Jeongin iba llegando a su apartamento luego de salir de la universidad; al salir del ascensor notó que había alguien parado frente a su puerta, y que ese alguien no era nada más ni nada menos que Chan.

Las manos le comenzaron a sudar debido a los nervios mientras se acercaba.

—Hola, Innie —saludó el mayor una vez lo vio.

—Hola, hyung —respondió cabizbajo.

—Necesitamos hablar.

El menor asintió y ambos entraron a su pequeño hogar.

Cuando entraron, ambos tomaron asiento en el sofá más grande.

—¿Por qué no has querido hablar conmigo? —Chan siempre intenta aparentar ser fuerte y frío, pero en ese momento su voz sonaba triste.

—Lo siento, soy un tonto. Mi plan no era confesarte lo que sentía y luego dejarte de hablar, es solo que no pensaba que tú me correspondieras, eso me hizo sentir confundido.

Yang en serio se sentía mal por su hyung, nunca quiso herirlo.

—Tranquilo —Chan tomó una de las manos del menor—. Sé cómo te puedo perdonar.

—¿Cómo?

—Ten una cita conmigo —propuso el mayor con esa bonita sonrisa, y por supuesto que Jeongin no se podía resistir a eso.

—Está bien —contestó tímido.

—¡Genial! ¿Te parece el viernes por la tarde? —el menor asintió—. ¿Está bien a las cinco?

—Claro.

—¡Gracias, In! —y luego de eso, casi por impulso, Chan besó la mejilla del castaño para después salir corriendo del departamento debido a la emoción.

Jeongin llevó su mano a su mejilla y acarició suavemente la zona besada. Sabía que justo ahora parecía un tomate por lo rojo que estaba.