3. Baek Hyun, el chico con talento

Estaba más que comprobado que Baek Hyun era el flowerboy estrella de Bucheon y que desde un inicio, yo no lo soportaba. No importaba cuán agradable fuera, me era imposible reconocer algún aspecto positivo en su persona. Hasta que llegó el día en que tuve que aceptar que era un chico con talento.

Un día, después de lo que parecieron interminables horas en la escuela, regresé a casa con Min Hyuk y Baek Hyun —porque sí, el flowerboy iba a la escuela y regresaba con nosotros. Para colmo, en ese tiempo, Baek Hyun estaba dándole tutorías a mi hermano menor, por lo que no se iba directamente a su hogar, si no que pasaba las tardes en el nuestro.

Ese día, al entrar en el recibidor de la casa, nos encontramos a nuestra mamá en la sala de estar, vestía su uniforme blanco con detalles azules y estaba arreglando su bolso. En un par de horas se iría para cumplir con su turno nocturno. Al mudarnos a Bucheon, consiguió empleo como enfermera en la clínica local, le iba bien y su carga era menor a la que tenía en el gran hospital en el que trabajaba en Seúl.

—¡Niños, que bueno que ya están en casa! —nos saludó, alegre. Su sonrisa se ensanchó al divisar a Baek Hyun detrás de nosotros.

Mi madre era otra de las muchas personas que admiraban y adoraban a Baek Hyun. Siempre hablaba bien de él y le deleitaban las anécdotas que Min Hyuk contaba sobre su mejor amigo. Secretamente, sabía que ella quería que yo fuera más cercana a él, pero hasta ese momento nunca me había hecho explícito ese deseo. Su cariño hacia el «Marciano Byun» era tan grande que lo hubiera adoptado como su hijo sin importar que él no hubiera querido. Pero llegar a ese extremo no era necesario, pues él parecía muy abierto al afecto que mi madre le tenía. Y era obvio, pues estaba acostumbrado a que las personas lo quisieran.

Mi madre, como todos los días que Baek Hyun se quedaba a apoyar a Min Hyuk, lo invitó a comer. A veces Baek Hyun declinaba, pues quería esperar a que sus padres estuvieran en casa para comer con ellos, pero mi madre siempre le insistía y él, como el buen chico que era, terminaba accediendo por cortesía.

El hecho de que Baek Hyun pasara las tardes en nuestra casa, siempre me irritaba, ¿por qué tenía que estar tanto tiempo a mi alrededor?

Ese día en particular, subí a mi habitación, molesta. Me deshice de mi uniforme y me vestí con ropa de casa entre refunfuños. Algo en mí me decía que no sería una tarde particularmente tranquila, pues no hallaba la fortaleza para tolerar a Baek Hyun.

Cuando salí de mi habitación, me encontré con mi padre en el pasillo. Él iba saliendo de su oficina. Antes de mudarnos, fue contratado en una revista importante de Corea y temía que ya no pudiera seguir redactando para ella, por suerte le permitieron trabajar vía remota, solo tenía que ir a la capital un par de veces al mes para ser parte de las juntas.

—¡So Min-nie! —me saludó con una sonrisa, mientras se acomodaba sus anteojos—. ¿Cómo le ha ido a nuestra hija estrella?

Aunque mi madre no estaba complacida con mi actitud reservada de «chica estudiosa», mi padre no se fijaba tanto en ello y se enorgullecía de mis resultados académicos.

—Me ha ido muy bien, hoy tuvimos un examen sorpresa en Inglés, y como he estudiado toda la semana, saqué el mayor porcentaje —le conté mientras ambos caminábamos rumbo a las escaleras, para bajar al comedor.

—Eso es excelente, no se podía esperar menos de una estudiante como tú —respondió, y me pasó un brazo sobre los hombros en un gesto de abrazo.

En el comedor, nos encontramos a Baek Hyun y Min Hyuk poniendo la mesa. Mi padre saludó a Baek Hyun (él también estaba bajo el hechizo del «Marciano Byun») y el chico miró en nuestra dirección, mientras regresaba el saludo. Percibí que su mirada permaneció en mí, lo cual hizo que mi cuerpo se tensara. Traté de disimular mi incomodidad y nunca hice contacto visual con él, aun cuando pasé a su lado mientras me dirigía a la cocina.

