Cuatro
—¡Miharu! —llamó desde el comedor— ¡El desayuno está listo!
Pequeños pasos se escucharon en la escalera. Su uniforme estaba impecable y el bonito lazo rojo resaltaba de su sedoso cabello castaño.
—Buenos días —dijo con una gran sonrisa al sentarse en la cómoda silla. Sus ojitos verdes brillaron al ver lo deliciosa que lucía la comida que estaba sobre el plato de porcelana—. Ah~ luce increíble, sería una pena comerlo.
—Lo importante es lo bien que sabe, Manzanita —Louie dió un sorbo a su té para seguir comiendo lo que quedaba de su omelette.
—いただきました〜 (Comamos~) —Miharu juntó su manitas y comenzó a comer. Una sonrisa se le formó mientras se terminaba el primer bocado— Las mamás de la clase tienen muchos motivos para envidiar la comida de papá.
—La comida que ellas preparan también es rica —James tomó asiento junto a su hija, poniéndole dos cubos de azúcar a su café.
—A veces las escucho decir que quieren pedirte matrimonio por lo bien que cocinas —dijo con inocencia.
James casi se ahoga con la bebida y Louie sólo soltó una risita un tanto estrepitosa, mirando divertido a su amigo.
—No pierden el tiempo, eh —dijo entre risas. James fulminó con la mirada al mayor.
—Sigue comiendo, linda —Miharu asintió y dió otro bocado al omelette.
Desde que tuvo la conversación con Louie el día anterior sobre volver a enamorarse, James se había sentido un tanto incómodo cada que tocaban el tema. Muy en el fondo él sabía que no podría estar toda la vida sin sentir un amor diferente hacia alguien que no fuese su familia o su amigos; pero su pensamiento lógico le decía que ahora no era tiempo para andarse con ese tipo de juegos, tenía que darle una buena vida a su hija para que pudiera tener buenas oportunidades en su vida.
Se enamoraría después de ver a Miharu graduarse de la Universidad de Tokio.
—¿Dónde está Baaya, papi?
—Salió temprano; una de sus galerías favoritas organizó una subasta de algunas de sus obras y está decidida a llevarse la mayoría —suspiró, dió un último sorbo a su café y miró el reloj, sobresaltándose al ver la hora—. ¡Se está haciendo tarde!
—Hey, Jay, tranquilo —habló Louie—. Yo puedo llevarla a la escuela—James arqueó las cejas y le miró con cierta desconfianza. Louie rodó los ojos—. No voy a perderme. El auto tiene GPS y Miharu puede guiarme.
—Así no llegarás tarde al trabajo —dijo Miharu con una sonrisita.
James los vió con preocupación pues ambos solían ser un dúo algo desastroso cuando planeaban algo a sus espaldas; después de unos segundos suspiró con pesar y accedió.
—No conduzcas rápido y no rompas ninguna ley de tránsito, por favor —le extendió las llaves de la camioneta plateada, Louie las tomó y sonrió al menor.
—Tranquilo, no soy tan irresponsable como parezco. Dirijo una empresa multimillonaria, James, ¿crees que me perderé camino a la escuela? —James le miró con seriedad— Manzanita, lávate los dientes y nos vemos en el auto.
Miharu asintió efusivamente, terminó su comida y tomó un poco del jugo de naranja para después subir al baño y hacer lo pedido por su tío.
—¿Quieres relajarte un poco? Has estado tenso desde ayer —Louie se cruzó de brazos y miró serio al menor, James desvió la mirada de los ojos color miel de su mejor amigo—. No quiero que te tomes a mal lo que te dije, pero sí quiero que recapacites todo lo que está sucediendo. Tu hija quiere verte feliz. Si no vas a hacerlo por nosotros o por ti, hazlo por ella entonces.
El mayor salió del comedor, dejando solo al castaño en la mesa de madera oscura. Miharu volvió sólo para despedirse y besar la mejilla de su padre, salió dando pequeños saltitos y con el lazo rojo adornando su sedoso cabello.
El sol se colaba por entre las delicadas cortinas, resaltando el florero con jazmines que estaba al centro de la mesa. Masajeó su cuello y lavó los platos y cubiertos. Se lavó los dientes, tomó su blazer grafito y subió a su auto. Al llegar a las oficinas de Nikken Sekkei una de las secretarias de presidencia le entregó una tacita de té además de indicarle que Tadao y el resto de los directivos querían verle en la sala de juntas. James dejó sus cosas en su cubículo y se apresuró a reunirse con sus jefes.
