Capítulo 4 La prueba
Al día siguiente Lucía fue a buscar a Eric para ponerse en marcha ya que el muchacho solía llegar tarde casi siempre. La joven golpeó la puerta y aguardó unos segundos pero no se oía a nadie. La muchacha se disponía a tocar nuevamente pero al otro lado comenzaron a sonar pasos que iban acompañados por un lamento fúnebre. A los pocos segundos se abrió la puerta dejando a la vista a un chico alto con el pelo enmarañado y los ojos repletos de legañas. Lucía se sobresaltó y pensó en pegarle pero se dio cuenta de que era su amigo.
- ¿La enana no está contigo?- le preguntó asomando la cabeza para ver el pasillo, estaba completamente desierto. El joven volvió a mirar a ambos lados rápidamente antes de cerrar la puerta dejando a su amiga en la calle con la palabra en la boca.
- ¡Lo siento, pasa!- dijo a los pocos minutos dejando la puerta abierta. La chica no recordaba haber estado en la habitación del joven aunque este si había estado en la suya. Lucía cruzó el pasillo que desembocaba en una sala de estar donde había una pequeña mesa y un sofá. La primera estaba llena de envoltorios de comida basura, de chuches y lo más impresionante un libro rojo, en cuya portada se podía leer " Bestias del Páramo resumen del gran Rium". El sofá, por su parte, se encontraba sepultado bajo una imponente montaña de trapos sucios que expulsaban un olor penetrante que impedía a la chica acercarse. Ahora entendía por qué nunca la había invitado a pasar.
-¡Siento el desorden!- se disculpó su amigo desde una habitación cercana.
-No pasa nada, mi habitación está igual.
- Entonces ¿ya has superado tu obsesión por el orden?- le preguntó asomando la cabeza.
-Sí- le mintió. Lucía tenía ganas, pero que muchas ganas, de recoger y ordenar aquella pocilga, o quizás mejor, lanzarlo todo por la ventana o prenderle fuego aunque pensándolo bien Eric ¿se enfadaría mucho si lo hiciese? Desde la habitación contigua la voz de su amigo la sacó de sus lúgubres y siniestros pensamientos.
-¿Sigues ahí?
- Sí... ¿Cómo has dormido?- preguntó buscando que su mente se despejara un poco.
-No muy bien... aunque no quiero aburrirte con mis problemas.
-No digas tonterías- le dijo un poco molesta por el comentario de su amigo.
-He vuelto a soñar con el festival- comentó a la vez que se colocaba la camisa.
-Supongo que no querrás hablar de ello- murmuró antes de darse cuenta de su fatídico error.
- Exacto, aunque gracias por preguntar,saber que hay alguien que se preocupa por ti es reconfortante- le explicó mientras salía de la habitación vestido con una sudadera azul, un pantalón de tela y unas botas.
-Una cosa ¿y por qué no está contigo la bruja ?-preguntó cuando salieron de su habitación.
-Eric, es como preguntarte que por qué no vienes a matar personas... no es un buen ejemplo mejor olvídalo- le dijo su amiga
Tras recorrer los interminables y silenciosos pasillos de la academia, por fin llegaron a su clase. Al abrir la puerta se encontraron con Sophie. Estaba sentada en su mesa con los pies colgando.
A parte de ella había otras personas desperdigadas por la sala salpicando los asientos aquí y allá. Sólo logró reconocer a un chico rubio, de ojos verdes y una leve sonrisa de confianza en el rostro. Se trataba de uno de los cazadores más populares de toda la academia Luna Roja. Las chicas se derretían por él mientras los chicos lo miraban con respeto y admiración. El muchacho lucía una gabardina gris con el escudo de la academia en el hombro izquierdo. Este consistía en un lobo tumbado junto a una enorme espada que estaba clavada en un lago cristalino en el que se reflejaba la luna. Toda la academia era consciente de lo que esa vestimenta significaba. Llevar esa gabardina gris era un distintivo que solo se le otorgaba a los alumnos que estaban en el punto de mira del Consejo Escolar. El muchacho portaba una enorme espada con extraños símbolos que le servía como distintivo, a parte de su gabardina, claro.
Eric se sintió humillado ya que por culpa de sus estadísticas solo podía usar una daga, Lucía a pesar de tener un nivel bajo podía crear armas con cualquier elemento sólido y semi sólido que se encontrará a su alcance o luchar con sus propias manos si fuese necesario. Esto se debía a que durante su infancia había ingerido una runa. Eric recordaba que Elbeth en una ocasión le brindo esta posibilidad, pero terminó vomitando antes de que hiciera efecto el misterioso fluido avinagrado.
-¡Pues si que le gusta matar a los suyos!- masculló ligeramente asqueada
Ambos chicos tomaron asiento y esperaron la llegada de su profesor que debería ser a las nueve en punto. Tras cinco minutos la puerta de la clase se abrió.
-¡Me alegra que hayáis venido tantos... !-el profesor se quedó mirando a Shopie antes de sonreír levemente.
- Os explicaré en que consisten los exámenes una vez más por si se le ha olvidado a alguien lo primero que debéis saber es que saco los exámenes de los tablones de misiones de las ciudades así os acostumbro a este tipo de cosas ya que supongo que a muchos de vosotros os encantaría ganaros la vida viviendo aventuras -les explicó mientras cogía una tiza de encima de la mesa y comenzaba a dibujar un círculo enorme rodeado de extrañas palabras en la pizarra.
-Vuestro objetivo es encontrar a una bruja del pantano, acabar con ella y traerme una prueba. Como en cualquier examen tendréis un límite de tiempo, cuando se cumpla volveréis aquí- les explicó mostrándoles un reloj de arena que colocó sobre la mesa.
- Me veo obligado a decir que si alguien pierde un brazo, una pierna o cualquier otro miembro útil eso va por los chicos- Explicó, antes de carraspear,...- La academia no se hará responsable aunque tenemos bonitas raíces que podrían remplazarlos
Nadie respondió
-Entonces solo me queda decir una cosa ¡buena suerte... a todos!- dijo colocando una mano en el centro del círculo y girándola hacia la derecha haciendo que este desapareciera dejando solo la circunferencia. Tras esto la pizarra se agrietó completamente y las palabras comenzaron a brillar. Un olor asqueroso inundó el aula.
-Y el tiempo empieza ya ¡vaaaaamos!- dijo dándole la vuelta al reloj de arena. Los alumnos salieron corriendo hacia la pizarra y tras tocar el círculo fueron desapareciendo uno tras otro
El último grupo fue el de Eric que no podría imaginar lo que les esperaba al otro lado de aquel umbral
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top