Días || de orfanato (1)
*Flashback*
Con la edad de 14 años, Suga, se quedó solo en el mundo.
Un mundo que a él le parecía enorme pero a la vez se ahogaba en él.
El día que los servicios sociales tocaron a su puerta sólo le dejaron empacar lo imprescindible, como si de una urgencia se tratara.
El piano no entraba en aquella pequeña maleta,claro.
Tocó una de sus teclas y salió, por última vez, de su habitación.
-Vamos chaval.- le habló uno de los que le recogía.- Dónde vas no estarás mal.
Le revolvió el pelo y Suga se revolvió bruscamente. No le gustaba que lo tocaran y menos, gente desconocida.
No estuvo bien, por supuesto.
Los primeros meses de su estancia en el orfanato fueron un infierno.
Tuvo que aprender a defenderse y lo hizo rápido. Después de plantar cara y romper un par de narices lo dejaron en paz.
El orfanato era un sitio aburrido y gris pero Suga juraría que el día que los tres hermanos entraron allí todo paso a tener un poco más de color.
Los tres estaban sentados a un par de mesas de distancia de la suya mientras comían y hablaban en susurros.
Él, que lo tenían como un solitario y taciturno compañero al que no le interesaba nadie, puso su mirada en el alto y fuerte peligris que parecía el mayor de los tres.
Parecía que se comunicaba con su hermanos con los ojos.
Sin mediar una palabra les daba pequeñas órdenes.
Su semblante parecía enfrentar la paz y la guerra.
Cuando observó al mediano inmediatamente supo que esas hermosas facciones le iban a traer problemas.
Se apiadó de él y a la vez quedó un rato perdido en su mirada. Con los ojos entrecerrados, el pelirubio observaba a los que pasaban por su lado y les devolvía la mirada de una forma arrogante, y de repente, ahí estuvo, el hermano pequeño le dijo algo y el rubio mostró una gran sonrisa enseñando uno sus dientes incisivos superpuesto al otro y sobre todo, Suga, se quedó ensimismado al ver cómo sus ojos habían desaparecido pasando a ser dos rayitas dibujadas en su cara.
La cara más hermosa que el pelinegro había visto jamás.
El hermano pequeño devoraba todo el plato, incluso las sobras que su rubio hermano le dió cuando pareció estar satisfecho.
Suga sonrió un poco al ver las caras tan expresivas del castañito.
No tenía duda de que ese niño era la personas más inocente que residía en aquel orfanato ahora mismo.
Desde luego eran diferentes a todos los demás.
El orfanato era una cárcel de menores, es la descripción que Suga tenía en su cabeza.
Los días pasaban entre clases, patio y comidas.
A menudo había altercados entre compañeros.
Esa era toda la diversión que podían esperar.
🎈🎈
El día que Suga y Nam supieron que iban a ser amigos para siempre llovía a mares fuera del edificio.
Los guardianes les indicaron que no podían salir al patio por la inclemencia meteorológica así que todos se dispersaron tanto por las aulas, los pasillos como por sus habitaciones.
Nam,estaba en su habitación escribiendo poesías. No eran las clásicas de amor, se podría decir que eran poesías prohibidas pues a Nam le gustaba denunciar las injusticias mediante letras.
La lluvia lo apaciguaba e inspiraba. El sonido de los truenos, el silbido de la ventana, el olor a petricor....
Todo hacia que su mente se despejara y dejara paso a sus recuerdos.
"Cuando abrí mis ojos un día
Ojalá estuviera muerto
Ojalá alguien me matara
En este ruidoso silencio
Estoy viviendo para entender el mundo
Pero, ¿por qué este mundo no intentó entenderme?"
Escribió mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Menos mal que estaba sólo, pensó.
Frotó sus ojos con las palmas de sus manos y se quedó un rato mirando por la ventana preguntándose cómo de diferente hubiera sido su vida si la guerra no se hubiera instalado en ella.
Le quedaban seis meses para cumplir la mayoría de edad así que su único sueño era salir de aquel infierno y comenzar a trabajar para poder sacar a sus hermanos e intentar llevar una vida lo mejor posible.
Respiró hondo y volvió a sumirse en sus amargas letras.
No hubo acabado un nuevo verso cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe.
Era Tae y traia un gesto compungido.
-Nam, ayúdame, por favor.
🎈🎈
Suga estaba en una de las clases, su habitación estaba llena de gente que le molestaba y antes de insultar a todos prefirió salir e ir a una de las clases que estaba vacía, sentarse y dormir un rato.
Desde que lo metieron en el orfanato no dormía bien, siempre se despertaba a trompicones y empapado.
- Aquí, aquí estaremos solos...- Escuchó.- metedlo.
Levantó su cabeza con los ojos entrecerrados intentado enfocar su visión.
No podía ser....¿Por qué no podía estar en paz en ningún sitio?
Un niño pelinegro se revolvía entre los brazos de dos quinceañeros.
-No grites o será peor.- Le advirtió el que se puso enfrente de él.
- Déjadme...no...
Suga tragó saliva, ellos todavía no lo habían visto.
El niño era Jeon Jungkook, y había entrado hace poco al orfanato. Lo conocía porque Tae, el niño inocente, y él se habían hecho muy amigos. Inseparables.
