mira, todos tuvimos cuota de responsabilidad —Allyson trató de mantener un poco de paz en medio de la concordia—. A la próxima, yo la ordeno.
—¡La vegetariana no! —Jake y Sarah se unieron en una sola voz.
—¡Ya, vale, ya estuvo! ¡Jake! ¡Tú!
—¿Eh?
—¿Qué pasó? ¿Algo te molesta?
El rostro de Jake se tornó colorado y su mirada se desvió.
—¡Oh, debe ser bueno! —Sarah exclamó —. ¡Si alguien sabe de cosas coloradas y desviadas so yo!
Jake titubeó.
—No, es que...
—¿Reprobaste un examen? —Sarah no tardó en interrogar.
—Todos, pero no es eso.
—¿Le llamaste "mamá" a la maestra? —preguntó Allyson.
—Esa fuiste tú en séptimo grado, rojilla —Jake replicó—. No me vas a acatar eso.
—¡Diablos!
—¿Te cansaste de seguir con las apariencias de tu género y lo que la sociedad espera de ello y estás listo para revelar la verdad que únicamente has mostrado en contexto de bromas ocasionales para refugiar en el humor lo que te consume desde el interior?
—¿Eh?
—Olvídenlo: por un momento los confundí con el autor.
—¿Si les cuento prometen guardar el secreto? —Jake les preguntó, acercando su rostro al centro de la mesa, y bajando el volumen de su voz.
—Sí.
—No... digo, no... digo... claro que no... ¡Digo...!
—Lo que Sarah quiere decir —Allyson contestó por ella, tapando las fauces de la morena con sus manos—, es que...
—Va, miren, es suficiente para mí, al menos por ahora que igual no puedo ser el único que carga con esto. Verán... mi padre entró a mi cuarto mientras yo veía... ya saben...
—¿La tele? —la pelirroja sugirió.
—No, era más bien...
—¿La laptop?
—No, tampoco eso... era... vamos, no te hagas...
—¿Era la ventana o....? ¡La puta madre Sarah! ¿¡No habíamos quedado que sin mordidas!? —exclamó de dolor tras sentir la encajada de dientes en sus dedos.
—¡Y tú ponte crema humectante! —la morena respondió—. ¡Estás más reseca que la vagina que una monja centenaria!
—Luego hablaremos de opciones de carrera para la rojilla —Jake añadió—, pero... eh, ¿Sarah, querías responder?
—Oh, ¡es súper fácil! ¡Tú papá te cacho ahorcando el ganso!
—¿Tienes un ganso? —Allyson agitó su rostro ante la noticia—. ¿¡Y estabas abusando de él!?
—¡No! —Sarah susurró con discreción inesperada de su parte—. Estaba sacando a nadar a los renacuajos.
—¿Eso siquiera es posible? ¿Tienes siquiera una pecera para tenerlos a gusto?
—No, ya sabes querida: estaba lavando la ropa a mano, jugando al sube y baja, ordeñando la leche, echando un cinco contra uno y el que pierda escupe, limpiando la manopla, bajándole la presión al cabezón, poniendo el freno de mano, haciendo manualidades, estrujando el chorizo, pelando el plátano, induciendo el vomito al calvo, pasando a manual, exprimiendo la botella de champú, dar brillo al pelón, limpiando el sable...
—¿Cómo puedes hacer todo eso en solo un día?
—¡Mi padre me cachó masturbándome, carajo! —Jake alzó la voz.
Y eso casi no llamó la atención de los presentes en el restaurante.
—¡Somos adolescentes sanos y normales de sangre caliente! —Sarah les confrontó—. ¡Uy, llamen a las prensas: quinceañeros con sexo en la cabeza! ¡En otras noticias: el fuego quema!
Más de un comensal se arrepintió de verlos de un modo muy juzgador, y al menos uno de haber ordenado salsa ranch, y todos volvieron a sus propios asuntos, incluyendo el trío.
