➳ Quincuagésimo noveno capítulo [Final PT.2]
NamJoon estuvo a punto de golpear a HoSeok sino fuera por los guardias que reaccionaron a tiempo y lo alejaron del príncipe.
— ¡De todos los hombres con lo que mi hijo pudo estar tuvo que entregarse a ti, maldito desgraciado! — NamJoon era sujetado fuertemente por los guardias, pero eso no impedía que insultara al príncipe.
— Creo que ya tenemos una respuesta. — anunció el rey. — así que dudo que tengan que hacer algo aquí. — se dirigió esta vez a los Kim, ignorando olímpicamente al doncel que se negaba a dar la cara o hablar.
— ¡Primero le confíe a mi hijo y terminó arrojándolo a ese infierno y ahora es su hijo el que hace lo mismo que usted! — NamJoon continuó, a pesar de que los guardias le exigieran que se callara.
El rey negó con la cabeza, ignorando todo lo que decía NamJoon. SeolHyun miró apenada a los Kim y luego a TaeHyung, ellos no merecían eso, así que dejando de lado su temor se atrevió a hablar.
— Su majestad. — llamó al rey. El hombre la miró, temiendo lo peor, pues tras ese escándalo cualquier doncella quisiera rechazar al príncipe y cancelar la boda. — lo que dicen aquellas personas es cierto. El bebé que carga TaeHyung sí es de HoSeok.
— ¡Eso no es cierto, su majestad! — gritó la señora Shin, encaminándose hacia su hija y sujetándola fuertemente del antebrazo. — No digas mentiras, SeolHyun, tú no eres de aquellas jovencitas. — la clara amenaza de su madre no intimidó a la joven, quien más que decidida se soltó del agarre y miró a HoSeok.
— Ese bebé es suyo, príncipe HoSeok. — SeolHyun no parecía mentir, pero el pelinegro aún tenía sus dudas. — TaeHyung era un sirviente en nuestra casa, lo ha sido desde que un hombre se lo vendió a mi madre, cuando él apenas tenía cinco años. Él no recordaba nada de su pasado y eso fue algo de lo que se aprovechó mi madre.
— N-no es así, su majestad. — trató de defenderse la señora Shin al percatarse de que el rey también estaba atento al relato de su hija.
— ¡Ya basta, mamá! — le gritó la jovencita. — No mientas tan descaradamente. Sé sincera por una vez en toda tu vida y admite que maltratabas a TaeHyung, hasta que te enteraste que el bebé que esperaba era del príncipe HoSeok y sacaste nuevamente provecho de eso.
Hoseok miró a la señora Shin, al igual que lo hizo SeokJin, quien al instante quiso lanzarse encima de la mujer.
— ¿Usted fue quien golpeaba a TaeHyung hasta dejarlo malherido? ¿Usted fue quien le dio los latigazos? — la señora Shin no se molestó en contestarle al príncipe, al contrario, fingió que nada de lo que había dicho su hija era cierto e ignoró olímpicamente las preguntas de HoSeok.
— ¡Te voy a matar, desgraciada! — gritó SeokJin, dirigiéndose a la señora Shin, quien al ver al doncel pelicastaño no dudó en esconderse detrás de un guardia.
— Príncipe HoSeok, créame cuando le digo que el bebé es su hijo. — imploró la jovencita, tomando esta vez las manos del pelinegro. — Yo personalmente ayudé a TaeHyung a huir y tenía la esperanza de que él te encontrara y dijera toda la verdad antes del matrimonio, pero al parecer no pudo ser.
Hoseok miró a TaeHyung, aún tenía sus dudas, por lo que alejándose de SeolHyun, se dirigió hacia el doncel, bajo la atenta mirada de los Kim, del rey e incluso de la reina, quien solo quería gritar de la frustración.
— ¿El niño sí es mío? — preguntó, tomando entre sus manos el rostro de TaeHyung, quien seguía apartando la mirada. — dime la verdad, TaeHyung. ¿Acaso ese bebé sí es mío y no de otro hombre?