De pronto la escena se volvió violenta.
Lee intentaba bajarle los pantalones al pequeño que sacudía las piernas llorando.
Suga se quitó la capucha y ese movimiento advirtió su presencia.
Se levantó sin mediar palabra asqueado por lo que sabía que pretendían hacer con ese niño.
Igual que lo que intentaron con él en su día.
La escena se paró en cuanto vieron a Suga ir hacia ellos, impasible pero con la sangre hirviendo en su interior, dispuesto a matar... Pero algo lo detuvo.
El sonido de una puerta abrirse, el chico peligris había hecho su aparición, con la respiración alterada como si hubiera corrido una maratón.
-Hijos de puta...- susurró con lo que le quedaba de aire.
Tae y Jimin aparecieron por detrás.
El rubio se puso al lado de su hermano mayor arremangadose. Preparado para pelear.
Miró a Suga con sorpresa. No esperaba que estuviera allí.
Jungkook al que, por fin, habian soltado se había tirado a los brazos de Tae cuando lo vio y este lo recogió con premisa.
-Ahora sí que estamos en igualdad de condiciones, cerdos.- espetó Suga.
Lo que vino después fue un remolino de cuerpos.
Patadas y puñetazos volaron.
Nam se enzarzó con el más gordo llamado Jiho pegándole con tanta fuerza que lo acabó tirando al suelo.
Suga le pegó una patada en la parte trasera de la rodilla asu contrario y este cayó sobre su pierna, sin tiempo que perder y desde su posición le asestó otra patada en la cara.
Jimin sin embargo lo estaba pasando mal, su contrincante lo tenía agarrado con el antebrazo alrededor de su cuello. Lo estaba ahogando.
Al verlo Tae se separó de su amigo y se montó encima del agresor de su hermano, tirando de su cabello.
- ¡Suéltalo!
El grito llegó hasta los oídos de Namjoon que con la adrenalina recorriendo su cuerpo corrió hacia sus hermanos y saltó propinando una patada a su rival.
En ese instante, con tres chicos tirados en el suelo sangrando y lamentándose y con otros tres de pie jadeando sin control, aparecieron los guardias.
-¿Qué ha pasado aquí? .-entraron cinco en tropel.- ¡De rodillas! ¡Que no lo tenga que repetir!
Los chicos se miraron entre ellos y Suga asintió obedeciendo la orden.
Los otros comenzaron a levantarse doloridos y llorosos.
-Con que tenemos nuevos alborotadores en el centro -Dijo mirando a los hermanos. El guardia se acercó a Suga.- A ti te tenía ganas.
Suga lo miró desde abajo con intensidad. Aquel hombre que, por alguna razón, lo odiaba y siempre que podía se lo hacia saber.
-Que alguien me explique qué cojones ha pasado aquí antes de que nos liemos a porrazos.
Nam fue a abrir la boca cuando Lee, el chico al que Suga tumbó respondió llorando.
-Nos trajeron aquí. -mintió descaradamente.- Suga nos amenazó con matarnos por la noche si no accediamos.
-¿Qué? ¿Pero cómo puedes ser tan men...?
-¡Silencio!.-Bramó el guardia.- Si eso es verdad habrá que llevarlos al Humilladero.
Suga se tensó.
Nam y Jimin no dejaban de mirar a Tae que se estaba lamiendo los labios repetidamente señal de que estaba entrando en pánico.
Con un gesto el mayor le ordenó a los pequeños que se fueran pues parecía que nadie se había percatado de su presencia.
Al principio, Tae negó con la cabeza, pero un segundo aviso hizo que, cabizbajo, cogiera a su amigo y se dispusieran a salir.
-Eh mocosos. ¿Dónde creéis que vais?
Se pararon.
-Dejalos ir. Ellos no han hecho nada. -Dijo Suga.
-De hecho.-apuntilló Jimin.- Jungkook es uno de los agredidos. Díselo. -Lo miró apremiante.- cuéntales lo que te han hecho...
-¡Que te calles! .- Jimin recibió un golpe en la cara.
De forma automática Nam y Suga se levantaron presentando sus quejas.
Los guardias se abalanzaron contra ellos.
-Llevadlos abajo. Sólo a ellos dos. Este ya ha recibido su merecido.
-¿Y los niños?
-Dejadlos. Que se encarguen otros de ellos.
Entre gritos, Suga y Namjoon fueron bajados abajo.
Lo que ocurrió los días siguientes fue decisivo en su relación. Una semana llena de frío, golpes y agua.
Una semana llena de conversaciones al principio superficiales pero después profundas e íntimas.
Conforme se conocían se admiraban más y más.
-En seis meses saldré de aquí.-dijo el peligris con un deje de amargura que enseguida captó Suga.
-No te preocupes. Yo los protegeré.
Nam sonrió agradecido.
-Cuando salgas, siempre tendrás una casa dónde ir.
Los ojos de Suga brillaron en la oscuridad.
- Gracias.
Eran chicos de pocas palabras pero no les faltó ni una para saber que aquella amistad iba a durar para siempre
🎈🎈
Si te está gustando esta historia déjame una estrellita, por fi, me hace mucha ilusión y me anima a seguir escribiendo 😇
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