Un Nuevo Comienzo

León despertó cubierto por cinco grandes  y calentitos cobertores de lana en su habitación de Snowtel. La casa de su bisabuela Maba era abominablemente gigante y antigua, estaba hecha de madera de pino, pero el interior estaba bien aclimatado para que el calor no se escapara. La variada y extensa familia Piepequeño podía ocupar sencillamente una habitación cada quien sin ningún problema. Era una nevada mañana del dos de enero, León aprovechó que el sol apenas comenzaba a salir para tomar un cálido baño, forrarse de suéteres, camisas amarillas, varios pantalones, unas largas y peluchosas calcetas y guantes de girasoles, y salir al bosque a contemplar el bello y blanco paisaje, pues el amanecer le daba un aura mágico al bosque. Si algo podía presumir, además de sus miles de otras capacidades, era que su habilidad para tomar fotografías era espectacular, y agradeciendo el regalo de Navidad que le obsequió su tía Mila, decidió estrenar esa preciosa cámara fotográfica. Mientras daba vueltas por el bosque buscando algo bueno qué capturar, la vibración de su celular lo obligó a ver la notificación, siendo este un mensaje de su tan estimado mejor amigo Sandy. Apoyándose en un tronco, se decidió por contestarle.

- Buenos días, enano.
  ¿Sigues en Snowtel?

- Buenos días, guapo.
Síp, volveré a Superciudad el miércoles

Notó que su mensaje fue leído inmediatamente, así que decidió esperar dentro del chat para continuar su conversación. Aparentemente el pelimorado estaba especialmente interesado en el tema.

- Entiendo.
  ¿Estarás ocupado hoy?

Una emoción invadió su pecho al imaginar la razón de aquella pregunta. Sin haberse dado cuenta, había conocido tanto a su mayor que comenzaba a serle muy sencillo entender lo que quería incluso antes de que lo pidiera, para él era demasiado sencillo leerlo, parecía un libro abierto.

- En realidad no, estoy libre
¿Por qué?

De todas formas prefería que el más alto se lo pidiera.

- Pues, me preguntaba si podrías acompañarme a comprar ropa. Necesito suéteres nuevos y escuché que en Snowtel hay buenas tiendas.

Una sonrisa se formó en sus labios sin que él se diera cuenta. En realidad le emocionaba demasiado que una persona tan retraída como Sandman fuera tan amigable con él. Sabía que sus habilidades socializando eras magníficas, pero no esperaba llegar al punto de congeniar con alguien tan erizo y cerrado.

- ¡Claro!, dime la hora y el lugar.

Sería muy divertido salir a comprar ropa con él. 

>>   <<

Apenas había dado la una, y León ya comenzaba a alistarse para salir con el de ojos rosas. En la mañana habían acordado en verse frente al famosísimo Hotel Snow para de ahí partir hacia la zona de ropa del Centro del distrito. León conocía como la palma de su mano todo lo que respectaba al distrito de hielo, así que le dio confianza a Sandy en divagar por ahí sin perderse.

El de ojos miel decidió usar su nueva chamarra de patito, ¿o acaso era un pollito?. Sinceramente no lo sabía, el color amarillo y el pico lo despistaban, pero seguía siendo igual de encantadora. Tomó un pants azul cielo, unos sencillos tenis blancos, comió una porción del recalentado del año nuevo, el cual parecía nunca acabarse y salió con cinco minutos de sobra para llegar lo más puntual posible al punto de reunión. Del bosque al Centro Nevado se hacía mínimo unos diez minutos caminando, así que daba pasos alegres mientras escuchaba música en sus audífonos.

Una vez llegó a la calle del Hotal Snow, a lo lejos, unas pupilas rosadas ubicaron sin ningún problema a quien esperaba, pues ese colorido punto a la lejanía solo podía ser propiedad del único loco que osaba combinar colores y que le lucieran realmente bien. Muy por su parte, él era una paleta de tonalidades negras con un gorro morado igual de oscuro. Notó cómo el llamativo chico se quitaba sus audífonos y buscaba algo en su celular. Todas sus dudas se aclararon cuando su dispositivo comenzó a vibrar debido a una llamada. Con el corazón a mil pulsos por hora, se escondió en la vuelta de la esquina por donde había llegado, no quería ser descubierto por esos ojos miel, pues si León había llegado justo a la hora, tal vez sería raro que él hubiera llegado treinta minutos antes. De todas formas se veía obligado a contestar.

