Capítulo XVII: Band Of Siblings
Los jóvenes ahora afrontaban la dura realidad: por orden de la escuela, ellos no deberían volver a ser vistos juntos; "mata la cabeza y el cuerpo morirá", le llaman los militares y los pretenciosos entusiastas a los juegos de mesa, y al pensar en cómo lidiar de la mejor manera posible con este detalle, los tres, en la privacidad de sus cabezas, seguían recordando él como esta amistad se dio a lugar.
La primera impresión que Sarah dejó en el alumnado y profesorado de su escuela fue "¿Desde cuándo transformaron esto en manicomio?"; los propios Allyson y Jake tenían que admitir que, inclusive para sus estándares, esta chica de Vancouver llevaba las cosas demasiado lejos.
Era cuestión de lógica que todos dejaran por su cuenta a la pobre niña del oeste; era difícil repartir asignaciones en equipo porque nadie en su sano juicio quería pasarla con una alumna que no lo estaba, y para ser justos, los maestros entendían muy bien esa poca disposición, así que eventualmente todos se cansaron de fingir interés y compasión por Sarah y al final, pasar tiempo con ella para un proyecto se volvió un castigo común.
No es que Sarah fuera una mala persona o una mala alumna; pero cuando tu idea de diversión es el "bungee sorpresa" (donde inesperadamente buscaba a alguien a quien amarrar y aventar desde edificios altos sin que la pobre alma en cuestión se diera cuenta) y tienes ocasionales tics nerviosos dignos de alguien que pudo o no haber pasado algún tiempo bajo terapia de electro-choques, es natural que algunos pongan algo resistencia a pasar tiempo contigo.
Con el tiempo, los alumnos llegaron a un acuerdo: para evitar más ataques de piojos y explosiones innecesarias, limitaron los "voluntarios" para los trabajos en equipo con Sarah a los dos alumnos menos populares y queridos de toda la escuela...
—...y finalmente, el último equipo constara de Allyson Martin, Jake Zabrocki y Sarah Greenberg—dijo el maestro de historia casi al final de la clase.
—¿¡Qué! —Allye y Jake respondieron al unisonó al escuchar la noticia.
Antes de hacer nada, Sarah se infiltró en medio de ambos jóvenes abrazándolos afectuosa pero atemorizantemente.
—Maestro...escuché, si pudiera cuestionar su decisión por un momento nada mas...—Allyson mencionó nerviosa ante el "cariño" hacia su persona y hacia su amigo.
—No, no puede: mi decisión está tomada
—¿Puedo al menos preguntar como eligió los equipos?
—Le aseguró señorita Martin que fue completamente al azar...— le contestó el profesor omitiendo muy convenientemente la parte donde el resto del aula votó a favor de dejarles a cargo de Sarah el resto del año.
Para el final de clases, Allyson y Jake habían asimilado un poco la verdad, y como dice el viejo refrán, "al mal paso darle prisa"; si podían terminar rápido, podían continuar con sus vidas...
...pero la realidad fue otra: durante los días siguientes, se dedicaron a evadir la cuestión, buscando excusas ridículos hasta de debajo de las piedras para evitar trabajar con Sarah, pero como dice otro viejo refrán, "no hay plazo que no se cumpla", y como buenos alumnos, se dieron cuenta que ahora tendrían que hacer todo a última hora.
Habían acordado reunirse en la casa de Allyson, dado que era la opción más sensata: la de Jake es un asco y ninguno de los dos quería quedarse donde Sarah.
—¡Allye, una amiga pregunta por ti! —gritó Jessica, dando a entender que el huracán había tocado tierra
Sarah subió hacia el cuarto de Allyson, con Jake y la propia hija menor del hogar Martin a la expectativa de su comportamiento con el número de emergencias listo para ser marcado.
—¡Hola muchachos! —saludó efusivamente Sarah con una gran sonrisa que para el ajeno casi luciría encantadora y adorable
—Em...hola...—Allyson así respondió el saludo
— ¿Puedo sentarme?
—Claro, claro... —la joven pelirroja dijo, temerosa, con reservas a lo que esa chica extraña pudiera hacer.
