➳ Trigésimo quinto capítulo
HoSeok no dejaba de ver la puerta principal del salón, esperando ver entrar en cualquier momento al único doncel que le interesaba. El baile en su honor había iniciado hace una hora y aunque en los primeros instantes el príncipe había estado alegre, recibiendo a cada una de las doncellas y donceles del reino y de otros, para este momento lo único que sentía preocupación y mucho temor de que le haya sucedido algo a TaeHyung.
- Su majestad. - lo saludó DaeHyun, la princesa y primogénita del reino vecino. Hoseok la conocía muy bien, pues en muchas ocasiones la princesa los había visitado en compañía de sus padres, quienes tenían un contrato de paz con su reino. - muchas felicidades, príncipe, espero que la vida le sonría y le permita seguir cumpliendo aun más años. - DaHyun era una princesa muy educada y respetuosa, por lo que HoSeok no pudo serle indiferente y haciendo una venia le agradeció por su saludo.
Posteriormente ingresó otro grupo de doncellas y donceles, a los cuales no conocía y mucho menos, quería conocer, por lo que trató de ser amable al devolverles el saludo y agradecerles por su presencia. Hoseok parecía no notarlo, pero su expresión facial decía mucho sobre su estado anímico, el cual no era el mejor, pues se sentía sumamente aburrido y preocupado.
- Muchas felicidades, su majestad. - la voz chillona de dos chicas lo sacaron de su trance. Las jovencitas no eran idénticas, pero definitivamente tenían un leve parecido, por lo que HoSeok no dudó al pensar que eran mellizas. - Esperamos que esta noche sea muy alegre para usted. - hablaron al unísono.
Hoseok sonrió algo incómodo e hizo una reverencia, agradeciendo nuevamente por la presencia de aquellas jovencitas que no conocía. Detrás de ellas llegó otra chica, que al parecer no tenía ni el más mínimo interés de estar ahí, pues solo lo saludó y sin esperar nada a cambio se retiró. Hoseok lo agradeció, pues estaba cansado de tener que abrir la boca cada diez segundos para saludar a gente que nunca en su vida había visto, hasta ese momento.
Poco después de que todas las doncellas y donceles terminaron de ingresar al salón principal, la puerta principal se cerró y toda esperanza que HoSeok albergaba de ver a Taehyung llegar a su fiesta desapareció.
La reina mantuvo su mirada encima del príncipe en todo momento, pues estaba dispuesta a averiguar quién era el pobre diablo que había robado el corazón de su hijo. Estaba dispuesta a encontrarlo y darle una buena cantidad de dinero con tal de que desaparezca de su camino. Sin embargo, cada vez que veía al príncipe, lo único que podía notar en su rostro era decepción y algo parecido a enojo.
- Deberíamos pedirle al príncipe que baile con todas las doncellas y donceles presentes, su majestad. - le recomendó al rey, al ver que su hijo no se acercaba a ningún doncel que se encontraba en aquel salón.
El rey miró a su mujer y sonriéndole, asintió, colocándose de pie para dar su anuncio. Todos los presentes dejaron de hablar apenas vieron que el rey se colocó de pie y le prestaron la atención debida.
- Les agradezco a todos los presentes por esta noche y le pediré al príncipe HoSeok que se presente en el centro del salón para que así escoja a la primera doncella o al primer doncel con el que quiere bailar. - el rey se encontraba muy feliz al dar su anuncio, incluso comenzó a buscar a su hijo con la mirada. Sin embargo no lo encontró. - Príncipe HoSeok, por favor preséntese en el centro del salón. - y todos los presentes comenzaron a buscar al príncipe, iniciando así habladurías.
La reina abrió sus ojos en par, sorprendida por lo rápido que podía desaparecer su hijo. Maldijo por lo bajo y haciendo una seña con su mano, llamó a su doncella de confianza. JiEun se apresuró a llegar donde se encontraba su reina.
