CAPÍTULO 10 Lecciones de vida
-No puedo perder, se repetía una y otra vez mientras saltaba de un lado a otro para evitar los brutales latigazos del Edelith que a menudo perforaban el suelo a su alrededor causando que la cazadora fuera golpeada por los escombros en más de una ocasión teniendo que ponerse en pie a toda velocidad y volver a la carga solo para que uno de los tendones de la criatura le atravesara el pecho causando que escupiera sangre y notara cientos de pinchazos en su cuerpo mientras este se iba enfriando lentamente.
-¡Mierda!- gritó con todas sus fuerzas golpeando el suelo repleto de runas antes de apretar los puños y los dientes.
- No seas tan dura contigo misma no ha estado tan mal- le comentó Elbeth desde las gradas. El hombre estaba apoyado en la barandilla más cercana a la arena y miraba a la chica con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.
-No ha estado tan mal ¡je! ahí fuera solo hay dos extremos o la perfección o la muerte- le recriminó adoptando una postura de meditación sin dejar de mirar el enorme cristal turquesa que se erguía en el centro de la sala.
- Los jóvenes de hoy en día vivís estresados joder, en mi época nos lanzábamos a la batalla sin darle tantas vueltas, era todo mucho más divertido- le explicó tomando asiento en una de las sillas cercanas mirando al techo con una leve sonrisa.
-Si todos fueran como tú la humanidad ya se habría extinguido hace años ¿no te parece?-le comentó cerrando los ojos.
-Prefiero morir a llevar una vida aburrida, monótona y amargada eso ya lo hacen las llamas y los perros, ser un cazador no es solo vivir para proteger lo que te importa- le explicó- saber como hacer una sopa de guijarros y que te queden blandos, saber pelar nueces con un ojo, sacar el agua de un cactus de un mordisco, usar el zumo de un limón en los ojos para despejarte y no hablemos de la necesidad que sufrimos los viejos de morder una anguila eléctrica para llenarnos de energía
- ¿Todo eso entra en el examen?- le preguntó arqueando una ceja.
-En el examen de la vida-explicó causando que Lucía se sintiera más confusa.
- Elbeth ¿te has tomado las pastillas?- le preguntó causando que el hombre soltara una carcajada.
-Hazte un favor y prueba algún día lo del cactus es mucho más divertido de lo que piensas-le recomendó poniéndose en pie y dirigiéndose hacia la salida
- ¡Vamos allá!- Se dijo así misma volviendo a comenzar el entrenamiento.
Unas horas después
Lucía se dejo caer boca arriba mientras respiraba con dificultad y el sudor recorría todo su cuerpo el cual estaba lleno de rasguños y cardenales, estaba exhausta. Frustrada. Decepcionada. El calor de las runas le quemaba haciendo que volviera a la realidad y se incorporara a duras penas.
Mientras tanto Sophie se encontraba en su hábitat natural, entre los libros. La biblioteca de la academia había logrado llamar su atención tanto por sus dimensiones como por su peculiar distribución a modo de círculos concéntricos.
-Tiene que haber información por algún sitio, la gente es demasiado soberbia como para crear un hechizo de esas proporciones y no registrarlo-se repetía una y otra vez tomando libros que hojeaba antes de lanzarlos despectivamente. Estos rebotaban contra la mesa pasando junto al viejo candil.
-Eso, eso, sigue perdiendo él tiempo escoria humana- la muchacha arrugó la nariz antes de sacar su libreta y estamparla contra la mesa inexpresiva.
-Una palabra más y...- la bruja se lo quedó mirando con una sonrisa maliciosa en los labios mientras comenzaba a buscar en sus bolsillos para finalmente sacar un paquete de pegatinas de ositos.
-¡No te atreverás!-exclamó mientras en su portada se dibujaba una cara de terror que la miraba fijamente mientras comenzaba a sudar tinta
- En el fondo sabes que te estoy haciendo un favor, vas a muy quedar cuki- le aseguró la muchacha abriendo el paquete y tomando la pegatina de un osito sonriente.
-¡Socorro! ¡guardias!¡una loca peligrosa me quiere profanar!- gritó causando que una mueca de horror se dibujara sobre la tapa del pequeño cuaderno. La muchacha detuvo su índice a unos milímetros de su blog.
