Capítulo 1
Inicio: 21-04-2024
Termino: 01-05-2024
Él y sus amigos eran un grupo de bandoleros que robaban a los más poderosos para darle sus riquezas a los más pobres y necesitados. Hacía años que su líder, Layne buscaba obtener la justicia y recuperar lo que a sus padres le arrebataron y luego asesinaron cuando él era solo un niño.
Mi familia era una de las más reconocidas en la zona y después se hizo más notable cuando obligaron a casarme con Eduardo Martínez, el hombre más millonario y poderoso de todo el pueblo.
Todos le temían por su tiranía y prepotencia. Eduardo abusaba de su soberanía y poder, y si alguien no obedecía sus órdenes, él los mandaba a desaparecer. Así era él, y hasta la fecha, no había nadie que fuese capaz de enfrentársele.
Mis días junto a él eran un verdadero suplicio y pesadilla, hasta que lo conocí a él y esos días monótonos y oscuros se llenaron de ilusiones y alegría.
Layne y yo nos amábamos y él me había prometido sacarme de esa jodida prisión y alejarme del que era mi esposo. Layne solo anhelaba tenerme a su lado y que yo estuviese bien, pero debido a su situación, todo se había complicado y yo lo sabía.
Conocía toda su verdad, de su cuarteto, por lo que luchaban juntos, y yo los apoyaba.
Después de muchos encuentros y estar juntos a escondidas, Eduardo nos descubrió y se desató una batalla entre sus hombres y todos los que apoyaban al cuarteto de Layne, ya que Eduardo además de enterarse de nuestra relación, también descubrió que él y su grupo eran los bandoleros que robaban y hacían revueltas en el pueblo.
Cegado de odio, traición y venganza, quería verlos muerto a cada uno de ellos y sin importarle otra cosa que asesinarlos, ambos bandos iniciaron una guerra que duró meses.
Layne, preocupado por mí y mi estado, solo quería ver derrotado a Eduardo por todo el daño que nos había causado a mí y a todos los del pueblo; seguía luchando y sus amigos lo apoyaban.
Caminaba con pesar por el largo pasillo, tomada del brazo de mi fiel amiga y ama de compañía, Rosita. Ella nunca me dejó sola y sabía toda mi historia de amor con Layne. En estos largos meses es en donde más me había brindado su cariño y apoyo, ya que Eduardo me tenía prisionera en aquella mansión por mi infidelidad con mi amado Layne.
Atormentada y preocupada por Layne, solo rogaba que él me salvara y me sacará de esa prisión. Rogaba porque Eduardo no le hiciera nada y porque fuera él el padre de mi bebe querido.
Por desgracia, no sabía quién de los dos era el padre del hijo, que yo ahora esperaba y era algo que me agobiaba todos los días.
Triste y agotada, me asomé con cuidado a la ventana; los disparos se oían cerca y mi hermana tras de mí, me miró con rabia y odio.
Sentí de pronto a mi bebe patearme y pensé en Layne con amor y se me llenaron los ojos de lágrimas.
<< Solo quiero verte, amor mío. >>
<< Que estés a salvo. >>
<< Que veas a mi bebe en mi vientre. >>
<< Y que tú seas su padre. >>
Solté otro suspiro y Rosita me miró.
— ¿Está bien, mi niña?
—Solo quiero que Layne esté bien. Que nada malo le pase y que me saque de esta prisión — mi hermana se enfureció.
— ¡¿Cómo te atreves a decir eso?!
—Eduardo es un criminal que nos ha tenido encerrados por meses en esta mansión. Lo mejor que puede hacer es entregarse.
—Eres una mala agradecida ¡¿Cómo no te das cuenta que todo lo que está haciendo Eduardo es solo por ti?! Aquí los únicos que deben ir presos son esos ladrones.
—... — suspiré con agobio y más pensé en Layne. Mi hermana se me acercó hostil.
—Ojalá que Eduardo los maté uno a uno, en especial al infeliz de tu amante...
Se me hizo un nudo en la garganta al pensar en que Eduardo podría hacerle algo a Layne y de pronto sentí un fuerte dolor en el vientre y se me escapó un gemido.
Rosita me abrazó alarmada.
— ¡¿Qué ocurre, mi niña?!
—No lo sé, pero me dolió mucho.
—Venga, vamos a que se recueste. Tal vez, necesita descansar.
Rosita me tomó del brazo y yo intenté caminar, pero me vino otro fuerte dolor y se me escapó otro gemido. Me toqué la barriga.
—Me duele, Rosita — ella me miró alarmada.
—Me late que su bebito ya quiere nacer, mi niña — pensé en Layne y me puse nerviosa.
—Vamos, caminé con cuidado...
Doliéndome mucho, Rosita me llevó hasta mi dormitorio y Claudia, mi hermana, me miró con rabia.
Quejándome de aquellos horrendos dolores, me acerqué con dificultad a la cama y Rosita ayudó a recostarme. Me acomodó la almohada y cojines y me levantó con cuidado las piernas.
Débil, volví a tocarme la barriga y sentí más dolor y grité.
—... Me duele mucho.
—Cálmese, mi niña. Hay que traer a un doctor.
Claudia solo me miró con odio y envidia desde la puerta y me deseó lo peor. Yo volví a gritar y temí que le pasará algo a mi bebe.
— ¡Mi niña está muy mal!
—Lástima que no se puede llamar a un médico — dijo Claudia con sorna y Rosita frunció el ceño. Yo afligida, tomé su mano.
—Iré a buscar a Irma — Claudia volvió a interferir.
—No te preocupes hermana, iré a avisarle a Eduardo de que no estás bien.
—...
Claudia fue a buscar a Eduardo, y yo sintiéndome peor, tenía mucho miedo y solo rogué porque a mí bebe no le ocurriera nada.
—Layne, amor mío... Ven por mí...
Ellos se acercaban cada vez más a la mansión de Eduardo, y sin dejar de disparar, Eduardo y los suyos tampoco se daban por vencidos y él cegado de venganza, continuó disparando y le dio a uno de la tropa de Layne.
El sujeto cayó muerto al suelo.
— ¡Rayos! ¡Lo ha matado!
— ¡Rápido! ¡Saquéenlo de aquí! — ordenó Layne y los demás cubriéndose, los otros sacaron el cuerpo.
Layne lamentándose, apretó los puños de ira y miró con odio a Eduardo.
Pensó en mí y solo ansío verme y saber si nos encontrábamos bien mi bebe y yo.
<< Espero que estés bien, amor mío. >>
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