La sala de juntas era una habitación grande con un ventanal que brindaba una vista panorámica de la ciudad de Tokio. Los muros tenían acabados de madera barnizada de un marrón oscuro, decoraciones cromadas al centro de la gran mesa de cristal con sillas de cuero negro y dos pantallas en ambos extremos de la sala. Tadao, por lo general, se sentaba en una de las cabeceras de la mesa y a ambos lados se sentaban los directivos. James se topó con esa vista al entrar en la habitación.
—Ah, James, pasa. Siéntate —Tadao sonreía. James se sentó en una de las sillas y miró atentamente a los hombres frente a él—. Hemos recibido una respuesta por parte de Orinson, de presidencia. Les ha encantado la propuesta y están más que listos para comenzar el proyecto.
—Es una excelente noticia —habló James.
—¡Pero claro que lo es! —dijo uno de los hombres, tenía anteojos de media luna y corbata roja— Este proyecto con Orinson nos traerá muchos beneficios, y sobretodo nos dejará muchas ganancias.
—La pregunta aquí, James, es si tú estás listo para comenzar el proyecto —Tadao miró serio al castaño, las miradas de los otros hombres estaban sobre de él y comenzó a sentir la misma presión que cuando se hizo cargo de su primer proyecto.
—Claro que estoy listo —respondió casi en automático y cuidando de no titubear. Tadao sonrió de oreja a oreja.
—¡Exclente! Entonces ve preparando la presentación con los demás detalles del proyecto, organizaremos una videoconferencia con el presidente de Orinson.
—¿Di-Disculpe? —enunció nervioso.
—La conferencia —respondió Tadao sin darle importancia—, tú sabes, el protocolo que hacemos cada que terminamos el diseño escogido del cliente.
James soltó una risita nerviosa, rascó su mentón y comenzó a sentirse avergonzado.
—¿Cuándo se llevará a cabo la conferencia?
—Mañana al mediodía —dijo el vicepresidente. James asintió—. Confiamos en ti, James.
El castaño sonrió, asegurándoles de que todo marcharía acorde al plan y que el proyecto con Orinson sería de los mejores. Hizo una ligera reverencia y salió de la sala. Una fina capa de sudor se le hizo presente al llegar a su cubículo, suspiró con pesadez y escondió el rostro entre sus manos.
Vió el calendario de su celular y las ganas de que el tiempo se detuviera iban en aumento. El cumpleaños de Miharu era pasado mañana, en viernes, eso significaría que estarían "mudándose" a Boston a más tardar el lunes.
Aún faltaban varias cosas por hacer; tenía que comenzar a empacar lo necesario, ayudar a Miharu y a Baaya con su equipaje, hablar con el servicio de la aerolínea para arreglar el traslado de Yuki en el avión. Le relajaba saber que los trámites en la escuela de Miharu ya estaban arreglados gracias a Baaya, al igual que el resto de papeleos que tuvo qué hacer por internet hasta tarde notificando sobre su pronta ausencia en el país; también estaba el asunto de la fiesta de cumpleaños en el campo, sólo faltaba pasar por el pastel mañana aunque tal vez Louie podría ayudarle con eso.
—Maldita sea —gruñó.
Marcó el número de Louie, esperando que no le respondiera en su lugar un paramédico o algún desconocido.
—James —escuchó alegre a su amigo. Su preocupación se disipó.
—Hey, Lou, ¿tuviste problemas para llegar a la escuela?
—No, en realidad llegamos con tiempo de sobra.
—¿No te pasaste las luces rojas, cierto?
—No que yo sepa —respondió tranquilo—, ¿sucede algo?
—Ah, no. Sólo quería saber si estaban bien...
—Qué amable eres, James.
—Y para pedirte si podías pasar a comprar algo para comer más tarde, ah, y que recojas a Baaya en la galería de arte alrededor de las dos de la tarde —Louie bufó al otro lado de la línea, haciendo que James soltara una risita.
—¿Algo más que pueda hacer por usted?
