Capítulo 4.

—¿Cómo te fue ayer en tu búsqueda? —preguntó Yeongsul a Jimin cuando este tomó asiento a su lado—. ¿Alguna novedad con tu chico especial?

El rubio negó en medio de un suspiro, aún no había señales del chico de los ojos brillantes. Le había contado lo sucedido a su amiga al día siguiente que a Taehyung, y a diferencia de este, ella lo apoyó al cien por ciento. Quizá porque estaba igual de demente que Jimin, o tal vez no había mirado los puntos negativos que el azabache sí.

La suerte del muchacho había sido mala hasta el momento, ya que transcurrieron cerca de dos semanas desde el día en que encontró al misterioso joven de ojos preciosos y no hubo ni rastro de él, como si la tierra se lo hubiese tragado. Intentó preguntar a personas que pasaban por la parada de autobuses con esperanza de que alguien le conociera, pero la mayoría eran un poco groseras o no les gustaba hablar mucho.

Todas las tardes sin falta iba a buscarle, inclusive le pedía a Taehyung cubrirlo en su turno mientras llegaba de su búsqueda cuando debía ir a trabajar. Este se había negado al principio, pero finalmente logró convencerlo.

Aun así, su esfuerzo no había rendido frutos y no había podido dar con el paradero del azabache de ojos brillantes.

—Intenté preguntarle a una señora que tiene un puesto de fruta cerca de la parada, pero me corrió porque solo iba a de preguntón y no a comprar. —explicó, recostándose sobre el pupitre—. Lo peor del caso es que compré un kilo de fresas carísimo para ver si así podía responderme y me ignoró cuando le hablé de Jungkook. Luego pagué y entonces volvió a correrme.

—Las personas de esa colonia deben tener problemas de temperamento...—murmuró Yeongie, acariciando los cabellos dorados—. Pobre de ti, tu enamorado se perdió. O quizá no lo hizo, podría solo haber sido un subproducto de tu imaginación ante el temor y la desesperación por estar solo, posiblemente también estabas ebrio y no lo recuerdas. ¿Has sentido alguna vez que puedes tener esquizofrenia?

—No me estás ayudando...—acusó.

—Lo siento, pero me parece raro que no hayas coincidido con él ni una sola vez. Fuiste inclusive en fin de semana, no comprendo.

—A lo mejor mis sospechas son ciertas y él ni siquiera vive cerca de esa zona. —dijo, recordando a la perfección el rostro golpeado de aquel muchacho—. Seguro se peleó con alguien esa noche porque se encontró con personas de por ahí que no son fan de los desconocidos en su sitio.

—Tiene sentido, pero en todo caso has estado buscando en lugar incorrecto por dos semanas.

—Hoy será la última vez que vaya...—confesó Park, irguiéndose correctamente en su asiento, para luego recargarse en el respaldo del lugar y echar la cabeza hacia atrás—. Si no lo encuentro hoy, voy a dejar al destino elegir por mí. Ya lo intenté y no hubo resultados, quizá signifique que volver a verlo no es una opción para mí.

—Todavía te queda hoy, Minnie. No pierdas la esperanza, quizá esta vez tengas éxito y puedas encontrar a ese chico de ojos brillantes.

El pelirrubio solo pudo asentir ante las palabras de su amiga, después adoptó una postura correcta cuando miró al profesor ingresar al aula. No pudo evitar pasar el resto del día hundido en sus pensamientos, tratando de idear algo para poder ver de nuevo a aquel chico que le había robado el aliento solo con verle a los ojos.

Quizá estaba siendo muy impulsivo, podía ser que él ni siquiera le recordara o que al verlo y confesarle todo lo que hizo para encontrarlo de nuevo, escape de Jimin por temor a que fuera un acosador o algo por el estilo.

Y es que ni siquiera el rubio estaba seguro de lo que haría una vez que lo tuviera enfrente. Solo quería ver sus ojos una vez más, quería sentir de nuevo esa paz que le transmitieron aquel día, esa sensación de calma y esperanza.

Sus ojos reflejaban tanto y Jimin solo deseaba volver a mirarlos.

Bajó del autobús y quedó frente a aquella parada nuevamente, mientras los recuerdos de aquella noche se mostraron en su mente como si de una película se tratase. Se veía a sí mismo caminar de forma lenta y temerosa hasta llegar al lado de aquel muchacho que estaba buscando, y él se limitaba a mirarle por sobre su hombro. Los ojos brillantes del azabache conectando con los de Jimin y la bonita sonrisa que le brindó cuando le dio aquel apodo que le quedaba como anillo al dedo.

—¿Será que hoy por fin podré volver a verte? —se preguntó en voz baja, acercándose a la banca para tomar asiento y esperar, como era su costumbre desde hacía dos semanas.

Observó a su alrededor, todo era lo mismo cada tarde, podía jurar que ya había memorizado la rutina de varias personas que pasaban sin falta por aquel lugar. Una niña con uniforme de secundaria iba diario a la frutería por dos mandarinas, siempre dos, el número no cambiaba. Un señor de traje y corbata algo desgastados corría en cuanto yo llegaba para tomar el autobús, por lo que suponía iba a trabajar. Una mujer y su pequeña hija siempre venían caminando con bolsas con lo que parecía ser ropa sucia, Jimin suponía que se dedicaba a lavar ajeno.