Ayudé a mi madre a llevar la comida a la mesa; cuando ya estaba todo listo, nos dispusimos a comer. Baek Hyun estaba en el asiento frente a mí, lo cual sumó más a mi molestia, pues sentía su mirada en mi rostro en todo momento. Mis padres y Min Hyuk mantenían una conversación animada; yo no quería pronunciar ni una sola palabra, no cuando la presencia de Baek Hyun me hacía sentir tan fuera de mí. En una ocasión y por completo accidente, alcé la mirada y nuestros ojos hicieron contacto. Inmediatamente, las mejillas de Baek Hyun se ruborizaron y yo no pude evitar hacer un gesto interrogativo. ¿Por qué había reaccionado así? ¿Acaso estaba apenado porque lo había atrapado mirándome? ¿Pero por qué me veía tanto? ¿Tenía algo en la cara? ¿O tal vez a él le gustaba...?

«¡No! Elimina eso de tu mente, Kang So Min», me interrumpí de inmediato en mi cabeza. Prefería la muerte antes de pensar que le atraía al «Marciano Byun».

Decidí acallar mis pensamientos y me apresuré a terminar mi comida para por fin retirarme. Estar en presencia de Baek Hyun me ponía los pelos en punta, por ello, entre más distancia había entre nosotros, mejor.



Horas después de la comida, subí a mi habitación para hacer mis tareas escolares. Mi madre ya se había ido a trabajar; después de lavar los platos, mi padre regresó a su estudio para trabajar en su redacción de la semana; mi hermano y Baek Hyun se quedaron en la sala de estar a hacer sus tareas y estudiar.

Bajé a tomar agua y mientras me servía un vaso, escuché que alguien se acercaba a la cocina. No me volví al instante, pues la duda en los pasos de la persona, me dijo que no se trataba de Min Hyuk o mi padre. Pretendí que mi vaso era el objeto más interesante de universo, mientras esperaba a que Baek Hyun dijera o hiciera algo. En mi mente rezaba que solo viniera a avisar que ya se iba (y que no regresaría jamás). En cambio, pasaron unos largos segundos, hasta que retomó su andar y se colocó a unos metros de mí; de reojo vi que se apoyó en la encimera de la cocina.

Nos quedamos callados por lo que parecieron milenios. Yo fingía que no lo había escuchado entrar a la cocina, él solamente me miraba. La tensión en mi cuerpo se acrecentó y tenía muchas ganas de gritarle: «¡Deja de mirarme y dime qué quieres ahora, Baek Hyun!». Al parecer mis pensamientos eran muy ruidosos, porque al cabo de un rato, inhaló profundo y habló:

—So Min... —En ese entonces, que mi nombre saliera de su boca, me llenaba de una sensación que hacía temblar mi esqueleto completo (y no de forma positiva).

Intenté no poner los ojos en blanco, para no denotar mi malestar. Inhalé lentamente, conté hasta cinco, volví mi cuerpo en su dirección y alcé mi mirada hacia su cara (pues era unos centímetros más alto que yo). Fue muy difícil mantener la vista en su rostro, ya que, en ese momento, encontré una expresión diferente a la que comúnmente residía en él: inseguridad. Sus ojos brillaban con extraña timidez y nunca pensé que eso se reflejaría en una persona tan extrovertida como él.

—¿Sí? —dije simplemente, motivándole a que hablara de una vez por todas para terminar con ese suplicio.

Baek Hyun se quedó callado de nuevo y su mirada en mí se intensificó a tal grado que me hizo dar un paso hacia atrás para poner distancia entre nosotros. Parecía que me analizaba, pero no de la forma en que se hace para juzgar a alguien, sino de una forma distinta que no podía nombrar. Al parecer la expresión interrogativa en mi rostro lo hizo salir de su trance, tomó aire por lo bajo y sonrió ligeramente, como volviendo a sí mismo y su personalidad extrovertida.

—No sé si Min Hyuk ya te contó o si te enteraste por ti misma, pero el próximo fin de semana será el Festival de Rock y participará la banda escolar, en la que estoy —dijo mientras se pasaba una mano por el cabello—. Tal vez no es tu estilo, pero, de todas formas, se me ocurrió que sería bueno que fueras. En realidad, me gustaría que fueras...

Sería bueno que fueras. En realidad, me gustaría que fueras.

Me gustaría que fueras.

