Capítulo 15
—Quiere que me vaya a vivir con él.
—¿Y tú qué quieres?
—No lo sé...
Mamá se asomó con un par de tazas de té y un plato con budín de frutas cortado en rodajas. Dejó todo sobre la mesa, me besó la frente y se marchó de vuelta a la cocina.
Al final decidimos que lo mejor sería que se quedara con mi hermano hasta que la tormenta cesara. Mi padre tenía una orden de restricción, ya se había iniciado el proceso de divorcio y el trámite para tasar y vender la casa. Una parte iría para mi madre, otra para mi padre. Teníamos fé de que luego de todo esto, mamá pudiera rehacer su vida, o por lo menos estar un poco más tranquila.
—Niño, creo que esta situación llegó bastante lejos y todos nosotros necesitamos terapia. Alex empezó a tratar a mamá porque ella se sigue culpando por todo lo que pasó, ¿no te gustaría iniciar tú también? Por lo menos intentarlo y ver qué tal te va.
Bebí un sorbo de té y el sabor ácido del limón me hizo cosquillas en el paladar.
—Sí, puede ser, por lo pronto solo quisiera poder tomar una decisión por mi cuenta sin estar dándole tanta vuelta; eso es lo que más me estresa.
—Es normal, créeme que uno cuando recién comienza a darse cuenta de lo que siente teme meter la pata todo el tiempo. Pensar demasiado es lo primero que se hace, pero luego las cosas van a ser diferentes, tú debes comenzar a pisar seguro y entenderte. ¿Qué es lo que sientes? Estamos claros en que Santiago te gusta, ¿no?
Asentí de forma violenta, llevándome una rodaja entera de budín a la boca. El problema era que cada vez que me ponía a pensar en lo que sentía por Santiago, me daba miedo. Jamás creí que salir del closet y ser gay fuera tan complicado.
—Jhi... —dije con la boca llena, tratando de bajar el budín con un poco de té.
—Niño... —Cris se rió—. El primer paso es admitirlo y no huir. Dilo, y dime qué sientes cuando lo dices. Debes decir "sí, Santiago me gusta, quiero irme a vivir con él" o "no, me gusta pero no tanto", ¿entiendes?
Sentí como la pelota de comida me raspaba la garganta. Cristofer me lo estaba poniendo demasiado difícil.
—Sí, me gusta Santiago, pero... tengo... miedo...
—¿Miedo de qué?
—De..., no sé..., ¿de que esté mal?
—¿De que esté mal qué? —insistió.
—Que me guste, y querer irme a vivir con él y hacer una vida de... pareja.
—Ahí lo tienes —dijo al fin, con una sonrisa—. Te gusta, quieres estar con él, pero a pesar de todo sigues teniendo miedo, porque una parte de ti aún cree que eso está mal. Lucas, suéltalo. Suelta esa mochila de prejuicios y estigmas porque no vas a llegar a ningún lado. Esta es tu vida ahora, busca tu felicidad; yo te acepto y te amo, mamá te acepta y te ama, tus amigos también. Ya tienes a todos los que deberían ser importantes en tu vida, no necesitas más. Ahora es tu turno, debes tomar las riendas de tu vida y ser un verdadero hombre, y eso no tiene nada que ver con Santiago, tiene que ver contigo.
—Deja de psicoanalizarme —dije con una sonrisa, golpeándole suavemente el brazo.
—No puedo evitarlo, pero te ayudé a decidir, ¿no? Es lo que importa.
—Sí, gracias. Realmente admiro a los gays ahora, ¿sabes? Esto no es nada fácil.
—Ahora eres uno de nosotros. Mi mariposa favorita... —respondió con sorna.
—¡Cállate!
. . .
—¿Cómo está tu madre?
Santiago estaba recostado en el sofá, con su laptop en las piernas; había dicho que tenía que preparar una clase teórica para sus alumnos.
—La veo tranquila. Cris me dijo que empezó una terapia con Alex porque todo esto le afectó demasiado.
—Creo que le hará muy bien, ojalá pueda recuperarse pronto.
Vi que guardó su laptop en la mochila y me puse tenso. Había decidido hablar con él para darle una respuesta, porque sabía que aunque no tocara el tema para no presionarme, la estaba esperando. Me paré frente a él y busqué su mirada.
—Necesito hablar contigo sobre algo —dije a secas.
—Claro, ¿está todo bien? —preguntó, dejando la mochila sobre el sofá.
—Sí, yo..., lo estuve pensando...
—¿Y qué decidiste? —me puse nervioso al ver que toda su atención estaba puesta en mí.
