Wanted
Jerome y Marco permanecen sentados, uno delante del otro mientras revisan la carpeta de investigación de Timothee.
A Jerome le parece raro que se haya dirigido tan pocas veces por su nombre. "El detective" desapareció en el transcurso de la tarde del día viernes. Jerome lo vio por última vez a la una de la tarde y marco se comunicó a la 1:30.
El sospechoso de todo ello es el director del museo, Martí, que para variar también se encuentra desaparecido.
Ambos hombres se miran desconcertados. ¿Por dónde comenzar? ¿Qué hacer?
Incluso se cuestionan si levantar un acta de desaparición sería algo favorable para el caso. Por fortuna no es necesario avisar a ninguna esposa o familiar. Timothee era otra de esas almas solitarias que había crecido sin compañía.
Su madre fue una mujer de hermosos rasgos franceses de la cual Timothee había heredado cada facción haciendo de él una atractiva versión masculina. Sin embargo había sido arrastrada a la muerte debido a un ebrio al volante.
De su padre no se supo mucho y el detective nunca quiso saber nada más. Siempre fue de la idea de que las personas existen en el momento y lugar adecuados. Aquellos que deben ser buscados nunca aparecen aunque se les encuentre. Además, de lo poco que Timothee sabía, era que él había sido el fruto de un accidente en el viaje universitario de su madre. Una historia que carecía de detalles debido a que era una anécdota vergonzosa para la familia.
Finalmente decidieron no reportar su desaparición.
Cruel decisión pero comenzarían investigando al director del museo.
Aun así permanecían en un callejón sin una salida aparente. Jerome descubrió que el director había presentado su renuncia un par de meses antes. A petición explicita de él no se anunció nada y se realizó todo en la mayor de las discreciones. Fue poca la información que Jerome pudo obtener a través del chisme de su pasillo. Preguntar más detalles habría sido sospechoso.
Marco y Jerome deseaban avanzar más rápido y sin embargo no lograban hallar un punto firme para comenzar. Orillados por esa situación decidieron visitar la oficina del detective para buscar algo que les pudiera ayudar.
El joven que ayudaba a Timothee los recibió y les abrió la oficina. Aprovechó para preguntar por el señor Timothee y una mueca de tristeza le invadió cuando le dijeron que no aparecía.
En su oficina correctamente ordenada buscaron brevemente. Marco adivinó con facilidad cuales eran las dos carpetas de su investigación. El detective era de aquellos que preferían los folder reales a los de las computadoras y aunque seguramente en su computadora había más información, ellos no contaban con la contraseña.
El asistente les mostró la caja que el detective había estado revisando los últimos días.
Ahí hallaron no solo una sino varias carpetas con más y más información. Casi como una obsesión, obsesión que en ese momento les resultaría de ayuda.
Muertos, todos en diferentes circunstancias pero con una marca en la espalda, a veces podía verse claramente, en otras se apreciaba con dificultad.
–Carajo, todo está y a pesar de ello nada embona. Recapitulemos, son asesinatos, una o más personas son las responsables. No hay un patrón aparente. Por algún motivo Timothee decidió no hacer pública esta información. Martí ha escapado y el detective puede ser su rehén.
Ambos hombres se volvieron a mirar. Sabían que aquello no tenía bases para formular nada. Marco se frotó la cara, estaba cansado y desesperado. Procuraba mantener la cabeza fría pero ese hombre que había desaparecido también era un amigo. Por algún motivo tenía la corazonada de que entre menos personas supieran del caso mayores serían sus oportunidades de resolverlo.
No eran ellos una agencia completa, no podían rastrear las cámaras, las tarjetas, nada.
Solo eran 2 personas buscando a un hombre y mirarlo de esa manera lo hacían sentir impotente y vulnerable. A pesar de la experiencia de marco, se sentía rebasado.
Los días se volvieron semanas y las semanas meses.
Jerome mantuvo su trabajo, el asistente tuvo que renunciar y le dejó las llaves a marco. La oficina era del detective por lo que no había rentas que pagar, pero pronto comenzarían a acumularse los gastos de luz y otros insumos. Los clientes de otros casos llamaron durante el primer mes pero fueron dejándolo poco a poco. Al final Timothee desaparecía y el mundo seguía su curso. Nadie lo extrañaba. Podía desaparecer de la faz de la tierra y nadie lo buscaría. Incluso Jerome había comenzado a faltar a las reuniones. Las pistas dejaban de fluir y todo parecía calmarse como el agua en reposo.
Habían pasado 6 meses rápidos como el agua.
Eran las 10 de la mañana. Jerome terminaba otro turno en su trabajo cuando su celular vibró.
"Ciudad de México. Timothee. No contesten ni marquen a este ni ningún número, lo arruinarían todo. Búsquenme pero no me encuentren, Ayuda."
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