—Sólo eso, Alfred, gracias —respondió con humor—. No quiero que estés afuera por mucho tiempo, si algo te sucede podrías meterte en problemas ya que la camioneta no es tuya y probablemente el permiso que tramitaste la última vez ya venció.
—Qué bueno que me lo dices, justo estaba pensando en llenar la camioneta de sandías cuadradas —dijo sarcástico.
—Intenta no chocar solamente, ¿de acuerdo? —masajeó el puente de su nariz.
—James, me extraña tanta desconfianza de tu parte —dijo Louie con fingido dramatismo—. Cómo sea, ¿quieres que te ayude con algo para la fiesta? ¿Recibiste el regalo de Cady y Alexander?
—Sí, lo enviaron la semana pasada y desde entonces está escondido en mi armario lejos de la curiosidad de mi hija.
—¿Tus padres harán algo?
—Estoy arreglando eso con mi madre, es una sorpresa —sonrió—. Te llamo después, Lou, tengo que preparar una presentación.
—¿Será acaso la presentación para alguien cuyos ojos son azules y es el presidente de una de las empresas más importantes del mundo? —soltó una risita pícara, James frunció el ceño.
—Ojalá te vendan sandías podridas —colgó luego de escuchar la risa de Louie.
Se dejó caer en la silla y se dispuso a trabajar en la presentación. El resto del equipo ya le había hecho llegar la información faltante por lo que sólo restaba acomodarla apropiadamente para presentarla al presidente de Orinson. Un sentimiento de molestia le llenó a medida que se preparaba; la simple idea de que estaría viviendo en su departamento durante año y medio le fastidiaba bastante. Ni hablar de cómo se sentía respecto a convivir día tras día con él. Pero, al final, eso era lo de menos.
El trabajo era primero.
❀ ❀ ❀
—Te agradezco que hayas comprado la cena, Louie, pero esperaba algo más saludable que una pizza de pepperoni con doble queso y una caja de papas fritas —tomó una servilleta para limpiarse la grasa que cubría sus dedos.
—No le veo problema, a Baaya y a Miharu parece no importarles —respondió relajado. Su hija y la adorable señora de cabellos platinados comían gustosas el tercer trozo de la noche—. Además, quedan pocos días antes de que se vayan a Boston; creo que pueden consentirse un poco.
James suspiró derrotado dando otro bocado a su rebanada, cuidando que su rostro no se llenara del viscoso queso que se escurría por las orillas.
—¿Qué tal estuvo su día? —preguntó después de dar un sorbo al refresco de manzana.
—Las personas de la subasta fueron a calentar los asientos solamente —dijo Baaya—, ni ellos ni los dueños supieron qué los golpeó cuando todas esas obras de arte estuvieron en mi poder —un intenso brillo retador apareció en sus ojos acompañado de una mirada profunda.
—¿Y dónde piensas poner tus nuevas adquisiciones? —Louie recargó su mejilla en la palma de su mano viendo a la mayor con interés.
—Se las enviaré a tus padres y tal vez venda unas cuantas por internet, aún está por definirse —dió un sorbo a su bebida dejando a Louie con una expresión confusa en el rostro.
—¿M-Mis padres...? —murmuró extrañado.
—¿Qué hay de ti, hija? ¿Qué tal la escuela? —Miharu levantó la mirada hacia las esmeraldas de su padre con una gran sonrisa que sonrosaba sus mejillas.
—Aprendí una melodía nueva en clase de música, es un dueto con Masahiro —dijo sonriente.
—¿Quién es Masahiro? —preguntó Louie curioso.
—El hermano de Hadzuki —respondió James dirigiendo nuevamente su atención a la pequeña—. ¿Y qué tal está esa melodía?
—Es muy linda. Masahiro toca la trompeta y junto con el violín se crea un ritmo interesante; tal vez la toquemos el día de mi cumpleaños —su sonrisa creció y un brillito surgió en sus ojos.
—¿Ese niño Masahiro te gusta? —el rostro de Miharu se coloró y negó al instante, haciéndole un puchero a su tío.
—¡S-Sólo s-somos am-amigos! —Louie no pudo evitar soltar una risita al ver la simpática expresión de la niña.
—Eso mismo dijeron tus tíos Cady y Alexander, también tu padre y Bla- ¡Hey! —James pateó el tobillo del castaño, diciéndole con la mirada que mantuviera la boca cerrada.