—¿De pronto lo de ser monja centenaria no suena tan irreal como opción laboral futura, verdad? —Allyson preguntó apenada, más por el no entender los eufemismos que por aquello a lo que se referían.
—En todo caso, fue... humillante. Luego intentó tener la plática conmigo, ¿lo imaginan? Me contó de su "primera vez"; ¿a quién le dan ganas en el funeral de una abuela?
—¿Al abuelo? —sugirió Sarah.
—Eso explicaría porque pidió estar a solas antes de que la enterraran.
—Ugh, ¿por qué los chicos tienen que ser tan atascados? —Allyson juzgó—. ¿No pudiste aguantarte las ganas?
—¡No es fácil, rojilla! ¡No cuándo uno ya empezó con la conmoción! ¡Es como una montaña rusa: tienes que terminarla una vez que la empiezas!
—Igual, al menos a que saliera de la casa o algo; no es tan difícil.
—Sorpresa, sorpresa: no te es complicado no tener algo que ver con el sexo.
—¡Pues al menos podría aguantarme más que tú!
—¿Por qué no lo hacemos más interesante? —dijo Sarah de un modo tan sugerente que casi parecía tener listo un contrato en latín que requería ser firmado con sangre.
—¿Qué quieres decir? —Allyson y Jake preguntaron.
—No lo sé... siempre quise decir eso; esperaba que tuvieran una idea, y... ¡Oh! ¡Ya sé! ¿Por qué no comprobamos quién de nosotros es el verdadero maestro de sus...?
—Eso es de Seinfeld —Jake interrumpió.
—¿Perdón?
—Lo que vas a sugerir es del episodio "El Concurso" de la serie Seinfeld, en la que los cuatro protagonistas compiten para ver quién es el que se aguanta más las ganas sin dedearse los frijoles.
—¡Dedearse los frijoles! ¡Esa es nueva! ¡La tengo que anotar!
—Pisen el freno porque van muy deprisa para mí —dijo Allyson—. ¿Qué sugieren?
—Sugiero por mí parte honrar a una de las mejores comedias de los 90 recreando el episodio y ver quién de nosotros aguanta sin... ya saben.
—Oh... ¿pero... cómo vamos a saber quién... ya saben?
—Bueno, no podemos estar en todas partes, pero nos conocemos desde hace años, así que supongo que podemos hacer uso del sistema de honor: diremos la verdad si es que aguantamos o si es que sucumbimos a nuestros deseos carnales.
—Pero ustedes son mujeres —Jake señaló—. ¿V-verdad?
Sarah y él posaron su mirada fijamente en la pelirroja.
—¡Sí lo soy! —Allyson se defendió—. ¡No importa lo que haya dicho Jess, sí hay fotos mías de bebé! ¿Y qué tiene que ver nuestro género en todo caso?
—No es lo mismo para ustedes; pueden pasar días, meses, años, centenarios...
—¡Eso es muy sexista! ¡Podemos ser igual de cochinas, inmundas y marranas que ustedes!
—Me preocupa el hecho que siempre te refieres a cuestiones sexuales en términos de suciedad y mugre, pero: ¡bien! ¡Bien! ¡Les creo! ¡Cuenten conmigo! —el muchacho azotó la mesa—. Pongo 50. ¿Le entran?
—Sale y vale —Sarah azotó la tabla de la mesa con arrogancia —. ¿Juegas rojilla?
—¿100 dólares? ¿100 dólares en una competencia de abstinencia ante el criminal y la chica con el nombre más pintarrajeado en los baños de hombres? —lo meditó por unos segundos—. Los 100 más fáciles que ganaré en mi vida.
—¿Cómo sabes que mi nombre está pintarrajeado en los baños de hombres de todas formas? —Sarah cuestionó, y de nueva cuenta, su mirada y la de Jake se posaron por completo en la pelirroja.