Baek Hyun siguió hablando, pero mi cabeza no dejaba de reproducir lo que había dicho, sobre todo la última parte. En mi pecho, justo a la izquierda, sentí una punzada que casi me obligó a contener el aire. Aún seguía de frente a él, con mi vista en su rostro, el cual estaba ligeramente sonrosado. Sus ojos brillaban aún más de lo que lo hacían hace unos momentos. Por un milisegundo, pensé que su expresión le sentaba bien y entendí porque muchas estaban hechizadas con su persona. ¡No! ¿Por qué estaba pensando eso? ¿Qué me estaba pasando?

—Espera un segundo —le interrumpí. Necesitaba detenerlo para comprender por qué me estaba diciendo esto—. ¿quieres que yo vaya a verte al festival?

Él dudó unos segundos, como si tuviera que pensar muy bien su respuesta, hasta que asintió con su cabeza como si fuera lo más obvio del mundo. Esto acrecentó mi conmoción. Por un momento, sentí que mi estómago se revolvía. No puede ser. A Baek Hyun se le había subido lo flowerboy a la cabeza.

—Creo que sería bueno que fueras —agregó y sentí que los colores encendieron mi cara—. Será bueno para ti, podrás socializar más y te divertirás como nunca lo has hecho.

Espera, ¿qué? Los colores en mi rostro murieron por completo al escuchar esto. A mi alrededor, todo pareció derrumbarse, al mismo tiempo que se esclarecía. Ahora comprendía. Claro, Baek Hyun no me invitaba porque deseaba que yo estuviera ahí, sino porque le daba pena ajena mi pobre capacidad para convivir con los demás. Al fin y al cabo, Baek Hyun tenía un corazón altruista. Tal vez se sentiría bien al saber que me ayudó con mis problemas de socialización; quien sabe, a lo mejor iría por ahí diciendo cómo convirtió a Kang So Min de la «chica ñoña» a la «reina extrovertida». Pero no, yo no sería su obra de caridad, aunque fuera mi última opción.

Baek Hyun seguía enlistando algunas razones por las cuales debería asistir al festival, pero en el momento en que captó mi semblante molesto y ofendido, dejó de hablar y el brillo de sus ojos se apagó con desilusión.

—Si esas son tus razones, ni en un millón de años iría —le dije, con fuerza y muy enojada.

—So Min, solo quiero ayudarte —contestó con delicadeza, casi como si quisiera hacerme entrar en razón—. Te conozco...

¡Oh, no, él no dijo eso! Me enfurecí aún más y él lo captó al instante.

—¡Tú no me conoces en lo absoluto! Serás mi vecino, mi compañero de clases, el mejor amigo de mi hermano y lo que quieras, pero eso no te da derecho a decir que me conoces —le reproché. Mi tono era tan fuerte que, si mi madre me hubiera escuchado, me hubiera exigido que me disculpara con Baek Hyun en ese instante.

—Pero te conozco de antes, tú y yo éramos mejores amigos en la infancia, ¿no lo recuerdas? —dijo y dio un paso hacía mí—. Sé que eras muy alegre, divertida y agradable, pero ahora lo has olvidado porque temes abrirte a los demás y está bien, todos tenemos inseguridades, pero no dejes que la tuya te impida ser feliz.

—¿Quién te creer que eres? ¿Mi psicólogo? —respondí con ironía—. Eso fue hace más de diez años, es obvio que no voy a ser la misma. Las personas cambian y no es asunto tuyo si lo hice para bien o para mal, si convivo o no, si soy divertida o no. No debe importarte si tengo amigos o estoy sola. ¡No eres nadie en mi vida para que te preocupes por mí!

Baek Hyun no respondió a eso, pero sus ojos me dijeron cuánto le decepcionaba oír mis palabras. Su expresión me hizo sentir culpabilidad y por un momento consideré en retractarme y disculparme por ser tan grosera. No obstante, mi orgullo era más grande, así que dejé el vaso en el lavabo y di media vuelta para terminar con esto.

—En serio deseaba que entraras en razón y que aceptaras —murmuró él a mis espaldas.

—A veces lo que deseamos no se cumple —contesté y me volví a hacía él, enfatizando con mi semblante la convicción de mi respuesta.

Una extraña aflicción cubrió su rostro, como si hubiera perdido una gran oportunidad o como si fuera consciente de que no hay remedio para el mal. Su expresión aumentó la pesadumbre en mi pecho y, en vez de tratar de enmendar las cosas, fui más cruel.