-Silencio- le ordenó mientras lo intimidaba con la mirada.
-Lo siento, lo siento, lo siento pero cuando estoy nervioso me vienen recuerdos horribles a la cabeza y como soy un libro pues no puedo callar, no puedo callar.Recuerdo en el 56 antes de la lluvia celeste cuando una Drake osó dejar caer su helado en mis páginas y no contenta con eso me raspó y me arrugó mis preciosas partes. Después de eso no pude volver a pisar una biblioteca pública, las enciclopedias me señalaban con los marcapáginas mientras me decían que ese era un lugar decente, que influía negativamente a los fascículos, ¡qué yo los influía!,... su madre debería echarle un vistazo a lo que había entre sus hojas.
Sophie bufó antes de dejarle caer una pila de libros encima
-¡Asesina tratas de asfixiarme!- le gritó desesperado
-¡Respira por él lomo idiota!-
-Ahh, sí, mucho mejor-
-Como abras la boca te forro con papel de florecitas rosas estás avisado- le amenazó mientras volvía a su labor de investigación. El sonido de unos pasos la devolvió a la realidad ¿quien podría estar allí a aquellas horas? aparte de ella, obviamente. Alertada por el creciente ruido, cada vez más cercano, la joven retrocedió hasta que su espalda chocó con la viejas baldas de la estantería, quedando en la esquina de esta para poder echar un vistazo rápido a las tinieblas que consumían el pasillo y volver a ocultar la cabeza sin ser descubierta. A los pocos segundos las pisadas fueron sofocadas por la voz de Eric y de otro chico que no conocía.
-Ya era hora,... Bueno¿lo has traído?- le preguntó ansioso mientras se acercaba al muchacho misterioso con las manos en los bolsillos y una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.
- Sí, pero como me sigas mirando así me la llevo- le dijo con dureza apoyándose en la pared
-Perdón, es qué llevo semanas a dos velas- le explicó
-¿Los perdiste en el estercolero que tienes por cuarto? Lógico
-No, Lucía los tiró por la ventana durante su última visita.
-Ahh... bueno, eso también es lógico. Vamos al grano que nos dispersamos me das el dinero y yo te doy los dibujos- le recordó lanzándole un pequeño saco con triángulos bordados sobre la boca a la vez que Eric le lanzaba una pequeña bolsa de cuero. -Es un placer hacer negocios contigo- le comentó hurgando en la bolsa y encontrándose con algo pegajoso. Al sacar la mano se topó con una moneda que tenia un poco de queso fundido fosilizado en su costado derecho además también se encontró un chicle y un pañuelo usado.
-¿Qué significa esto?-le preguntó indignado mientras lo sujetaba de los hombros y lo miraba fijamente a los ojos sosteniendo una moneda con un chicle pegado.
-La propina- respondió divertido.
-No pienso permitir que...-el muchacho dejo de hablar al ver aparecer a Lucía entre las estanterías. -¡Mierda la redada antivicio! ¡sálvese quien pueda!-gritó corriendo con todas sus fuerzas perdiéndose en el oscuro corredor.
-¿Redada antivicio?¿ qué se ha fumado este ahora?- se preguntó el cazador girándose solo para encontrar a Lucía que lo observaba atentamente con los brazos cruzados dando golpecitos con el pie. - ¿Lu Lu Lucía que haces aquí? le preguntó sobresaltado ocultando el saco tras su espalda.
-¿Y tú? Si no recuerdo mal me dijiste que preferías limpiarle las orejas a un ilpos a pisar una biblioteca
- Bueno pues yo...- la muchacha le corto preguntándole que ocultaba a su espalda.- No es nada de verdad- Aseguró nervioso.
-Entonces enséñamelo- le exigió mirándolo fijamente a la vez que extendía una mano.
El chico respiró hondo antes de sacar la mano de detrás de su espalda y extenderla con un suspiro amargo. Pero para su sorpresa no tenía el saco solo un fluido húmedo y brillante en la palma de la mano.