- ¿Bueno?

- ¡Ya estoy aquí!, no te veo. ¿Sí sabes dónde es el Hotel?

Sandy soltó una risita, doblando la esquina, aparentando que apenas llegaba - Síp, ya te vi, patito - notó cómo León daba mil vueltas sobre su eje buscandolo, y cuando dio con él, sonrió de inmediato, alborotando su brazo y saltando para que lo ubicara entre la multitud. Colgaron y fueron a su encuentro, el de chamarra amarilla casi que dando brincos en cada paso.

- ¡Tardes, porque buena tu ropa! - Sandy se sintió extrañado, ¿aquello era sarcasmo? No sentía que se hubiera vestido tan bien.

- Entonces, tu eres el de aquí. ¿A dónde vamos?

- Sisisisi, ven - y comenzaron a caminar hacia la zona de ropa.

Aprovechando la inspiración que evocaba del día soleado y la fría brisa, ambos se sintieron muy alentados a platicar de sus vidas mientras recorrían las nevadas y blancas calles del Centro Nevado.

- ¿Naciste aquí? - se atrevió a preguntar el más alto al ver a León tan feliz recorriendo aquellas calles con una confianza tal que parecía que fuese la enésima vez.

- Así es. Orgullosamente Snowtelense. ¿Y tú?

- Yo soy del Bazaar - La expresión de sorpresa que denotó León le provocó cierta gracia.

- ¿Eres del Bazaar?

- Creo que es demasiado obvio.

León hizo una cara pensativa, notando entonces que la forma de ser de Sandy era propia de aquel caluroso distrito: seriedad, misterio y tenacidad.

- Bueno, ahora que lo mencionas, tienes razón - León nunca dejaría que la conversación muriera, tenía un lema de vida, el cual dictaba: Siempre hay de qué hablar.

- ¿Y porqué te mudaste a Superciudad?

León siempre le daba justo al clavo, incluso por mero accidente. Aquel era un tema algo privado, demasiado fuerte para un inicio de conversación, pero qué más daba, podía confiar plenamente en el de ojos miel.

- Pues, cuando mi madre se embarazó de mi tuvo muchos problemas con mi abuelo, así que decidió independizarse para evitar los problemas familiares - la expresión de León era todo un dilema: clara vergüenza por tocar un tema tan turbio con una simple pregunta y la misma curiosidad de saber más. Sandman supo leerlo muy bien - Mi mamá se embarazó de mi a los dieciséis años. Claramente no fui nada planeado, mi padre, como todo un cobarde, huyó de la responsabilidad hacia el país del norte, así que causé muchos problemas con mi familia materna y por eso decidió irse sola a vivir a Superciudad -

Ya habían tocado los temas profundos, ya no había vuelta atrás. Con simples preguntas, el castaño abarcaba temas del pasado de su mayor, estando este muy cómodo contándole todo lo que le pedia: le gustaba sentir interés hacia él.

- ¿Y cómo fue tu secundaria?

- Uy.

Ese tema sí que era una gran telenovela para él. Sandman Mamluk cursó su secundaria en la clásica Escuela de Educación Básica Superior Número 06, o más conocida como EEBS 6, una de las más famosas en Superciudad por su buen historial en trofeos nacionales.

Bien decía León: Nadie es amargado siempre. En su primer año, era un chico tranquilo y amigable, sus ojos rosas siempre fueron algo que lo caracterizaron, pues al momento de entrar a la secundaria era uno de los más bajitos del salón, por lo que era fácilmente denominado como un chico tierno. En los primeros meses logró cierta popularidad en su salón y otros compañeros de primero, gozaba de buenas calificaciones y una actitud siempre sonriente ante la vida. Tenía amigos, siendo Crow uno de los más antiguos, tenía pretendientes, siendo la más propable a una novia la famosisíma Bibiana Blanco, un año mayor que él, la chica más guapa del tercer año, con grandes ojos afilados y azules, un lacio cabello negro, una piel tan blanca como la misma leche y un cuerpo bien dotado; tenía vida social, tenía notas aceptables. Lo tenía todo. Fue un buen primer año.

