-¡Auron, Gorrino!- Llamó Fargan al llegar a las puertas de la casa tridente.

Alexby tambien le acompaño a ir, como siempre. Ambos notaron que sus carteles ya no estaban, así que imaginaron que Auron por fin se digno aunque sea a salir a quitarlos.

-¿De verdad crees que responda?-

-Lo hará.-

Pero, esperando una respuesta del dueño de aquella casa, por unos minutos, se dieron cuenta que quizás no conteste como pensaron.

-¿Nos vamos?-Rompió el silencio Alexby. -Tenemos que hacer trabajo de policia.-

De verdad deseaba que Fargan dejara de insistir tanto, sabia que este extrañaba al juez.

-¿Y si nos vamos y sale?-

-Dejemos un cartel.-

Fargan no contesto, simplemente miraba a la puerta de la casa de su amigo.

-Fargan, vamos, dejemos un cartel y volvamos a la comisaría.-

Al final el buho termino aceptando y volvio a poner un cartel. Al terminar de escribir, se retiro con Alexby.

Auron al escuchar aquellos pasos lo suficientemente lejos, abrió la puerta de su casa con cuidado y miró si de verdad ya no habia nadie.

Al notarlo, miró el cartel.

"Te extraño, Auron. ¿Cuando volveremos a explotar algo?"

No hacia falta ponerle una firma para saber quién lo escribió. Fargan aún no superaba perder a uno de sus amigos con los cuales se la pasaba liandosela a muchos, aún recordaba cuando llenaron el zoológico.

Quitó el cartel y luego volvio a entrar a casa, cerró la puerta detrás suyo. De verdad sentía que debia decirle a Fargan que lo dejara de lado. Pero sabia que aún asi no le haría caso.

"Que pesado eres, cerdo." Pensó para sí mismo y guardo aquel cartel junto a los demas, tampoco iba a desperdiciar madera, y no queria que los carteles dañaran su preciado jardin.

Pero trás salir de sus pensamientos, recordó algo, no tardaría en llegar Luzu.

Y ciertamente, pudo escuchar unos sonidos de cerdo. ¿Quién más llegaría en cerdo sino era Luzu? Nunca lo hacia, por lo que le sorprendió.

Fue a pasos lentos hacia su entrada y tomó asiento en donde siempre, con la espalda recostada a la puerta. Pero entonces se dió cuenta que no tenia su peluche de Luzu. Quizás si iba a buscarlo antes de que...

-Auroncito, ¿Cómo va el dia?- Aquella voz le hizo quedarse donde estaba.

-Bien...-

-Hace un rato... Vinieron Fargan y Alex.-

-Lo sé.-

-¿No planeas hablarles alguna vez?-

Auron se dió cuenta de algo. Y era de que estaba hablando normalmente sin el necesario uso del peluche.

-...No me siento listo.-

-Entiendo.-

-Hoy traje a Manolo, quería que lo saludaras, con lo que te gustan los animales... Pensé que así saldrias.-

-Ya me parecía raro que Manolo saliera de casa...-

-Pues todo ha ido tranquilo, incluso con la hermandad oscura.-

-Ya veo...-

-¿Algun dia saldrías para que te viera? No es que me moleste hablar con una puerta, pero extraño verte.-

-No lo sé.-

-Por cierto...-

-¿Sí?-

-Te... vine a traer algo tambien.-

-¿Algo?-

-Te acuerdas de... ¿Tú apariencia?-

Auron lo habia olvidado por un momento. La persona con la que estaba hablando, era quien siempre estuvo allí para el, pero le traicionó votando por Lolito. Además de ser quién le lanzo una maldición por venganza.

Habia pasado tanto tiempo que ya se habia acotumbrado a aquella apariencia, aunque era molesto el constante olor a miel. Pero uno se acostumbra.

-Sí. Lo recuerdo.-

-Vine con el antídoto. Puede que no te la regrese como antes, pero será suficiente como para quitarte la miel.-

Auron miró sus manos, miel. En eso se habia convertido gracias a lo que hizo. Pero no podía odiar a Luzu, el se sentía más traicionado y dolido.

Aunque... de cualquier manera el karma le llegó aparte de su apariencia.

-¿Me lo darás?-

-Siento que ya es tiempo de dartelo, necesitas mejorar.-

"Mejorar..." Se repitió Auron aquella palabra en su cabeza. ¿Cómo se supone que vaya a mejorar? Su niño, Frederick, no volvería. Mucho menos todos sus demás familiares, y ahora estaba solo. Viviendo su castigo. No podia mejorar. No se lo merecía.

-¿Auron?- llamó Luzu al no recibir una respuesta.

-No lo merezco, Luzu.-

-Pero qué dices...-

-Estoy recibiendo lo que merezco. Mi castigo. No puedo... simplemente mejorar.-

-Sí puedes.-

-Luzu, no entiendes... Yo... le dañe la vida a muchos, me odian. Y...-

-Ya no es así. Tranquilo.-

-Sus vidas estan arruinadas por mí.-

-Pero van mejorando poco a poco, van sanando. Y tú, tambien deberías sanar.-

-Pero...-

-Auron, abre la puerta.-

-¿Por-- Fue interrumpido.

-Abrela, por favor.-

Auron dudó. Pero al final accedió. La abrió lentamente, con cuidado. No se sentía listo para salir ni verle.

Pero antes de poder verle o hablar, Luzu lo abrazó. Auron mantenia su rostro en su pecho, no levantaba la mirada.

-No puedo simplemente oirte con la voz poco a poco quebrandose más y no hacer más nada que ver una puerta.-

-No es-- Volvió a ser interrumpido.

-Por favor, solo, déjame ser de ayuda para tí, Auroncito. Por favor, no te sientas mal, no otra vez. No te encierres. Estoy aquí.-

Aquella palabras, aquel abrazo tan cálido.

Le hicieron dejarse llevar y comenzar a llorar, aferrandose al cuerpo contrario. Sentía que si lo soltaba se iría lejos, como todos.

Luzu solo le abrazaba y con su mano derecha le acariciaba la cabeza buscaba que se calmara. Podia oler perfectamente aquella miel.

Ambos se quedaron allí por un tiempo.

Luego se separaron y Luzu tomo sus manos y le dejo en estas la botella con el antídoto.

-Tiratelo encima, encierrate en una habitación, y unas horas despues, recuperarás tu apariencia.-Explicó Luzu.

-...Entiendo.-

-Auron.- Luzu puso sus manos en cada mejilla del contrario, y limpió sus lagrimas con sus pulgares. -Mañana te veo, ¿Vale?-

-Sí...-

Luzu sonrió y se alejo, antes de poder agarrar la soga de Manolo, este fue donde Auron a saludarle. Este saludó de vuelta al cerdo mientras le acariciaba.

Auron sonreía con cierta nostalgia mientras veia a Manolo. Sí que extrañaba a sus niños.

-Vamos, Manolo.- Dijo Luzu.

El cerdo respondió al llamado y fue con su dueño. Luzu se despidió con su mano de Auron y luego se fue.

Auron volvió a su hogar con el antídoto en mano.

Hoy volvería a recuperar su apariencia, al parecer.