Final. El chico de los tatuajes
Inhala...
Exhala...
Eso es Gun...
Inhala...
Exhala profundo...
Debes mantener la calma...
Estás haciendo lo correcto... Me repito mentalmente una y otra vez, mientras Ohm conduce hacía la casa de Papii.
Agradezco que no haga ningún tipo de comentario ni para bien, ni para mal. Tal vez porque él ya sabe con lujo de detalle lo que ha pasado entre nosotros.
Todo ha sido tan improvisado, que ni siquiera he tenido la oportunidad de agradecerle por haber ido por mí, y por no haber dejado solo a Papii.
No hay un instante que piense en cómo estará...
—Tranquilo, todo saldrá bien. —la grave voz de Ohm me saca de mi ensoñación.
Lo observó con nostalgia, sé que está tratando de darme ánimos, aunque de momento sea inútil, me limitó en esbozar una débil sonrisa.
Suspira cansado...
Una vez más, Ohm no dice nada, solo imita mi gesto de forma tierna en cuanto llegamos a la casa.
—Gracias, y disculpa la molestia —sigo sin creer que me atreví a llamarle.
—No es nada, solo deseo que las cosas se arreglen entre ustedes —toca con cautela mi mejilla— lo digo de corazón.
—Yo también lo espero —guardo silencio— aunque entendería si no me perdona —se me forma un nudo espantoso en la garganta— le he hecho mucho daño —admito con tristeza.
Se queda pensativo antes de hablar
—Se aman y eso es lo único que importa. —dice tranquilo alzando los hombros.
Tiene toda la razón.
Sólo espero que todo este amor que hay entre nosotros sea realmente suficiente para volver a estar juntos.
¿Quién iba a imaginar que algún día Ohm y yo hablaríamos de esta manera, y él me daría consejos de amor?
—Vamos, no te rompas la cabeza antes de tiempo. —me regala una cálida sonrisa.
Asiento con nerviosismo.
Cuándo bajamos del pick up, nos dirigimos a la entrada. De pronto dejo de caminar al sentir mis pies pesados al igual que mi respiración.
¿Y si no desea verme?
Mis temores se incrementan, al igual que mis latidos, ante esta posibilidad.
—Baby ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —pregunta preocupado acercándose a mí.
Trago en seco, suspiro haciendo el intento por controlar mis nervios que están a nada de colapsar.
—Sí, sólo necesito un momento, por favor —el afirma en silencio y sin decir más entra al interior de la casa, dejándome ahí de pie.
Suspiro nervioso...
—Vamos Gun, recuerda porque estamos aquí. —Exhalo— trata de calmarte, tienes que controlar tus nervios, si es que deseas recuperar a Papii —vuelvo a repetirme en un susurro.
¡Genial!, ahora hablo solo.
Mi respiración se hace pesada mientras me muevo de un lado a otro, pensando cómo hacer, o que decir para que me perdone.
De pronto mis pies se quedan anclados al suelo y los vellos de mi cuerpo se erizan al sentir su presencia. Mi corazón late con fuerza, está a punto de estallar al verlo frente a mí.
No puedo evitar ahogar un lastimoso sonido de dolor al verlo, mis ojos automáticamente se cristalizan, mandando a la mierda todo lo que tenía en mente.
Dios... Ahí está él, luciendo más delgado desde la última vez que lo vi. Sus grandes y hermosos ojos grises están completamente apagados sin rastro de vida. Juro que deseo morirme al saber que yo he sido el único culpable de todo.
De momento ninguno de los dos dice nada mientras continuamos mirándonos fijamente el uno al otro, admito que esta sensación es por demás dolorosa.
Contrólate, Gun.
No hay palabra que defina este instante, jamás imaginé cuánto dolería verlo después de haber terminado. Ahora aquí estamos actuando como si fuésemos desconocidos.
—Iré a visitar a Flukie, cualquier cosa me llamas —dice Ohm al pasar junto a él— todo saldrá bien —susurra guiñándome el ojo al pasar por mi lado.
Ni Off ni yo decimos nada, continuamos mirándonos mientras escuchamos el fuerte rugido del motor al encenderse.
Cuándo por fin nos quedamos a solas, doy un largo suspiro, e inevitablemente bajo la mirada al sentirme avergonzado de mis acciones, y por el daño que le he ocasionado.
—Hola —saludo en un hilo de voz después de un rato de estar en agonizante silencio.
—Hola —responde casi al instante tras dar una larga exhalación.
Me mira con una extraña mezcla de ternura, amor, nostalgia, pero sobre todo... Tristeza.
—¿Podemos hablar? —pregunto temiendo escuchar una negativa de su parte. Pará mí asombro no es así, en cuanto escucho que dice.
