— Y-yo... yo estaba pensando en si... — mordió su labio inferior, sin saber cómo continuar.

— ¿Acaso tú piensas? Pensé que la servidumbre solo se dedicaba a su trabajo y no a pensar o idealizar. — se burló la señora, siendo seguida por las risas de sus mellizas, quienes no habían querido retirarse cuando TaeHyung pidió hablar un momento con su madre.

El doncel se sintió un poco más avergonzado que de costumbre, pero eso no impidió que desistiera de su idea un tanto descabellada.

— Si no tienes nada más qué decir, te puedes retirar, creo que tienes más trabajo que hacer y lo único que estás haciendo al estar de pie aquí es retrasarte.

— N-no, señora... Yo necesito pedirle permiso. — dijo con un poco más de valentía, que no sabía de donde había sacado.

La mujer frunció su ceño, prestándole más atención al doncel que tenía por sirviente. — ¿Permiso para qué? Tú bien sabes que no tienes ningún derecho, eres parte de la servidumbre y la servidumbre no tiene voz ni voto en esta casa.

Y la vergüenza se convirtió en tristeza, pues aunque se había acostumbrado a escuchar todo tipo de insultos, burlas e incluso a ser humillado, nada se podría haber comparado a ser tratado como un objeto.

— Q-quiero ir al baile que se hará en honor al p-principe. — trató de no sollozar al momento de hablar, aunque sus ojos ya se encontraran cristalizados por las lágrimas y amenazando con dejarlas caer por sus mejillas.

La señora Shin miró a sus mellizas y luego al sirviente, comenzando a reír cuando terminó con la inspección rápida que le dio de pies a cabeza al doncel.

Taehyung trató de mantenerse firme, a pesar de que ya se encontraba totalmente humillado y con ganas de huir de ese salón.

— ¿Tú? ¿Tú quieres ir al baile de celebración? — el doncel sabía que esa no era una pregunta, sino una burla más hacia su persona.

— ¡Serías la burla de nuestra familia! — dijo entre risas una de las mellizas.

—  Solo podrás ir como parte de la servidumbre, porque como parte de nuestra familia jamás lo harás. — dijo la otra melliza.

Taehyung no quería ser la burla de nadie, pero tenía que aguantarlo si es que deseaba recibir una respuesta afirmativa de la señora, por lo que se mantuvo callado y de pie delante de las mujeres.

— Muy bien. — habló finalmente la señora Shin, importándole muy poco que sus hijas siguieran riéndose de su sirviente. — escúchame bien, TaeHyung, que esto solo te lo voy a repetir una sola vez y lo haré de la manera más amable, porque bien sabes que en vez de tratar con gente como tú prefiero enseñarles modales, pero ya que eres un buen sirviente, lo haré.

Taehyung no levantó la mirada, pues sabía que a la señora no le gustaba mirarlo de frente, solía decir que era porque el color de sus ojos era repugnante. Él no se lo creyó completamente, pues muchas de las personas con las que hablaba al ir al mercado le decían todo lo contrario.

— Mírame. — le ordenó la mujer, sorprendiendo al doncel, quien algo temeroso levantó la mirada, encontrándose de inmediato con unos ojos que solo transmitían frialdad y maldad. — Me das asco, TaeHyung, a mis hijas también y ten por seguro que le darás asco a toda esa gente de clase. A nadie le gusta los analfabetos como tú y mucho menos le agrada socializar con la servidumbre, así que ni creas que te dejaré ir a ese baile para que nos dejes en ridículo. Ya queda muy poco, así que dentro del mes y medio que resta te pondrás a trabajar con más empeño.

Para ese momento el pelirubio ya se encontraba llorando en silencio, importándole muy poco verse frágil ante los ojos de las mellizas y de la señora.

— Ahora lárgate, que tienes mucho que hacer.

El doncel dio media vuelta poco después de hacer una reverencia y salió del salón principal, cerrando la puerta detrás suyo y volviendo a la cocina a seguir con su trabajo. Por más que lo intentó lo único que logró fue ser humillado aun más de lo que ya lo era y sobre todo, verse totalmente débil delante de las personas que más daño le hacían.

Los abrazos de HoSeok eran los mejores o eso es lo que pensaba TaeHyung, pues nunca, hasta ese momento, había recibido alguno que no fuera de SeolHyun.

— Estás más callado que de costumbre. — susurró el príncipe, acariciando la espalda del doncel, quien para ese momento ya se había apoyado en su pecho y buscaba algo de protección entre sus brazos. — ¿Ocurrió algo en esa casa? — a HoSeok no le gustaba hablar mucho de las personas para las que trabajaba TaeHyung, pues sabía que estas no eran del todo amables con el doncel.

Taehyung negó con la cabeza, despeinándose en el proceso, pues estaba muy apegado al pecho del príncipe.

— ¿Entonces qué sucede, cariño? — nuevamente el apodo cariñoso, que utilizaba HoSeok para tratar de conseguir lo que quería. A TaeHyung le gustaba escucharlo, pero en ese momento se sentía muy desanimado como para responder o siquiera, darle un beso al príncipe.

Hoseok se alejó un poco, tratando de buscar la mirada del doncel, quien se negaba a darle la cara al pelinegro. De inmediato supo que algo andaba mal.

— Cariño, te gustaría contarme cómo fue que llegaste a esa casa. — trató de ser muy delicado al tocar ese tema, pues nunca lo había hablado con TaeHyung y no sabía cómo iba a reaccionar.

El doncel negó nuevamente, alejándose de los brazos del príncipe para por fin encararlo. Hoseok se dio con la sorpresa de que TaeHyung estaba llorando, quiso preguntar el porqué, pero el doncel se apresuró a besarlo.

Los besos a veces eran un buen antídoto para la tristeza, pero ahora, HoSeok solo los veía como una evasión.

— Prometo contarte todo, Hobi, pero ten un poco de paciencia. — susurró el doncel una vez que se separó de los labios del contrario, sonriendo al final para volver a besarlo.

Habia muchas cosas que HoSeok no comprendía sobre la vida de TaeHyung y no sabía cómo o por dónde empezar para conocer cada detalle del doncel que tanto amaba. Quería ayudarlo, realmente quería hacerlo, pero si no sabía nada más que ciertos aspectos de su vida no podía hacerlo.

Otro capítulo de regalo.♥

A partir de ahora empieza la cuenta regresiva, bebés. Disfruten.