Miharu observó confundida a ambos adultos mientras su sonrojo disminuía. Los orbes esmeralda de James dirigían una mirada llena de enojo a los de color miel con el ceño fruncido. El menor se levantó de la mesa, excusándose para retirarse a dormir diciendo lo cansado que estaba y salió de la habitación; dejando a su hija extrañada y con muchas dudas que comenzaban a surgir.
—Tío Louie —murmuró con voz suave, el castaño le miró—, ¿qué sucedió?
Louie observó a Baaya, quien había presenciado todo lo ocurrido en silencio, desvió la mirada y negó con sutileza. El mayor bufó y respondió a la niña de ojos verdes:
—Estuve a punto de recordarle algo feo a tu padre.
—¿Muy feo? —preguntó inocentemente. Louie miró de soslayo las escaleras que conducían a la planta alta y suspiró.
—Bastante... —murmuró.
James se encontraba debajo de las múltiples y suaves capas de su edredón; el sentimiento de molestia se hizo presente nuevamente. Le hacía sentirse como basura el recordarlo, le hacía sentirse inferior cada que recordaba todo lo que le hizo.
Todo comenzó en aquel muelle. Su vigésimo cumpleaños.
"Cuando estuve en América y veía hacia el océano... los recordaba a ustedes. A Cady, a Louie... a ti... Soñaba con el día en que nos volviéramos a encontrar, en qué volviésemos a ser los mismos de antes... ¿Sabes qué era lo que más extrañaba?"
Una simple frase.
"A ti..."
Una respuesta sincera que dejó al descubierto sus sentimientos.
"...yo también te extrañé mucho."
En ese momento James habló desde su corazón.
"Tú me gustas, Blake."
Y la respuesta más hipócrita que aquel chico de ojos azules se atrevió a darle.
"Me gustas mucho, James..."
—Idiota —murmuró, sintiendo su rostro arder de rabia y un dolor en el corazón.
Ese cumpleaños ahora formaba parte de sus recuerdos más odiados.
Las horas avanzaron; escuchó a su hija y a Baaya despedirse de Louie para irse a dormir. La casa se quedó en completo silencio. James comenzó a sentir un par de punzadas en la cabeza, cansado, se levantó de la cama y caminó hacia el baño; abrió el botiquín y de ahí sacó un par de aspirinas que se tomó con un vaso de agua. El dolor disminuyó y unos toquecitos sonaron en la puerta de su habitación. La puerta se entreabrió dejando ver la peluda y adorable figura de Yuki que saltó a la cama de James acurrucándose en ella al instante. El castaño le miró con ternura.
—James —susurró Louie desde la puerta, el castaño le dirigió una mirada cansada y se recostó.
—¿Qué quieres? Déjame dormir —habló con pereza.
—Oye, lo siento. No debí de haber hecho lo que hice en la cena —dijo Louie apenado, James se viró hacia el mayor.
—Está bien —respondió con una sonrisita—, sé que no era tu intención.
—Aún así, quiero preguntarte algo —tomó asiento en la cama mirando fijamente al menor—. ¿Nunca le contaste a Miharu sobre Blake?
—No —respondió serio.
—¿Por qué?
—Porque no tiene caso contárselo, Louie.
—Van a vivir con él por año y medio, te guste o no; y si empieza a notar que está coqueteando contigo de buenas a primeras obviamente le va a extrañar.
—No coquetearía conmigo... —musitó. Louie rodó los ojos.
—Se lo dijiste a Yukari, así que tarde o temprano tendrás que decirle a tu hija sobre él —dijo con voz calmada. Se levantó de la cama y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
James frunció las cejas y miró a Yuki, el semblante le cambió y acarició su cabecita haciendo que el gatito se removiera en su lugar.
—¿Por qué tuvo que regresar, eh? —susurró con pesar.
Volvió a taparse con el edredón, ignoró todo lo relacionado al azabache y cayó dormido.
❀ ❀ ❀
Despertó temprano para terminar la presentación del proyecto Orinson; un pan tostado con mermelada, una manzana y un té fueron su desayuno. Despidió con cariño a su hija, encargó el pastel a Louie y salió a trabajar. Faltaban pocos días para su traslado a Boston y debía arreglar los últimos detalles para evitarse problemas durante su ausencia.
