Primavera
Marzo había llegado, la nieve de Snowtel comenzaba a derretirse y las flores del Distrito Bio empezaban a brotar, anunciando que la época de miel y abejas estaba cerca. El receso había dado inicio hace apenas unos cuantos minutos, pero con la misma rapidez de la corriente de un río, un alegre castaño con su inconfundible suéter amarillo de pollito ya corría con euforia hacia los salones de segundo año, ansioso por la salida de su grupo y, claro está, de su novio. Para la comunidad escolar era más que evidente con cada día que pasaba que entre Piepequeño y Mamluk ya no había solo una amistad, pues verlos pasear de la mano, esos besos en la mejilla que se daban a supuestas escondidas y sus simples miradas delataban todos los brillos que yacían en sus corazones.
- La primavera te sienta muy bien, Bea - le halagó el castaño una vez sus amigos estuvieron lo suficientemente cerca. El cabello rubio de la ojiverde tenía un especial brillo hoy, se había arreglado con dedicación y había dejado crecer sus uñar más de lo normal para lucirlas más largas y decoradas con un lindo color morado que resaltaba entre el blanco de su piel. Recibió cumplidos de todos, las miradas que le dedicaban sólo confirmaba que aquella rosada estación le favorecía en todos los sentidos. Todos le dijeron lo bonita que estaba.
- Gracias, Leoncito -
Menos una persona.
Sandman se escurrió entre el grupo hasta terminar al lado del castaño, quien lo recibió acariciando su mejilla y dándole un tierno beso en la punta de la nariz. Claro, ahora también ella lo veía. Ya no tenía la atención de quien siempre la seguía.
Emprendieron el camino hacia los jardines del instituto, el día era soleado y airoso, un clima perfecto para disfrutar al aire libre. Sandy siempre estaba detrás del grupo, siguiendo como patito a Bea, quien era la única que lo entendía relativamente bien. Era su única amiga. Jamás extrañó tanto aquella presencia. Sandman ahora se encontraba en el centro del grupo, al lado de León, tomados de la mano y sonriendo por las bromas que soltaba el de ojos oro. El corazón le quemaba, sentía ganas de gritar, de arrancar las flores, de quitarse todos sus accesorios y mandar al mundo al caño. Sandman no le había dicho que se veía bonita. ¿Y por qué eso le afectaba tanto? Nunca le había dado especial atención a si el de ojos rosas estaba ahí o no, ¿por qué ahora sentía tanto su ausencia?
- ¿Bea? - la voz de Rosa la sonsacó de sus pensamientos. Lució una tierna sonrisa y volvió a su papel de dulces y flores.
- Dime, Ros.
- ¿Estas bien?
- Estoy bien, estoy bien, ¿por qué?
- Estás más distraída de lo normal - Sí, aquello era verdad. Solo esperaba que esos ojos de moradas pestañas la voltearan a ver y le dijeran que se veía linda, que volviera a decirle por enésima vez que sus ojos verdes eran encantadores, que su cabello brillaba con el sol. Que volviera a sentir su amor. Ese amor que nunca correspondió. Sentía su cuerpo arder, sus ojos dolían cada que esa mirada que extrañaba no la veía a ella, ¿a quién veían entonces? a León. El corazón le volvió a quemar, apretó su puño y el enojo le recorrió la médula.
No.
Ella no podía estar celosa. Era León, ese chico que siempre la hacía reír y le animaba cuando estaba decaída, ese chico que siempre le decía que se veía hermosa y que siempre notaba todos los pequeños detalles de su apariencia que los demás no. Amaba a León, claro que sí. Pero en este momento no era especial aprecio el que sentía.
Las mujeres son crueles cuando se trata de amar. Y una mujer bella lo es incluso más.
Astuta, tomó la mano del de cabello violeta y lo detuvo de su andar, interrumpiendo las risas que compartían ambos morenos.
- Sandy, quisiera hablar contigo.
- Oh, está bien - secretamente feliz, vio cómo soltaba su agarre de aquella otra mano que lo sostenía. Pero León no tenía espinas en el corazón.
- Nosotros nos adelantamos, guapos - les sonrió a ambos y el resto del grupo continuó su andar.
Todos estaban más que enterados que Sandy y León ya no eran nada más que mejores amigos, por lo que al ver a Piepequeño tan despreocupado de dejar a su pareja con su antiguo amor a solas los desconcertó por completo.
- León, ¿Qué haces? - le cuestionó Rico algo alterado.
- Te van a bajar al novio - corroboró Crow igual de sorprendido.
El de suéter amarillo nunca interrumpió su andar, liderando al grupo con los ojos al frente y sus comisuras tan acostumbradas a dibujar una sonrisa - No tengo miedo ni desconfianza -
- Pero es Bea, bro - intentó hacerlo entrar en razón el de ojos esmeralda - A Sandman antes le gustaba -
- Confío en Sandy - volteó su mirada hacia los verdes orbes que le insistían tanto - Y si él decide que Bea lo hará feliz, entonces estaré de acuerdo - volteó con rapidez hacia su espalda, viendo cómo la rubia y el pelimorado se sentaban en una banca en medio del jardín - Aunque preferiría que no pasara, realmente -
++ ++
- ¿Qué ocurre, Bea? - le habló Mamluk sin rodeos. La rubia ya no sentía el amor en su voz, ya no la veía con anhelo y ya no le sonreía a cada minuto. Extrañaba tanto sentir aquel amor.
