➳ Cuadragésimo cuarto capítulo

⌜Diecisiete años atrás⌟

— ¡No, por favor! ¡No! — los desesperados gritos de una mujer no solo alertaron a los guardias de turno, también al rey, quien aquella mañana había decidido pasar por el jardín de su amada y cortar unas rosas, para así llevárselas.

Tan pronto como los gritos se escucharon, los guardias corrieron hacia la alcoba de la reina. El rey no fue ajeno a la situación y soltando el ramo de rosas que traía en mano, corrió hacia la habitación de su esposa. Al entrar, empujó a todos los guardias, hasta llegar a la cama de su mujer, quien en ese momento era atendida por una de sus doncellas.

El rey quiso preguntar qué ocurría, quería saber la razón de los gritos y el llanto de su esposa, pero apenas esta se colocó de pie supo lo que había sucedido. La doncella se encargó de cubrirla tan rápido como le fue posible, pero aún así todos los presentes se enteraron de lo que ocurría.

— Váyanse de mi habitación. — susurró la reina, mientras mantenía la cabeza baja. El rey trató de acercarse y apoyarla en ese momento tan difícil, pero la mujer lo empujó, haciéndolo caer al suelo. — ¡Tú también lárgate! ¡No te quiero ver! ¡Lárgate! — y comenzó a despotricar su enojo y tristeza con todos los presentes. Por más que JiEun trató de detenerla, no pudo, pues la reina solo se ponía más y más violenta. — ¡Todos váyanse de mi habitación! ¡Quiero que se larguen! — los gritos llenos de dolor fueron lo último que escuchó el rey antes que las puertas de la alcoba de su mujer se cerrarán, dejando adentro a la reina y a sus doncellas.

Aquella mañana, el rey no solo perdió a su cuarto hijo, también a la mujer de la que se había enamorado.

Tuvieron que pasar muchos meses para ver a la reina pasear por los jardines del palacio. El rey la observaba desde la ventana de su despacho con mucha admiración, pues sabía que su mujer estaba recuperándose de a poco y que eso era muy valiente de su parte, pues no cualquiera se recuperaba de la pérdida de un bebé. Él aún no lo hacía.

— Tienes que escoger a una concubina. — las palabras de su padre lo sacaron de su trance. De inmediato dio media vuelta, dispuesto a negarse, como lo había estado haciendo esos dos últimos años. — Si no lo haces, hablaré con los padres de SoYoung y les aseguraré de que su hija es defectuosa, no solo porque su cuerpo se niega a darte un primogénito, también porque parece estar algo mal de la cabeza.

— No permitiré que hables así-

— ¡Tú no me vas a prohibir nada, DongYul! — el grito de su padre lo atemorizó un poco. — Podrás ser el rey, pero hasta que no tengas un primogénito todos dudarán de tu poder.

DongYul bajó la mirada, avergonzado de haber decepcionado a su padre.

— Espero que hayas conseguido una concubina para la siguiente semana. — aquello no fue una orden, mucho menos una petición, sino una advertencia. — Sé que quieres proteger a tu esposa y por esa misma razón harás lo correcto.

DongYul soltó un suspiro, antes de pedirle a los guardias que abrieran las puertas de la alcoba de su esposa. Apenas ingresó fue recibido con reverencias de parte de las doncellas que acompañaban a su mujer. SoYoung no tardó en saludarlo y sonreírle. DongYul haría lo que fuera con tal de mantener esa bella expresión en el rostro de su mujer, sin embargo, también estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de no alejarse de la persona que más amaba y sobre todo, evitar que la humillaran.

— Hoy se ve tan preciosa como la primera vez que la vi, mi reina. — aseguró el rey, sonriéndole por igual a su esposa.

— ¿A qué debo su presencia en mi alcoba, su majestad? — la pregunta de la reina iba acompañada de un ligero sonrojo en sus mejillas. Realmente estaba mejorando.

DongYul solo la quería ver así de feliz lo que restaba de sus días y sabía que lo sería a su lado, no lejos de él.

— Desearía que esto lo hablemos en privado, mi reina. — pidió el rey, viendo de inmediato como las doncellas se retiraban de la alcoba y los dejaban solos. DongYul se sintió solo un poco más nervioso y un total idiota por hacerle eso a la mujer que más había amado en toda su vida.

— ¿Qué es lo que sucede, su majestad? — preguntó la reina, tomando las manos de su esposo.

DongYul no quería decirlo, pero no sé trataba de lo que quería, sino de lo que tenía que hacer.

— Usted bien sabe que han transcurrido cerca de tres años desde que nos casamos, mi reina. — sujetó con un poco más de fuerza las manos de su esposa. — En todo este tiempo hemos intentado traer al mundo un bebé, pero no lo hemos logrado y nuestro pueblo exige que cumplamos con nuestro deber de entregarles un primogénito.

La reina se alejó tan rápido como entendió el mensaje.

— Sé que esto es muy doloroso, mi reina, para mí también lo es, pero la próxima semana llegará una corte de doncellas y donceles entre los cuales tendremos que escoger.