—小さい猫です (Es un gato pequeño ) —habló por el teléfono mientras ponía la alarma de su auto—. とても静かで、たくさん眠るのが好きです (Es muy tranquilo y le gusta dormir mucho)... はい (Sí)... ありがとうございました (Muchas gracias) —colgó la llamada y bajó del ascensor en su respectivo piso.
Saludó a sus compañeros y entró a su cubículo; la luz matutina cubría su espacio de trabajo. Revisó por última vez la presentación sintiéndose satisfecho de su trabajo, sólo esperaba que el señor Orsen no le reclamara por un mínimo detalle.
El azabache terminaba de firmar un par de contratos encargados por Vanessa; el sol terminaba de ocultarse y los azulejos de su oficina reflejaban la luz blanca de las lámparas en un ambiente silencioso y tranquilo que le hacía bostezar mientras estiraba sus músculos.
—Vanessa —llamó, la rubia estaba sentada en el sofá de cuero revisando algo en su tablet; levantó la mirada y caminó al escritorio de cristal recibiendo los papeles que le extendía el moreno—. Tranquila, no me equivoqué de tinta esta vez.
—Sería el colmo que lo hicieras —reprochó.
—¿Ya puedo irme? —enunció cansado, la rubia negó.
—Tienes una conferencia con alguien de Nikken Sekkei en unos minutos, te presentarán el proyecto final para el edificio de Boston.
—¿No pueden hacerse cargo Derrick o tú? —preguntó con un puchero.
—Podríamos, pero alguien creyó que irse a alcoholizar a las tres de la mañana y faltar a su trabajo al día siguiente era una buena idea —respondió con una sonrisita.
—¿Al menos ya sabemos quién fue el idiota que abusó de mí en el baño?
—No es tan rápido como Olivia Benson lo hace ver. Cómo sea, busca algo qué hacer —despeinó los cabellos oscuros del mayor y caminó hacia la puerta, dejándolo solo.
Se levantó del asiento y comenzó a caminar por la espaciosa oficina, de la cual, el gran ventanal era su cosa favorita además de la delicada figura de cerámica de un dragón con ojos azules que descansaba en su escritorio.
Las calles estaban iluminadas de anuncios neón, las luces de los automóviles que transitaban y los edificios aledaños comenzaban a quedarse vacíos. Analizaba cada detalle que le era posible apreciar desde aquel lugar; levantó la mirada al cielo viendo cómo la luna quedaba lentamente oculta tras nubes oscuras. «No tardará en llover» pensó volviendo su vista a los transeúntes, varios cargaban un paraguas consigo.
"—Qué lluvia, eh.
—Sí. Me arrepiento de no haber traído un paraguas.
—Lo mismo digo... Hola...
—H-hola... N-no esperaba encontrarte aquí..."
Nunca esperaban volver a encontrarse. Ni en aquel día lluvioso hace trece años...
Ni ahora...
—Señor Orsen —resonó la voz de su secretaria por medio del teléfono, se viró hacia el aparato—, la conferencia con Nikken Sekkei está por comenzar.
Tomó asiento nuevamente. Levantó la bocina y habló.
—¿Te dijeron quién va a presentar?
—El Arquitecto James Auclair, señor, el encargado del proyecto. ¿Enlazo la comunicación?
—Sí, Bertha, por favor.
Colgó la llamada. La pantalla de su monitor mostró un logo de carga y en segundos pudo ver su rostro. Aquellos ojos verdes que, aunque carecían de sentimiento alguno hacia él, eran los más hermosos que había visto en su vida. Su cabello estaba más largo de lo que recordaba y su voz aún mantenía ese minúsculo tono dulce que tanto le gustaba.
—Señor Orsen —dijo con voz seria.
—Arquitecto Auclair, un gusto verlo de nuevo —sonrió ligeramente.
—Me gustaría decir lo mismo —susurró.
—Entonces dilo —habló con tono sugerente. James levantó la vista dejando ver su ceño ligeramente fruncido. Blake sonrió—. Sólo bromeo. ¿Le molesta si comenzamos con la presentación de una vez?
