Choque entre dos mundos

León tenía la aptitud de ser alguien con buenas calificaciones, y muy ajeno a su dedicación y responsabilidad, contaba con una memoria e inteligencia extraordinaria. La Historia, por detrás de la Literatura, era uno de sus más grandes amores. Debido a ello, conocía fechas conmemorativas de cientos de hechos históricos con gran impacto en la humanidad, y el décimo mes del año tenía una de sus fechas favoritas: doce de octubre.

Fue muy entusiasmado al bachillerato por la mañana pues había sido elegido por los maestros Byron y Nani a dar una exposición sobre esa misma fecha. Desde hacía días ya tenía preparada su presentación en su tan querida USB con forma de paleta de caramelo y esperaba ansioso la hora para ir al anfiteatro. 

En medio de la clase de Biología fue la líder del club de actuación, Lola Deep, por Léon para poder coordinar con anticipación la presentación y no estar con el tiempo medido a la mera hora. Sin dificultad alguna, el maestro Gale dejó salir al ojimiel debido a su impecable conducta,  pues confiaba fielmente que le entregaría la actividad mañana en tiempo y forma. Con rapidez, Jacky arribó a su mejor amigo antes de que se fuera.

- Mi amor, préstame tus apuntes para hacer la cosa esa - se refería a la actividad asignada.

- Cuídalo, por favor - le habló serio el pecoso, pues la vez pasada que le había confiado su mochila para partir a las olimpiadas del conocimiento, resultó que la ojiazul había hecho una tremenda mafia prestando sus cuadernos a todos los reprobados de todos los salones a un precio demasiado lucrativo. 

- Tranquilo, guapo - le dio una inesperada caricia en el muslo y suavizó su voz, volviéndola sensual - Esta vez no te decepcionaré -

Con un rápido movimiento, se levantó de la butaca, la empujó suavemente con su cuaderno y le sonrió amable - No tomes ningún otro cuaderno, Drill - y salió a rápido paso del aula.

Estando ya en el anfiteatro, la profesora Pam se encargó de configurar el cañón para presentar su exposición, estando el muy aparte en la parte de atrás del escenario únicamente esperando el sonido de la campana dando las 12:10 para empezar a exponer. Eran las once y media. Cansado de esperar viendo las publicaciones en la página de la escuela, salió del teatro y fue en dirección a la cafetería a comprar algún caramelo, encontrándose con una cabellera violeta, inundado de soledad sentado en una banca, sosteniendo una paleta de hielo en su mejilla, calmando el dolor que aún tenía por la olímpica paliza que le habían propinado el día de ayer.

Recordando con amargura las palabras que le dijo el primer día que se conocieron, pasó de largo de su mayor, yendo directamente con el señor Barley, quien le atendió con una gran sonrisa como siempre - Buenos días, señorito Piepequeño, es extraño verlo rondar a esta hora por la cafetería -

- Aún no empieza la ceremonia del doce de octubre y me dio hambre - justificó su presencia, pues no le gustaría que pensara que se estaba saltando sus clases a propósito.

- ¿En qué puedo ayudarle con esa hambre, entonces?

León jamás dejaría de ser un amor de persona. Con tiernas intenciones, pidió dos refrescos, dos papas de queso y dos caramelos. Pagó con una sonrisa y sintiendo el sudor frío en su sien, se dirigió con el solitario moreno de violeta vestimenta.

- Ey, Sandman - le llamó con una voz más ruda de la que le hubiera gustado, por lo que al recibir la atención de este, le sonrió de inmediato, extendiéndole lo que le había comprado.

- ¿Qué es eso? 

- Es para ti.

Aunque le hubiera encantado rechazarlo y decirle mil y una maldiciones, el rugir de su estómago fue quien habló primero, recordándole que no había cenado ayer, ni desayunado en la mañana y que no creía soportar ni una hora más. Resignado, lo tomó con rudeza - Gracias - Escuchar aquello hizo sonreír al del suéter verde, quien rápidamente le volvió a sonreír amplia y cálidamente, sentándose a su lado.

- No hay de qué, Morita - Sandman frunció su ceño ante el apodo, tomando sus cosas, decidido a retirarse a comer a alguna otra parte. No perdería tiempo tratando de llevarse bien con la misma mierda. León notó los movimientos del mayor, pero esta vez no dejaría que se volviera a ir, esta vez no.

- ¡Espera!, ¿A dónde vas?.

- Lejos de ti. 

