➳ Quincuagésimo quinto capítulo
SeokJin aún no salía del asombro, mientras su esposo solo se centraba en maldecir a todos los desgraciados que estuvieron implicados en la desaparición de su hijo, pues poco después de que Taehyung terminó de narrar todo lo que vivió en la casa de la familia Shin y el vago recuerdo de cómo llegó a esta, NamJoon no dudó en pensar que todo fue meticulosamente planeado.
— ¿N-no nos recuerdas en absoluto? — se atrevió a preguntar SeokJin, sus ojos cristalizados por las lágrimas y su voz un poco ahogada de tanto llorar.
Taehyung quiso asentir, pues desde que entró a la panadería, aquellas personas se habían comportado muy bien con él, incluso le habían preparado té y leche para su bebé. Sin embargo, no podía mentir o asegurar que los recordaba vagamente, cuando su mente se empeñaba en hacerle saber que esa era la primera vez que los veía.
— Lo siento... — susurró el pelirubio, negando con la cabeza. SeokJin soltó un quejido y más lágrimas se deslizaron por sus mejillas.
NamJoon consoló a su esposo, quien comenzó a llorar apenas TaeHyung había empezado a narrar su niñez en la casa de la familia Shin.
— T-tienes que hacer un esfuerzo, TaeHyung. — rogó NamJoon, quien hasta el momento había evitado llorar, pues sabía que debía mantenerse fuerte para su esposo.
Taehyung mordió su labio inferior y bajó la mirada, encontrándose con su bebé ya dormido. Les agradecía mucho que hayan cuidado a su bebé, pero cuando aquellos desconocidos se empecinaban en decir que en realidad él era su hijo solo pensaba en que estaban confundidos o locos.
— Lo lamento mucho... — volvió a disculparse el pelirubio. — pero yo no los recuerdo y si así lo fuera, los odiaría, porque mis padres son los culpables de todo lo que mi hijo y yo tuvimos que pasar en esa casa. — aunque el doncel no quisiera relamente decir eso, se vio en la obligación de hacerlo, pues lo que menos quería era ilusionar a aquella pareja con la idea de que por fin habían encontrado a su hijo perdido, cuando lo más probable es que él no fuera su tan preciado bebé.
SeokJin se escondió en el pecho de su esposo al escuchar a su hijo, arrepintiéndose al instante, y como lo hizo muchas veces a lo largo de los años, de haber entregado a su pequeño tesoro. NamJoon lo siguió consolando, comenzando a acariciar su espalda lentamente.
— Esa es una larga historia, TaeHyung. — susurró Nam. — nosotros te lo vamos a explicar todo, pero quédate. JiMin necesita de cuidados especiales, aún es muy pequeño para aguantar el frío de la calle y estoy seguro que tú tampoco quieres dormir en la intemperie.
Taehyung miró a su pequeño, estaba durmiendo tranquilamente en sus brazos, pero solo porque se encontraba entre muchas cobijas y con el estómago lleno, algo que no podría ofrecerle si es que se iba de esa panadería. Aunque no quisiera admitirlo, aquel hombre tenía razón, por lo que algo dudoso, asintió, siendo abrazado de inmediato por el doncel mayor.
— Aquí puedes dejar a JiMin, esta ha sido su cuna en estos últimos días. — susurró Seokjin, señalando la canastilla de mimbre que le había pertenecido a TaeHyung cuando era un recién nacido.
El pelirubio no dejaba de mirar a todos lados con desconfianza, pues a pesar de que le ofrecieron techo y comida, aún dudaba de las verdaderas intenciones de aquella pareja que decía ser sus padres.
— No te vamos a hacer daño, TaeHyung. — volvió a hablar el pelicastaño, sonriéndole a su hijo con el único objetivo de hacerle entrar en confianza.
Finalmente el doncel pelirubio se acercó lentamente hacia la canastilla de mimbre, que se ubicaba encima de la mesa de aquel pequeño comedor, y colocó a JiMin lentamente dentro de este, sintiendo a su bebé removerse al ser alejado de sus brazos.
— Shh~ aquí estoy mi amor... — susurró TaeHyung, tranquilizando al pequeño, quien ante el arrullo siguió durmiendo y permaneció quieto dentro de la canastilla. El pelirubio sonrió con orgullo por haber logrado tranquilizar a su hijo y pasó a mirar al pelicastaño, quien tenía la misma mirada que él le entregaba a su hijo. — Y-yo... Muchas gracias por todo. — dijo poco después de formular bien sus ideas. — Sé que debió ser difícil de cuidar de un bebé recién nacido en estas condi-
— No tienes que agradecer, Taehyung. — se apresuró a hablar SeokJin. — JiMin es nuestro nieto y tanto Nam como yo estuvimos felices al tenerlo en nuestros brazos y lejos de esa carreta llena de sacos de harina. Ni siquiera sé cómo rayos JongIn no se percató del bebé en todo el trayecto.
Taehyung frunció su ceño. — ¿Carreta llena de sacos de harina? ¿A qué se refiere?
— Encontramos a JiMin en la carreta del comerciante que se encarga de traernos los sacos de harina. — aclaró el pelicastaño, viendo como TaeHyung dirigía su mirada hacia el pequeño JiMin. Solo entonces la curiosidad despertó en él. — Sé que no me conoces y no quieres reconocer que soy tu madre, pero no nos has contado cómo es que JiMin terminó en esa carreta y lejos de ti... Además, ¿Dónde está el padre de tu bebé?