- ¿Dónde se encuentra ese engendro? Solo lo perdí de vista unos segundos. - dijo entre dientes, fingiendo que todo estaba bien, cuando en realidad era lo contrario.
- No lo sé, mi reina, pero mandaré a buscarlo. - se apresuró a decir la doncella, alejándose de su reina para ir en busca de los guardias.
Mientras todo un alboroto se armaba en el salón principal del palacio un joven de cabellos azabaches subía en su caballo para ir en búsqueda de su amado.
Hoseok había aprovechado la distracción de sus padres, de algunos guardias y sobre todo, la gran cantidad de personas que había en ese salón para huir. No pensaba quedarse ni un minuto más y fingir que todo estaba bien cuando no era así.
Salió lo más rápido que pudo del palacio y del pueblo, siguiendo el camino que tanto conocía por todas las veces que lo había tomado para llegar a su destino.
Ni siquiera esperó a que Poseidón se detuviera por completo para bajar de este y salir corriendo hacia el riachuelo. Quería convencerse de que TaeHyung estaría ahí, esperándolo como todas las mañanas, como debió de ser esa mañana, pero al llegar solo se encontró con el resplandor de la luna en las aguas del riachuelo. Maldijo por lo bajo y golpeó el árbol más cercano, tratando de descargar su molestia en ese simple acto.
- Maldita sea, maldita sea. - maldijo una y otra vez a medida que lanzaba golpes certeros en el pobre árbol, importándole muy poco estar lastimándose o ensuciándose.
- ¿Hoseok? - y ese simple susurro lo detuvo. El mencionado dio media vuelta, encontrándose a TaeHyung con un ramo de flores en su mano derecha y una lámpara en la izquierda. - P-pero... ¿Qué haces aquí? - preguntó más que sorprendido, dejando en el suelo la lámpara.
El príncipe no tardó mucho en correr hacia el doncel y abrazarlo, comenzando a llorar al estar en los brazos del pelirubio.
- D-deberías estar en el baile. - Susurró TaeHyung, comenzando a acariciar la espalda de HoSeok con su mano libre.
- N-no... mi lugar está a tu lado, aquí es donde debería estar. - y sin esperar mucho se abalanzó a los labios del pelirubio, quien lo recibió gustoso.
Hoseok sujetó con algo de fuerza la cintura de Taehyung, temiendo que este desapareciera en cualquier momento. Realmente había sentido mucho temor al no ver al doncel llegar, había llegado a pensar lo peor y esa fue la razón por la cual salió huyendo de aquella fiesta, y no se arrepentía para nada.
Los labios del príncipe temblaban, mientras que los de TaeHyung trataban de tranquilizarlo. Al separarse el doncel le sonrió y acarició, con su mano izquierda, la mejilla de HoSeok.
- ¿Qué sucede, HoSeok? ¿Todo está bien?
El príncipe negó. - pensé que te había sucedido algo, que te había perdido. - no dudó en decir, repartiendo besos por todo el rostro del pelirubio.
- N-no me d-dieron el permiso... - contestó apenas, pues no podía hablar muy bien de todos los besos que HoSeok le daba.
El príncipe se detuvo abruptamente y alejándose miró al doncel a los ojos. - ¿Qué? ¿Cómo es eso de que no te dieron el permiso? ¿Acaso tienes que pedir permiso para salir o ir a un lugar? - el temor pasó a ser rencor, rencor dirigido hacia las personas que se creían los dueños de la persona que más amaba.
TaeHyung no quería decir por todo lo que pasaba al estar en esa casa y mucho menos, contarle a HoSeok que era tratado como un objeto y no una persona, por lo que sin dudarlo tomó posesión de los labios del pelinegro, dejando caer las flores en el proceso y entregándose por completo a la voluntad del príncipe, quien no dudó en corresponder.
Me voy lentamente de aquí, bebés.
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