Sarah tomó asiento junto a Jake, en la cama mientras que Allyson estaba frente a su ordenador en el escritorio
—Así que, ¿qué haremos muchachos? ¿Cena, baile, noche de amor libre? —Sarah preguntó, guiñando su ojo derecho de un modo que una muchacha de su edad no debería
Creo que jamás llegaron a pensarlo en ninguna otra ocasión o circunstancia anteriormente, pero en ese momento, Allyson y Jake tuvieron la misma idea en la mente: "Siento que somos muy jóvenes para conocer el significado de esas palabras"
—¡Ja, se la creyeron! —Sarah exclamó riendo fuertemente, confundiendo aun más a sus dos compañeros de grupo.
—Espera ¿Qué quisiste decir? —Allyson preguntó
—¡Fue solo una broma inocente!
—No tan inocente, si me preguntan a mi...—Jake agregó
—Tranquilos niños, no muerdo...a menos que este sonámbula y soñando que soy un perro
—Eres..."única", Sarah...—comentó Allyson
—Sí, pero todos lo somos, y no en el estilo marica de Barney el Dinosaurio.
—Supongo que sí, pero algunos son más "únicos" que otros.
—¡Ah, George Orwell, un hombre sabio!
Allyson y Jake asintieron con sus cabezas, hasta que se dieron cuenta que Sarah había entendido la referencia; no es que sea algo demasiado oscuro o esotérico, pero para alumnos de escuelas públicas en una sociedad dominada por los reality shows y música repetitiva era algo...difícil de dominar.
—¿Has leído a Orwell? —preguntó Allyson
—Sí, ¡muy chistoso!...
La palabra "chistoso" no es la primera que viene a la mente al repasar la obra del escritor británico: "deprimente", "paranoica" y "aterradora" eran calificativos más socorridos, a menos que Allye estuviera dormida y se perdió el enorme componente cómico que "1984" o "Granja Animal" parecían tener.
— ¿Podemos comenzar con esto, señoritas? —Jake interrumpió, frustrado quizás dado su falta de capacidad para comprender referencias a libros los cuales nunca ha leído
—¡Por supuesto! — contestó Sarah con su animosidad típica
El proyecto consistía en la historia de la inmigración, y debían hacer una presentación sobre algún grupo étnico en frente de todos.
— ¿Alguna sugerencia de alguna etnia en particular? —preguntó Allyson
— ¿Calgaritas es una etnia? —Jake cuestionó
—No
—Entonces no tengo nada
—¡Vamos! ¿Alguno no tiene alguna historia familiar interesante?
—Los Zabrocki limpiaron baños por generaciones en Polonia hasta que tomaron el barco a Canadá y empezaron a limpiar billeteras...no sé si sirva de algo.
—Eso es horrible Jake...y quizás si aún limpiaran baños tu casa no estaría como esta.
— ¿Y qué tal la tuya Allye?
—Aburrida como misa en domingo: ni siquiera somos "Martin" originales; cambiaron nuestro apellido y nadie sabe cuál era el original
—¿Y qué tal mi familia? —preguntó Sarah
—¡NO! —Respondieron sus colegas
Sin dudas no cuestionaban el hecho que la historia familiar de su compañera sería interesante, por decir lo menos, pero no estaban de todo en el humor para armar las piezas de una caótica historia familiar; no hay que interpretarlo como antisemitismo, tomando en cuenta el grupo étnico al que pertenecía Sarah, sino por circunstancias y motivos muy específicos...
...Locura crónica, probablemente algún tipo de demencia nunca antes diagnosticada fuera de los dibujos animados del Pato Lucas.
Con las mismas ganas que un enfermo terminal tiene para correr una maratón, Allyson y Jake empezaron su trabajo tratando de hacer lo más interesante posible sus tediosos orígenes familiares, preguntando ¿Por qué no pudieron venir de alguna más interesante? Alguien africano quizás, nativo americano, o de raíces vikingas.
En todo caso, su mayor prioridad no era con el proyecto, sino siempre tener un ojo vigilante hacia lo que Sarah estuviera haciendo.
Al día siguiente, mientras todos presentaban sus antepasados como grandes guerreros y descubridores, el equipo de Allyson y compañía se limitó a hacer lo mínimo para pasar.
—Pudimos haberlo hecho mejor... —Allyson le dijo a Jake durante el receso, ambos en una banca cerca de una cancha de baloncesto.
—Tranquila Allye, tranquila; la calificación era el menor de nuestros problemas, te lo aseguro
—¿Te refieres a ella, no es así?
—¿Tú qué crees?
Allyson debía admitir que haber salido de una pequeña convivencia con esa niña sin tener que perder tejido capilar o caer en picada amarrada de un bungee improvisado ya era ganancia.
