➳ Décimo tercer capítulo

Los días siguieron su curso y aunque el rey estaba muy ocupado como para percatarse de las actividades que su hijo realizaba a lo largo del día, supo sobre la presencia de este en el palacio. Al principio se sorprendió, pues HoSeok había insistido bastante con el hecho de salir del reino todos los días que sean necesarios, como para ahora simplemente dejar de hacerlo, por lo que muchas veces estuvo tentado a preguntarle directamente a su hijo la razón de esa abrupta decisión. Sin embargo, desistió, pues él era el rey y lo que menos tenía era tiempo para intervenir en las decisiones del joven príncipe.

El rey lo dejó pasar, al igual que muchas sirvientas en el palacio al notar la actitud distante y algo ausente del príncipe, a quien siempre solían ver animado y con una sonrisa en el rostro. Incluso JiHong no sabía qué hacer, pues por más que intentó animar al príncipe con alguna de sus actividades preferidas, este se negó.

De lo único que HoSeok parecía disfrutar era de sentarse en una de las bancas del gran jardín que rodeaba al palacio y quedarse ahí por toda la mañana, hasta que la servidumbre se encargara de avisarle que el almuerzo estaba servido. Desde aquel día, lo único que había hecho el príncipe era quedarse en los jardines, sin compañía, a petición suya.

— Joven príncipe, me alegra encontrarlo nuevamente por aquí. — HoSeok no iba a voltear, ni siquiera iba prestarle la debida atención a la mujer que ese hallaba de pie a su lado. Sin embargo, tuvo que hacerlo, no solo por respeto, también porque así lo dictaba la tradición.

— Buenos días mi reina. — HoSeok se colocó de pie y de inmediato hizo una reverencia, demostrando respeto hacia su madre.

— Su padre me comentó sobre sus salidas hacia el exterior, pero llevo observándolo estos últimos días y al parecer esas salidas han cesado. — la reina se sentó al lado del príncipe, admirando el mismo paisaje en el cual hace un momento su hijo parecía perdido. — Me permite preguntarle la razón, joven príncipe.

HoSeok volvió a perderse en su mente, hasta que las palabras de su madre lo sacaron de esa burbuja en la que muchas veces se había encerrado desde aquel día.

— Disculpe mi reina, estoy un poco indispuesto en este momento. — el pelinegro se colocó de pie, despidiéndose de su madre y posteriormente de la corte de doncellas que siempre la acompañaba. Sin embargo antes de dar tres pasos, se detuvo. Dudó por un momento si preguntar sobre aquel tema, pero finalmente la curiosidad le ganó. — Discúlpeme mi reina, pero soy yo al que ahora le pide de favor que le conceda la oportunidad de hacerle una pregunta.

La reina sonrió, asintiendo.

— Confíe en mí, joven príncipe. Yo lo instruire hasta donde mi conocimiento pueda.

La reina siempre recibía a su hijo con una sonrisa y con la mejor actitud, pues sabía que HoSeok, más que nadie, necesitaba de atención y de un amor que solo una persona como ella podía entregarle.

— ¿Qué sucedería si en un caso hipotético, me enamorara de una joven de clase baja? — la pregunta tomó por sorpresa a la reina, quien de inmediato rio por lo bajo, siendo seguida por su corte de doncellas.

HoSeok se sintió avergonzado, pero si quería saber la opinión de su madre tenía que soportarlo.

— Joven príncipe, aquello es simplemente ridículo. — dijo la reina poco después de reír. — Discúlpeme, pero me parece un poco descabellado su pregunta.

HoSeok frunció su ceño, mostrando el enojo que le causó la respuesta de su madre. Sin embargo, se mantuvo callado.

— ¿Cuál es la razón por la que me pregunta aquello, joven príncipe?

HoSeok no iba a decir la verdad, estaba totalmente claro, pues si su madre actuaba de esa manera por una situación hipotética no quería ni saber qué sucedería si es que le contaba por lo que estaba pasando.

— Solo quiero saber su opinión al respecto, mi reina. — HoSeok le sonrió, tratando de darle a entender que también pensaba igual que ella.

— Me ha tomado por sorpresa joven príncipe, pero definitivamente le diría que no tendría mi aprobación y estoy segura de que de su padre tampoco la obtendría, mucho menos del pueblo. Nadie ve con buenos ojos a un rey que desposa a una persona de clase baja. Recuerda que debemos mantener al pueblo oprimido y para ello debemos demostrarle que solo nos mezclamos con nuestra gente... debemos darle a entender que no tienen oportunidad alguna con nosotros, por nada del mundo.

Y ahora el sorprendido era HoSeok, pues siempre había adorado a su madre, sabía que ella era una mujer increíble, que apoyaba a su rey en todas sus decisiones y que le ayudaba a gobernar, por lo que debía tenerle algo de cariño y respeto al pueblo. Sin embargo, mientras hablaba parecía emanar algo de rencor hacia las personas de clase baja, que hasta cierto punto hacían posible que el reino funcionara.

— ¿Me entiende, joven príncipe? — la pregunta tomó por sorpresa al mencionado, quien de inmediato asintió sin haberle prestado toda su atención a las últimas palabras de su madre. Ya no quería escucharla.

— Lo siento mi reina, no quise hostigarla con mis preguntas sin sentido.

La reina sonrió y negó, restándole importancia al asunto.

— Todo está bien, joven príncipe...

HoSeok siguió su camino una vez que se despidió de su madre y de la corte de doncellas que siempre estaba con ella, sin prestarle atención a las últimas palabras de la mujer que "le había dado la vida" y a la expresión llena de enojo y resentimiento que mantuvo esta mientras lo veía alejarse.

— Todo estará bien mientras no te enamores de alguien de su calaña.


¿Quién adivina el porqué la reina odia tanto a la gente de clase baja o a quién se refiere en su última frase?

Teorías y más teorías, nah. Está más que dicho a quien se refiere, pero si hay alguna duda, más a delante, casi al final, se va a poder leer la historia de la reina.

Nos vemos preciosuras ♥

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