- Sólo quería saber si te gusta alguien, Sand - le comentó con coqueteo en su mirada, mirándolo con sus olivos atentamente.
- Oh, pues sí.
- Uy, ¿Quién es la afortunada?, ¿Es bien parecida? - Esperaba despertar aunque sea pequeñas sobras de su enamoramiento por ella en su interior, iba a mantener la llama de ese amor viva aunque fuera lo último que hiciera.
- ¿Chica?, para nada. Creí que ya sabías - Jamás le había costado tanto mantener su papel de princesa de cuento, pero estaba decidida a mantenerlo con ella.
- Oh, no sabía que aquellos rumores fuesen ciertos - se cohibió en su lugar, un ligero sonrojo apareció en sus mejillas y sus ojos brillaron por el sol. Era una chica preciosa al fin y al cabo.
- Pues sí, creo que es muy evidente.
- También me gustas, Sandy - el de cabello morado se despabiló.
- ¿Qué?
- Todo este tiempo me he dado cuenta que no era solo amistad lo que sentía por ti. ¡También te amo! - los alumnos que pasaban al rededor voltearon ante aquella exclamación. La presión social aparecía, pero por más ansiedad que tuviera el más alto, no dejaría que aquel malentendido se prolongara ni un segundo más.
- No, Belinda, no me gustas.
- ¡Pero eso dicen los rumores! estás enamorado de mi desde primer semestre. ¡También me gustas, Sandman! - los murmullos comenzaron. ¿Qué no Sandy y León eran novios?, ¿Aún le gustaba Bea, entonces?, Qué patán.
- Belinda - la tomó de los hombros, bajándola de aquella nube de ilusiones y actuación. Le clavó la mirada con seriedad, y con una voz que jamás pensó que emplearía con ella, le habló - Me gustaste, sí. Pero ahora ya no. Estoy enamorado de León y soy muy feliz con él - El silencio reinó, los demás observaban como si fuera una organizada escena de una dramática obra de teatro. El viento soplaba y detenía el tiempo entre ellos. Belinda Biene había sido rechazada. Por primera vez. Bajó la mirada, soltó el aire que no sabía que estaba manteniendo y volvió a la realidad.
- Pero me gustas, Sandman - subió su mirada, terca a no perder. La expresión del moreno fue su evidente respuesta.
- ¿Te gusto?
- Me gustas.
- ¿Y por qué no dijiste eso hace dos meses? - sus palabras tenían filo, su mirada le penetraba el alma y su voz era gélida y dura. No le gustaba sentir a su fiel seguidor tan rígido.
- Porque hace dos meses no me gustabas - Mamluk chasqueó la lengua.
- Bea, escucha lo que dices. No te gusto, esto no es gustar. Si realmente me quisieras, me dejarías ser feliz con quien sí me correspondió - La rubia comenzó a sollozar. Incluso cuando las lágrimas invadían sus párpados seguía luciendo encantadora. Pero ya no ablandaba el corazón del de cabello violeta. Tenía razón, ella sólo extrañaba sentirlo para ella, extrañaba sentirse amada, le gustaba saber que tenía una segunda opción, le gustaba sentirse anhelada y malvadamente le gustaba rechazarlo. Las mujeres son crueles en el amor.
- Lo siento - no tenía nada más por decir. Como un buen personaje de la obra, salió de escena con la cabeza en alto, ignorando las miradas que la seguían. El público que tenían empezó a disiparse, corriendo como la pólvora aquel encuentro. Hay personas a las que les gusta el drama y los demás se encargaran de exagerarlo aún más.
Con cierta rapidez en sus pasos comenzó a buscar al grupo entre los pasillos de la escuela, pero la campana le recordó que el receso no era eterno. Le había prometido a León que mantendría un buen desempeño en la escuela y eso intentaba, pero necesitaba verlo, necesitaba hablarle, de alguna u otra forma sentía que cargaba con culpa, que debía disculparse por gustarle a Bea, por haberle soltado la mano, por haber dejado que aquel encuentro sucediera. Lo malo de la depresión es que te convence que incluso el clima es culpa tuya. Con rapidez fue a los salones de primer año, reconociendo con sencillez aquel punto amarillo y ruidosa risa en la lejanía. Caminó hacia él, antes de que entrara a su salón le tomó la mano y lo haló hacia él, sintiendo en respuesta un respingo de susto. Con la misma rapidez, lo abrazó y hundió su rostro en la tela de su hombro.
- Perdón.
El mundo no se detenía. Entre tanta gente eran fácilmente confundidos, se perdían entre la conglomeración de alumnos. Los demás pasaban a su lado sin detenerse a analizar aquel abrazo, dejándolos congelados en el tiempo, en la privacidad donde no la había, pero la sentían.
- ¿Perdón?, ¿por qué?