Las siguientes semanas, cuando las tareas y asignaturas se seguían asignando, para sorpresa de nadie estos tres chicos seguían siendo puestos en el mismo equipo, y Allyson y Jake seguían tomando sus precauciones teniendo listas salidas de emergencia potenciales en caso de ser necesario, pero progresivamente, el carácter inusual de Sarah se estaba volviendo, por ponerlo en términos sencillos, "estable"
En más de una ocasión ella seguía haciendo comentarios que solo parecen tener sentido en su cabeza, pero nada fuera de lo que se podría considerar anormal; extraño era que, fuera de ellos, seguía su comportamiento típicamente despotricarte.
Para el siguiente trabajo, y tras intentar evitarlo por mucho tiempo, acordaron juntarse en el hogar de Sarah, y fuera de unas vulgares figuras de gnomos de jardín, era una casa ordinaria, no ese manicomio que las malas lenguas pre-adolescentes pudieran sugerir.
—¡Hola, pasen por favor! —les dijo Sarah al abrir su puerta
Al ingresar, vieron toda clase de parafernalia étnica de distintas partes del mundo: estatuillas africanas, latinoamericanas, asiáticas y de otros lugares que esos chicos ni siquiera podrían pronunciar: era como si un mercado hippie hubiera chocado contra una tienda naturista.
—¿Así que...vives sola? —Allyson preguntó con algo de humor
—Vivo con mi hermano y mi madre...se podría decir...—Sarah le respondió
—¿Cómo está eso? —Jake preguntó
—Mi madre trabaja todo el día afuera...a mi hermano apenas lo veo, no sé qué hace la verdad...
Después de las formalidades, los tres se encaminaron al cuarto de Sarah; este estaba lleno de posters de películas de terror e imágenes góticas, libros de temática sobrenatural y una pequeña gran biblioteca de películas; aquella imagen bien podría formar parte de la escenografía de un filme de Tim Burton, pero siendo Sarah como es, Allyson y Jake suponían que no podía ser de otro modo.
Tras un raquítico esfuerzo, esperando terminar en otra reunión, los tres chicos decidieron tomar un descanso sabiendo en el fondo que sería más bien permanente por el resto del día: estaba atardeciendo, y Jake no podía quitar sus ojos de la colección de cintas de su anfitriona.
—¿Qué opinas eh? —Sarah le preguntó al chico, notando de inmediato su interés
—Perdón, es solo que...bueno, son muchos títulos
— ¿Te gustan las películas de terror?
—Sí, mucho, pero últimamente...
— ¿Si?
—Bueno, es que últimamente no parece haber una película realmente aterradora, al menos no desde un tiempo; quisiera algo por una vez que no fuera mal maquillaje y que para variar si me haga gritar de miedo.
Sarah sonrió discretamente tras escuchar las palabras de Jake; se dirigió hacia sus cajas de DVD, tomó uno, encendió su televisor y puso la película.
—¿Qué haces? —Jake le preguntó
—Te apuesto lo que quieras que esta película si te asusta—le contestó con una mirada maliciosa
—¡Ja! ¿Lo dices en serio?
—Por supuesto
— ¿Y si decimos...veinte dólares?
—¿Por qué no...cincuenta?
Sarah se mostraba muy arrogante y segura, pero Jake no retrocedía nunca cuando se trataba de un reto, y aceptó la propuesta de la joven Greenberg.
Allyson, por su lado, siendo una legendaria gallina para todo aquello que asuste y lastime, fingió no escuchar nada leyendo una revista que encontró suelta en la cama de Sarah, esperando que estos dos locos no la arrastren
Y al final de la película...
—Luego te doy tus malditos cincuenta dólares...y nunca más me vuelvas a mostrar esa película...—Jake dijo, pasmado por lo que vio en la pantalla.
—Te lo dije ¿y a ti que te pareció, Allyson?
Ella hubiera respondido, pero seguía releyendo la misma revista, pretendiendo no escuchar nada y repasando su horóscopo por tercera vez; lo que fuera para evitar ver aquella cinta.
Finalmente, Allyson y Jake se prepararon para irse, percatándose que ya era algo tarde y que debían volver a sus hogares.
—Adiós Sarah —dijeron sus invitados a la joven Greenberg, y cerraron la puerta tras de ellos.
Después de algunos segundos, Sarah aun permanecía frente a esa puerta, esperando algo que ni ella misma sabía de que se trataba; el teléfono sonó y ella fue a atenderlo.