Era un mundo nuevo, aunque no tan diferente a lo que se veía en el centro de la ciudad. Al menos allá no era tan común ver niños en las calles correr descalzos o personas sin hogar buscando comida entre la basura. El corazón del muchacho se encogía ante estas imágenes, se veía lo difícil que era vivir dignamente para las personas de este sitio.

El tiempo se me fue volando al estar mirando a las personas ir y venir, y antes de lo que pensó el atardecer ya estaba pintando el cielo en tonos morados y rojizos. Park suspiró triste, la tarde se había esfumado en un pestañear y no había rastro del chico de los ojos brillantes.

En su rostro se formó una mueca de decepción y luego se cruzó de brazos, no podía creer que había estado yendo en vano durante dos semanas completas. Se sentía mal por no haber tenido el resultado que esperaba, porque aunque sonaba como un plan estúpido y poco probable, él decidió creer que funcionaría.

La noche comenzaba a asomarse con velocidad y las personas se dispersaban a paso veloz. Inclusive vio a niños correr de inmediato a sus hogares cuando notaron que la luz del día se comenzaba a esfumar. Jimin no hizo más que esperar a que el autobús pasara nuevamente para poder ir a casa, pero este estaba tardando un poco.

Suspiró cuando dieron las siete y el autobús no pasaba, no entendía qué estaba ocurriendo. Normalmente era puntual y pasaba cuando el atardecer aparecía, pero parecía muy retrasado esta vez.

No quiso entrar en pánico y prefirió tratar de no preocuparse demasiado por eso, quería creer que todo iba a estar bien y que el autobús no iba a tardar. Pero sus nervios aumentaron cuando miró la sombra de alguien encapuchado caminar en su dirección.

Y Jimin juró que nada iba a terminar bien para él, pues algo en él le decía que aquel hombre no sería amable como el muchacho que se encontraba buscando.

—De nuevo por aquí, niño brillante. —le escuchó decir, su voz era más gruesa y profunda que la del chico misterioso. Sin duda no se trataba de alguien con buenas intenciones—. Has estado viniendo mucho a mi zona estos días, solo vienes, observas y te vas. ¿Creíste que nadie te notaría?

—No quiero problemas, amigo. —explicó temeroso, la sonrisa del contrario era escalofriante y su mirada mostraba que no se trataba malicia—. Estoy esperando mi autobús, eso es todo.

—Qué curioso vistes, eres un desfile de modas andante con tus zapatos costosos, tu ropa de marca y tus accesorio relucientes...—murmuró el sujeto, mientras le recorría lentamente con la mirada—. Sin duda vives en una zona lujosa, del otro lado de la ciudad. Se nota a simple viste, amigo... ¿Debería llamarte así? Pareces una niña con tus ojos maquillados.

El nudo en la garganta del rubio no tardó en formarse, y sus manos temblaron. Su boca se secó casi al instante, mientras veía a su alrededor de reojo en busca de alguien que pudiese ayudarle o una oportunidad para huir. No sabía qué quería el sujeto, pero no le interesaba averiguarlo.

—Me iré y no voy a volver, en serio. No quería molestar a nadie, de verdad...

—¿Y entonces por qué has estado viniendo cada tarde sin faltar un solo día? —cuestionó, a lo que Jimin no supo responder—. Saca todo lo que tengas en los bolsillos, niño brillante. Si quieres tu labial también, maldito homosexual de mierda.

El filo de una navaja brilló contra la tenue luz del alumbrado público, haciendo al chico soltar un grito ahogado, a la vez que sentía sus ojos humedecerse ante el terror. Estaba perdido.

—Yo no... N-no soy...—trató de articular alguna frase o sonido, pero nada salía con claridad. El miedo le brotaba por los poros y sentía que en cualquier momento se echaría a llorar.

Se sentía como un completo tonto por haberse arriesgado tanto e ir a ese lugar con tal de ver a una persona que seguro ni vivía por ahí, o que ni le recordaba. Pensó que debió escuchar a Taehyung cuando le dio la advertencia de no ir, posiblemente así se habría evitado pasar por aquella situación y no estuviera en peligro.

El destino no estaba a su favor, él y el chico de los ojos brillantes no se volverían a encontrar, y por forzar las cosas se había metido en problemas. Se encontraba muerto del miedo y no podía ni moverse.

Estaba por sacar sus cosas de valor para entregarlas al hombre frente a él cuando le escuchó, apareciendo en el momento presido y logrando así reconocerle de inmediato.

—Déjalo en paz, Hangsul. —dijo, llegando a hacer acto de presencia—. A menos que quieras que tú y yo tengamos un problema.

Jimin miró por encima del hombro del sujeto que estaba intentando asaltarle y entonces los vio. Aquellos preciosos ojos grandes, brillantes y profundos, mismos que podía jurar escondían una infinita galaxia en su interior. La seriedad cubría por completo su rostro y se podía notar el disgusto en su mirada, pero sus luceros seguían reflejando bondad y esperanza.

Quizá el destino no le había fallado tanto como él creía.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top