Remedios caseros

«E» no era estúpido. Llevaba consigo un machete por si tendría que enfrentar algún pokémon peligroso en el camino.

También había preparado varios ungüentos de hierbas que crecieron cerca de su casa por si se suscitaba la necesidad de aplicarlos.

Su mamá fue una experta curandera, y su viejo trabajó como curador del centro cultural de Noroteo.

Algo de lo que aprendió en casa era aquello que lo preparó para esta eventualidad. Podía sentir que se acercaba cada vez más a su viejo amigo. Era una sensación que no podía describir, pero que se hacía más grande con cada paso.

Volvió a sentir un aroma a galletas de jengibre, y como su padre era bueno detectando aromas, supo que el viento lo guiaría.

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