Lucía se lo quedo mirando pálida antes de abrir la boca para formular una única pregunta causando un escalofrío que recorrió la columna del muchacho que comenzó a girarse lentamente chocando con una criatura decrepita de afiladas uñas y semitransparente que dejaba entre ver sus órganos y huesos.
Lo más escalofriante de la aberración era que portaba el saco como cabeza llevándose sus filosos dedos a los triángulos bordados descosiendo los mismos, dejando en su lugar unos enormes dientes humanos de los que goteaba una sustancia negra y mal oliente que comenzó a crear un pequeño charco en el suelo.
-Mis... mis dibujos- dijo con la voz quebrada antes de que la aberración soltara un mal oliente eructo que iba acompañado por un trozo de papel en el que se podía apreciar la cabeza de una muchacha de pelo negro, ninfa preferida de Eric. -¡Hijo de la gran puta!- le gritó con todas sus fuerzas mientras las lágrimas inundaban sus mejillas y sus ojos comenzaban a desprender un brillo gélido antes de que el muchacho le asestara un puñetazo en la cara causando que la criatura saliera volando. Chocó contra el techo y acto seguido contra el suelo soltando un leve quejido mientras frenaba con los talones para a los pocos segundos levantar la cabeza y brindarle una sonrisa delirante al cazador que se lanzó contra él para tratar de hemdirle la daga en el cráneo. Este lo esquivo con un simple salto hacia la derecha causando que el cazador se inclinara hacia delante dando como resultado que la daga rozara los azulejos del suelo haciendo saltar chispas. El cazador movió levemente la cabeza lanzando una mirada de odio a la aberración que se había encalomado en una estantería cercana que uso para impulsarse hacia Eric a la vez que su boca crecía desmesuradamente pudiendo engullir al chico de un solo bocado arrollando varias estanterías en el proceso quedando sepultada bajo cientos de libros
-No puede ser esa cosa, es un... ¡Eric...!-murmuró Lucía con las manos temblorosas antes de que las piernas le fallaran y cayera al suelo entre sollozos. Contemplando con los ojos vidriosos como la aberración surgía de entre los libros y comenzaba a reírse desquiciadamente haciendo saltar cientos de gotas de ese pútrido fluido. Mientras se llevaba una mano a la cabeza empujando esta un poco hacia atrás descojonándose de la situación y más concretamente de la cazadora. Lucía comenzó a retorcerse en el suelo agarrándose la cabeza mientras las lágrimas inundaban sus mejillas y su nariz comenzaba a gotear.
-Ahora es tu turno- bramó la aberración entre carcajadas a la vez que su boca comenzaba a crecer nuevamente.
-¿Otra vez me voy a quedar quieta como una cobarde viendo como todo mi mundo se derrumba?- se preguntó con la esperanza de que su cuerpo reaccionara pero este la ignoro quedando contemplando inmóvil mientras la criatura se acercaba más y más ladeando la cabeza de un lado a otro a la vez que caminaba. -Bety,... todo ha sido culpa mía- susurraba la muchacha una y otra vez cerrando lentamente la mano causando que cientos de lanzas surgieran del suelo bajo los pies de la criatura empalando su pequeño cuerpo y agujereando el saco siendo esto completamente inútil ya que siguió su camino traspasando las afiladas lanzas dando como resultado que Lucía lo contemplara incrédula mientras su corazón se encogía un poco más y más ante las imponentes fauces de la criatura que se disponía a devorarla. Un silbido llamó la atención de la bestia haciendo que se girara para recibir un tajo en forma de equix de la pequeña bruja. La aberración cayo de espaldas obligándolo a colocar ambas manos en el suelo para frenarse antes de flexionar las rodillas e impulsarse hacía la pareja devorando a ambas junto con una buena parte del suelo.
1 AM Lugar desconocido
-Realmente esperaba probar esto, es una lástima- pensó guardando un cuchillo curvo en su gabardina antes de caminar hacia el borde del lago y extraer varios frascos de cristal que contenían un extraño liquido violeta- Me pregunto cuanto tendré que esperar, el agua se mueve rápido y la gente la necesita, todos la requieren- murmuró guardando los frascos y alejándose con paso tranquilo perdiéndose en la bruma a los pocos segundos
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