El castaño asintió. En la pantalla se mostraban imágenes de los planos elaborados por James y el resto de su equipo de trabajo mientras explicaba de una manera detallada y fácil de comprender cada uno de los puntos que conformaban el proyecto. De vez en cuando mostraba su rostro; la luz del mediodía iluminaba su cabellera y se podía ver un poco del cielo azul.
—Los desniveles se harán con concreto ligero, esto ayudará a que la estructura no soporte tanta carga y sea más estable; además de que es de las mejores opciones, económicamente hablando, para este tipo de proyectos. Por último, agradecemos nos hayan hecho llegar con tiempo los estudios del suelo donde llevaremos a cabo la construcción así como otros detalles del mismo; también dijeron que quieren colocar una gran variedad de plantas y flores en la parte frontal del edificio, ¿cierto? —dijo mientras revisaba unos papeles, levantando su mirada esmeralda hacia el monitor. Asintió.
—¿Te comentaron también sobre el jardín bajo techo del recibidor?
—Ah, sí. Aunque podemos definir eso más adelante conforme avancemos con la obra.
—Me parece bien, Auclair —frotó su rostro con cuidado, vió la hora que marcaba su celular. Pasaban de las diez de la noche.
—Entonces, señor Orsen, eso es todo. ¿Tiene alguna pregunta?
Blake observó el rostro serio del castaño.
—¿Ya tienes pensado cómo se moverán tú y tu hija en Boston?
—¿Disculpe?
—Supongo que no —susurró—. Les daré un auto.
—¿Qué? No es necesario hacer eso —dijo un poco alterado, aunque Blake podría jurar que estaba nervioso—. Nos moveremos en tren, autobuses, taxis-
—¿Estás escuchándote? —interrumpió—, Boston no es igual a Tokio, obviamente. Les daré un auto durante el tiempo que estén ahí, estarán más seguros así —James desvió la mirada, claramente no estaba sintiéndose cómodo—. No lo veas como algo de mi parte, si así lo quieres, velo como un trato de hospitalidad por parte de Orinson—dijo con seriedad.
James se tensó, bufó luego de unos segundos y aceptó la oferta.
—¿Tiene alguna otra pregunta? —habló notablemente más tranquilo.
—No olvides enviarme la información de su vuelo, ya que, como te había dicho, pasaré por ustedes al aeropuerto —se recargó en la silla dibujándosele una sonrisita—. Hasta entonces, señor Auclair.
Terminó la conferencia y se levantó de su asiento, estiró sus músculos bostezando en el proceso. Tomó sus cosas, se colocó el abrigo y salió de la oficina. Los cubículos estaban vacíos, el personal de limpieza no tardaba en terminar sus labores; Blake se despidió de ellos con una gran sonrisa que fue correspondida por las amables personas. Subió a su auto y condujo por las lluviosas calles de Seattle hasta el elegante edificio donde vivía.
Fue recibido por un ambiente frío, como era costumbre; calentó un poco de la comida que había en su refrigerador para no irse a la cama con el estómago vacío y después se dió una ducha. Vistiendo su pijama gris y con una pequeña toalla cubriéndole la cabeza, una tímida sonrisa apareció al recordar que dentro de pocos días estaría con él nuevamente.
—Sé que me odias —dijo en voz baja—, pero yo nunca he dejado de amarte.
Conectó su celular para que cargara, su cubrió con el juego de esponjosos edredones oscuros y lentamente se fue quedando dormido.
❀ ❀ ❀
—Bien, ahora dímelo de nuevo pero esta vez procurar no maldecir —James respiró profundamente, Louie tenía los brazos recargados en la mesa de madera viendo cómo la crema batida de su café se fundía con la bebida.
—Quiere darme un auto —soltó de golpe. Louie asintió sin dejar de ver la bebida, indicándole al castaño que siguiera hablando—, ya que, según él, es la manera más segura de trasladarse en Boston.
—Tiene razón —levantó la mirada hacia los serios ojos verdes que tenía frente a él—. James, tú nunca has estado en Boston; no tiene índices tan elevados de criminalidad o inseguridad pero tampoco es de las ciudades más seguras de Massachusetts.
—¿Crees que estoy alterándome demasiado? —preguntó en voz baja, viendo la taza de porcelana vacía frente a él. Levantó la mirada al mayor, Louie asintió.