- Por haberte dejado - el corazón de León se oprimió un poco ante las diversas interpretaciones que tenían esas tres palabras
- ¿Haberme dejado? - se separó de él. Sus miradas se atrajeron como imanes, hundiéndose en los cristales del contrario. León entonces entendió. Le sonrió con ternura y posó su mano en su mejilla, acariciándola con cariño y suavidad - Más bien debería agradecerte por volver - León sabía donde apuntar sus palabras, lo conocía tan bien. Le dio en el corazón y fue sencillo que sus lágrimas se comenzaran a acumular - No sientas que me iré cuando te alejas. Siempre estaré en el mismo lugar, esperándote -
Aquel era el momento, ya no podían postergar más aquel contacto. El viento sopló, las mariposas volaron a otra flor y las abejas aterrizaban en su panal, las hojas caían, las nubes se movían y el sol brillaba. Un beso aconteció esa tarde de marzo. La luna besó al sol. El cielo azul del día besó al cielo negro de la noche. Sandman Mamluk le dedicó su primer beso a León Piepequeño.
++ ++
Era ya de tarde, el sol comenzaba a arroparse en el horizonte y el cielo se iba pintando de anaranjado. Nuestro estimado grupo de amigos se dirigían con ánimo a su ya acostumbrada cafetería, Sugar and Spice. Tomaron posesión de su acostumbrada mesa en la terraza. Bea seguía luciendo bella, habiéndose puesto un vestido amarillo con abejas moradas que resaltaba el verde de sus ojos y contrastaba el dorado de su cabello, León con un suéter verde y pantalones azules, Rico con su ya acostumbrado chaleco morado con círculos de colores y Crow hacía honor a su barrio de origen al vestirse como un matón de Retrópolis.
- ¿Puedo tomar su orden?
- ¡¿Sandy?! - exclamaron todos al unísono, menos León, quien sonrió divertido por la sorpresa que extenuaban las caras de sus amigos. Aquella era la primera vez que los demás veían al mencionado como mesero.
- ¿Desde cuándo trabajas aquí?
- Dos años.
- ¿¡Dos años!? - volvieron a corear todos más incrédulos.
- ¿Y por qué nunca te vi por aquí? - se atrevió a preguntar Crow.
- Venían con Jackasy, si se enteraba que trabajaba aquí hubiera sido un dolor de huevos - los demás entendieron su razón de sobra.
- ¿Y hay algún descuento por ser amigos? - cuestionó Rico intentando ser gracioso.
- Oh, sí, lo había olvidado - buscó en el bolsillo de su delantal con ímpetu y cuando sacó su mano, le enseñó el dedo medio al de cabello azul, haciendo reír al resto del grupo.
La vida comenzaba a sonreírle al de ojos ojerosos: al fin podía hacer bromas con sus amigos, ya no era bulleado ni apartado, era bien incluido y aceptado, tenía una persona que lo amaba y lo apoyaba para ser su mejor versión, tenía felicidad. Por fin era feliz.
Los minutos pasaron, Sandman se dio el lujo de sentarse recurrentemente al lado de León y acompañar a sus amigos mientras reían y hablaban sobre cualquier trivialidad. Una vez dieron las ocho, se levantaron y la cuenta llegó a ellos.
- Cada quien pague su parte, no volveremos a hacer esa babosada de repartirla en cinco - recordó Crow aquel día en el que él no había ordenado más de un simple café y tuvo que pagar el doble por haber accedido a pagar la quinta parte de la cuenta.
Cada uno iba poniendo su respectivo pago en la charolita café, pero cuando apenas iba a poner su aporte el de pecosas mejillas, Sandman la retiró con rapidez.
- ¡Espera!, falto yo - le avisó algo asustado por no haber puesto su dinero y ver cómo su novio se iba alejando. Al escuchar su voz, se dio la vuelta y sonriente, le contestó.
- No te preocupes, los lindos no pagan.
Un sonrojo se apoderó de aquellas pecas, luciendo una enamorada sonrisa. Crow, Rico y Rosa, los principales fanáticos de aquella pareja, gritaron y echaron leña al fuego con respetos hacia Sandman y cumplidos hacia León. Bea sólo sonrió, sorprendida por aquel detalle de Sandman y algo celosa, claro que sí, aún le quemaba en el alma saber que lo había perdido, que ella pudo haber sido foco de toda esa tierna atención que Mamluk tenía para con su adorado castaño. Pero aceptaba su pérdida, reconocía que no merecía al de cabello morado y estaba dispuesta a dejarlo serlo feliz.
Todos comenzaron a recoger sus cosas, pero al salir del local, León se quedó dentro.
- Ya casi es la hora de salida de Sandy. Esperaré a que salga.
El mismo trío de antes volvió a corear gritos y reconocimientos al caramelo y dulzor de aquella pareja. Bea volvió a reconocer que Sandy estaba en buenas manos y que León lo cuidaría bien. Sí, ya no eran amigos tan cercanos o tan siquiera próximos, podía aceptarlo, podía dejarlo ir y ella también zarpar a nuevos mares. Al fin y al cabo, la estación también iba cambiando.
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