—Baek Hyun, tú y yo no estamos relacionados en nada, así que no te entrometas en mi vida ni intentes ayudarme —concluí y salí de la cocina.

En ese instante, construí una muralla enorme entre nosotros y dudaba que él, aún con toda su carisma, pudiera derribarla.

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Pasó una semana en la que Baek Hyun no intentó hablarme o acercarse a mí. Nuestro altercado había traído consigo cambios notorios, los cuales comencé a dudar si eran positivos.

Al día siguiente del enfrentamiento, Baek Hyun no fue a la escuela con nosotros, tampoco regresó a casa con Min Hyuk y yo. En los días siguientes, mi hermano menor decidió realizar sus tutorías o reunirse con su mejor amigo en su casa. Un día mi madre le preguntó a Min Hyuk por qué Baek Hyun ya no pasaba la tarde en nuestro hogar y él le respondió que estaba muy ocupado con los ensayos para el festival. En la escuela, Baek Hyun seguía siendo el flowerboy carismático, pero se notaba una diferencia en su estado de ánimo cada vez que nos topábamos en algún pasillo o en el salón: su sonrisa disminuía y su mirada se desviaba al suelo, como si quisiera evadir mi presencia. ¿Por qué parecía tan incómodo y dolido?

Justo esa semana del Festival de Rock, So Ah estaba de visita en Bucheon, pues su cuatrimestre en la universidad había terminado. El viernes (un día antes del festival), mi hermana y yo estábamos ayudando a nuestra madre a colgar la ropa en la azotea.

—Vayamos al Festival de Rock, Min Hyuk me dijo que estará muy bueno —comentó ella, mientras extendía una sábana en el lazo.

—Me dijo lo mismo, ¿te gustaría ir? —dijo mi mamá, en el momento en que le ponía las pinzas a la sábana que mi hermana había colocado.

Mi hermana se encogió de hombros, como diciendo «sí, ¿por qué no?». Yo me puse nerviosa e inmediatamente pensé en una excusa para no ir. ¿Qué tal si iba y Baek Hyun me encontraba ahí y pensaba que al final había recapacitado? Ni loca le daría el gusto.

—Yo no iré, aborrezco el rock, además tengo que estudiar la nueva lección que vimos en Matemáticas —mencioné, esperando que mi excusa fuera suficiente.

—¡Oh, vamos, So Min! No seas así —dijo mi madre, al instante—. Tu hermana mayor nos visita muy poco y las veces que lo hace, ¿prefieres encerrarte a estudiar?

—Cierto, So Min —agregó So Ah—. Además, no necesitas estudiar tanto, ya eres más que una excelente alumna.

Me lo pensé unos segundos, y en mi mente maquiné una estrategia para que cambiaran de opinión en cuanto al festival.

—Está bien, ¿pero podemos hacer otra cosa? Acaban de abrir un nuevo parque, dicen que los sábados se pone un mercado de antigüedades. Desde hace mucho estás buscando un juego de té para usarlo en las visitas de la señora Byun, ¿no es así, mamá? Si vamos este sábado, yo creo que lo encontraremos.

—Pero no es tan urgente conseguirlo, podemos ir cualquier otro día. Además, a tu hermana le agrada más la idea del festival —respondió mi madre.

—Ya veo... pero a mí no me entusiasma ir al festival —expresé, intentando disimular mi molestia.

—¿Qué tiene de malo el festival? Es divertido, de seguro habrá mucha gente, además, dicen que los chicos que gustan del rock son muy guapos —comentó So Ah, con tono sugestivo—. Tal vez ahí encuentres al chico de tu sueños. Ya sabes, el chico que amarás por siempre...

—¿En el festival de un lugar como Bucheon? Sí, claro, unnie —contesté con ironía y mucho disgusto.

—Bien, no lo encontrarás aquí —mencionó So Ah a la defensiva, después de soltar una carcajada—. Pero ya, enserio, vayamos al festival. Si llegas a aburrirte o a incomodarte mucho, te lo compensaré... lo juro.

Pretendí que lo meditaba por unos momentos. Estaba convencida de que no quería ir, deseaba evitar lo más posible al «Marciano Byun»; no obstante, quería pasar tiempo con mi hermana y no quería que ella también pensara que era aburrida o cerrada.

Cuando asentí a la idea, el rostro de mi hermana se iluminó con alegría. Me abrazó y me aseguró que me gustaría asistir, pero ya era muy tarde: mi mente estaba resignada a que no disfrutaría ni un segundo de la experiencia.



