Capítulo 7.
Ingresó al local con la sonrisa más brillante y contagiosa adornando su rostro. Sus ojos pequeños de encontraban entrecerrados y la alegría no cambia en su pecho.
Caminó a paso firme hasta el mostrador y dejó sobre éste aquella caja de deliciosas donas que había comprado en el camino. El frío estaba muy presente y su buen humor le dijo que algo dulce con un café iba perfecto.
Su compañero, quien le había visto atento ante cada acción que realizó desde que lo vio entrar solo pudo enarcar una ceja, esperando cualquiera fuese la locura que el rubio le estuviera por contar.
—Jeon Jungkook. —soltó, confundiéndole más.
—¿Qué? —preguntó Taehyung, aunque la miraba evidentemente indignada de Jimin ante su falta de memoria le hizo recordar—. Oh, claro. El delincuente en potencia del que te fuiste a enamorar.
—No es un delincuente. —comentó, mirando a Kim abrir la caja para sacar una de las donas—. Parece ser alguien tierno y de buen corazón. Pensé que no lo encontraría, pero tuve suerte y pude verlo. Además, descubrí que le gustan los hombres y me preguntó si era gay porque quería saber si tenía siquiera una oportunidad conmigo. ¡Fue tanto que no termino de procesarlo!
—Dios, qué ruidoso eres cuando hablas de alguien que te gusta. —se quejó el pelinegro, cubriendo sus oídos con sus manos—. Sigue sin parecerme buena idea, me alegra que ya no tengas que ir todos los días a buscarlo. ¿Qué harás ahora que sabes cómo se llama?
—Primero, dejar de dejarte todo el trabajo para ir a verle. Organizaré mis horarios. —comenzó a explicar—. Aunque eso será hasta la próxima semana porque este sábado iré de nuevo a verlo.
—Lo agradezco, la señora gritona viene seguido estos días y es difícil lidiar con ella.
—Usualmente solo viene, se queja de los precios y gritonea acerca de que cada día todo es peor. —comentó risueño, aquella mujer solía causar muchos problemas y ponía a Taehyung de mal humor, por eso Jimin siempre era quien le atendía—. Te prometo no dejarte solo nunca más, ahora sé que puedo ir los sábados en las tardes a verlo. Cuando tenga que cubrir otro horario le avisaré y así no tendrás que cubrirme. Lo voy a arreglar, descuida.
—Escucha, Jimin...—dijo el azabache—. Siendo honesto y completamente franco contigo, yo entiendo que estés emocionado porque ya sabes su nombre y todo eso, además estoy que seguro que ya hasta inventaste e idealizaste un romance en tu cabeza. —murmuró—. Pero, vamos, es un completo desconocido.
—Todos somos desconocidos al inicio, tú y yo lo éramos.
—Pero nosotros nos conocimos cuando comenzaste a trabajar aquí, no a mitad de la noche en el barrio más peligroso y desolado de la bendita ciudad.
—Taehyung, es que...—comenzó el rubio, recordando a aquel muchacho—. Tendrías que verlo para entenderme. Tendrías que ver aquellos ojos tan hermosos y brillantes, son lo más precioso que vi jamás. Están llenos de sinceridad y de calidez, que no puede siquiera sentirte en peligro estando junto a él... Sé que suena tonto y completamente irracional, pero tengo una corazonada muy buena con esto. Con él.
Taehyung solo frunció los labios, antes de suspirar y asentir ante las palabras de su amigo. Se preocupaba y no quería que nada malo le ocurriera, pero conocía a Jimin y sabía que sin importar lo que le dijera el chico era testarudo y terminaría haciendo lo que quisiera sin importarle lo demás. Era necio y terco, pero era bueno.
—Sí tú crees que eso es correcto, no puedo decir más al respecto. Lo respeto, solo cuídate mucho cada vez que vayas, o de ser posible encuéntrense en otro sitio.
—Lo haré, lo prometo.
Caminó a pasos lentos y perezosos por las calles húmedas, el clima parecía combinar bien con la nostalgia que le acompañaba, pues la brisa de la fresca lluvia le acompañaba. Miró hacia el grisáceo cielo y suspiró, no era fanático de estar todo mojado y con los zapatos empapados, pero no podía hacer nada.
Tenía que ir a la parada de autobús, pues era sábado por la tarde.
Siempre rondaba las mismas zonas, pero desde que encontró a aquel rubio de dedos regordetes no podía evitar pasar más tiempo por esos rumbos con la esperanza de verle. Jimin se había metido profundamente en sus pensamientos, adueñándose de ellos y apareciendo hasta en sus sueños.
Su voz tan dulce, su cara bonita, su sonrisa divina. Todo en él le resultaba tan hermoso y puro, ese muchacho sin duda podía convertirse en su perdición y él estaba seguro de que diría que sí un millar de veces sin pensarlo demasiado, solo lo haría porque era él.
Sonrió cuando le vio a lo lejos bajando de aquel viejo autobús, brillante y con un estilo extravagante a su parecer, porque personas como él no era común verlas por aquel lugar, así que todo en el rubio era nuevo para él. Y quería conocer cada detalle.
—Puntual como siempre. —le dijo cuando estuvo cerca de él, brindándole una cálida y gran sonrisa, la cual fue correspondida de inmediato—. Aunque siendo sincero estoy seguro de que hoy llegaste más temprano, aun cuando son pasadas las siete.