—Sólo acepta el maldito auto. No expongas a tu hija o a Baaya sólo por tu orgullo. Además, él dijo que es un gesto de hospitalidad por parte de su empresa; no veo nada malo con eso, nosotros hacemos lo mismo —tomó un poco de la crema batida que aún no se mezclaba con el café—. ¿Puedo preguntarte algo, pero prometes no enojarte conmigo?
—¿Es sobre cómo he estado actuando últimamente? —dijo enarcando una ceja. El mayor asintió acercándose un poco más al menor.
—¿Por qué te noto más alterado de lo usual desde que Blake vino a Nikken Sekkei y desde que Miharu dijo que quería verte enamorado otra vez? —James chasqueó la lengua.
—No estoy alterado —musitó—. Él sólo es otro cliente y mi hija aún no tiene una percepción más realista de la vida.
—Si Blake es sólo otro cliente, ¿entonces por qué terminas hecho un manojo de nervios cada vez que hablan?
James le miró seriamente, desvió su mirada hacia otro lado volviéndola hacia su amigo.
—¿Estás divirtiéndote con todo esto? —preguntó con una sonrisa sarcástica.
—Honestamente, sí —dijo inocente.
—No va a pasar nada de lo que estás pensando, Louie.
—¿Y qué piensas tú que estoy pensando que pasará? —James soltó una risita y negó.
—Buen intento, Everly, pero debo volver al trabajo y tú debes pasar por el pastel de tu no sobrina.
Se puso de pie, sacó algo de efectivo de su billetera y se despidió de Louie con una sonrisa saliendo de la cafetería. El castaño se quedó en aquel gabinete terminando su bebida y sonriendo al ver que su mejor amigo estaba mintiéndose a sí mismo.
—Sé que aún sientes algo por él, James —susurró.
Y es que, al igual que hace casi veintiún años, Louie fue él primero en darse cuenta sobre los sentimientos que tenía Blake hacia James y viceversa; esta vez la historia no era tan diferente. O al menos eso esperaba.
• ❀ ❀ ❀ •
¡Hola! omg, por favor ódienme por actualizar una vez cada cien años (por primera vez dentro de los límites "decentes" de la noche) pero he estado algo ocupada trabajando, también con futuras historias y fanfics /btw, si alguien aquí es MakoHaru o SouRin shipper los invito a darse una vuelta por las historias que estoy haciendo de ellos/.
💚 💙 • 🖤 ❤️
También estoy planeando varias cosas, aunque no sé si les agraden. ;;
Ya que estamos en Febrebro y San Valentín está cerca, estaba pensando en tal vez hacer un capítulo corto con esa temática para algunas de mis historias /Ice Cream Boy no, bc me adelanté como por un mes y ya está disponible; hay un pequeño cameo de esta historia ahí. wink wink./ 😚 ✨
Además, estoy planeando en comenzar a editar ECDOA ya que creo que puede ser /un poquito/ mejor; así como también estoy trabajando en nuevas portadas para algunas historias. 💖
Pregunta curiosa, ¿alguno de ustedes ha oído hablar de ko-fi? ☕️ 💕
Ugh, sé que parece que estoy poniendo excusas para las actualizaciones no tan seguidas de esta historia, o alguna otra, y ese no es el punto. :(
Quiero hacer todo esto para que este sea un lugar más bonito y acogedor que les brinde historias de mejor calidad y que les gusten y apoyen y amen porque de no ser por ustedes no seguiría haciendo una de las cosas que más amo. Créanme que cada vez que comentan, dejan una estrellita o agregan alguna de mis historias a sus listas de lectura me hacen sentir una felicidad enorme que me es difícil explicar; de verdad que los amo demasiado y son, sin duda alguna, un pedacito de felicidad.
💖 💖 💖 💖 💖 💖 💖 💖 💖 💖 💖 💖
[dejaremos el mensaje sentimental para otra ocasión].
Espero les haya gustado el capítulo; tal vez sean más que en el primer libro /idk, probablemente sí ya que todo está desarrollándose de una manera más lenta/. No olviden dejar una estrellita, un comentario y, si gustan, pueden compartir estas historias con alguien /eso estaría cool/. ✨
Nos leemos en la siguiente actualización, hasta entonces, pórtense bien. ✌︎('ω'✌︎ )
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