Taehyung mordió su labio inferior al escuchar la pregunta y devolviendo su mirada hacia SeokJin, le sonrió. — ¿Puedo darme una ducha? E-estoy muy cansado y q-quisiera que me brindaran otras prendas... por favor. — rogó. SeokJin dándose cuenta al instante que no imploraba por un cambio de ropa o una ducha, sino por un cambio de tema. Al parecer no obtendría las respuestas que quería aquel día, así que sonriendo, guió a TaeHyung hacia el baño de la casa.
Una vez que estuvieron dentro, SeokJin se encargó de llenar la bañera con agua tibia, TaeHyung solo lo observaba desde la esquina del lugar, sin emitir palabra alguna, pues sentía que estaba en deuda con el doncel.
— Ya está listo, puedes quitarte la ropa mientras yo voy en busca de unas toallas y prendas limpias. — SeokJin era el ejemplo de una madre amorosa... de la madre amorosa que TaeHyung hubiera querido y quería tener.
Solo cuando el pelicastaño salió del cuarto de baño, TaeHyung se atrevió a desvestirse y entrar a la bañera, sintiendo al instante como sus músculos se relajaban. Disfrutaba tanto de ese momento íntimo, que no siempre tenía en la casa Shin, pues debido a la larga lista de tareas que tenía que realizar se veía en la obligación de bañarse en menos de cinco minutos. Estuvo a punto de cerrar sus ojos y dejar que todas sus preocupaciones se fueran cuando el doncel pelicastaño irrumpió en la habitación.
— Solo vine a traerte las toallas. — avisó SeokJin. — y también algunas prendas que me pertenecieron cuando tenía tu edad.
Taehyung le sonrió apenas, agradeciendo con ese gesto. SeokJin entendió al instante que su hijo necesitaba privacidad, por lo que dio media vuelta y estuvo a punto de salir del cuarto de baño, cuando las palabras del pelirubio lo interrumpieron.
— ¿P-por qué permitieron que terminara en esa casa? — la pregunta fue hecha en un susurro, que tal vez tenía por objetivo no ser escuchado. Sin embargo, SeokJin lo había oído perfectamente y dándose media vuelta, se encaminó hacia la bañera, arrodillándose al lado de esta y acercando su mano derecha al rostro de su pequeño.
— Y-yo no quería. — confesó con un nudo en la garganta. — perdóname, bebé. — sin querer ya se encontraba llorando nuevamente. — E-el rey te vio aquel día, n-nosotros no pudimos evitarlo y cuando mencionó que estarías mejor en el palacio y al lado de su hijo, nosotros n-no-
Taehyung frunció su ceño, notoriamente confundido. — ¿El rey? ¿De qué estás hablando? ¿Qué tiene que ver el rey en esto?
SeokJin limpió sus lágrimas y tras un suspiro, decidió que lo mejor era decirle toda la verdad a su hijo, en vez de esperar a NamJoon para decírsela juntos. — Tú solo tenías cinco años cuando el rey te vio jugar con unos niños por la plaza, él no dudó en hablar con nosotros y asegurarnos de que tendrías una mejor educación y formación si vivías en el palacio. Tu padre y yo lo discutimos por varias horas, pero decidimos que era lo mejor para ti. Sin embargo, nunca advertimos que ese sería el último día que te veríamos, mi amor. — trató de acariciar la cabeza de su hijo, pero TaeHyung se alejó, ligeramente enojado al saber que sus supuestos padres habían permitido que se lo llevaran lejos.
— ¿Por qué el rey me querría dar educación? — preguntó, un tanto curioso y enojado.
— P-porque tú eras el doncel más lindo que había visto hasta el momento, el rey había quedado admirado con tu cabello dorado y con tus ojos verdes. Eran muy pocos los donceles que tenían tus características y él quería que tú seas la reina del príncipe HoSeok, p-pero...
Taehyung abrió sus ojos en par, totalmente anonadado ante la confesión. Había evitado mencionar a HoSeok en todo momento, pero al parecer este lo seguía, recordándole que sus destinos siempre estuvieron entrelazados.
— ¿El príncipe HoSeok? — preguntó, su rostro pálido, algo que SeokJin notó.
— Sí, el príncipe HoSeok y tú se iban a casar una vez que él cumpliera la mayoría de edad para asumir el trono. — explicó SeokJin, viendo a su hijo cada vez más sorprendido y algo perdido. — ¿Estás bien, hijo? — preguntó, esta vez algo temeroso de que le ocurriera algo a TaeHyung.
El doncel pelirubio miró a SeokJin, sin poder creer realmente sus palabras. Él no podía haber sido la futura reina de HoSeok, no podía haberlo conocido desde antes y mucho menos, haber compartido el mismo techo cuando aún eran pequeños. Sin embargo, así cómo tenía muchas dudas, también tenía tantas preguntas, entre ellas la que más resaltaba era cómo había terminado con la familia Shin si se suponía que había estado viviendo en el palacio.
— ¿Realmente no recuerdas nada de lo que pasó en el palacio? — volvió a preguntar SeokJin, sacando de sus pensamientos al pelirubio. — ¿Ni siquiera recuerdas al príncipe HoSeok?
— N-no, no lo recuerdo. — susurró. — pero sí sé quién es.
Ahora el confundido era SeokJin, quien no dudó en preguntar de dónde conocía al príncipe HoSeok.
— Conozco al príncipe HoSeok, porque él es el padre de JiMin. — confesó, recibiendo al instante una mirada llena de sorpresa e incredulidad. — No estoy mintiendo. — aclaró el pelirubio. — HoSeok y yo estuvimos juntos y JiMin es el producto de nuestro amor.
¡AHHHHH! ¡SE LO CONFESÓ! la que se viene, bebés!!
Estamos tan cerca del final, así que no duden en dejar sus comentarios y votos uwu.
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