—Tenía prisa por ver esos ojos hermosos que tienes. —dijo Jimin, sin vergüenza o pudor alguno. El rojo intenso de su rostro era notorio aun cuando el atardecer se asomaba a lo lejos oscureciendo parcialmente todo a su alrededor. —Qué tierno. ¿Te hice sonrojar?
—¿Qué pasó con el chico tartamudo que conocí? No está más y ahora me dejaron a este chico coqueto que no teme lanzar halagos.
—Es natural en mí querer llenarte de halagos, alguien tan hermoso como tú merece escuchar la realidad y enterarse de lo que tiene.
—Dios mío...—murmuró riendo entre dientes—. Eres demasiado, no me gusta este cambio de roles.
—¿En serio? Porque a mí me parece entretenido. Tranquilo, solo son un par de cumplidos, cuando gane más confianza será cuando debes ser precavido.
—¿Estudias para ser doctor o psicólogo? No te pregunté, solo sé que estás en la facultad de medicina y psicología. —curioseó, cambiando de tema de forma drástica, evitando así darle más oportunidades a Jimin para ponerle nervioso.
—Estudio medicina. —respondió el más bajo—. Estoy en noveno, como pudiste leer, a nada de pasar a décimo. Un año más y soy libre de la esclavitud de la escuela para convertirme en víctima de la esclavitud del trabajo y que así mi esfuerzo por titularme termine siendo minimizado por mujeres que quieren curar todo con un té de plantas extrañas.
La risa de Jeon fue el mejor premio Jimin, no pudo evitar sonreír al escucharla. Escandalosa, pero sutil y muy bonita.
—Así que serás el Doctor Park...—murmuró el azabache—. Interesante.
—No suena tan bien, no estoy muy orgulloso de ser un Park...—comentó, sin poder evitar mal hablar de su padre—. Pero supongo que debo acostumbrarme a lo que será.
—De hecho, cuando te cases tendrás la oportunidad de cambiar tu apellido por el de tu pareja.
—A pesar de que no me guste, me he impuesto a Park Jimin. No creo que otro apellido suene tan bien.
—¿Qué tal Jeon Jimin? A mí me gusta. —bromeó, moviendo sus cejas arriba y abajo en un movimiento gracioso.
—Sueñas con eso. —susurró el rubio, sabiendo que en el fondo le encantaba como sonaba.
—Debo confesar que lo hago desde que supe tu nombre.
—Basta, me avergüenzas...—murmuró, sin evitar soltar una risilla nerviosa.
—Justo así deben ser las cosas, precioso. —dijo Jungkook, acercándose más a él—. No de otra manera, recuérdalo bien. Te haré temblar las piernas de los nervios de tantas cosas que te diré. Pero no te preocupes demasiado, que siempre serás cosas buenas.
—... Eres increíble. —murmuró Park, perdido en el brillo de aquel par de ojos brillantes—. ¿No puedes si quiera hacer excepciones de vez en cuando? Vamos, también tengo derecho a decirte cosas lindas.
—No, lo siento. Es mi trabajo ponerte nervioso...—susurró el pelinegro, llevando su mano involuntariamente hacia su cintura, haciéndole temblar ante el toque—. Claro que me detendré siempre que tú lo pidas.
—No lo hagas...—dijo, su voz sonó casi como un suspiro, rogándole por no contenerse—. Hazlo, me gusta que lo hagas. No sé por qué siento tantas cosas, pero se sienten bien... Hazme sentir nervioso cada vez que quieras...
—¿Qué tantos límites debemos marcar antes de intentar algo? —preguntó serio el pelinegro, pero manteniendo su tono suave ante él.
—Mi cordura dice que varios, pero me tienes tan perdido en tus ojos que realmente no me interesan los límites justo ahora...
Jungkook sonrió ladino, acercándose aún más.
—Entonces supongo que está bien que haga esto...—dijo en un susurro, dejando que sus labios fueran hasta su mejilla—. Y que es válido si me acerco un poco por aquí...—su siguiente destino fue cerca de sus labios, justo del lado derecho—. ¿Qué más debería hacer?
—Siempre bromeo diciendo que no doy besos en la primera cita...—murmuró Jimin, bajo y tranquilo, aun cuando su corazón parecía estar sufriendo de una taquicardia—. Pero... Teniendo en cuenta que esto no es exactamente una cita...
Ninguno de los dos medía la razón en ese momento, o si sus acciones eran prudentes, pero se dejaron llevar sin importarles nada. ¿A quién le importaban los límites cuando la tensión entre ellos era tan palpable?
Jimin llevó sus manos hacia el cuello del pelinegro y este lo sujetó con más firmeza de la cintura.
—¿Puedo besarte? —preguntó Jeon.
—No sé qué tanto estás esperando.
—A que me des permiso.
—Ya he dicho que sí.
—No. —dijo el más alto—. Dijiste que no das besos en la primera cita, pero que esta no era una. Quiero tu permiso, quiero que me digas que puedo besarte.
Le parecía impresionante cómo sus ojos parecieron volverse más brillantes después de aquel comentario, lo cual le hizo ampliar aún más su sonrisa.
—Bésame, por favor. No me importa si nos acabamos de conocer, si solo nos hemos visto tres o cuatro veces... Quiero que me beses.
No necesitó decirle dos veces cuando Jungkook acunó su rostro entre sus manos, dejando un cálido beso sobre los labios del rubio. Ninguno de los dos dudaba las ganas que tenían de sentir la cercanía del otro. Porque, aunque fuesen solamente dos desconocidos, para ellos estar juntos se sentía bien. Se sentía correcto, y nada más importaba.
Solo eran ellos dos, al menos por ese momento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top