—Claro, pasa —responde mordiéndose al labio inferior.
Está sumamente nervioso y preocupado al igual que yo lo estoy. Porque de esta reunión depende todo nuestro futuro.
Tal como siempre lo hace, aguarda paciente a que camine primero. Espera a que entre a la casa. En cuanto lo hago, mis ojos pican porque este lugar está repleto de bonitos recuerdos, al igual que las promesas de una vida juntos.
—¿Quieres algo de tomar?
—Agua, por favor —no tengo sed, pero siento la boca sumamente amarga.
—¿De qué quieres hablar, Sol?
Nuevamente bajo la mirada dolido y totalmente avergonzado por la forma tan cariñosa cómo me sigue llamando, cuándo no merezco que me llame así.
Mis ojos están cristalizados, mi vista se torna borrosa porque están a nada de liberar las lágrimas que he estado reteniendo desde que salí de casa.
—Gun, ¿De qué quieres hablar? —vuelve a preguntarme paciente
—Perdóname...
Le escucho exhalar. Si soy un patético cobarde.
—¿Gun?
—Yo, —levantó por fin la mirada, y al instante siento mis mejillas humedecerse— perdóname Papii, lamento haber sido tan tonto y no pensar en lo que hacía.
Cubro mi patético rostro al romper en llanto.
—Hey, hey, hey —siento su cercanía y lloro con mayor intensidad—vamos pequeño, cálmate —sus brazos rodean mi cuerpo en un cálido abrazo.
Dios, le he hecho daño y aún así aquí está dándome consuelo. En serio, no lo merezco.
Tras varios minutos en los que logro calmarme, por fin nos separamos hasta quedar frente a frente, admirando la tristeza y el dolor ajeno.
Desvío la mirada una vez más al sentirme avergonzado y abatido por ver su precioso rostro tan decaído y demacrado.
Con cautela toma mi mentón para que le vea, en el momento que nuestras miradas se cruzan mi corazón late dolorosamente con una fuerza indescriptible.
—Yo, —exhalo— entiendo si tú ya no quieres volver a verme, o no quieres hablar conmigo después de lo que hice. —Admito con tristeza— sólo quería que supieras cuánto lo lamento y que mi intención nunca fue herirte.
—Shhh... No digas nada, Sol...
—Por favor escúchame, Papii... —me mira con una expresión de dolor al tiempo que acaricia mi mejilla para quitar una lagrima— reconozco que hice mal por no respetar tus decisiones, y me arrepiento cómo no tienes idea haberte presionado a hacer algo que tal vez no quieres. —trago en seco— entiendo si tú no me perdonas, yo...
Mis palabras quedan a medias, al ser calladas en el instante que sus labios tocan los míos. Sus manos sujetan ambos lados de mi cara, como si temiera que fuera a escaparme una vez más.
Extrañaba la calidez de su boca, la forma en cómo sus manos acunan mi rostro. Porque en éste simple contacto me hace saber el amor que siente por mí.
—Créeme que yo también lo siento mucho —susurra al separarse.
Necesito prepararme para lo que sea que vaya a decirme.
—¿Qué pasa? —pregunta confuso.
—Nada, está bien que no quieras verme... Lo merezco —exhalo—porque digo... ¿A quién le gusta estar con alguien tan infantil e inmaduro...?
Doy un agudo chillido al sentir como me jala para pegarme a él. No lo entiendo ¿Por qué sonríe? ¿Acaso se está burlando de mí?
—¿Qué?
—Ya había olvidado que cuándo estás nervioso hablas, y hablas sin parar —siento mis mejillas arder.
—Lo lamento...
—Respóndeme algo.
—¿Qué cosa?
—Tú nunca quisiste terminar conmigo ¿verdad? —Suspira— tú nunca quisiste terminar con lo nuestro ¿cierto? —puedo sentir el dolor en sus preguntas.
—No —respondo a la brevedad— lo que hice fue estúpido. —Admito—. Pensé que te estaba atando a mí ahora que tienes una carrera en ascenso, y la idea que dejaras todo por estar conmigo, creí que era injusto. Más cuando por fin todo tu esfuerzo era reconocido. —confieso más que avergonzado. El mueve la cabeza pensativo—. Tenía miedo que por estar a mi lado fueras a tomar la decisión equivocada, —mi voz se llena de nerviosismo— y tenía miedo que más adelante fueras a odiarme por ello.
Suspira nostálgico bajando la mirada
—¿Sabes que es lo más triste de todo? —pregunta mirándome con sus aún inexpresivos ojos.
—¿Qué cosa? —musito en un hilo de voz.