—¡Jessica les jugó una broma! ¡Y ya les mostraré las fotos! ¡Algún día...!
Una vez llegado el peculiar manjar ordenado por Sarah, en parte crepa avant garde, en parte atentado terrorista contra el arte de la gastronomía, habían convenido su particular juego; el que duré más tiempo sin apuñalarse el sapo o alzar la bandera, ganaría 100. Claro, Jake podía sacar eso de cualquier cartera en cualquier momento, Sarah podría dibujar porno para deprimentes comisionadores en Deviantart, y Allye tenía más ahorrado que esa suma dado que siempre elegía la prudencia financiera sobre la diversión, pero se trataba más de un simbólico: quién podía llamarse amo/ama de sus dimensiones.
La tarde fue fácil, siempre lo es; fuera de malas canciones country de los 70, nadie piensa en esas horas como unas para dar rienda suelta a las pasiones.
¿La noche? ¿En solitario, postrado en la cama y en ese período entre tus meditaciones y los sueños? Eso es más complicado.
—No sé por qué exagera tanto —Allyson se dijo alistando su pijama—, ¡gran cosa! Siempre y cuando me mantenga lejos del celular, todo estará b...
La pelirroja no pudo completar su pensamiento; escuchó el timbre desde la puerta de entrada.
—No puede ser mamá —se dijo al bajar —, ella tiene llave. Y no puede ser Jess. Ella prefiere entrar por mi ventana vomitando después de una noche de demasiado tequila.
Echó un vistazo por el ojo de la puerta, y abrió esta.
—Hola Allyson.
Era su vecino, pero había un pequeño detalle diferente en cómo se presentaba ante ella.
—¿R-Ryan? ¿Q-qué sucedió? ¿Y... por qué no traes camisa?
—Sí, esto; tuve un pequeño accidente en un trabajo de química en el laboratorio de la escuela; me cayó un solvente, eso deshizo poco a poco mi playera, gracias al cielo no cayo en mis pantalones o algo y...
Ryan siguió hablando, pero aquella voz se había tornado un mero ruido grave sin más sentido que el de los autos durante una hora de tráfico pesado. Revelados ante sus ojos quedaron esos brazos, ese torso y ese abdomen desnudos. Ella estaba sorprendida: siempre había sentido algo por él, ¡pero jamás imaginó que de hecho tuviera cuerpo de gimnasta! ¿Hacía pesas o algo así? Solo eso podía ser la explicación. ¡Ni siquiera tiene sentido! ¡El estereotipo del rockero de preparatoria no incluye un vientre en que podrías lavar mezclilla a mano!
Y estaba lejos de ser la única que batallaría para mantener fría la cabeza, tanto la de arriba como la de abajo.
—Mientras vea tonterías sin sentido, estaré bien —Jake se dijo en la cama, boca arriba, con el celular en la mano, perdiendo el tiempo con memes que llaman a críticos de videojuegos histéricas sin sentido del humor o ranas de caricatura que hacen chistes sobre el Holocausto—. Sí... esto es lo menos sexy que pude encontrar.
Porque si hay una parte que no tiene idea de lo que es sensual (o incluso decente) es sin duda un foro de Reddit dedicado a los vírgenes involuntarios y sin remedio.
Para aburrirse todavía más, y terminar de caer dormido, Jake aprovecharía para intentar algo que difícilmente hacía desde El Club de la Pelea: leer.
—"Me llamo (A), así que verán, siempre he ha gustado esta chica, llamémosle (S). Deberían verla: grandes curvas, piel oscura de un tono similar al caramelo, labios gruesos, cabello castaño largo como princesa encerrada en una torre... el punto es que..."
Siguió leyendo; pero poco a poco se percató que el deseo de tedio fue reemplazado por un interés cada vez mayor por los detalles de esa historia; y al carecer de ellos, los fue rellenando en su mente...
