➳ Trigésimo noveno capítulo
— Cuál es la razón de su llamado, mi reina. — se mantuvo arrodillado y con la cabeza baja, mientras esperaba por la respuesta de la reina, quien miraba con una sonrisa en su rostro al consejero.
— Sé que lleva mucho tiempo cuidando al príncipe HoSeok. — comenzó, obteniendo la atención del hombre. — También sé que el joven príncipe es como un hijo para usted y que le confía cada uno de sus secretos.
JiHong asintió, tratando de verse respetuoso en todo momento.
— Por lo que estoy segura de que sabe la razón por la que el príncipe HoSeok se niega a casarse con la princesa DaHyun. — la mujer se colocó de pie y encaminó hacia el consejero, ayudándolo a colocarse de pie. — Dígame, consejero Kang, ¿Qué está dispuesto a hacer con tal de mantener su trabajo?
El consejero frunció su ceño, algo confundido con la situación y sobre todo, con la actitud de la reina. La mujer era muy conocida por siempre mantenerse al margen y evitar mezclarse con la servidumbre, por lo que su actuar tan servicial, con él, era muy extraño.
— No la entiendo, mi reina. — dijo con sinceridad.
La reina sonrió. — El príncipe no ha estado comiendo muy bien en estas dos últimas semanas y sé que usted es el encargado de asegurarse de su buena alimentación. Sin embargo, parece que hace mal su trabajado.
— No es así, mi reina. — rápidamente contestó, esperando no ser castigado por no cumplir bien su trabajo. — el príncipe HoSeok ha estado indispuesto en estos últimos días y por más que le he insistido en que siga sus actividades con normalidad, se niega.
— ¿Y eso a qué se debe? — la sonrisa desapareció del rostro de la mujer, para darle paso a una seriedad, completamente conocida para todos los sirvientes del palacio.
— No lo sé, mi reina. — sonó muy firme, aunque estuviera mintiendo descaradamente. JiHong sabía que no podía revelar el secreto de su príncipe, pues eso solo significaría traición y él, definitivamente, no era un traidor y mucho menos, un soplón.
La reina frunció su ceño, inconforme con la mentira del consejero, pues ella mejor que nadie, sabía que este le estaba mintiendo y todo con tal de proteger al príncipe HoSeok.
— La lealtad es una de sus virtudes, ¿No es así, consejero Kang?
JiHong asintió, sintiéndose nervioso ante el interrogatorio de su reina, pues muy en el fondo sabía que la mujer ya lo había descubierto.
— Eso es bueno en un consejero.— continuó, mientras se encargaba de hacerle una intensa inspección al hombre. — ¿Usted sabe la muerte que le depara a un traidor? — El consejero negó, tratando de mantenerse sereno. — Los traidores son decapitados, consejero Kang, suponía que usted ya lo sabía, pues lleva bastante tiempo en este trabajo, pero al parecer todavía no sabe de lo que es capaz de hacer la realeza al encontrarse con esas inmundas ratas.
— ¿Por qué me está diciendo todo eso, mi reina? — preguntó en un intento de hacerse el valiente.
La reina sonrió, feliz de haber escuchado por fin la pregunta que estaba esperando. — JiEun, ven por favor. — llamó a su doncella, quien entre sus manos traía un joyero, que cualquiera podía reconocer como propiedad de la reina. — ¿Usted sabe lo que es esto, consejero Kang?
— Sí, mi reina. — contestó mientras veía a la doncella con el joyero en manos.
— Eso es bueno, consejero Kang, porque si alguna de las joyas que se encuentran dentro desaparece puede ser muy trágico, no solo para mí, también para todo el palacio. — el hombre tragó grueso, sin entender muy bien las intenciones de la reina. — usted no imagina toda la sangre que correría si es que mis joyas desaparecieran y sobre todo, no imagina los castigos que le impodría al ladrón.
— Sigo sin entender mi reina. — dijo está vez con mucho más temor de las palabras de su reina.
— Lo que trato de decirle, consejero Kang, es que si usted no me dice ahora mismo lo que ocurre con el príncipe HoSeok, yo haré que lo inculpen de robar mis joyas. — la reina estaba hablando muy enserio, pues en su rostro no había ni una pizca de humor. — Ahora dígame la identidad del doncel por el cual el príncipe HoSeok salía todas las mañanas del reino y tenga por seguro que no aceptaré una negación por respuesta.
JiHong se quedó sin palabras, pues definitivamente esto no es lo que esperó al ser llamado por la reina.
— ¡Hable ya o mandaré estas joyas a su habitación!
El hombre trató de morderse la lengua, de quedarse callado y mantener la lealtad hacia su príncipe, pero la determinación de la reina lo asustaba, igual o más que los castigos que podrían senteciarlo a una muerte segura, pues bien sabía que ni diciendo la verdad podría salvarse de la sentencia de la reina.
— N-no lo sé, mi reina. — mintió nuevamente, con la esperanza de que la mujer desistiera.
— Le daré una última oportunidad, consejero Kang, así que piense muy bien lo que dirá.
El hombre trató de mantenerse firme en su decisión de no revelar la identidad del doncel al que cortejaba su príncipe. Sin embargo, solo tenía una oportunidad para salvarse.
— Es un sirviente, mi reina. — susurró, soltando algunas lágrimas por la traición que estaba cometiendo. — El doncel que el príncipe HoSeok corteja es un sirviente.
La respuesta no solo sorprendió a la reina, también a su doncella, quien estaba esperando la peor reacción de parte de su esta. Sin embargo, no hubo gritos, insultos o maldiciones, solo un leve "retírese consejero Kang".
— Doncella JiEun. — susurró la reina, poco después de que el consejero Kang cerrara las puertas de su habitación. La doncella se apresuró en acudir al llamado de su reina. — Asegúrese de que la habitación del joven príncipe sea custodiada por el doble de guardias y de que el rey haya mandado esa carta hacia el otro reino. — la doncella asintió, dejando el joyero en la mesa que se encontraba en la habitación de su reina, y posteriormente saliendo de la alcoba. — No permitiré que la historia se repita, mocoso, menos contigo.
A partir del siguiente capítulo empezará una nueva fase (por así decirlo) en la historia y ya sabrán el porqué.
No diré nada sobre la traición de JiHong :( sin embargo... ¡La reina ya sabe el secreto de HoSeok!
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