El sábado por la tarde, llegamos al lugar donde se llevaban a cabo varios eventos comunitarios locales, ya fuera algún concurso, certamen, el Año Nuevo Lunar, la fiesta de la Independencia Coreana, entre otros.

Ese día del Festival de Rock había mucha más gente de la que pensaba. Había puestos de comida y carpas en las que vendían instrumentos musicales o artículos para los amantes de la música. Al fondo del recinto, se extendía un escenario con grandes bocinas y juegos de luces. Sobre este, una banda de rock estaba terminando de tocar su canción.

Mi madre, So Ah y yo caminamos entre la gente en dirección al escenario. A los pies de la tarima, había varios grupos que estaban esperando su turno para presentarse. Rápidamente recorrí con mi mirada a los participantes en busca de la banda escolar (sobre todo, de Baek Hyun), pero no la encontré.

—¡Hola, llegaron a tiempo! —saludó Min Hyuk a nuestras espaldas.

Antes de volverme, recé mentalmente para que mi hermano no estuviera acompañado de su «mejor amigo». Cuando mis ojos dieron con un chico de estatura media y robusto junto a mi hermano, solté el aire que inconscientemente estaba reteniendo.

—¡Hola, chicos! —saludó mi madre—. ¿Aún no es el turno de la banda escolar?

—No, se supone que faltan otras tres bandas antes de que se presenten. Shin y yo fuimos a buscar una botella de agua para Baek Hyun.

—¡Oh, es cierto! Baek Hyun-ah es el vocalista del grupo —dijo So Ah, con emoción—. Cuando lo veas, dile que le deseamos suerte.

—¡Claro! —respondió Min Hyuk y me miró fijamente—. Sin duda le animará mucho saber quiénes le mandan sus mejores deseos.

De inmediato capté el significado de su insinuación. Conocía a la perfección a mi hermano menor. Era obvio que Baek Hyun le había contado sobre nuestro altercado y, la forma en que mencionó lo último, me dio a entender que estaba completamente a favor del «Marciano Byun». Como no quería que mi madre y mi hermana se enteraran de lo que había pasado, me limité a hacerle una mueca. Mi hermano me sonrío con malicia. Él también me conocía a la perfección y sabía que quería evitar cualquier problema.

Gracias a todos los cielos, Min Hyuk y el otro chico se fueron pronto. No pasaron más de cinco minutos cuando la señora Byun nos encontró entre la multitud y se puso a platicar con mi madre. De fondo, una banda empezó a tocar un rock más pesado y ruidoso. La ansiedad y la estridencia de la música comenzaron a incomodarme, por lo que le propuse a So Ah que fuéramos a recorrer las carpas. Ella accedió y pasamos por varios puestos. Mi hermana me mostraba algunos artículos y accesorios que le gustaban, pero mi mente estaba demasiado sumida en mis pensamientos, solo asentía con la cabeza para que no se diera cuenta que no le prestaba atención.

Desde donde estábamos la música no era tan fuerte, pero era posible escuchar bien a los cantantes y sus instrumentos. Varias presentaciones después, So Ah y yo le dábamos la espalda al escenario, cuando su voz inundó el recinto. Baek Hyun estaba a punto de cantar. Extrañamente, no sentí ganas de arrancarme las orejas como cuando hablaba o reía, sino que un escalofrío de expectación recorrió mi cuerpo.

—¡La banda de tu escuela ya está en el escenario, vamos a verlos! —exclamó So Ah cuando miró hacia el escenario. Antes de que si quiera hubiera reaccionado, me tomó del brazo y me arrastró hacia allá.

Por suerte, no pudimos acercarnos tanto a la tarima, ya que había muchas personas congregadas ahí (en especial, chicas de la escuela). No obstante, pude mirar a Baek Hyun al frente del grupo. Inexplicablemente, deseaba ver cómo lucía Baek Hyun como miembro de una banda, y la imagen que vi no coincidía con aquella que había creado en mi cabeza. Me lo imaginaba con ropa completamente oscura, botas de combate con plataforma y un peinado ridículo; en cambio, vestía una camisa blanca desabrochada, una camiseta gris oscura debajo, pantalón negro deslavado y sus zapatillas deportivas. Era el mismo Baek Hyun de siempre, aunque su comportamiento en el escenario me parecía diferente. Presentó al grupo, saludó a la audiencia y prometió un espectáculo emocionante. Todo esto lo hizo con tanta energía, entusiasmo y soltura: parecía que estar ahí arriba era su lugar.

