Y llegó el momento de llegar al Lago Cristalino. Era un lugar pacífico y realmente hermoso cuya agua era tan clara y en esta había cristales alrededor. Los pokémon de los alrededores no prestaban atención a los visitantes curiosos, y entonces, Selene sacó un libro de color rojo muy parecido al que el abuelo de «A» le habría descrito al chico.

Typhlosion miró con atención a la médium, esta ultima, acercándose más al lago, pidió la compañía de ambos.

Escucharon un potente gruñido y un enorme lagarto de escamas rojizas, plumas blanquecinas, una especie de protuberancia que simulaba una rueda que llegaba hasta la cola, patas gruesas con cuatro dedos y marcas blancas alrededor de aquello que parecía una rueda.

¿Acaso era una especie de pokémon recién descubierto?

Este olfateó en dirección a los humanos y no prestó atención al fantasma de Typhlosion.

Gruñó, y sus antenas en la cabeza se abrieron como si fueran alas. Saltó y se fue por los aires, dejando deslumbrados a los visitantes del lago con su majestuosidad.

Y de pronto, algo más apareció en el lago. Era un pequeño pokémon parecido a una pequeña tortuga.

«Selene me sonrió y dijo que esto era lo que buscaba.

Yo la tome de la mano, y definitivamente visitar este lugar sería un nuevo pasatiempo para mí, pero, ¿podría este pequeño ayudar a mí Typhlosion?» escribió «A» en su diario.