Pistas



En torno a una mesa de un restaurant platican dos hombres con mirada meditabunda. Jerome y el detective.

–Es todo lo que sé. Usted me disculpará detective, pero ya han pasado casi 2 meses.

Ambos hombres se escudriñan meticulosamente.

El detective ha concluido que Jerome no es el hombre a quien está buscando. Y sin embargo no puede afirmarlo. Por otra parte la imagen de la señora Lastoz le sigue visitando de cuando en cuando en forma de pesadillas.

En ocasiones la sueña como la última vez que visitó su oficina, otras veces no es tan benigna, aparece frente a él con su rostro azul y morado por la cuerda que le asfixió una noche después. En sus sueños la mujer le sigue, le pregunte y le increpa sobre sus resultados. El detective se disculpa con la mujer, ha avanzado poco y solamente puede armar un rompecabezas con piezas demasiado extrañas.

Antes de comenzar a hablar, el detective mira sobre su hombro, como si temiera que lo siguieran.

–Estamos esperando la llegada de un amigo mío. Marco, no es un hombre de por aquí. Pero no confío en nadie más. André nos dejó una pista importante. Sin esas migajas pude haber estado perdido en el bosque de la suposición por años.

Una fotocopia del papel con la lista de los 4 nombres sale del maletín del detective.

–Su nombre aparecía aquí señor. ¿Sabe por qué?

–No, no lo entiendo. Créame, le he contado todo lo que sabía. Incluso aquello que no le he dicho a nadie más. Incluso lo que parecía más absurdo.

–Y es lo absurdo lo que he tomado en cuenta. Busqué pistas e indicios razonables, pero las cosas apuntan a lo que no tiene razón. André tenía un pasado normal, vida normal y sueños normales. No tuvo enemigos y sin embargo está muerto.

La oración se ahogó en otro trago de whisky. El detective se dispuso a seguir su monologo.

–Y había tantos caminos. Todos muy probables de no ser porque mi primera frustración laboral, el caso que nunca pude resolver se parece tanto a este. Y a su vez porque André dejó la lista de las ultimas 4 personas con las que habló.

–Supongo que yo aparezco en esa lista.

–Es correcto Jerome, pero he tenido que descartar a alguno. Y ahora que mis sospechas sobre ti se han diluido casi al mínimo, es tiempo de descartar a alguien más. Aún me quedan dos sospechosos. Julio y martí.

Jerome se siente confundido, es verdad que fue compañero de André por un tiempo, pero le parece extraño tener que inmiscuirse aún más. El nombre de julio le parece ajeno y extraño, pero el director del museo de Louvre se llama martí. ¿Estarán hablando del mismo?

Un hombre se acerca al detective y lo toma por el hombro. Ambos se miran y tras un par de segundos se sonríen y se saludan con camaradería. Marco ha llegado. Marco y Jerome se presentan.

Durante casi una hora el detective pone a marco al día de todo lo ocurrido. Jerome escucha atentamente mientras no deja de preguntarse si estará haciendo lo correcto. Le sirve para repasar por segunda vez todo lo que ha escuchado.

Se había hecho la suposición de que las muertes fueran debido a un asesino en serie. Sin embargo los casos encontrados en diferentes partes del mundo niegan tal posibilidad.

Jerome piensa en todo lo que le dijo André y en lo extraño que anduvo un día antes de su muerte. Parecía huir de algo o de alguien.

–Los casos registrados parecen ser periódicos. Ocurren durante unos días y después se detienen. Los casos son dispersos pero normalmente hay entre una y cuatro víctimas durante un lapso de 2 o 3 meses. Aunque no dejamos de lado que pueda haber un número mayor o un lapso más largo.

Marco escucha atentamente mientras corta un milanesa. Decide opinar.

–Entonces, hablamos de un máximo de 4 muertes en un periodo de hasta 3 meses. ¿Correcto?

–Sí, lo es.

–Y cuantas victimas ha habido últimamente.

El detective saca otro folder de su maletín y se lo extiende a marco.

–Está mañana fue hallado el cuerpo de una mujer. Se ahorcó. Pero presentaba la protuberancia que buscábamos. Con ella suman 4.

Marco se frota la nuca. Nunca ha le han gustado aquellos casos que involucran muertes. Y sin embargo es muy bueno en ello.

–Llegamos tarde.

–Sí, lo hicimos pero tenemos una lista de sospechosos. Y lo mejor es que solo quedan estos dos. Si resulta que no es ninguno de ellos, estaremos como al inicio y esas serán malas noticias.

–Lo entiendo amigo, Dime para que nos citaste aquí a ambos.

–Ya lo sabes, no está mal prevenirse.

Marco y Jerome escuchan el plan del detective. Es jueves. Mañana viernes por la noche visitará al director del museo. Le hará unas preguntas que necesita con prontitud. Jerome, por su cuenta deberá de buscar la manera de obtener una fotografía de la agenda de su jefe el día lunes. Necesitarán revisar sus contactos y el hombre es viejo como para usar la agenda del celular. Marco los ayudará en la investigación.

Estando el plan explicado cada hombre se despide. A punto de marcharse Jerome regresa con rapidez para robarle unos minutos al detective.

– ¿Por qué me está incluyendo en la investigación?

–No es obligatorio, tan pronto quieras marcharte puedes hacerlo. Pero algo me indica que no quieres.

Y estaba en lo cierto, Jerome sabía que algo extraño había en todo eso.

Viernes 11:00 am: Jerome observa que el detective llega a la oficina del director.

Viernes 01:00 pm: El detective sale de la oficina a paso rápido en dirección a su vehículo.

Viernes 01:05 pm: Jerome recibe un mensaje "Tenemos a nuestro sospechoso"

Viernes 11:30 pm: Jerome recibe un mensaje de marco "¿Puedes comunicarte con mi amigo? No me contesta"

Sábado 03:00 am: "Jerome, mi colega no aparece, ¿llegó con tu jefe?"

Domingo 11:00 am: "Maldito, ese tipo tuvo algo que ver, busca la información que necesitamos."

A Jerome le sudan las manos. Esta cerca de la oficina de martí. Entrará solicitando un aumento de sueldo y aprovechará para buscar la agenda, saber dónde la tiene y después revisar que no haya cámaras. No espera que las haya, pero es mejor estar seguro.

Al preguntar por su jefe le informan que no se ha presentado a trabajar.

Martes: Jefe ausente.

Miércoles: Jefe ausente.

Jueves: Jefe ausente.

El detective no aparece.

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