Todo cambió cuando ascendió, siendo ahora de Segundo e ingresando a la Secundaria su más terrible pesadilla: Jackasy Drill. En el convivio escolar de Navidad, Sandman tuvo el valor de declarar sus sentimientos por Bibiana con un lindo ramo de rosas, una cursi carta de amor y la más bonita de sus sonrisas. Todo salió bien, la de ojos azules lo aceptó y comenzaron una relación. Qué relación aquella, no estaba orgulloso de esos meses.

Jacky llegó a su vida un receso cualquiera cuando aquella chica jugaba con sus amigos a aventar un zapato de un lado a otro, y tristemente, aquel calzado fue a parar a la espalda del de cabello morado, quien paseaba tranquilamente con su novia. Tuvo la amabilidad de tomarlo y devolvérselo a esa desastrosa azabache, quien al verlo, quedó completamente cautivada por esos maravillosos ojos rosas.

- Lo siento. Muchas gracias.

- No hay de qué - estaba por irse, pero la de coletas lo tomó fuertemente del brazo, impidiendo su andar.

- ¡Espera!, ¿Cómo te llamas?. Yo soy Jacky Dril del primero C.

- Oh, un gusto. Soy Sandman del segundo A.

- ¡Sand! - tan confianzuda como siempre - Eres muy guapo - tan sinvergüenza como siempre. Bibi la fulminó con la mirada, haciendo que el moreno se cohibiera tímidamente en su lugar. Nadie nunca le había dicho que era atractivo tan directamente.

- Gracias - Bibi hizo una mueca, soltando la mano del pelimorado y dispuesta a hacerle la ley del hielo por un buen rato. Sandy lo notó, por lo que algo alterado, quería deshaserse de esa molesta ojiazul lo más rápido posible - De verdad lo siento, pero debo irme -

- ¡Seguro!, nos vemos después.

Creyendo que todo volvería a la normalidad, el moreno comenzó a caminar con tranquilidad al lado de su enamorada, pero ella estaba totalmente distante. Estaba celosa, estaba molesta y no contribuía a que se arreglara. Aquel berrinche duró días, Mamluk no sabiendo qué hacer, le compraba cuántas cosas quisiera, le dedicaba toda su atención e intentaba tenerla feliz, pero nunca lo logró. Bibi quería más, ella en realidad no correspondía ese enorme y ciego amor de la misma forma que su menor, por lo que fue muy sencillo para ella comenzar a distanciarse. Cuando él la buscaba, ella simplemente lo mandaba al fondo y se burlaba con sus compañeros sobre lo genial que era tener un sirviente para ella. Sandy siempre escuchaba cada una de sus palabras, pero jamás demostró su tristeza, pues no le gustaría avivar aquellas burlas. Todos sus recesos comenzaron a definirse en estar siempre detrás de Bibi, siguiendo a su grupo a todos lados, comprándole cuántas cosas le pidiera y haciendo todo lo que le pedía: no hablar con nadie era la más importante, pues los azules ojos de la mayor le quemaban la espalda cada que conversaba con alguien más. Un día, tuvo la desgracia de ver cómo la azabache se besaba con su supuesto mejor amigo, cuando ellos ni siquiera se habían dado un beso en la mejilla. Bibi notó que lo vio, pero se lo tomó muy a la ligera. Cuando Sandy fue a pedirle explicaciones, ella lo sintió como un juego.

- Vamos, ¿cómo vas a molestarte?, él es solo mi amigo. Tu no eres nadie para decirme qué hacer.

Sandy se quedó callado, se tragó su enojo, le quitó todo papel de infiel a su novia y bajó su cabeza. Gran error. Su relación con Bibiana duró tan sólo cinco meses, los cuales fueron terriblemente tortuosos para el de cabello morado, aunado que aquella castrosa niña de primer año siempre lo seguía y le provocaba problemas con su novia. Sandman dejó de dormir bien, sus calificaciones bajaron, su conducta fue empeorando y el día que terminó con Bibiana fue la cereza al pastel para su tristeza. Su noviazgo con la mayor lo habían privado tanto de sus amistades que en su salón se convirtió en el callado, y con ello, los rumores comenzaron. Jacky era una buena amiga por aquel entonces, pero en el momento en el que sus intenciones cambiaron a algo más que una amistad, todo comenzó a tornarse oscuro. Drill llegó a un punto de acoso sorprendente: lo esperaba en la entrada, en el receso y en la salida, lo acompañaba a absolutamente todos lados, lo tocaba en exceso, incluso con intenciones lujuriosas, y hablaba demasiado, haciendo que el más alto se fuera irritado gradualmente. Pero Sandman había perdido aquella capacidad de hablar y expresar su opinión, pues cada vez que le reclamaba por algo que hacía, le contestaba con un épico "No seas amargado".