Las personas empezaron a vitorear cuando empezó la canción: la guitarra, el bajo y la batería armonizaban de una forma que distaba de lo estridente. Reconocí el ritmo y supe que era una canción popular en inglés. La interpretación de los músicos no estaba mal, por lo que me permití aplaudir por lo bajo. Cuando Baek Hyun emitió la primera vocalización, el recinto pareció congelarse en el tiempo.

Involuntariamente, quedé hipnotizada. Era la primera vez que escuchaba a Baek Hyun cantar y, por una vez en mi vida, le di la razón a mi hermano menor: su mejor amigo tenía talento musical. El público también estaba encantado y muy sorprendido, ninguno de los grupos anteriores tenía un vocalista tan bueno como el de la banda de nuestra escuela. A mi alrededor, escuché cómo las personas elogiaban a Baek Hyun y decían que era un chico con talento, las chicas no podían ocultar sus dramáticos suspiros enamorados.

Aprecié tanto como pude, desde la audiencia que se deleitaba con la presentación, hasta cómo la banda se desenvolvía en el escenario, casi como unos profesionales. Se creó tal atmosfera, que olvidé en dónde estaba y me permití ser atrapada por la música (hasta bailé con mi hermana al ritmo de la canción). El grupo dio el espectáculo que prometió y estaba segura de que ganaría el festival.

No obstante, la tranquilidad me duró muy poco. Casi al final de la canción, me quedé petrificada: Baek Hyun me estaba mirando fijamente. Entre toda la multitud, él me había encontrado. Para colmo, me halló nada más y nada menos que como quería: disfrutando y divirtiéndome por un rato.

En mi estupor, no podía moverme ni dejar de mirarle, fue como si su mirada me tuviera atada. Su rostro sonrojado por el esfuerzo y su mirada brillante me hipnotizaron aún más. Él no dejó de observarme en ningún momento, ni siquiera rompió el contacto visual cuando hizo una nota alta. Los colores subieron por completo a mi rostro cuando Baek Hyun alzó una ceja y me guiñó el ojo. Me regañé por mi reacción y recé para que mi hermana mayor no se diera cuenta de nuestra interacción. De la vergüenza pasé al enfado: ¿quién se creía él para mirarme de esa forma?

«Tal vez me habrás encontrado en el festival, "Marciano Byun", pero ni te creas que vine por ti», le dije mentalmente.

La presentación terminó y el recinto entero se fundió en aplausos, gritos y vítores. Baek Hyun dejó de mirarme fijamente para dirigirse al público y agradecer sus aclamaciones. La satisfacción ocupaba los rostros de cada uno de los integrantes del grupo, y más el de Baek Hyun: parecía que había cumplido uno de sus más grandes sueños. La banda hizo una última reverencia de agradecimiento y bajaron del escenario uno por uno.

Antes de que Baek Hyun se alejara por completo de la tarima, un hombre vestido de traje se le acercó. Este lo saludó y Baek Hyun, un tanto consternado, le devolvió el gesto. El señor puso una mano en su hombro y empezó a hablarle. Pasaron unos cuantos minutos, el semblante de Baek Hyun cambió a uno emocionado y el hombre sustrajo del interior de su saco lo que parecía una tarjeta de contacto. Una sonrisa grande apareció en el rostro del chico, mientras recibía con ambas manos el papel. Aunque no me incumbía, quería saber de qué hablaban, estaba segura de que era algún Cazatalentos. Su plática llegó a su fin cuando el hombre extendió su mano para que Baek Hyun la estrechara y él la tomó mientras hacía pequeñas reverencias en señal de agradecimiento. El señor trajeado se retiró y el «Marciano Byun» se quedó pasmado por unos segundos, como si tratara de procesar lo que había pasado.

Me olvidé de mi molestia anterior. No pude reprimir una risilla al verlo en tal estado de estupor, realmente parecía que estaba viviendo el mejor momento de su vida y, en vez de disgustarme, pensé que lo merecía. Baek Hyun por fin regresó a sí mismo y se volvió hacia el público, sus ojos buscaban frenéticos entre la multitud. Pensé que trataba de localizar a su madre, sus compañeros, hasta a Min Hyuk, pero cuando su mirada conectó con la mía, su rostro se iluminó de nuevo y comenzó a caminar decidido hacia mí.