—Qué jamás pondría nada, ni a nadie por encima de ti, ni de nosotros. Menos si es algo tan efímero como el boxeo. Pensé que lo sabías, creí que en ese sentido confiabas más en mi —dice con nostalgia y yo siento un pinchazo en mi interior.
—Lo lamento tanto, lo digo de todo corazón. Nunca fue mi intención lastimarte, ni tampoco quería hacernos esto. —confieso con profunda tristeza.
La cara de Papii se transforma por completo al ver que me he puesto de pie para salir de aquí y volver a casa. Por lo visto ya no tengo nada que hacer en este lugar. Todo está dicho, me queda claro, no me va a perdonar lo que hice y no lo culpo.
Antes de ponerme a llorar, le doy un beso en la mejilla y salgo a toda prisa de la casa. Pero como en los viejos tiempos, sólo doy unos cuantos pasos fuera de ahí y mis pies dejan de tocar el suelo gracias a que ahora me lleva como costal de papas de vuelta al interior de la casa.
—¿A dónde diablos crees que vas? —pregunta molesto mientras me deja en ese sillón que ha sido testigo de nuestros encuentros.
—A casa, es obvio que estas molesto.
—Sí, ahora lo estoy —me muerdo el labio sintiendo cómo empieza a temblar, y los latidos se sienten en mis orejas— ¿Qué esperas de mí? ¿Qué esperas de nosotros?
Le miró y hasta acá escucho como su corazón late con fuerza, al tiempo que sus fosas nasales se abren y cierran peligrosamente.
—Respóndeme Sol, porque te juro que estoy volviéndome loco. —acorta la poca distancia que nos separa.
—¿Qué es lo que espero de ti? —el asiente levemente— que algún día puedas perdonarme por todo el daño que te hice. —suspira—deseo que puedas realizarte en todos los sentidos.
Veo como da un suspiro y lleva sus manos hacía el cabello para hacerse un chongo.
—¿Qué espero de nosotros? —Bajo la mirada al sentir mi cara arder— desearía estar junto a ti como lo hemos platicado miles de veces —sus ojos se cristalizan— no importa lo que decidas ser, me gustaría estar junto a ti para apoyarte y celebrar cada uno de tus logros.
—¿Estás seguro de ello?
—Si
—¿Qué hay si tengo que irme? ¿Esperarías por mí?
Muevo la cabeza en negación.
—Lo imaginé —suspira.
—Me iría contigo, iría a dónde tú fueras. —abre los ojos incrédulo.
—No sabes lo que dices, Gun —esboza una sonrisa que no llega a sus ojos—. Tú padre jamás lo permitiría.
—Lo entiendo —doy un suspiro derrotado desviando la mirada hacía mis manos.
Su pierna empieza a moverse con rapidez, no sé si es porque está enfadado, desesperado o molesto.
—Papii... —siento que voy a aventar hasta las tripas de lo nervioso que estoy— ¿Quieres, no sé, si tal vez te gustaría volver a ser mi novio? —abre los ojos sorprendido— aunque está bien si tú ya no quieres serlo...
Sus labios me hacen callar con rapidez y durante ese pequeño instante le hago saber cuánto le amo y cómo lo he echado de menos.
En un rápido movimiento, me encuentro a horcajadas suyo. Sus fuertes y coloridos brazos me sujetan con desesperación, como si también él hubiera estado esperando por tenerme así.
Aún no me ha respondido, y ese pensamiento me llena de tristeza temiendo que lo nuestro termine aquí.
—Si quiero, Sol —susurra contra mis labios antes de volver a besarlos con ansías.
Mi corazón galopa a un ritmo desmesurado.
—Te amo muchísimo, Papii —expresó en medio del necesitado beso.
Sus fuertes y enormes manos se aferran con fervor a mi cuerpo, mientras con torpeza intento quitarle la camisa.
No espero a que él me quite la ropa. En cuanto nos separamos un poco, aprovecho para quitar todo aquello que nos estorba, hasta que al fin logramos quedar piel con piel.
—Joder Gun —gruñe con su voz cargada de deseo haciéndome jadear al instante.
Se levanta del sillón y con pasos torpes, nos encamina sin romper el contacto a la habitación dónde quedó recostado sobre la cama con él entre mis piernas.
—¿Estás seguro de esto, Sol?
Muevo la cabeza frenéticamente en afirmación
—Hazme el amor.
No necesito volver a pedirlo, sus ojos se suavizan, su mirada se ilumina por primera vez desde que llegué.
Sentir sus labios sobre mi piel es alucinante, todo mi cuerpo cobra vida haciéndolo vibrar con su cálido toque.
La forma en como sus manos me tocan de pies a cabeza, y su boca me recorre el cuerpo con vehemencia me está llevando a la locura.
