~*°La puerta interdimensional°*~
Al día siguiente, Martín necesitaba ayuda de su hermana para construir su famosa Puerta; él solo no podía sostiene la madera. Entonces gritó:
—voy a construir mi Purta Interdimensional, si alguien quiere ayudar será bienvenido; si no, la hago yo sólo.
—yo te puedo ayudar, ya casi termino mi rompecabezas—respondió Lisa mientras colocaba las últimas dos piezas—. Pero la ayuda no es gratis, tendrás que pagarme una entrada al cine.
Martín sonrió con sarcasmo al ver que no había podido conseguir una ayuda gratis. Sin embargo prometió, con los dedos cruzados hacia atrás, comprar la entrada que su hermana quería.
—pues manos a la obra, la vamos a armar en el sótano.
—voy a conseguir una escoba y una bolsa plástica para recoger la basura—terminó la joven.
—te espero abajo.
Limpiaron bien el lugar y Martín alistó las piezas de madera quitándoles el polvo, luego las cortó con un serrucho, a la medida que necesitaba.
—ahora vamos a armarla…Clavemos la tabla de arriba con la pieza vertical que va a este costado, así…eso es. Y ahora al otro lado con estos clavos. Sujeta fuerte, Lisa, mientras le doy con el martillo. Así, muy bien. Esta madera es especial, , ¿Ves los jaspes rojos y blancos que tienen? Me costó conseguirla. ¡Ya está!
—¿Y no se vuelca?
—¡Que pregunta! ¿Cómo se va a volcar?
—no sé, puede ser que se caiga si estornudo fuerte—bromeó Lisa—. ¿Y ahora qué pasa con ella?
—dentro de poco podremos ver las luces de colores al otro lado—contestó el muchacho mientras movía las piezas de madera para asegurarse de que estuvieran seguras—. Pero todavía falta algo… ¡Los tres cuarzos de la energía!
Y sacándolos de su bolsillo, los colocó a la entrada de la Puerta, en el suelo.
—y ahora a esperar—dijo Martín frotándose las manos—. Gracias por la ayuda.
—¡Dios mío, que susto! Espero que pasen pronto estos ocho días. Yo no me acerco a este sótano en toda la semana, ni aunque me paguen millones.
Martín movió la cabeza en señal desaprobación. Le disgustada muchísimo que su hermana fuera tan miedosa.
—pues ya pronto van a pasarse a este lado montones de fantasmas, chicos y grandes, que van a acercarse a tu cama y te van a hacer ¡BUUUU! Con su aliento helado. Y te vas a llevar tal susto, que se te van a parar los pelos de punta y vas a quedar como cola erizada de una ardilla.
—¡Ay, no!—gritó Lisa.
Y en cuatro zancadas subió la escalera, se dirigió hacia el teléfono y se dispuso a llamar a varias amigas, para olvidarse de los fantasmas.
Martín permaneció un rato más en el sótano, apreciando su obra de ingeniería. Sentía una atracción especial y un deseo enorme de atravesar la Puerta pero, en ese momento, oyó de nuevo el batir de alas y le pareció percibir la sombra del hombrecillo de la tienda, que lo acechaba desde una de las esquinas del sótano. Notó que tenía una sordera repentina y como un aliento que le respiraba cerca. Se estremeció.
"Son solo ideas mías", y trató de alejar esos pensamientos.
Había pasado el día tranquilo, pero ahora volvía el deseo de molestar a su hermana, de seguir haciéndole bromas pesadas y se puso a maquinar qué iba a hacer para enfurecerla.
Subió las escaleras, mientras la Puerta Interdimensional quedaba abierta…Sí, abierta a lo desconocido, abierta a cualquier cosa que pudiera entrar o salir.
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