—Que si quiero cambiar mi vida y comenzar de nuevo debo dejar de pensar tanto en todo. Yo quiero hacerlo, quiero intentarlo. Así que... qué diablos, hagámoslo. Me iré contigo.
—¿Estás seguro?
—Jamás estuve tan seguro de algo como ahora.
En ese momento vi una sonrisa amplia formarse en sus labios carnosos. Se acercó a mí, abrazándome por el cuello y yo respondí, rodeando su espalda con ambos brazos.
Esa noche hicimos el amor por primera vez; con la misma pasión desmedida y frenética que caracterizaba nuestros encuentros, pero con un sentimiento mucho más fuerte de por medio. Sus manos ásperas recorrieron mi cuerpo llevándose todos mis miedos con cada caricia. Disfrutamos hasta que el cansancio nos llevó a caer rendidos sobre mi sofá. Yo sabía que lo que me pasaba con Santiago todavía no era amor. Aún era demasiado pronto y no quería precipitarme y acabar arruinándolo todo otra vez. Santiago me gustaba, lo quería, estaba dispuesto a intentarlo con él, a abrir mi corazón y permitir que ese sentimiento me llenara el alma. Quería dejar que el destino hiciera lo suyo y que pasara lo que tuviera que pasar.
—Sé que dijiste que esto no significaba un compromiso —dije adormilado, apoyando la mejilla en su pecho desnudo—, pero... ¿Qué tal si quiero que lo sea?
—Eso lo decides tú —respondió, besándome la frente—. ¿Lo quieres?
—Te quiero a ti... —me mordí el labio para ocultar una sonrisa.
—Entonces haz la propuesta, vaquero.
—Por Dios, no me hagas esto... —dije ocultando mi rostro en su cuello—. Está bien. ¿Quieres intentar tener una relación con este idiota que no ha parado de meter la pata?
Él volvió a reír, sus labios acariciaron mi frente con otro beso sutil y cariñoso.
—Sí, quiero.
. . .
Regresar a su casa después de un mes y medio se sentía extraño. Supo que aquel ya no era su hogar cuando la angustia la abordó al atravesar la vieja puerta de madera lustrada. Su hijo mayor la esperaría afuera mientras ella recogía algo de ropa y otras cosas de valor sentimental que quería tener consigo.
Entró a la habitación, dejó el bolso sobre su cama y comenzó a revolver los cajones de la cómoda. Encontró unos cuantos álbumes de fotos apilados cuidadosamente sobre una esquina del cajón. Los fue abriendo de a uno y los recuerdos regresaron a su mente y le removieron el corazón.
Vio algunas fotos de sus hijos en su primer día de clases, con guardapolvos impecables y unas sonrisas brillantes. Los vio jugando en la piscina del jardín, con su primer mascota, las mágicas mañanas de navidad cuando los niños, entusiasmados, recibían los regalos que Papá Noel les había dejado en el árbol. Norma sabía que no todo había sido oscuro. Hubieron momentos hermosos que ella disfrutó a pleno, pero en el fondo siempre supo que su marido siempre pondría por delante lo que él creía que era correcto.
Guardó el álbum dentro del bolso y buscó el siguiente. Pasó los dedos por los relieves dorados de la tapa que había perdido el color blanco inmaculado por el paso del tiempo.
La primer foto que apareció al abrirlo fue una de ella vistiendo un traje blanco de satín charmeuse, con un delicado bordado de flores blancas de seda brillante. Se veía fresca, preciosa, joven. Echaba de menos esa felicidad que la envolvía en aquel entonces.
Pasó con lentitud las páginas y cada una tenía una foto del día de su boda.
Escuchó un ruido fuera de la habitación y, aún con el álbum entre las manos levantó la vista. La puerta se movió y la figura de Horacio se reveló entre las sombras. Estaba demacrado, lucía exhausto. Norma se alejó rápidamente y el hombre alzó las manos, parándose en la puerta.
—No voy a lastimarte, Norma. Supe que te habías ido y vine a buscar algunas cosas —señaló el álbum de fotos con una sonrisa amarga—. ¿Estás recordando los buenos tiempos?
—Tienes una orden de restricción, Horacio. No deberías estar aquí; pueden meterte preso por esto.
—No sabía que iba a encontrarte aquí. Esta también es mi casa hasta que el abogado la venda. Norma..., piensa muy bien lo que vas a hacer. Tú y yo éramos felices juntos, ¿por qué arruinarlo de esta manera?, sabes que estás yendo contra los planes de Dios. Yo te amo... Sé que cometí demasiados errores y que soy un monstruo para ti, pero te amo de verdad, y sabes que nunca te haría daño.