Enojado por sus palabras y su terquedad, también se levantó y fue tras él - ¿Qué demonios te hice para que huyas de mi? -

- Existes y con eso me basta para odiarte.

Sus miradas chocaron, las rosas se mezclaron con la miel, ambas imperturbables. El castaño soltó un suspiro con pesar, resignándose a entablar una buena relación con el amo de las peleas, pues no quería recibir un buen golpe por parte de aquellas morenas manos.

- Está bien, disfruta tu comida - y sin más, esperó a que el mayor se fuera para también partir al anfiteatro, pero este se quedó paralizado en su lugar, igual de rígido que un roble. León lo miró extrañado, intentando leer algo en esa inexpresiva mirada que aún sostenían - ¿Sandman? -

- Joder, ¿No vas a seguirme hasta la muerte como Jacky? - Al escuchar el tono atónito de Mamluk, este se quedó igual de desconcertado.

- ¿Qué demonios?, claro que no. Tengo mejores cosas por hacer.

El más alto comenzó a caminar hacia su menor, acortando la distancia y fulminándolo con la mirada, intentando descifrar si lo que decía era nada más y nada menos que la pura y santa verdad. Al notar la expresión enfadada que le leía el alma, entró en pánico y no pudo hacer más que bajar la mirada. El ojirosa lo observó con extrañeza, dándole un buen zape en su nuca.

- ¡Carajo! - León se sobó con resentimiento el golpe.

- Nunca bajes la cabeza - Al recuperar la compostura, ambos se quedaron en silencio, pero antes de que se tornara incómodo, tuvo un impulso para sincerarse - Detesto que me digan Morita -

- Oh... - aquello le hizo sentir una gran vergüenza, suspirando con decepción de sí mismo - De verdad lo siento. ¡Y me dices hasta ahora!, eso se dice desde el primer momento, Sandías -

- También odio Sandías.

- Demonios... Lo siento - rió un poco, intentando quitar la pesadez del ambiente - Entonces, ¿Cómo puedo decirte? -

- Por mi nombre.

- Sandman - le extendió la mano buscando reiniciar su relación para poder partir desde un mejor punto - Lamento haberte llamado de una forma que no te gusta -

Aún un poco erizo, aceptó el estrechar sus manos, sintiéndose contagiado por aquella eterna sonrisa, que lo hizo mostrar sus dientes también. La campana sonó, trayendo a León de vuelta a la tierra.

- Oh, tengo que ir al anfiteatro.

- Hiug, ¿Irás a ver la exposición?

- Mejor: yo daré la exposición. 

Divertidos, chocaron los puños como despedida y León salió como alma que lleva el diablo en dirección al gran escenario.  Al llegar, entró por la parte de atrás para evitar tener que ingresar por la entrada principal y perder tiempo intentando abrirse paso entre sus compañeros. Pasaron unos minutos cuando los maestros lograr organizar a los alumnos, entonces las luces se apagaron y dio comienzo la tan esperada exposición del amado alumno ejemplar del primer año. Este salió al escenario, con una impecable sonrisa. Sonó un chiflido con contexto halagador por parte de una ruda azabache, haciendo reír a los demás alumnos. Siguiendo el chiste, comenzó a caminar colocando un pie frente al otro, como si estuviera modelando, avivando las risas de la escuela.

- No se preocupen, el table dance lo haré después - los chiflidos volvieron, seguidos de algunos comentarios picantes y más risas por parte de sus compañeros alumnos - Por ahora, ¿nunca se han preguntado por qué de la nada Star Town se hizo un popurrí de culturas? - y comenzó su exposición. 

No está de más explicar el contexto histórico de esta fecha, no te preocupes, corazón, será rápido. En el día 12 de octubre de 1492, los españoles arribaron a las Bahamas, descubriendo así América.  A este acontecimiento también suele llamarsele Choque entre dos mundos, ya que demuestra que sí dos civilizaciones se encuentran, una más avanzada que la otra, la más desarrollada terminará por colonizar a la otra, sin excepción. El amor que tenía León por esta fecha nacía por la comparación que había hecho algunos años atrás entre su vida social y el día festivo: siendo él extrovertido y teniendo la facilidad de socializar, siempre había visto a los introvertidos como pequeños seres que podían ser adoptados para formar una amistad.

Habiendo terminado la presentación después de unos 40 minutos, el anfiteatro fue inundado por aplausos y silbidos por los alumnos hacia León. Él no dudaba que seguramente algunos no le pusieron atención total, pero con haber obtenido la atención de una gran mayoría con sus bromas y babosadas, lo tenían más que satisfecho.