¡Oh, no! Toda la emoción del momento huyó de mi cuerpo y fue reemplazada por la ansiedad que me embargaba hace unas horas: Baek Hyun venía hacia acá, lo más seguro para restregarme en la cara que al final había decidido aceptar su invitación (aunque no había sido mi elección).

«¿Y ahora qué hago? ¡No debo dejar que me alcance!», me insté con pánico.

—So Ah, yo... debo... tengo... ¡huir! —intenté decirle a mi hermana, pero la adrenalina ni siquiera me dejaba formular oraciones coherentes. Sin esperar respuesta de ella, me alejé lo más rápido posible.

Así inicié el juego por varios minutos. Me escabullí entre las personas, me agaché en ocasiones para perderme en la multitud. Mientras intentaba dar con una salida, pensaba en dónde podía ocultarme hasta que Baek Hyun se olvidara de mi existencia. «Tal vez podría correr hasta mi casa, hacer mis maletas y tomar el primer autobús que me lleve a Seúl. Allá no me encontrará. Es más, ¡nunca volveré a verlo ni soportarlo! Ya no escucharé su voz... su talentosa y extrañamente hipnótica voz».

Mientras me consumía en mi mar de pensamientos, choqué con la espalda de un chico, quien extrañamente vestía la misma camisa que Baek Hyun. Cuando se volvió completamente hacia mí, me convencí de que la huida a Seúl se había ido por el caño.

—So Min, por fin te encuentro. Al final, sí viniste...

Las piernas me temblaron. ¿Por qué estaba tan nerviosa? ¡Era el «Marciano Byun»! ¡El chico que menos soportaba! ¿Por qué sentía que iba a desfallecer?

—¡Baek Hyun! —exclamé. Me enderecé y compuse una sonrisa fingida para ocultar mi nerviosismo—. Muy buena presentación, ¡felicidades!... Si me disculpas, tengo que buscar a mi familia, es hora de que nos vayamos.

Al decirle eso, me di media vuelta y traté de actuar lo más relajada posible, pero la mano de Baek Hyun en mi muñeca me detuvo y los ojos casi se me salieron de las cuencas. Me volví hacia él tan rápido que estuve a punto de perder el equilibrio y, cuando fui consciente de que estábamos más cerca, casi me ahogué con mi propia respiración. Baek Hyun se dio cuenta de mi estado tan «descontrolado», por lo que me soltó y dio un paso hacia atrás. En ningún instante, dejó de observarme. La manera en que lo hacía, tan expectante y con detenimiento, no contrarrestó mi intranquilidad. No sabía qué decirle. Estaba segura de que consideraría una excusa la verdadera razón por la que me encontraba en el festival. Pasaron varios minutos en los que él no dijo nada y eso me dio tiempo de prepararme mentalmente a cuando dijera «sabía que te convencería».

—So Min, creo que te equivocaste hace una semana —mencionó de repente, con una pequeña sonrisa en sus labios. Sin duda, no me esperaba eso.

De fondo, una banda comenzó a tocar y el bullicio obligó a Baek Hyun a acercarse e inclinarse para estar a la altura de mi oreja (debo agregar que era lo más cerca que habíamos estado alguna vez). Después de esta pausa, agregó en un murmullo: —Lo que deseamos siempre puede cumplirse si anhelamos fervientemente.

Baek Hyun se enderezó y puso un poco de distancia entre nosotros. Observé sus rasgos faciales, los cuales estaban adornados con satisfacción, como si ya lo hubieran proclamado ganador del concurso, aunque en realidad había ganado otra cosa: nuestra discusión.

Más allá de su autocomplacencia, sus ojos, los cuales fulguraban como las estrellas en el cielo, me mostraron la alegría, el entusiasmo y la adrenalina que embargaban al chico frente a mí. En ese momento no lo quise aceptar, pero también me revelaron algo que hizo que mi cuerpo se llenara de una sensación desconocida.

Cuando logré salir de mi embelesamiento, repasé sus últimas palabras y una verdad fue develada ante mí. Byun Baek Hyun, el chico con talento que todos admiraban, realmente deseaba que yo estuviera en el festival, más allá de la excusa de la socialización. A pesar de mi negativa, no desistió de su deseo y lo anheló tanto que, indirectamente, lo obtuvo.

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