Entre tanto, Sarah aprovechó para enfocarse en lo que mejor sabía: el arte.
—Dibujar a los Dioses Antiguos es la mejor forma de no pensar en... ya saben —Sarah declaró frente a su lienzo.
Y es que a ella le gustaran muchas cosas, pero lo lovecraftiano difícilmente caería en su lista de kinks.
Un autobús perdido frente a su casa, por otro lado, puede que sí.
—¿Puedo ayudarlos? —Sarah preguntó desde la ventana de su habitación al grupo ocupante del vehículo; quizá pudiera extenderles una mano amiga; ciertamente tenía que ser mejor que ella misma extendiéndose una mano sola.
—¿Cómo se llama este barrio, señorita? —comentó el que parecía ser el chófer, tras inspeccionar una llanta.
—Hopewell, entre Degrassi y Schitts Creek. ¿Qué lugar buscan?
—Verá, vamos de camino a un evento: mi autobús lleva a un grupo pop, tienen que actuar en una convención en el centro: el simposio anual de bisexualidad masculina coreana.
—¿Todavía no está lo del neumático? —dijo uno de dos muchachos asiáticos emergiendo del autobús—. ¡Nos esperan allá!
—¡No pasa nada Jeong, no pasa nada! —indicó el chófer—. ¡Sigan practicando la coreografía, ya saben: paso de ganso, arabesque, arabesque, paso de ganso, meneo, vuelta y termina...!
—Lo sabemos: termina con un beso entre todos mientras nos cae agua desde encima, ¡no tienes que repetirlo!
—¡Solo entren y continúen que yo me ocupo de eso! —el conductor exclamó—. Entonces, como ve señorita, ¿conoce a alguien...? ¿Eh? ¿Señorita? —preguntó, inquieto al no verla más en la ventana.
—¿Les molesta que traiga mi caballete? —Sarah preguntó ingresando con sus materiales de arte en brazos—. ¿Pueden ayudar a una chica a alcanzar...?
—¿La inspiración? —uno de los miembros del grupo sugirió.
—Sí, eso también. ¡Vamos chicos! ¡Manos a la obra!
Mientras tanto, en Bielorrusia.
—¡Ven por mi grizzly de mierda! —una abuela gritó agitando una pala mientras perseguía a un oso cerca de su granja—. ¡Me quitaste un brazo pero sigo teniendo otro y me cobraré venganza!
Continuando en Toronto, más específicamente, en el hogar de Allyson.
—¿Entonces, en qué te puedo ayudar? —la pelirroja pregunto a su vecino tras proporcionarle una toalla para que se quitara los rastros de químicos y tela sobre la piel de su cuerpo.
—¿Soy yo o esto me hace, brillar? —Ryan contestó—. Casi me siento como un vampiro en las películas de Twilight. ¿Qué piensas Allye? ¿Allye? ¿Eh, necesitas una servilleta o... un babero? —el chico indicó haciendo un gesto cerca de su mentón, imitando el patrón de saliva que brotaba de la boca de la muchacha.
—N-no... no pasa nada —se apresuró a limpiarse con la manga de la blusa de su pijama—. Y... no te queda mal ese look.
—¿El no usar camisa es un look?
—¡Pues debería serlo! —quiso gritar.
Quiso, no lo hizo, pero ganas no le faltaban.
—Por cierto, creo que, no sé si sea el momento indicado para decir que te ves bien.
—¡Oh, carajo! ¡Sí, bueno! Me gusta Rilakkuma; no soy super fan pero, vi esto en un mercado —bajó la mirada hacía sus ropas—, y, b-bueno, ¿quién no quiere tener sueños kawaii?
—No, me refería a tu pelo.
—¿Uh?
—No lo había mencionado porque no sé si era apropiado o no; pero te queda bien el color rojo. Color de pasión, color de fuego —comenzó a usar un volumen menor; más sutil, lento y susurrado—, el color del calor... el color del... amor —siguió dando pasos para acercarse a su anfitriona —. Y... ¿estás pensando lo mismo que yo?