Al instante el doncel lo miró, totalmente dolido, y aquello fue suficiente para HoSeok, pues estaba más que claro que una persona mentirosa que solo quería su dinero no lo miraría al borde del llanto, como lo estaba haciendo su Tae.
— JiMin es nuestro bebé. — susurró el pelirubio. — Y-yo no he estado con ningún otro hombre desde que me entregué a ti, HoSeok.
El príncipe sonrió, comenzando a limpiar las lágrimas que descendían por las mejillas del doncel.
— ¡Eres un maldito bastardo! — gritó la reina, llamando la atención de su esposo e hijo. — Hice todo por ti, te di lo mejor y te preparé para ser un rey digno, y así es como me pagas. — en todo momento miró a HoSeok, quien se encontraba totalmente atónito. Nunca había visto esa faceta de su madre.
— ¿De qué está hablando, mi reina? — intervino el rey, igual de pasmado que todos los presentes.
— ¡Eres un maldito malagradecido! — la gritó la mujer una vez que se posicionó delante de su hijo. — pero que podía esperar de un bastardo que nunca llevó mi sangre.
— ¡Basta ya, mi reina! — exigió el rey, siendo totalmente ignorado por su esposa.
— Ahora que lo pienso mejor, te pareces más a tu verdadera madre, la maldita era una estúpida como lo fuiste tú al embarazar a un asqueroso doncel de clase baja. — HoSeok frunció su ceño, comprendiendo claramente a lo que se refería la reina. — ¡Y tú! — gritó, viendo esta vez a la señora Shin. — Tengo tanto qué decirte, pero no lo haré porque el error fue mío al confiar en gente de tu clase.
— Mi reina, es hora de que la escolten a su alcoba. — el rey trató de tomar la mano de su esposa y así llevarla personalmente, si era necesario, hacia su habitación, pero esta se alejó y lo miró con odio.
— ¡Sin embargo, mi peor error, definitivamente, fue permitir que usted tomara una concubina! — la reina estaba llena de rencor, todos se habían dado cuenta de eso, menos el rey, quien seguía viéndola con los mismos ojos que la vio el día que la conoció y se enamoró de ella. — No hay día en el que no me arrepienta de haber aceptado su petición, su majestad. — para ese momento las lágrimas caían por las mejillas de la reina. — y lo peor que pudo hacer la consorte Lee fue dejar un recuerdo que me persiguió por diecisiete años, un maldito recuerdo de que por su culpa tuve que convertirme en una asesina. ¡Si usted no hubiera tomado una concubina tal vez yo no hubiera tenido que envenenar a la doncella Lee! ¡Si tan solo no hubiera traído a ese campesino a mi palacio tal vez no hubiera tenido que mandarlo a desaparecer y si me hubiera hecho caso, el príncipe no hubiera embarazado a ese asqueroso doncel! ¡Todo fue su maldita culpa! ¡Todo lo que hice fue por usted! ¡Me arruiné la maldita vida por us-
— ¡Ya basta! — el grito del rey resonó por todo el salón, dejando un pulcro silencio poco después. Incluso la reina se vio intimidada ante su esposo. — Lleven a la reina a su alcoba... — ordenó a los guardias, quienes no dudaron en acercarse a la reina.— en donde permanecerá encerrada hasta que se le de la oportunidad de un juicio.
Lo que menos esperó la reina fue ser sentenciada a un encierro junto a sus doncellas. Sin embargo, para ese momento poco le importaba, pues no solo su plan estaba arruinado, también su vida en sí. El asqueroso doncel gobernaría al lado del príncipe y no había nada que pudiera hacer.
Una vez que la reina salió del salón, el rey se excusó, pidiendo a todos que se retiraran, que no habría una boda aquel día.
Hoseok sonrió, por primera vez la felicidad bañando su rostro, y miró a TaeHyung, este se encontraba igual de sonriente que él.