—Ya lo hiciste..., lo hiciste cuando intentaste abusar de mí esa noche, lo hiciste cuando casi matas a Lucas, lo hacías cada vez que los golpeabas una y otra vez. ¿Te atreves a nombrar a Dios después de arruinar a tu familia?
—Yo no arruiné nada. Fue él, siempre supe que ese niño me daría problemas, ¡mira lo que hizo! Yo no tuve la culpa, Norma, ¡él hizo que me volviera loco!
—¡Te recuerdo que estás hablando de tu hijo, Horacio! "Ese niño" como tú lo llamas, ¡es tu hijo! —Se llevó una mano a la boca cuando no pudo contener más el llanto. La rabia y la angustia se apoderaron de ella, quería golpearlo y salir corriendo de allí para no tener que verle nunca más la cara—. Intentaste matarlo, eres un monstruo, siempre lo fuiste...
—Ya veo que esos dos se encargaron de lavarte bien el cerebro. ¿Cuál de los dos fue? Que Cristofer no olvide a quién le debe su título.
—¡Se lo debe a su trabajo duro! Si ibas a echarle en cara lo que hacías por él, te hubieras guardado tu asqueroso dinero y él podría haberselas arreglado solo. No te permito que sigas hablando mal de ninguno de los dos, yo puedo pensar por mi cuenta, ¡no necesito que nadie me diga la clase de basura que eres!
Horacio negó, apretando los puños. Se abalanzó sobre el mueble, barriendo con sus brazos los adornos que habían encima. Norma se cubrió, retrocediendo. Su espalda se golpeó contra la pared y en ese momento supo que estaba acorralada.
—Tú y esos bastardos me deben la vida entera, si no fuera por mí ninguno de los tres serían nadie. Yo les pagué sus malditas carreras, a ti te di de comer durante años, viviste de mí y ahora te atreves a hacerte la independiente, ¡no sirves para nada, Norma!
—Tú jamás me dejaste trabajar, nunca me permitiste salir adelante por mí misma. Yo no soy una inutil y voy a seguir mi vida sin ti, no te necesito. Esto se acabó, Horacio, ¡déjame en paz o llamo a la policía de inmediato! ¡Cristofer está en la puerta esperándome!
En ese momento, el hombre dio un paso largo hasta ella y casi al mismo tiempo, Cristofer y Alex entraron a la habitación.
—No te atrevas a tocarla o te vuelvo a romper la cabeza.
Horacio se giró, miró a su hijo y al otro hombre con la furia haciendo temblar sus pupilas.
—Esto es un asunto entre tu madre y yo, no te creas demasiado hombre solo por ser mayor de edad, Cristofer. Sigo siendo tu padre.
—No me importa quien seas, no vas a lastimar a mamá otra vez. Vete.
—Cristofer... no hagas esto. Ustedes saben que lo que Lucas está haciendo no es correcto, lo saben mejor que nadie pero están completamente cegados. Abran los ojos y no se condenen con él.
—Lucas está intentando superar toda la mierda que tú le hiciste y está tratando de ser feliz. ¿Tú quién mierda eres para juzgar si lo que él hace está bien o está mal? Deberías haberte preocupado por ser un mejor padre en vez de resolver todo a golpes. No te funcionó el método, ¿sabes? Yo también soy gay, y no es algo que tú puedas cambiar.
Aquellas palabras fueron como pólvora sobre una llama. El hombre se abalanzó sobre Cristofer y ambos cayeron al suelo.
—¡Ambos son la misma porquería! —chillaba Horacio mientras trataba inútilmente de golpear a su hijo, ya que Alex consiguió inmovilizarlo de inmediato.
—Acabarás preso por esto—respondió Cristofer, limpiándose la sangre que corría por la comisura de sus labios—. Siempre estuviste enfermo, y querías arrastrarnos a nosotros también. Pero eso no va a suceder; tú no eres el dueño de nuestras vidas, papá.
—¡No me llames así! —gritó, pataleando — ¡Yo no tengo hijos!, ¡todos ustedes están muertos para mí!, ¿me escucharon? ¡Maldito el día en que te conocí, mujer!
La policía llegó más rápido de lo esperado. Después de tomarles la declaración, detuvieron a Horacio, quien seguía gritando cosas al aire, encolerizado. Norma terminó de guardar algunas de sus pertenencias, con las manos temblorosas y los ojos inundados de lágrimas. Se fueron de aquella casa unos momentos después, y aquel álbum de fotos quedó sobre la cómoda junto con todo su dolor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top