Jake, por su parte, siguió leyendo aquella historia en Reddit y notó un detalle curioso.
—El que publicó esto dice que se llama "A", y de la que habla es "S"... justo las iniciales de esas dos locas con las que me junto —se dijo sin separar la mirada del celular—. Eso pone la historia en un contexto un tanto diferente si lo sobre-pienso.
Y no quería hacerlo.
Pero lo hizo.
—"...siempre tuve la curiosidad de probar aquellos labios prominentes; nunca había fantaseado antes con una persona de mi mismo género, pero si alguna vez le cedía tal honor a una chica, S lo podía reclamar", —leyó con una atención digna de un desactivador de bombas en acción en Afganistán (aunque lo único que estaba por explotar era lo que tenía entre sus piernas).
Y dejó que su imaginación tomará el control del resto de la narrativa.
—¿Quieres que te ayude a practicar a besar? —Sarah indicó tras la inesperada propuesta de Allyson.
—E-es que... realmente soy algo torpe con ello y... me gustaría aprender de parte de alguien de quién tenga confianza...
Un gentil viento jugueteo con los bordes de las faldas de sus uniformes así como de sus brillantes cabelleras aquella tarde en el antiguo parque de recreos de sus años de inocencia; aunque lo que ambas tenían mente carecía por completo de ella.
Sonrojadas, fueron acercando sus rostros hasta que podían sentir el aroma de sus brillos labiales; dulces, tentadores como frutos en el Jardín del Éden, y entonces...
—¡Jake! —gritó el padre del muchacho azotando la puerta del dormitorio del chico—. ¿¡Dónde está el destapa-caños!? ¡Le bajé al retrete pero no quiere irse!
—¡Papá! ¡Ahora no caramba! —Jake gritó avergonzado, arrojando su celular sin dirección.
—¡Uy, deja el irse, parece que quiere volver!
Mientras Jake la pasaba el destapa-caños para ayudar a su padre a que el hogar Zabrocki tuviera una semblanza de que su familia vivía en la civilización, Allyson lidiaba con las sugerentes ideas de su vecino; él sin camisa, ella en pijama.
—¡Eso suena como algo para una canción! —exclamó con alegría el músico.
—¿Perdón? —la pelirroja inquirió, agitando su rostro y viendo destrozada su para nada exagerada imaginación que ya planteaba si conservaba su apellido, tomaba el de Ryan o lo volvía Martin-Logan después de la boda en Punta del Este.
—¡Esas frases! ¡Color del fuego! ¡Color de pasión! ¡Color de calor, color de amor! ¡Suena genial!
—No, no suena genial —Allye pensó; de nueva cuenta, deseó decirlo, ganas tenía para repartir, pero no lo hizo.
—En fin, creo que a lo que venía en realidad era, ¿no le dejó mi padre a tu madre una llave extra en caso si algo pasaba?
—¿Que qué?
—¡Oh, pequeño Ryan! ¿Qué haces aquí, sucedió algo? —la madre de Allyson entró a su hogar tras aparcar su auto.
—Un accidente en una clase de química, señora Martin, y creo que perdí mi llave también, ¿tendrá una copia que...?
—Las tengo en el estudio, ¡deja voy por ellas! —Colleen indicó subiendo a buscar el objeto requerido.
—¿¡Tenías llaves de la familia Logan todo este tiempo y jamás lo supe!? —Allyson gritó—. ¿¡Y qué clase de clase de química es impartida a las 9 de la noche!?
En todo caso, después de ver sus ilusiones echas añicos una vez más, y de que Jake estuviera reparando una tubería tan vieja que tenía una marca en tinta indicando que estaba "Aprobado para su uso en los Dominios de la Reina Victoria", pocas ganas les quedaron de jugar solitario para el momento en que llegaron a sus camas.