Cuando pasó a su último año de secundaria, de volvió deprimente, su cariño a la vida se desvaneció, su deseo de mejorar se evaporó y el tierno e inocente Sandman Mamluk había muerto. Al último año la adolescencia le realizó un favor al hacerlo más alto y fornido, llamando la atención de los bullys quienes comenzaron a molestarlo. Sandy nunca se dejó bullear. Tuvo numerosas peleas de las cuales salió victorioso e invicto debido a las clases de boxeo que tomó de niño, a las cuales dejó de ir hace apenas dos años por cuestiones de dinero.

Hubo una emblemática ocasión en un receso cuando el temido Bull del tercero D se dirigió hacia él con las intenciones de quitarle su dinero, pues bien sonaba que para aquel entonces Sandman trabajaba de medio tiempo y tenía dinero de sobra. Aquel día Jacky había sido más hostigosa que de costumbre, por lo que la irritabilidad de Sandman ya estaba volando por los cielos. Cuando el enorme pelinegro se paró frente a él, quien sólo estaba sentado en la banca más alejada de todos, el confrontamiento dio comienzo.

- Ey, estúpido - Sandman no le dirigió la mirada - Escúchame, maldito sordo -

- Qué buena estupidez acabas de decir - Sandy soltó una bufona burla.

- Hijo de puta. ¡Cállate y dame tu dinero!.

- Oh, ¿a caso eres pobre y necesitas comer? Tengo empatía por los menos afortunados - y con el mismo sarcasmo en sus movimientos, sacó dinero de su bolsillo, logrando hacer enojar al más alto, quien le propinó un golpe en la cara.

- ¡No te atrevas a burlarte de mi, trozo de mierda!

Mamluk sonrió divertido por lo mal que le había golpeado, se notaba que no tenía técnica. Se enderezó, tronó su cuello y con una puntería certera, le devolvió el golpe en la mandíbula, logrando hacerlo retroceder. Aquella batalla fue de oro. Bull tenía casi el doble del peso que su oponente, quien fácilmente recibía sus golpes y se los devolvía al doble. La fuerza con la que lo golpeaba no le quitaba mérito, pues el puño en bruto del más grande impactando en sus brazos realmente eran de doler. La batalla se alargó, los alumnos los rodearon como público y los profesores tomaban plácidamente sus cafés. Bull estaba por desfallecer al igual que el más bajito, pero en cuanto aquellos ojos rosas vieron un punto débil en su torso, le propinó un último golpe en el hígado. Aquello le dio la victoria. Bull Blanco cayó rendido al piso, proclamandose Sandman Mamluk como el rey de las peleas.

>>   <<

León escuchaba aquello totalmente atento, sorprendido de la capacidad para pelear de su acompañante.

- A ver, pegame - dijo al tiempo que ponía su brazo listo para ser golpeado, haciendo reír a su mayor.

- Carajo, no te voy a pegar.

- ¿Por qué?, tengo buen aguante.

- No es eso, solamente no quiero pegarte.

Una exclamacion de ternura salió de los labios del de ojos miel, siendo contestada por un buen zape en su nuca por el más alto. Ya habían terminado de comprar la ropa del de ojos rosas, cargando en aquellas bolsas numerosos suéteres, chamarras y calcetas de una combinación de los gustos de ambos.

- ¿Tienes tiempo?, quisiera probar los helados de aquí - la emoción de León fue más que evidente.

- ¡Por su puesto!, ven, te llevaré a mi heladería favorita - con un ánimo más que palpable, lo tomó de la muñeca y casi que a rastras lo condujo a un local de helados color blanco y azul - Te presento al amor de mi vida: Heladería Lou - Sandman rio por lo bajo.

- ¿El amor de tu vida?