Con gran esmero, pero sobre todo paciencia me prepara para poder recibirlo logrando que mi cuerpo estalle en una especie de combustión instantánea.
Poco a poco va adentrándose con cautela y amor, le escucho gruñir jadeante contra mi sensible cuello.
—Te amo Sol, te amo demasiado, Gun —musita jadeante contra mi oído haciéndome vibrar aún más— no vuelvas a dejarme, amor. Por favor no vuelvas a hacerlo, pequeño. —gruñe contra mi cuello sin dejar de moverse ni un solo instante.
—Nunca lo haré, Papii —lo digo con total honestidad, esta semana lejos de él, fue una inmensa tortura que no deseo volver a repetir nunca. De eso estoy plenamente seguro.
En todo este tiempo, Off se ha dedicado hacerme sentir que soy una persona amada, me hace saber una y otra vez cuanto me ha extrañado mientras continúa acercándome al éxtasis.
Sus movimientos son rápidos y potentes volviéndose erráticos. Sé qué está cerca al igual que yo, y eso sólo logra calentarme más.
—¿Listo mi amor?
No respondo, no puedo, porque en algún momento mi cerebro ha quedado fundido, pero en su lugar afirmó con la cabeza en medio de mis chillidos.
Siento cómo se vacía en mi interior dando un ronco gruñido mientras yo lo hago en medio de nuestros cuerpos dando un largo y agudo gemido.
Mi mente queda en blanco, no me importa quedar aplastado por su imponente cuerpo. Amo la forma en cómo su corazón late con fuerza. Lo mejor de todo, es que late así única y exclusivamente por mí... ... [ Afortunado]
—¿Estás bien? —pregunta con ternura sin salir de mi interior.
—Ahora sí. —respondo sin ocultar mi felicidad.
Sus ojos brillan, su sonrisa se amplía irradiando felicidad, al tiempo que juega con mi pelo rebelde y enmarañado.
—Papii...
—¿Uhm?
—Me gustaría que al menos, lo intentarás —su ceño se contrae— una vez que termine el semestre puedo ir contigo y estar allá una temporada, digo si tú lo deseas.
Su sonrisa es de oreja a oreja.
—¿Lo harías?
—Sip
—¿Qué hay de tu padre?
Ahora soy yo quién sonríe.
—¿Me creerás si te digo que fue idea de él?
—¿Estás bromeando?
—No, él quiere que empiece a vivir mi vida, y que mejor hacerlo junto a mi precioso chico tatuado.
Una escandalosa carcajada sale resonando la habitación
—¿Así que soy tu precioso chico tatuado? —pregunta besando mi nariz, antes de salir de mi interior dejándome vacío.
—Lo eres —respondo besando su pectoral derecho. Mis dedos pasan por un tatuaje nunca antes visto.
—Off...
—Somos nosotros amor —responde con demasiada ternura sin dejar de mirarme.
Mis ojos se vuelven a posar sobre el hermoso tatuaje y mis ojos se cristalizan en segundos al escucharle hablar.
—Éste eres tú, Gun —señala un sol abstracto con unas flechas cómo puntos cardinales— eres quién me ilumina, me guía y me lleva por buen camino.
Mis ojos parecen un par de cascadas al escucharle hablar con tanto amor
—Éste soy yo, amor —señala una hermosa luna menguante con algunos detalles cubriendo al sol y los puntos cardinales— esto que ves aquí, es porque antes de conocerte, mi mundo era vacío y lleno de oscuridad, pero todo cambió cuando llegaste tú.
Mis manos temblorosas, tocan amorosamente su precioso tatuaje.
—¿Te fijas cómo el sol es el centro de la luna?
—Si.
—Es porque tú eres el centro de mi vida, Gun. Tú eres quién me impulsa y me motiva, este sol eres tú amor, quién me llena de calidez iluminando mi día a día.
—Off...
—Me lo hice al día siguiente que terminamos. —Traga en seco— yo —suspira— la verdad, yo quería seguir teniéndote conmigo, así que simplemente lo hice —es la primera vez que lo veo sonrojarse.
—Es precioso y perfecto.
—Como nosotros —réplica al instante.
—Si mi amor, cómo nosotros, —le acomodo un mechón de cabello para besar nuestro simbólico tatuaje.
—¿En qué piensas?
—En qué quiero hacerme un tatuaje —sus ojos se abren de par en par totalmente sorprendido.
—¿Has pensado en algo en especial?
—Uhum
—¿Y qué es?
—Quiero llevar nuestro tatuaje, en el mismo lugar dónde tú lo llevas —su sonrisa eclipsa todo el lugar.
—¿Lo dices en serio?
—Completamente seguro mi guapo y amado Chico de los Tatuajes.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
----
Llegamos al final... pero aun falta el epílogo....
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top