Era un día idéntico a cualquiera
en la historia de
mi vida,
siete y cuarenta de la mañana.
como era viernes podía
llegar a las ocho y media a
las escuela;
era una buena oportunidad
para dormir un poco mas (cosa que hice).

Espere unos veinte vitales minutos
en la parada de autobus
(una tediosa eternidad),
el transporte llego medio
vacío.
Algunos pasajeros bajaron de
el y el resto que esperaban junto a mi,
abordaron el vehículo.

Mientras esperaba llegar
a mi destino me fije en
los pasajeros del bus;
se veían como si acabaran de ganar
todos una rifa cuyo premio era
un millón de patadas
en el culo, aderezada con un servicio
gratuito de eutanasia,
y un condón usado
para decorar el retrovisor
de sus Lamborginis tercermundistas 

Queriendo desviar la atención que ejercía mi desayuno frío sobre mis tripas,
observe a una chica
sentada al lado
de una ventana de cristales rotos;
caucásica, dos coletas
niponas a ambos lados de su cabeza
y un par de lentes anchos.
Leia con una concentración
admirable El Extranjero
de Camus.

«Holy fucking motherfucking what the fucking what —pense yo en una lengua imperialista—, lo único que leen las chicas que conozco son novelas juveniles o de temática LGBT. Esta chica es única».

Intente decirle que tenia
buenos gustos literarios y preguntarle
si escuchaba The Cure;
(podriamos ser amigos)
cuanto tuve suficiente valor
para acercame a ella ya
era tarde.
el bus ya se había parado
justo afuera de la escuela.
pague mi pasaje y baje
de ahí.
me pase todo el día
pensado en esa chica.
¿cual es su nombre?
¿donde vive?
¿tiene hermanos?
¿de que color son sus bragas?
¿es virgen?
nunca lo sabre.