Jeongin creyó haber oído mal.

—¿Pe-perdón? —preguntó confundido.

—Tú también me gustas, Innie —respondió el mayor con una de esas sonrisas tan lindas y coquetas—. Y me dieron ganas de besarte, pero no lo haré a menos que tú me dejes.

—Y-yo...

—¡Jeongin! Aquí estás, te he estado buscando —la irritante voz de Jisung se escuchó detrás de él—. ¿Qué haces con Chan? ¿Y qué es eso? ¿Chocolates y una carta?

El más bajito intentó quitarle las cosas a Chan, pero este fue más rápido y se alejó de él.

—Sí, Jeongin trajo esto para mí.

—¿Y por qué a mí no me das nada?

—Me tengo que ir, no estoy para oír tus estupideces, Jisung —dijo evitando la pregunta—. No-nos vemos luego, Chan hyung.

Y sin más que decir el joven muchacho se aleja de sus vecinos.

—No te regala cosas porque a ti no te quiere —Chan entró a su casa sin permitir que Han le llegue a responder algo.

—Idiota.