El rey miró a su hijo, quien parecía realmente feliz al lado de ese doncel, del doncel que siempre estuvo destinado a ser de su hijo. Sonrió, aunque muy en el fondo se sintiera destrozado por todo lo que hizo su esposa, y se acercó a la pareja.
— ¿Me permiten verlo? — preguntó el rey al estar frente a la pareja. Su hijo sonrió y asintió, descubriendo a su pequeño.
— Se parece mucho a TaeHyung. — dijo el príncipe, mientras observaba a su hijo.
El rey no pudo evitar enamorarse del pequeño bebé. Era una total réplica del doncel pelirubio, tenía su cabello, sus facciones y...
— Tiene ojos celestes. — Susurró, al borde de las lágrimas. El bebé tenía los ojos de la madre de HoSeok. Podía parecerse a TaeHyung, pero seguía teniendo algo de HoSeok y eso en definitiva era el color de ojos de la doncella Lee, la verdadera madre del príncipe.
— E-en mi familia no hay nadie con ojos celestes. — dijo el doncel, algo nervioso de hablar con el rey.
— En tu familia no, pero en la de HoSeok sí. — El príncipe miró de inmediato a su padre, quien asintió. — Tu madre tenía los ojos celestes. — aclaró. — Felicidades, hijo y felicidades a ti también...
— TaeHyung. — susurró el doncel.
NamJoon y SeokJin miraron a su hijo, TaeHyung sonreía y después de tanto sufrimiento, por fin era feliz.
— Tenías razón. — susurró el pelicastaño. — TaeHyung sí debe estar al lado del príncipe HoSeok.
NamJoon sonrió. — Siempre tengo la razón, cariño.
Jin rio, pero esa sonrisa no duró por mucho, pues al ver a la jovencita que se iba a casar con el príncipe siendo regañada por la mujer que se había encargado de hacer la vida de su hijo un infierno no dudó ni un segundo en dirigirse hacia estas.
— ¡Solo tenías que mantener la maldita boca cerrada, SeolHyun! — gritó la señora Shin, odiando la maldita sonrisa de satisfacción que SeolHyun tenía en el rostro. — ¡Eres una desgraciada! — alzó su mano, dispuesta a golpear a su hija. Sin embargo, su brazo fue sujetado fuertemente.
— Debo suponer que así como golpeas a tus hijas también golpeaste a mi hijo y le dejaste cicatrices por todo el cuerpo, ¿No es así? — SeokJin no estaba nada feliz de tener contacto alguno con una mujer tan patética como lo era la señora Shin. Sin embargo, no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados después de saber que su pequeño tesoro había sido más que maltratado en aquella casa.
— ¡Suéltame! — gritó la señora Shin, llamando la atención del rey, HoSeok, incluso del mismo TaeHyung, quien la miró sin una pizca de pena. Si su madre estaba dispuesto a ensuciarse las manos y devolverle algo de todo lo que le hizo la señora Shin, él no haría nada.
— Estoy seguro de que eso es lo que decía mi hijo mientras lo golpeabas. — SeokJin no estaba pensando en nada más que vengar a su hijo y golpear a esa mujer, poco le importaba ganarse unos días en algún calabozo. No se quedaría con las ganas.
— SeokJin, déjala. — pidió su esposo, acercándose a la escena.
— Dañó a nuestro hijo, ¿Cómo puedes estar tan tranquilo, NamJoon?
— No estoy tranquilo, quiero golpearla al igual que tú quieres hacerlo, pero todo llegará a su debido tiempo.
— Pero de qué rayos-
— Ella también tendrá una juicio. — interrumpió el rey, mirando a la señora Shin, quien se mostró totalmente temerosa ante la decisión del hombre. — Al ser cómplice de la reina se le dará la oportunidad de confesar todo lo que sabe, eso incluye la forma en la que el doncel TaeHyung llegó a su casa.