— ¿Escoger? — no solo se sentía ofendida, también humillada. Algo comenzó a cambiar en ella apenas escuchó a su esposo.

— Sí, mi reina. Ambos escogeremos a la doncella o al doncel que llevará en su vientre a nuestro primogénito. — DongYul no se encontraba feliz con la idea, pero trató de parecerlo, pues quería darle a entender a su esposa que la idea era muy buena y que el niño siempre sería suyo, aunque la concubina llevara un título poco después de dar a luz.

Algo se rompió dentro de SoYoung apenas terminó de escuchar a su esposo. A pesar de que aceptó la propuesta de su marido, muy en el fondo se negaba a la idea. Amaba a DongYul, lo amaba demasiado, pero no lo suficiente como para aceptar que este se acostara con otra y tuviera el descaro de decir que ese niño sería suyo. Claro que no.

DongYul amaba demasiado a su esposa, había sido una bendición que haya podido casarse con la mujer de sus sueños, pero también había sido completamente una desdicha darse cuenta que posiblemente su amor no era tan fuerte como lo presumía.

El día que las doncellas y donceles llegaron trató de mantenerse neutro, mientras su esposa las examinaba, pero cuando la doncella Lee entró al salón no pudo evitar perderse en sus delicadas facciones y en esos ojos de color celeste. Era increíble lo que había causado aquella joven en su sistema. No solo sentía atracción por el aspecto de la mujer, también por su peculiar forma de expresarse.

La doncella Lee pertenecía a una familia de clase baja, sus padres eran sirvientes y tenía un hermano que se encargaba de alimentar y cuidar los caballos del palacio, mientras que ella pertenecía a una casa de kisaeng*, hasta que solicitaron a las mejores chicas del lugar, con el objetivo de que se presentaran ante el rey. Se les había explicado la labor que cumplirían, el cual para muchas, incluyéndola, era un honor, por lo que con una sonrisa explicó parte de su vida y contestó cada una de las preguntas de la reina.

SoYoung se percató de la mirada que le entregó DongYul a aquella "ramera". Sin embargo, lo pasó por alto al ver que la joven era tan sumisa, manipulable y completamente tonta que al parecer, no se daba cuenta de que el rey estaba interesado en ella.

Cuando llegó la hora de la elección, el rey no dudó en escoger a la doncella Lee, quien con una reverencia dio a entender que estaba muy agradecida por la oportunidad. SoYoung no le creyó ninguna de sus palabras, aunque la muy maldita supiera fingir.

La primera noche de su estadía fue llamada a la alcoba del rey. SoYoung se enteró de aquello por JiEun, quien había estado espiando a la recién llegada por orden de su reina.

— No debió permitir eso, mi reina. — aconsejó la doncella, viendo a su reina llorar en silencio.

SoYoung suspiró y se encogió de hombros.— No había mucho por hacer, JiEun. — susurró, viendo un punto perdido en la pared de su habitación, mientras pensaba que la maldita arpía estaba revolcándose con su esposo y burlándose de ella al hacerlo.

No tuvo que pasar más de cuatro semanas para que todos dentro del palacio se enteraran del embarazo de la doncella Lee, quien solo agradecía cada uno de los obsequios que se le fue entregado por parte del rey y de su padre también.

SoYoung se encargaba de observar personalmente a la jovencita, quien todas las mañanas caminaba por los jardines, luciendo su embarazo y la pequeña corte de doncellas de compañía que se le fue otorgado apenas se enteraron de que estaba en espera.

La envidia muchas veces es el peor sentimiento que el ser humano puede sentir, pues si este no se controla, puede llegar a dañar a las personas que más queremos y a las que más odiamos. La reina sentía envidia de la doncella Lee, quien con el pasar de los meses lucía un vientre cada vez más grande y un brillo particular en esos preciosos ojos celestes que tanto llamaban la atención.

El rey ya no la visitaba como antes, solo desayunaba y almorzaba junto ella, pues durante la cena acompañaba a la doncella Lee. SoYoung sentía cada vez más desprecio por esa mujer. Ella sabía que se estaban burlando a sus espaldas, que hablaban mal de su persona y lo más probable, que estuvieran planeando la forma de quitarle su título.

— Mi reina, me alegra verla esta mañana. — la doncella Lee saludó a la reina, siendo seguida por su corte.

La reina apenas y la miró, recibiendo una mirada de muerte de las doncellas de compañía de la, ahora, consorte Lee.

— ¿Cómo va el bebé? — preguntó, ignorando olímpicamente el saludo de la chica.

La consorte sonrió, acariciando su vientre de ya siete meses. — El doctor me ha dicho que todo va bien, que el bebé está muy fuerte y que dentro de poco lo tendrán entre sus manos.

— ¿A qué te refieres? — preguntó la reina, mirando con total odio el vientre de la consorte.