O eso pensaron.
A la mañana siguiente, la pelirroja y el tratante de aguas negras se encontraron con sus rostros caídos en las puertas de entrada a los pasillos de Hopewell High.
—Estoy fuera —ambos se dijeron, con sus partes monetarias en mano.
Y los dos se sonrojaron antes las implicaciones de saber con qué se entretuvieron antes de cae dormidos.
—Eh, ¿por qué dices eso? —Allye preguntó.
—¿Realmente necesitamos entrar en detalles? —Jake se encogió de hombros—. Solo estoy fuera y... ¿también tú?
—Mira, podemos hablar sobre quién fue hipócrita o no, o podemos sanjar nuestras diferencias y no armar un gran escándalo al respecto y... ¿¡Quieres dejar de verme así!? —le reclamó al ver a su amigo de brazos cruzados.
—Va, mira, esto es discreto: hasta yo entiendo lo privado que debe ser un asunto de este tipo, lo mejor es tratarlo con discreción y...
—¿¡NO PUDIERON ESTAR UNA NOCHE SIN CAMBIAR LAS PIEZAS DEL TABLERO!? —Sarah exclamó a todo pulmón recogiendo los billetes en manos de sus amigos —. ¡Entonces creo que yo gano!
—¿Ganaste?
—Van muy coordinados, ¡deberían hacer un grupo! —la morena les dijo.
—No, espera, espera un momento —Jake planteó una cuestión—, puedo creer que yo cayera, es decir: soy un varón de 15: para mí no es una pregunta de si tengo ganas, mas bien de en dónde las tengo, ¿pero tú, TÚ pudiste aguantar y nosotros no?
—Es cuestión de simplemente concentrarse y tener auto-control, corazones —Sarah les guiñó—. ¡No importa si el de arriba me tienta las carnes con un autobús repleto de asiáticos esbeltos y bien coreografiados en mallas de nylón y me dejan dibujar todo pequeño paso, meneo y contacto entre ellos! ¡Y más si de último momento les hizo falta uno y tuve que sacar mi alter ego masculino para compartir esos pasos de constante toqueteo entre chicos mejor maquillados que yo para acabar jadeantes y sudorosos con nuestros suspiros ahogados por el aplauso!
—¿Perdón? —Allye dijo, sin hallarle sentido al sinsentido de su amiga.
—Quise decir, ¡Sarah por una noche, estuvo sin andarse buscando a Nemo!
—Pues... estamos en el sistema de honor amiga —la pelirroja asintió—. Si eso nos aseguras, eso te creemos.
—El que me lo anduvo buscando fue otro; fueron, fueron otros.
Y tras revisar las reglas y decidiendo que finalmente Sarah las cumplió, los tres ingresaron a su primera clase.
—¿Entonces, Jake? —Allyson le susurró al oído—. No respondas si no quieres pero... ¿en qué pensabas cuándo te...?
—¿Te gusta mi nuevo color, Jake? —el muchacho recordó la frase soltada por una versión semi-onírica de su amiga, luciendo un rojo tan intenso que debería reemplazar a "tomate" como la analogía preferida de Wattpad para indicar sonrojo—. Incluso hasta lo visualizó mucho más largo y brillante, casi rapunzelesco.
—¿Tú con qué? —el chico replicó.
—Hace bastante calor —Allyson recordó a una visión semi-onírica de Jake, reparando el auto de la familia Martin, averiado en tal fantasía—. ¿Te molesta si me quitó la playera? —Aquella versión de su amigo procedió a quitarse esa parte de su indumentaria, tras un gesto de aprobación de la pelirroja—. Perdón si está muy sudada...
—Eh... mejor mantengo como un misterio—la chica replicó al Jake real, él a su vez concordó.
N/A: Gracias por leer, y fue un placer verlos pero es obvio que ahora iré preso.
¡Shalom camaradas!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top