Cuando los alumnos comenzaron a retirarse de los asientos de vuelta a la última clase del día, Jacky logró escabullirse entre la multitud para lograr encontrarse con su mejor amigo, quien se encontraba de nuevo tras el telón reuniendo sus cosas y aceptando los halagos de los profesores.

- ¡Leoncito! - gritó llamando su atención en cuanto lo tuvo en vista.

- Ay, hola - la recibió con un gran abrazo.

- Excelente tu exposición como siempre - aquel cumplido lo hizo sonreír tiernamente.

- Aww, gracias -

- Por cierto, ¿No viste a Sandy?.

- Oh, dijo que no iba a venir - Jacky lo observó estupefacta.

- ¿Te dijo que no iba a venir?, ¿Cuándo lo viste? - no estaba de más mencionar que ella únicamente lo había visto en la hora de entrada, y por el resto del día parecía haber desaparecido.

- Antes de que comenzara la exposición, lo vi en la cafetería.

- Woah - exclamó con asombro - ¿Entonces ya se llevan bien? -

- Meh, algo así. Sólo aceptó unas cosas que le compré, no creo que eso sea caerle bien - Ahora Jacky estaba algo muy celosa. Si León era gay, era lo mismo que tener de competencia a una mujer por el amor del de ojos rosas. Y Sandy nunca había aceptado los regalos que ella le había comprado. 

- Y, ¿Cuál fue tu razón para comprarle algo? - Piepequeño la observó muy extrañado.

- Amabilidad - Se observaron a los ojos, intentando esos oscuros zafiros intimidar al brillante ámbar. León descubrió sus intenciones, soltando una risa algo soberbia. 

- Wow, ¿Por qué tan a la defensiva? - la actitud despreocupada de su mejor amigo la despabilaron un poco.

- ¿Por qué crees que estoy a la defensiva? - León chasqueó repentinamente los dedos frente a ella, ciscándola y arrinconándola a levantar su puño como su fuese a golpearlo en respuesta. Con ello León probó su punto, pero a Drill no le gustaba perder, por lo que chasqueó la lengua.

- Bah, como sea. Te veo en el salón.

- ¿Te gusta Sandy? - Jacky se congeló. Ambos volvieron a clavarse la mirada, siendo una lucha silenciosa por ver quién sucumbía primero. León dirigió su mano a sus labios y le lanzó un beso, logrando de nuevo ganar aquella batalla. 

- ¿Y qué si me gusta?, ¿Te soy un problema? - El castaño entendió todo, estallando en carcajadas.

- ¡Por un demonio!, ¿De verdad creías que Sandman me llamaba la atención?, para nada.

Al escuchar aquello, la ojiazul logró relajarse un poco, siendo ligeramente contagiada por la escandalosa risa de su más estimado amigo. Al apaciguarse el gracioso ambiente, Jacky tuvo la valentía de sincerarse y contarle a León sobre lo que era la historia de ella y Mamluk.

- Pues, no sería divertido tener más competencia?

- Oh, ¿A quién más le gusta? - el chisme era chisme, al fin y al cabo.

- No es eso, si no que a Sandy le gusta Bea - eso sí lo tomó por sorpresa.

¿Cuál era la relación que tenía Jacky para con Sandman?, según ella, había sido una encantadora amiga con él. Durante la secundaria, conoció al ojeroso de pelo violeta, tan solitario y cerrado como siempre, lo vio en primera fila durante sus muchas peleas en secundaria. de las cuales salió triunfal e invicto de cada una de ellas. Jacky lo amaba, a un punto un poco obsesivo, y no perdió la oportunidad de hacérselo saber en más de una ocasión. Pero siempre recibió la misma respuesta.

- No.

- ¡¿Pero por qué?! - ya era la tercera vez que la rechazaba.

- No eres mi tipo - entonces intentaría ser su tipo.

¿Qué le gustaba hacer a Sandy?, le gustaba pelear. Entonces aprendería a pelear. No pudo convencer a su madre de inscribirla a algún deporte de artes marciales o defensa personal, pues el fuerte de Jacky era el dibujo.

- ¿Por qué quieres pelear?, te echarás a perder las manos y sólo sabes dibujar - entonces aprendería ella sola.