— Pero su majestad, y-yo solo fui una víctima de la reina... — imploró la señora Shin, recibiendo nada más que indiferencia de parte del rey, quien llamó a las guardias para que se la llevaran.
SeolHyun observó a su madre, sin sentir una pizca de compasión por lo que posiblemente le deparaba, mientras que SeokJin sonreía al ver que la mujer que tanto maltrató a su hijo era llevada a la fuerza hacia algún calabozo del reino. NamJoon nunca le había deseado el mal a nadie, ni siquiera cuando su hijo se perdió, pero al tener conocimiento de todo lo que vivió su TaeHyung en manos de esa mujer no pudo evitar odiarla.
— Lamento lo de su madre, doncella Shin, pero ella tiene que seguir un juicio. — habló el rey, llamando la atención de los padres de TaeHyung y de la jovencita.
— No se preocupe, su majestad. — contestó, sonriendo al final. — Mi madre cometió muchas imprudencias y estoy segura de que será juzgada de acuerdo a sus crímenes.
El rey asintió y haciendo una reverencia tanto hacia los Kim como a la doncella se dirigió hacia la futura pareja real.
— Y-yo me tengo que ir... — susurró la joven, algo incómoda y avergonzada de estar delante de los padres de TaeHyung. No quería ni verlos a la cara, pues lo único que podía pensar era en el odio o resentimiento que podían sentir por ella y su familia. Hizo una reverencia y dio media vuelta, dispuesta a ir hacia la habitación que le designaron aquel día para cambiarse. Sin embargo, una mano sujetando su antebrazo la detuvo.
— No te odiamos, tampoco te guardamos rencor. — aclaró SeokJin, sonriéndole a SeolHyun. — Al contrario, te queremos agradecer por ayudar a TaeHyung a llegar a nosotros.
SeolHyun sonrió por igual y mirando por última a TaeHyung junto a HoSeok, ambos hablando con el rey y disfrutando de su pequeña familia, dijo: — Se lo debía a TaeHyung, él más que nadie merecía vivir su propio cuento de hadas.
Y con aquellas últimas palabras se alejó de la familia Kim y de TaeHyung. Su familia le había hecho daño, eso jamás podría borrarlo, ni de su mente y mucho menos de la piel del doncel, pero lo menos que podía hacer era mantenerse alejada de ellos.
NamJoon y SeokJin vieron alejarse a al jovencita y sintieron una profunda pena por ella, pues estaba más que claro que SeolHyun no era como su madre, mucho menos como su familia en general. Ella sí era generosa y tenía mucho amor para dar.
Las lágrimas corrían por sus mejillas, pero aún así se dijo que ella era fuerte, que nadie podía derrumbarla, absolutamente nadie.
— Después de una larga investigación y de recibir las declaraciones de sus doncellas, se le ha sumado otros cargos más a los que ya tenía, entre ellos está el sobornar a los guardias del rey, atentando de esa manera contra la vida de su majestad y el príncipe HoSeok; así mismo también se nos informó que la muerte del consejero Kang no fue del todo accidente, sino que usted estuvo detrás, al igual que con la consorte Lee. Han sido muchas las faltas, pero hemos deliberado junto al rey y su majestad propuso que la mejor sentencia para usted es la muerte.
La reina tragó grueso, importándole muy poco las palabras de aquel anciano que era la mano derecha de su esposo. Ni ese anciano ni nadie podría con ella, nadie estaba a su nivel, ni siquiera el inútil de su esposo.
— Su traición no fue tolerable para el rey y mucho menos para el reino en general, SoYoung... — el solo escuchar su nombre salir de los labios de aquel hombre le hizo añicos. Ya no tenía un título, lo había perdido desde que el juicio había iniciado y por tanto, todos tenían derecho a llamarla por su nombre sin honorífico alguno. Aquello fue lo que más le dolió a la reina. — por tal razón usted y toda su corte de doncellas serán ejecutadas el día de mañana en presencia del joven príncipe HoSeok y su prometido, el doncel TaeHyung.
