➳ Trigésimo octavo capítulo

— ¿Cómo lo tomó?

— La idea le desagradó por completo, mi reina. — contestó, totalmente ofuscado y cansado de ese tema. — Él me dijo que había pasado la noche con el dueño de su corazón, que esa era la razón por la que huyó de la fiesta... ¿No cree que deberíamos darle una opor-

— Claro que no, su majestad. Debemos ser disciplinados con él y evitar darle el gusto cada que el príncipe lo desee. — la reina se mantuvo firme, pues sabía que si ella cedía tan solo un poco o se mostraba dudosa, su esposo también lo haría y entonces el "mocoso" saldría ganando. — El príncipe debe aprender de disciplina y de responsabilidad.

El rey asintió, aunque no se encontrara muy cómodo haciendo el papel del villano y obligando a su hijo a casarse, cuando este claramente ya tenía a alguien en sus pensamientos.

— No quiero sonar entrometida, su majestad, pero... ¿Ya envío la carta al reino de los Kim? — trató de cambiar de tema, pues bien sabía que si el rey seguía sumergido en sus pensamientos podría cambiar de opinión y arruinar sus planes.

El rey asintió. — esperaremos por la respuesta y apenas la tengamos, comenzaremos con los preparativos.

La reina sonrió, colocándose de pie y haciendo una reverencia antes de retirarse. El rey la vio alejarse y tan pronto como las puertas se cerraron procedió a tomar una hoja en blanco y comenzar a redactar la carta que sería mandada al reino vecino. Por más que su esposa estuviera de acuerdo en casar a su hijo, el rey aún tenía sus dudas y solo esperaba, mientras redactaba la carta, que estuviera tomando la decisión correcta.

— Joven príncipe, tiene que comer. Solo han pasado tres días desde que empezó su castigo y lo único que ha hecho hasta el momento es probar solo unas cuantas cucharadas de su desayuno y de su almuerzo. — por más que JiHong haya tratado de animar a HoSeok, este permanecía con la misma actitud del primer día que inició su castigo.

— Ya te dije que no tengo hambre. — contestó con las mismas palabras que iba utilizando desde hace tres días.

— No crea que por negarse a comer sus padres le levantarán el castigo. — JiHong se dejó caer en la cama, desistiendo de su ardua tarea de alimentar al príncipe o al menos, tratar de hacerlo.

Hoseok ignoró olímpicamente a su consejero y dejó que otra bandeja llena de comida sea retirada de su habitación. Sabía que no iba a ganar nada negándose a comer, pero también sabía que si llegaba a preocupar a sus padres, esto tratarían de aminorar el castigo o tal vez le permitirían salir como antes.

Taehyung miró a todos lados, con la esperanza de que HoSeok sí apareciera esa mañana y le explicara la razón por la que faltó a sus encuentros en esos últimos días. Habían transcurrido cinco días desde aquella noche y aunque TaeHyung creyó que todo seguiría igual entre HoSeok y él, al parecer la realidad era otra.

Un suspiro salió de sus labios y colocándose de pie se marchó del lugar. Mientras caminaba de regreso a su casa pensaba en todas las posibles causas por las que HoSeok ya no se presentaba en sus encuentros y la más razonable era que posiblemente el príncipe contrajo algún resfriado aquella noche y solo se encontraba enfermo.

— Sí, posiblemente sea solo eso. — trató de convencerse, mientras terminaba de secar los platos y cubiertos de aquel día. — Tal vez mañana sí se presente. — susurró, dejando el último plato en su lugar y dirigiéndose al pequeño cuarto que se encontraba dentro de la cocina y el cual consideraba una habitación, aunque en realidad solo se tratara de un armario en donde deberían ir almacenados las verduras y alimentos de la familia, pero que no usaban como tal, pues la señora aseguraba que ese lugar solo estaba lleno de ratones y demás bichos, algo que no era totalmente falso.

Cuando el sol se asomó esa mañana, TaeHyung corrió hacia el riachuelo, con la pequeña esperanza de que esa mañana sí se encontraría con HoSeok. Sin embargo, al llegar se encontró totalmente solo y por más que esperó por él, el príncipe jamás llegó.

Esa mañana, TaeHyung tuvo que regresar nuevamente a casa con los ánimos hasta por los suelos y fingir que todo estaba bien mientras preparaba el desayuno de la familia Shin y lo servía.

— Ha pasado varios días y aún se anda cuchicheando la falta de respeto del príncipe. — habló Samantha, mientras tomaba uno de los panes del centro de la mesa.

— Y debería seguir así. — secundó SunMi. — Huir de su fiesta y dejar a todos sus invitados fue muy maleducado de su parte, ¿Cierto madre?

La señora Shin asintió, aunque le importara muy poco ese asunto, pues el baile ya había pasado, al igual que su oportunidad de conseguirles pretendientes bien posicionados a sus hijas.

TaeHyung ignoraba la conversación de las mellizas, quienes eran las más indignadas con la "falta de respeto" del príncipe, mientras intentaba servir más té a las tazas de las niñas. Lo único en lo que no quería pensar el doncel era en HoSeok. Sin embargo y para su desafortunada suerte, aquella mañana las mellizas no dejaron de hablar mal del príncipe y de algunas doncellas del reino, que a su parecer, llevaban vestidos horrendos.

¿Quién más cree que el rey es un tonto? ¿Quién quiere darle una paliza a la reina? Y finalmente, ¿Quién cree que la reina recibirá su merecido al final?

Nos vemos mañana, bebés. Espero que les haya gustado estos dos últimos capítulos. ♥

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