Se juntó con él por mucho tiempo en los recesos, preguntándole insistentemente sobre tácticas de boxeo, y aunque a Sandy le gustaba recibir aquella atención y que alguien se mostrara interesada en querer saber sobre lo que sabía, llegó un punto de quiebre donde todo aquello se convirtió en molestia. Una terrible cualidad de Jacky era no saber cuándo detenerse, cuándo comenzaba a ser incómoda, cuándo empezaba a ser molesta, y aunque ya más de una persona le hubiera mencionado que era peor que una piedra en el zapato, ella se hacía de oídos sordos y respondía:

- Vamos, no seas amargado. 

Todo aquello se lo contó al de ojos miel, claro, victimizándose ella y haciéndose ver como la buena. León siempre fue ingenuo, y si le decías algo, te lo iba a creer hasta el din del mundo. Jacky sabía eso, y no dudaría en ponerlo a su favor.

- Vaya, me sorprende saber eso de él, lo veo tan tranquilo.

- Ya te lo dijo Crow, bonito: que no te engañe su apariencia floja.

León encontró aquello muy creíble. No conocía del todo al mayor, pero sí conocía a Jacky, y sabía que muy seguramente había alterado la historia de algún modo y había puesto todo a su favor, pero de todas formas prefería tomar su distancia e ir con cuidado sobre todo lo que respectara al mencionado.

- ¿Y Bea sabe que le gusta a Sandy? 

- Claro que lo sabe, pero como ese idiota nunca se ha declarado, prefiere hacerse la de oídos sordos y evita el tema - aquello también explicaba porqué la rubia no se quería involucrar tanto con el de ojeras. Qué complicado era el mundo social.


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Cuando hubieron tomado su última clase y sonó el último timbre que anunciaba la salida, todos los alumnos salieron muy contentos de la escuela, muy listos para aprovechar ese viernes y el resto del fin de semana. A diferencia de Jacky, León era mucho más tranquilo sobre aquellas reuniones juveniles, por lo que rechazó la invitación de su amiga de ir al Centro y emprendió de inmediato el camino a su casa. Cuando llegó a su edificio, recorrió el rutinario camino de paredes blancas y cafés hasta llegar a su bloque y escuchar un forcejeo hacia una puerta antes de doblar la esquina. Empezó a sudar frío, la sangre se le congeló al pensar que a la vuelta de la esquina había un ladrón que quería robarle todas sus pertenencias. ¿Dónde estaba su padre?, ¿Dónde estaba su hermana?. Con el corazón en la mano, se puso a la defensiva y giró la esquina, soltando un golpe al aire antes de divisar bien a quien se encontraba ahí.

- ¿Qué demonios? - Sandy rió ante la acción del menor - ¿Qué te hizo el aire para querer golpearlo? - 

- ¿Sandman? - recordó entonces que el día de ayer lo había visto aquí mismo, envuelto en lágrimas - ¿Qué haces aquí? -

- Aquí vivo - León tuvo una mezcla de emoción y asombro.

- ¡Somos vecinos! - Aquella noticia tenía más entusiasmado a quien lo dijo que quien lo escuchó. Si estaba León, estaba Jacky.

- Sí, yuju -

- Por un momento pensé que eras un ladrón - caminó hacia él para poder entablar una conversación - Había escuchado que estaban forcejeando una puerta -

- Oh, sí. Olvidé mis llaves dentro y no he podido entrar desde ayer.

- ¿De verdad? - decidido a ayudarlo, comenzó a buscar en su mochila un clip.

- Síp, está cerrado.

- Oh, no. Nada está cerrado - poniendo en juego sus habilidades para abrir cerraduras, logró truquear la perilla y se escuchó cómo esta era abierta.

- Okey. Debo cuidarme de ti - bromeó Sandy al ver lo fácil que había sido para el contrario el abrir su puerta -¿Acaso vienes de Retrópolis? -

- Mejor, vengo del bosque de Snowtel.

- ¿Mejor?, ahí seguramente no hay puertas.

A pesar de haber querido continuar con la conversación, las palabras de Jacky inundaron su cabeza, resonando en su mente: Que no te engañe su apariencia floja - Bueno, debo entrar a mi casa -

- Claro. Gracias por truquear mi puerta - comentó gracioso.

- De nada - y  algo asustado, ingresó con rapidez y cerró de un portazo.

Sandy se quedó algo confundido por la extraña despedida, pero no podía esperar más, no es como si fueran amigos íntimos. Esperaba no perder su tiempo con León, quien aparentemente no era la misma mierda.  

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