SoYoung quiso gritar y romper todo lo que se encontrara a su alcance apenas escuchó el veredicto final. Podía aguantar cualquier cosa, incluso morir delante de su esposo, menos ser ejecutada delante de un asqueroso pueblerino que ascendió solo por tener un bastardo.
— Llevénselas. — ordenó el anciano. Los guardias no dudaron en llevar a rastras a las doncellas de la reina, que suplicaban piedad, y a esta misma, que solo mantenía un rostro sin expresión alguna. — Pasen a la otra acusada. — ordenó el hombre, escuchando al instante gritos provenientes del pasillo.
La señora Shin se encontraba despeinada y sucia, no quedaba nada de la mujer que alguna vez conoció TaeHyung. No había nada más que prendas rotas y suciedad en su rostro, por todos los días que estuvo encerrada en el calabozo y siendo interrogada por los guardias del rey.
— ¡Ya dije que me suelten, incompetentes! — gritó la mujer, siendo arrojada de rodillas delante de la corte de ancianos que se encargaba de deliberar sobre la inocencia o culpabilidad de los delitos cometidos por la realeza. Casi nunca, por no decir nunca, se llevaba a un rey, reina o príncipe a un juicio, por lo que estas cortes no eran necesarias o eso pensó el rey hasta que se enteró de las fechorías de su esposa.
— Shin SunHee. — habló nuevamente el anciano, viendo el rostro enojado de la mencionada. — se le acusa de traición al reino por ser cómplice de SoYoung, la antigua reina. Hemos escuchado su declaración y en todas las oportunidades en las que se le interrogó usted no ha dejado de culpar a SoYoung. Sin embargo y gracias a las declaraciones de su hija mayor hemos podido encontrar la verdad y aunque su destino se puso en manos del prometido del príncipe HoSeok, este no quiso dar un veredicto, por lo que decidimos hablar con los padres del doncel TaeHyung y estos no dudaron en sentenciarla a muerte por traición.
— Eso no puede ser, yo soy inocente, yo n-no sabía que ese doncel iba a ser la futura reina del pueblo. A mí me lo trajeron y me dieron algunas mone-
— Por tal razón, su ejecución será mañana a las tres de la tarde en presencia de los padres del doncel. Ahora llevénsela.
Y por más gritos que soltó la señora Shin ninguno fue escuchado, pues efectivamente el día siguiente sería el último día que vería la luz del sol, al igual que la reina y sus doncellas.
Taehyung no quería estar ahí, definitivamente no quería presenciar aquella ejecución, pero HoSeok le había dicho que era una orden que venía desde arriba y que no podían negarse, por lo que el doncel tuvo que aceptar a regañadientes.
La reina y sus doncellas se encontraban despojadas de sus prendas y joyas, solamente traían un vestido blanco, que apenas y llegaban protegerlas del frío de aquella mañana, y que a su vez significaban deshonra y humillación, pues se encontraban en el patio del palacio con sus verdugos detrás de ellas, esperando la señal del joven príncipe.
— Háganlo. — ordenó HoSeok, con un nudo en la garganta. Por más que la reina no haya sido su verdadera madre, esta se había comportado como una y se había ganado su cariño.
Los verdugos no tardaron en alzar las espaldas y en un solo corte acabaron con la vida de todas las mujeres, incluyendo el de la reina, que con claro asco había mirado a TaeHyung hasta el último momento.
El pelirubio se aferró a HoSeok una vez que todo acabó y comenzó a llorar. Jamás había presenciado una ejecución y esperaba que nunca más volviera a tener que vivirla, pues creía no aguantar. El príncipe lo abrazó y lloró en silencio, pues de repente aquel día se había vuelto gris.
¡Por fin murió la reina y la señora Shin! ¡Ahora a festejar! Okno.
Hoy solo subiré el final, mas no el epílogo, bebés. ♥
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