— Mi reina, sé que para ninguna doncella o doncel es fácil asimilar que no puede traer vida al mundo y sobre todo, sé que es difícil aceptar que su esposo escoja una concubina, pero tenga por seguro que estoy agradecida con la oportunidad que me dieron de llevar a su hijo. Para mí, en verdad es un honor llevar a su hijo.

La reina quiso dejarle claro a la consorte que ese bebé no era suyo, pero se mordió la lengua y continuó con su camino, sin despedirse de la consorte Lee.

— Quiero que te deshagas de la consorte Lee. — ordenó la reina apenas ingresó a la habitación en compañía de su doncella de confianza. JiEun abrió los ojos, totalmente asustada por la petición. — Irás al mercado del pueblo y comprarás algunas hierbas, que comenzarás a echar en el té de la consorte Lee después de la siguiente visita del doctor.

Por más que JiEun quiso negarse, no pudo, pues una orden era una orden y no podía ir en contra de su reina.

— Así será mi reina.

— El parto se ha adelantado, su majestad. — la noticia tomó por sorpresa al rey, quien de inmediato dejó los papeles que estaba revisando para ir a la alcoba de la consorte Lee.

— ¿Qué ha dicho el doctor? — preguntó al guardia que le había informado sobre la ocurrido, mientras continuaba corriendo.

— Asegura que es muy pronto para el nacimiento del bebé, pero no pueden retrasarlo, así que ya iniciaron con el parto.

Apenas estuvo cerca a la habitación pudo escuchar los gritos y lamentos de la consorte Lee. Muchas sirvientas entraban con baldes de agua limpia y salían con trapos y sábanas llenas de sangre. El rey estaba preocupado, pues la consorte Lee era muy joven y según había hablado con ella, esta tenía muchos sueños que cumplir antes de irse de ese mundo.

Pasaron muchos minutos llenos de agonía y preocupación. Los gritos no cesaron hasta después de media hora, en donde el llanto fuerte de un bebé se hizo escuchar. El rey levantó la mirada y se colocó de pie apenas vio salir al doctor, quien con una sonrisa le aseguro que su primogénito era un niño. Sin embargo, cuando preguntó por la consorte Lee, la sonrisa en el rostro del doctor se desvaneció.

— Lo siento su majestad, pero el cuerpo de la consorte Lee estaba muy débil, sufrió mucho en el parto, perdió mucha sangre y tuvo un desgarre muy profundo. No quiero agobiarlo, pero creo que la doncella Lee estuvo tomando algunas hierbas para el dolor de cabeza, que en su estado, no fue nada bueno. Milagrosamente no dañó al bebé, pero sí sus defensas. Perdón, su majestad. — volvió a disculparse, haciéndose a un lado para que el rey pudiera entrar y ver el cuerpo de la consorte Lee, al igual que a su bebé.

DongYul sintió el olor a sangre apenas ingresó a la habitación y al ver al bebé entre los brazos de una sirvienta no pudo hacer nada más que llorar y sostenerlo, para así llevarlo al lado de su difunta madre.

SoYoung, quien había llegado hace algunos segundos observó a su esposo arrodillado, llorándole al cadáver de una ramera. Lo único que pasó por la mente de la reina fue que hizo lo mejor al envenenar lentamente a la consorte Lee, pues esta, al parecer, había seducido y enamorado a su esposo.

Después del entierro de la consorte Lee, la reina se encargado de cuidar al pequeño HoSeok, nombre que le había colocado al bebé que yacía en sus brazos, durmiendo. La reina no podía ser más feliz mientras sostenía el pequeño cuerpo del bebé. Había esperado mucho para ser mamá, pero finalmente lo había sido y no podía estar más feliz de haberse deshecho de la verdadera madre de HoSeok.

Tal vez, solo tal vez el padre de DongYul debió decirle a su hijo que había escuchado a la servidumbre hablar sobre el extraño y cruel comportamiento de la reina después de su último aborto espontáneo. Tal vez debió decirle que sí tenía razones para asegurar que SoYoung sí estaba mal de la cabeza.

Empecemos... aquí se aclaró el odio de la reina por los de clase baja y antes que digan cualquier cosa, sí, la madre de HoSeok tenía ojos celestes y la razón por la que Hobi no tiene los ojos de ese color es porque en muchas ocasiones algunas características saltan en una generación y aparecen en la otra, so saquen sus conclusiones con respecto a eso.

*Una casa de Kisaeng es una casa de doncellas (en esta caso, también donceles) en donde se les enseñaba sobre las bellas artes, poesía y prosa. También algo de medicina y costura, sin embargo, su estatus social era muy bajo y la mayoría de doncellas que había en ese lugar tenía entre dieciseis y veintidós años. La mejor opción que podían tener era ser concubinas de sus patrones.

Para aclarar, la reina sí se había vuelto algo loca después de perder a su cuarto bebé, pues aunque DongYul sintiera atracción por la verdadera madre de HoSeok, no estaba enamorado de esta, solo le tenía un gran cariño. Sin embargo, la reina creía y apostaba que su esposo mantenía un romance con ella y que en cualquier momento le quitarían el trono y la humillarían.

Solo eso.

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