- También lo será para ti.

Contentos, entraron al local y fueron testigos de la masiva cantidad de sabores de helado que había.

- ¿Dónde está el de limón?

- Vamos, Sandy, no pidas uno de limón.

- ¿Por qué no? Es mi favorito.

- Pero estás en un lugar nuevo, prueba cosas nuevas. En Superciudad puedes pedir los helados de limón cuantas veces quieras - el ojirrosa entendió su punto, pero había tantas opciones que se sentía abrumado al tener que elegir.

- Por lo menos guíame, ¿qué me recomiendas? - León sonrió con alegría.

- ¿Qué se te antoja?

- Hummm, algo dulce, de alguna fruta exótica - León chasqueó los dedos.

- Guanábana.

- ¿Disculpa? - Sandy esperaba de corazón que le dijera fresa, además que, siendo sincero, por un momento había pensado que lo había insultado en algún extraño dialecto.

- Es una fruta, guanábana. Es dulce y exótica.

La expresión de incertidumbre del mayor era para reírse, pero con todo el valor que tuvo, accedió a probar aquella fruta que tenía un nombre alienígena. León pidió los helados, habiendo en sus manos un vaso con bolas blancas y puntos negros y en otro bolas rosas y azules. No sabía cuál era peor.

- Guanábana - le extendió el vaso blanco. Un pensamiento morboso abordó su mente, haciéndolo sonreír por lo bajo.

Ambos se fueron a sentar a una mesa para dos que había dentro del mismo local, comenzando León a comer gustoso su helado de algodón de azúcar. Sandy lo imitó, tomando con cautela una cucharada de aquel postre, oliendolo antes de meterlo a su boca. León no le perdía el rastro.

- ¿Y bien?

- Sorprendentemente no sabe a mierda - León explotó en escandalosas carcajadas. Disfrutando de sus helados, continuaron hablando confianzudamente entre ellos. Hablando sobre sus secundarias, llegaron al tema de cómo era Bibi para Sandy, quien no negó que era una chica realmente preciosa, pero la curiosidad del pelimorado por la vida amorosa de su menor era tal que decidió preguntarlo directamente.

- ¿Tu has tenido novia? - aquella interrogante tomó desprevenido al castaño.

- Humm, pues sí, he tenido cuatro novias.

- Wow, todo un casanova.

- ¡Para nada!, una fue una relación a distancia, otra me terminó para irse con mi primo, otra era terriblemente tóxica y la última, pues, en realidad no me gustaba.

- ¿Y cómo te diste cuenta que eras gay? - vaya que Sandman no se andaba con rodeos.

- Pues, de niño me era mucho más sencillo ver lindos a mis amigos, pensaba que era normal, pero creciendo me di cuenta que estaba mal y que lo correcto era que me gustaran las niñas. Me forcé muchos años a pensar así y me obligaba a ver lindas a mis amigas, pero nunca llegué a querer románticamente a ninguna. Ni siquiera a mis novias.

- ¿Qué demonios?, ¿Entonces nunca has tenido novio? - un rubor invadió las mejillas del de suéter amarillo.

- Pues, no.

- ¡Qué carajos!, hasta yo, que no soy gay, tuve una experiencia con un tipo.

León abrió sus ojos como platos - ¿Cómo? -

- Pues, eso, en secundaria me besaba con un chico de primero cuando iba en tercero.

León estaba lo siguiente a sorprendido - ¿Y no eres gay?, ¡Maldito asalta cunas! -

- He llegado a la conclusión que cualquier persona que quiera algo bien conmigo, será bienvenida en mi corazón - Sandy había reducido sus criterios a algo tan simple que realmente estaba abierto a cualquier opción. Así de mal le había ido en el amor últimamente.

- Entonces, eres más bien pansexual.

- Ufff, cómo me excitan los baguettes - León rompió en carcajadas, haciendo que su contrario también riera ligeramente.

- Vaya, qué suerte la tuya, yo jamás he tenido la oportunidad de estar con un hombre - con decepción, terminó su helado.

Sandman vio un chiste perfecto, por lo que sin pensarlo muy bien, sin saber cuál era la razón detrás de aquella broma, sin querer darle un significado más profundo a esa estupidez, soltó sin pensar

- ¿Te enseño? -

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