—¡Hola hija! Soy yo—
—Mamá —Sarah dijo tras reconocer la voz, y no sin una buena dosis de sorpresa—. ¿Qué sucede?
—Sólo quería avisarte que llegaré tarde
—¿Otra vez?
—Sí, lo sé, lo sé, pero aquí en la tienda hay mucha clientela y debemos terminar esta noche; en la nevera hay comida, no me esperes para cenar.
—¿El germen de trigo?
—¡Tengo que irme hija! ¡Ciao!
—Si...ciao...
Poco después, tan sólo debieron ser diez o quince minutos, Dorian, el hermano mayor de Sarah entró a su hogar mientras ella estaba recalentando un plato de hace un par de días en la cocina.
—¡Hola Dorian! —la chica saludó—. No sabía que llegarías temprano
—Sí y no hermanita... ¿tienes unos quince, veinte dólares quizás?
—¿Quince...dólares?
—Sí, bueno, necesito dinero para ir a un club y me estoy quedando algo corto...
—Eh...claro, en mi cuarto...
Dorian subió y bajo a toda prisa, y sin siquiera despedirse, volvió a marcharse.
—Em...de nada—Sarah murmuró en un volumen bajo, frente a su plato
Sarah estaba cansada de tener que pasarla sola una vez más, pero al menos tuvo una breve compañía, por unas cuantas horas, por unas cuantas conversaciones...
—¿Y qué es lo que dijo el Director? —esa noche Allyson preguntó, sentada en la mesa, comiendo macarrones con queso fríos a una madre que no parecía siquiera devolver la mirada
—Muchas cosas hija —finalmente Colleen respondió—. Un buen de cosas.
—¿Un buen? ¿Entonces es algo bueno, verdad?
—Buen intento hija.
—¡Ves! ¡Otra cosa "buena"!
—¡Vale, ya detén eso! —La madre gritó.
Ambas prosiguieron la cena en silencio; Allyson de vez en vez levantaba su mirada para ver la expresión en el rostro de su madre, pero si las expresiones faciales fueran un idioma, lo que la de Collen decía estaba en las líneas de "vuelve a hacer que el director me saque del trabajo para una reunión y te esterilizaré y te encerraré en una Torre como Rapunzel hasta que cumplas 40.
—Hija —finalmente Colleen rompió la quietud—. Debo informarte de lo que hemos decido.
—¡No quiero que me esterilicen! —Allye exclamó casi rompiendo en llanto—. No quiero tener hijos aún, luego me pasa lo que la prima de Sarah, Ceci...
—¿De qué rayos estás hablando, Allye?
—Lo siento...empiezo a creer que lo que Sarah tiene es contagioso.
—A eso quería llegar: no podrán verse.
—¿Bromeas verdad?
—Me temo que no, Allye.
—¿No puedes encerrarme en una Torre a cambio de verlos?
—No —contestó la madre—. Y si lo que te pegó Sarah es contagioso, sólo espero que sea del tipo de enfermedades que se quitan con la ausencia del agente portador...y no de las que necesitan medicamentos retro-virales por falta de protección...
—Mamá, ¿acaso hiciste un chiste sexual? —Allye cuestionó—. ¡Y no es que tenga nada de malo! Pero no creo que sea apropiado para una hija...momento, ¿por qué entre el chico y la chica supusiste la chica?
Colleen en vez de expresarse con palabras, sólo voltea ver a los zapatos de su hija: converse negros y blancos con ilustraciones de calaveras.
—¡Oye! ¡Muchas chicas usan estos! —Allye se defendió—. ¡La capitana del equipo de hockey! También la conserje...y...em...la chica del club de teatro que interpretó a esa bisexual en la adaptación de "Rent" y... ¿no me estoy ayudando nada, verdad?
Pero insultos y cuestionamientos de sexualidad aparte, ahora había una crisis mayor por resolver. Y es que aunque las reglas del juego habían sido explicadas, Allye, Jake y Sarah no son el tipo de jugadores que se guían por ellas de todos modos...
NOTA DEL AUTOR: De nuevo, gracias por leer la historia. Sé que no es una serie convencional en estructura, así que me halaga cuando dices todas esas cosas sobre mi obra.
Por cierto: anuncio que si alguien sabe dibujar o conoce un dibujante que pueda ayudarme con "El Club de Hopewell", apreciaría mucho la notificación (quisiera hacer de la serie un cómic, o al menos alguien que me ayude a diseñar los personajes)
Shalom camaradas
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